martes, 24 de marzo de 2015

El juego de las decisiones

¿Cuánto hay en un chiquito del adulto que será? ¿Cuánto hay en un grande del niño que fue?.
Cuando somos chicos jugamos...Jugamos a la mamá y al papá, a ser cocineros, a ser doctores, a la oficina, a los bomberos, etcétera...¡Jugamos a ser grandes!.
Cuando somos chicos jugamos el juego a nuestra manera. Por más de que nos hayan enseñado a jugarlo de una forma, nosotros lo jugamos como queremos.
Cuando un nene está jugando, también está soñando, está deseando. De alguna u otra manera, cuando somos chicos estamos explorando el mundo de los grandes, nos estamos entrenando, estamos viendo sus límites. Pero a esta edad los juegos no tienen consecuencia, son sólo juegos. Cuando el juego termina, todos los juguetes vuelven a su lugar y y todo queda en orden.
Cuando somos más grandes, jugar ya no se ve tan bien, porque cuando somos grandes y jugamos...Jugamos en serio. Para un adulto, a veces, vivir es obsesionarse con que la vida sea como la soñaste jugando. Pero algo cambia: ya no es como cuando éramos chicos, porque cuando sos adulto y el juego termina, termina. 
Dejar de ser niños tal vez es comprender que somos constructores de nuestra propia vida, que estamos construyendo nuestro futuro. 
Día a día, con cada decisión que tomamos, le estamos dando un sentido a nuestras vidas. Cuando decidimos estamos asumiendo las consecuencias. Con cada decisión vamos definiendo el adulto que seremos
La vida te va poniendo distintas dificultades y distintos caminos, pero vos decidís. Es tu decisión ir por un buen camino o uno malo. Es tu decisión luchar, resistir o simplemente dejarte caer
Así como hay cosas que podemos cambiar, hay otras que no. Hay cosas que, por más que lo intentes, luches y hagas lo imposible para que no se den, van a suceder igual, porque así tiene que ser. 
Quizás la vida se trate de encontrar ese equilibrio: por un lado, tener la capacidad de tomar decisiones que construyan nuestro destino, y por el otro lado, tener la fuerza para aceptar las cosas que no se pueden cambiar. Hay que tener el valor para cambiar lo que se puede cambiar y la resignación para aceptar lo que no podemos cambiar.
Cada decisión nuestra es un ladrillo, un ladrillo con el que construimos nuestro destino. Con cada ladrillo que ponemos vamos armando nuestra vida a nuestra manera.
Hoy, vos tenés tus ladrillos en tus manos. Vos decidís qué querés hacer con ellos. Vos decidís si querés construir un castillo o una cárcel...


@Incredulas - 24/03/15

No hay comentarios:

Publicar un comentario