domingo, 30 de noviembre de 2014

Entrelazados - Capítulo 34

- ¿Y por qué no le hablaste, tarada?.
Vera no podía creer la pregunta estúpida que su amigo le estaba haciendo.
- ¿Sos boludo, Bau?.- repreguntó la joven.- Hay tres cosas que las mujeres nunca vamos a hacer: tomar la iniciativa a la hora del garche, contarle a nuestro papá sobre la primera vez y hablarle primeras a un pibe.- contestó Vera muy segura. Si había algo que caracterizaba a la amistad de estos dos jóvenes era la sinceridad entre ellos y las charlas sin filtros que podían enfrentar. Ambos conocían, gracias al otro, algunos secretos sobre el sexo opuesto que servían como tips a la hora de querer conquistar a alguien. El problema de los dos era que no tenían a nadie para conquistar.
- Entonces le voy a decir a él que te hable.- comentó Bautista, agarrando su celular de arriba de la mesa.
Vera se abalanzó sobre él con todas sus fuerzas subiéndose encima y quitándole el celular de las manos. Luego, la muchacha volvió a ponerse de pie y tiró el celular de Bauti al piso.
- ¡No!.- gritó el joven, y luego ambos comenzaron a reír desaforadamente. Ya eran las siete de la mañana y todos se habían ido a sus casas, pero los mejores amigos se quedaron conversando y fumando unos cigarrillos hablando de la vida. Como ya era tarde para que Vera vaya a su casa, Bautista le propuso quedarse en lo de él hasta la joda de esa noche con motivo del retorno de su hermano y su recuperación por las drogas. Vera aceptó la propuesta sin dudar, así que una vez que se fueron todos, fue a buscar un short y una remera de fútbol de Bauti para usarla de pijama y volvió a bajar a la cocina mientras el rubio se preparaba un café. Vera le confesó en ese mismo instante lo obnubilada que estaba ante los ojos de Nicolás.
- Lo decís como si vos tuvieras feos ojos, caradura.- le contestó Bautista.
Vera le dedicó una sonrisa a su amigo y luego le comentó los motivos por los cuales no le quería hablar.
- Además...No sé...- dudó.- Si al chabón yo le cabiera o al menos le parecería linda, supongo que me hablaría...¡O al menos me miraría de reojo una sola vez, pero ni eso!.
Bauti se rió de la furia interna de la joven que estaba intentando exteriorizar sus sentimientos haciéndose la calma, pero claramente no le salía.
- Vos me dijiste que la vez que se conocieron en el club, él había sido re copado con vos.- le recordó Bautista.
- Sí, sí.- asintió Vera.- Pero quedó ahí, lo vi una sola vez más cuando vine acá pero tampoco me registró.- la muchacha le dio un golpe seco con el puño a la mesa.- ¡Ay, qué bronca!.
Luego, Vera se puso a pensar para sí y se dio cuenta de un detalle importante, así que se acercó a Bautista y lo intimidó con el dedo índice, frunciendo el entrecejo.
- Ni se te ocurra decirle una palabra, ni a él ni a ninguno de tus amigos.
- Pero, boluda, ¿vos te pensás que soy tarado?.- preguntó él.
- Sí, justamente por eso te lo digo...

Qué inútil se sentía Celeste al no poder contestarle cuando llamaba al teléfono de Bautista. ¿Qué es lo que en verdad le atemorizaba? ¿Que él ya esté con otra? ¿Que ya la haya olvidado? ¿Que esté enojado y le corte la comunicación? ¿Que la mande a cagar? Le daba miedo todo eso en realidad, pero muy en el fondo, sabía que Bautista nunca la rechazaría y jamás se negaría a escuchar su voz o a aceptar que Celeste le cuente sus anécdotas y él las suyas. Pero aún así estaba totalmente atemorizada, y tampoco quería que él piense que ella era una arrastrada o que hacía las cosas de pura histérica, lo que menos pretendía Celeste era parecerse a Rocío. "Las histéricas nunca salen ganando", pensó, "siempre terminan quedando solas".
Como aún estaba de vacaciones en Estados Unidos y las clases comenzarían más tarde, Celeste tan sólo iba a sus clases de inglés y hacía alguna que otra changa para tener algo de dinero y no pretender siempre de sus suegros. Con ellos la relación estaba genial, salían juntos, se divertían. Eran de esos suegros copados, jóvenes y comprensivos que siempre hacen de todo por lograr que te sientas cómoda, y lo alcanzaban. Pero si había una persona que no hacía sentir cómoda a Celeste, ese era Felipe. Todos los días discutían por algo, y siempre eran cosas diminutas y pavadas pero ellos las agrandaban y lograban que se forme una batalla campal. En más de una oportunidad, Felipe mandaba a la mierda a Celeste, agarraba las llaves de la casa y se iba a dar vueltas por la calle, sea la hora que sea. Tal es así que en una oportunidad le robaron el celular, pero no lo dudó y al otro día se compró uno mejor.
Celeste lloraba todas las noches antes de dormir. Había decidido por completo tener su propia habitación donde pueda dormir ahí, no le interesaba dormir con Felipe. Ya no tenían sexo, y si lo tenían a ninguno los dos lo mataba del cansancio o de las ganas de seguir. Su relación no era la misma que hace un año y medio atrás.
Celeste intentaba justificar sus peleas pero ya habían pasado dos meses como para seguir creyendo que le costaba acostumbrarse a los nuevos aires neoyorquinos. Hace dos semanas que la relación viene decayendo, y eso era lo que ella tanto temía: que las cosas no funcionen y tener que vivir allá sin ningún tipo de apoyo emocional. Intentaron hablarlo varias veces, pero siempre terminaban peleando o diciéndose cosas feas, así que ambos optaron por no luchar más.
Este mediodía del sábado, los padres de Felipe fueron de compras, así que dejaron solos a los jóvenes. Un poco dudoso por temor a una nueva pelea que se avecinaba, Felipe se dirigió a la habitación de Celeste y tocó la puerta.
- ¡Pasá!.- gritó la morocha del otro lado.
Felipe ingresó al cuarto, dubitativo, y se quedó parado delante de ella, que estaba sentada en la cama leyendo un libro en inglés.
- ¿Podemos hablar o estás ocupada?.- le preguntó él a su novia.
Celeste cerró el libro, pero antes puso el señalador en la página 185. Lo dejó a un costado y cruzó sus piernas, dándole golpes a un costado de la cama, indicándole a Felipe que se siente. El joven obedeció y se colocó al lado de Celeste, mirando fijo el suelo y entrelazando sus dedos.
- Yo...Pensé que iba a ser distinto.- dijo Felipe, tembloroso. Celeste no pensaba acotar una sola palabra hasta que él termine.- Me parece que no estamos bien, que no nos llevamos como pensábamos y que no somos los mismos que hace un tiempo atrás.- respiró hondo y continuó.- Ojo, no me arrepiento de que estés acá ni que hayas venido, estoy feliz por haberte conseguido esta oportunidad de que cumplas tus sueños, pero...Me parece que estás atada, o al menos me da la impresión a mí de que viniste para lograr lo que querías, no para estar conmigo. Y yo hice todo esto para estar con vos, me parece muy de garca que no valores eso, que volví a Argentina para buscarte, que te conseguí todo acá, y...
- ¿Tengo que agradecerte y chuparte las medias todo el tiempo por eso?.- interrumpió Celeste con crudeza. Ella se daba cuenta de que su reacción fue muy vehemente, pero no podía aparentar algo que no era ni hacer como que estaba de acuerdo en lo que Felipe le estaba planteando.- ¿Me tengo que casar con vos y todo simplemente porque vine acá? Yo tengo mi trabajito para pagarme mis cosas, el pasaje me lo pagaron mis papás...
- Pero estás viviendo en mi casa que la pagan mis viejos.
- ¡Já!.- dijo Celeste de forma irónica sin poder creer lo que sus oídos estaban escuchando. Acto seguido, se puso de pie.- ¡Qué gil, boludo!.
- ¿Qué gil, qué?.- Felipe también se puso de pie y la miraba fijamente, mientras notaba cómo los ojos de la morocha se empañaban. Celeste no quería llorar, de hecho estaba haciendo un esfuerzo enorme por no hacerlo.
- Me refregás todo en la cara, como si yo alguna vez te hubiera pedido algo. Ni siquiera te jodo con nada, casi que no te dirijo la palabra. Pensé que ibas a venir a solucionar algo, no a ser tan pelotudo de rogarme que te ame nada más porque "me trajiste", acá.
Observándose mutuamente de mala manera, dedicándose unas miradas fulminantes, Celeste encaró hacia la salida de la habitación, pero Felipe la tomó del brazo.
- ¡Soltame, enfermo!.- gritó ella. En realidad, Felipe no la estaba agarrando fuerte porque lo que menos quería era lastimarla, pero para Celeste era horrible que no la dejen salir. Se soltó de una vez por todas, agarró su bolso de arriba de un sillón en la habitación, y sin decir una palabra salió de la casa, mientras Felipe se quedaba parado, totalmente boquiabierto, sin poder creer cómo habían terminado las cosas con el amor de su vida y con quien creía que iba a ser la madre de sus hijos.

Macarena se despertó el sábado alrededor de las doce del mediodía, y ahí decidió prender su celular. Tenía dos llamadas perdidas de Pachetti, y eso le reconfortó, era señal de que ya no estaba enojado y que podrían hablar tranquilamente. Apenas se puso de pie, levantándose de la cama para irse a bañar, sintió que la presión le bajaba y que estaba sudando frío. Rápidamente corrió al baño pues sintió que su estómago se revolvía muchísimo. Comenzó a vomitar, aferrada al inodoro como tantas otras veces, pero esta vez no lo estaba provocando ella, sino que su propio cuerpo lo estaba permitiendo. Le dolía mucho la panza, pero aún así estaba contenta de estar vomitando y que no sea por su culpa. Una vez que terminó, se fue a bañar rápidamente y atendió su celular que estaba llamando. Era Pache.
- Hola, amor.
- ¿Qué onda con vos que apagás el celular toda la noche?.
- Me quedé dormida después de pelearnos y...Nada, qué se yo, no lo prendí. ¿Todo bien?.- Maca intentaba cambiar el tema para evitar una pelea que notaba que se estaba avecinando.
Pache, por su parte, decidió omitir la respuesta.
- ¿Vas a venir a la noche a lo de Bauti por la recuperación de su hermano?.
- No sabía que estaba invitada.- en realidad sí lo sabía, pero no tenía muchas ganas de ir y estar con todos.
- Bueno, ahora sabés.- la voz de Pache era muy distante, se notaba a la legua lo enojado que estaba con ella.- Te paso a buscar a las nueve, ¿okay?.
- Okay.- respondió Maca, y sin decir una palabra más, su novio cortó la comunicación.

Hacía alrededor de media hora que el gordo Ale estaba parado frente a la casa de Malena, pero no sabía cómo actuar. ¿Debía tocar timbre? ¿Qué palabras debía usar? ¿Y si le atendía alguno de sus padres? ¡Qué miedo! Quizás Male iba a creer que era un psicópata, hasta que él le muestre que tenía su cadenita y entonces se le pasaría la sorpresa. Sin dudar un segundo más, Ale tocó timbre. Del otro lado se escuchaban ruidos de personas y el gordo pensó que quizá no había sido un buen momento para acercarse a la casa de Malena, hasta que le abrieron la puerta. Una mujer joven y bella estaba del otro lado, era muy parecida a Malena sobre todo por los ojos: era su mamá.
- ¿Sí?.
- Em...Hola, me llamo Alejandro.
El gordo Ale se quedó tildado sin saber qué más decir. Ana Laura lo miró esperando que continúe así le indicaba quién era. Ale movía la boca pero no le salían las palabras.
- Estoy buscando a Malena.- se atrevió a decir por fin.
- ¡Ah, mi hija!.- la mujer sonrió amablemente.- No está ella ahora, ¿querés que le deje algo dicho? Le aviso que viniste.
- ¡No, no!.- dijo Ale.- No hace falta. Vuelvo a pasar. Gracias, señora.
Y el gordo se dio media vuelta y se alejó, desilusionado.

Celeste caminaba por las casas de Nueva York pensando en todo lo que estaba sucediendo. Su cabeza no paraba de pensar en las palabras de Felipe y en su soberbia constante que la semi obligaba a agradecerle por esta oportunidad. Ya no tenía más ganas de estar en Estados Unidos. Necesitaba con locura ver a sus padres, ver el crecimiento de su sobrino en la panza de su cuñada con los ojos soñadores de su hermano. Necesitaba hablar con sus amigas horas y horas en esas charlas eternas donde se sinceraban de todo y se actualizaban enseguida. Necesitaba los aires buenos, o mejor dicho, necesitaba Buenos Aires. Pero más que nada, más que todo eso, necesitaba a Bauti.
La joven de ojos claros se sentó en el banco de una plaza, y como ya tenía línea en su celular, marcó aquel número y llamó.

Bautista estaba fumándose un cigarrillo en el patio de su casa mientras Vera se daba una ducha. Sintió a lo lejos una vibración y dedujo que podía ser el celular de alguno de los dos. Se puso el cigarrillo en la boca, y mientras abría la puerta para entrar a la cocina, vio que era su celular el que estaba recibiendo una llamada. Otra vez era un número privado. Bauti dudó y no quiso atender, pero quizá era la misma persona que anoche que esta vez tenía mejor señal, vaya uno a saber.
- ¿Hola?.- atendió.
- Hola.
Y a Bauti le costó horrores identificar aquella voz.

- ¡¿Qué hacés, amiga?! ¿Todo bien?.- Macarena se ponía feliz cada vez que Celeste la llamaba. Es como que su corazón daba saltos de alegría pero a la vez de tristeza porque recordaba lo mucho que la estaba extrañando. Además, por unos instantes, olvidaría sus problemas personales y se concentraría en hablar con su amiga.- Ya pasó mucho tiempo, ¡volvé!.- Maca notó que estaba hablando sólo ella, y que Celeste ni se gastaba en contestarle, así que decidió parar y poner un tono de voz más preocupado.- ¿Estás bien, Celes?.
Del otro lado, Celeste comenzó a sollozar. Se notaba que intentaba parar de hacerlo o que estaba en un lugar público entonces lo hacía en voz baja, pero a Macarena no le costó identificar lo que estaba sucediendo. Luego de esperar a que su amiga termine de llorar, Maca le preguntó lo que le estaba pasando y Celeste se sinceró por completo, contándole detalle por detalle cómo habían empeorado las cosas con Felipe, lo mucho que extrañaba a Bauti y lo tanto que la necesitaba a ella y a Rocío para descargar tensiones.

- Eu, gordo, ¿qué pasa? ¿Por qué me llamás de un número privado?.- preguntó Bauti. Ale tenía voz temblorosa y se notaba exaltado.- ¿Estás bien, gordo? ¿Dónde estás? ¿Por qué no llamás a Pache así te va a buscar con el auto?.
Pero del otro lado sólo recibió un "chau", seguido de que le cortó la comunicación.
Por un segundo, Ale estuvo a punto de confesarle a su amigo lo que le pasaba con Malena, estaba desesperado porque no podía encontrarla. Fue a buscarla al club, a su casa, al parque, pero no la encontraba por ningún lado. Además de verla para poder tener un poco más de contacto con ella, le quería devolver su preciada cadenita.
Con mucho pesar y sin más esperanzas de cruzarla, en medio del camino hacia su casa, Ale sintió el impulso de contarle a alguien lo que le estaba pasando. Se sentía muy solo reprimiendo estos sentimientos y creía que alguno de los pibes quizá no lo descansaría. Quería contarle a alguno de ellos que sepa que no lo iba a tirar abajo. Pensó en Lauti, pero recordó que estaba muy peleado con Malena después de haberse hecho los novios para celar a Rocío y Nico. Pensó en Santino, pero la odiaba y pensaba que era una loca esquizofrénica. Luego optó por contarle a Pache, pero sería el primero en delirarlo o decirle que esa chica no era para él. Después recordó a Nico, pero a su vez se acordó que había estado con Malena mucho tiempo y que las cosas no terminaron bien. Por descarte y además por el tiempo que estaban compartiendo juntos, sumado a que era un pibe de confianza, decidió llamar a Bautista y confesarle todo para sacarse una mochila de encima. Justo cuando su amigo atendió, vio aparecer a Malena caminando por la vereda de enfrente junto a Martín, el cejón, aquel que había compartido el equipo en Lion durante varios años, y que hace poco se pasó a All Boys para ver si podía debutar en primera. Todo estaba bien hasta que Ale vio cómo paraban en una esquina y se daban un beso largo y apasionado. Esto generó que quiera cortar el teléfono, e instantáneamente lo hizo. El corazón le latía muy rápido, el pulso se le aceleró terriblemente y notó también que sudaba frío. No iba a llorar porque sinceramente no le salía, las lágrimas no brotan fácilmente de su cara, pero sí el corazón se le estaba por salir del pecho...¡Qué golpe fuerte! Ni siquiera le había dolido tanto que esté con Nico o con Santi, ¿pero con el cejón? ¿Justo con ese, que encima los traicionó a todos yéndose a otro club? Si bien las cosas estaban bien con el muchacho, todos le guardaban cierto rencor por haberse ido. Para colmo, una vez, una puta vez que Ale se animaba a hablar con Malena y que estaba sola por completo sin ningún hombre dando vueltas, aparece el cejón y arruina todo. Ahora Ale se encontraba en una encruzijada: no sabía si dirigirse a esa esquina a devolverle de todas formas la cadenita a Malena, si tirarla a una alcantarilla, esperar otra situación para poder entregársela o ir y cagar a trompadas a Martín. Finalmente, optó por irse a su casa triste y apesadumbrado.

Bauti recibió un mensaje de Macarena alrededor de las cuatro de la tarde mientras miraba la televisión con Vera y el gordo Ale estaba parado al lado de la ventana, sin decir una palabra, comiendo un alfajor. Maca le preguntaba si podía ir a la fiesta de la noche junto a Rocío, o si a alguno de los pibes les molestaba. Bautista le dijo que no había inconveniente alguno, entonces Maca arregló lo necesario para ir junto al auto de Pache esa noche a la casa de Bauti.
A Alejandro se le notaba a simple vista lo triste que estaba, pero Bauti no quiso indagar mucho, y tampoco era el momento adecuado para hacerlo. Quizá la presencia de Vera también lo incomodaba un poco como para contar lo que le sucedía, así que optó por esperar al día siguiente para hablar mejor.

La noche llegó, y el momento en que Pache pasó a buscar a Maca fue un tanto incómodo, por lo que antes de arrancar, ella le avisó a su novio que su amiga vendría.
- Tenemos que pasar a buscar a Rocío.
Y esto a Pache ya le había caído mal. Apagó el motor del auto, parado frente a la casa de Maca, y la miró.
- ¿Para qué va a ir? Va a armar quilombo con los pibes, yo no quiero problemas.
Macarena, sin decir nada, se cruzó de brazos y miró por la ventanilla, con mala cara. Pache la observó y notó que se puso una camisa a cuadros y unas calzas junto a unos zapatos que no combinaban. Le parecía extraño, ya que a su novia le encantaba arreglarse y vestirse bien. Estaba totalmente desalineada, excepto el rostro ya que se había maquillado y hecho la planchita en el pelo.
- ¿Qué hacés así vestida?.
Maca se miró a sí misma y luego le clavó los ojos fulminantes a su novio.
- ¿Qué? ¿Tampoco te gusta? Buscate a una que se vista mejor, entonces.- dijo Macarena violentamente.
- Eh, pará, ¿qué te pasa?.
- ¿A mí qué me pasa?.- agregó rápido Maca, cada vez se enfurecía más.- ¿Desde cuándo me criticás la ropa?.
- No te critiqué nada, Maqui, te pregunté porque me llamó la atención, siempre te...No sé...- Pache no sabía ni para qué le había comentado eso. Si había algo que las mujeres odiaban, era que le critiquen la ropa, sobre todo con lo que les cuesta elegir qué ponerse.
Macarena sabía que estaba horrible vestida, pero lo que pasaba era que toda su ropa le quedaba grande y muy suelta, y estas dos prendas fueron las únicas que le quedaban más o menos bien, que encima eran de su madre. Utilizaba la ropa suelta para evitar que los demás se dieran cuenta de lo mucho que estaba bajando de peso. A veces pasaba todo el día sin comer, a la noche se devoraba lo que encontraba en la heladera, y luego vomitaba. Y así todos los días. Pache, como todo hombre, seguramente ni notaba que el uso de aquella ropa era por su cambio en la figura corporal, así que decidió dejar ahí el tema y acceder a pasar a buscar a Rocío.
La rubia se había vestido divina: top negro de chiffón con un jardinero de jean azul oscuro y unas franciscanas de charol también negras. Estaba realmente hermosa, y se había procurado arreglarse bien para sorprender a todos. En su interior estaba completamente nerviosa porque hacía varias semanas que no veía ni a Nico ni a Lauti, ni siquiera tenía contacto con ellos por medio de alguna red social. Le atemorizaba el hecho de ver que ninguno de los dos le daba bola o que ya la hayan olvidado por completo, porque de ser así, no tenía con quien jugar a la histérica.
Sin avisar nada, Pache pasó por delante de la puerta de la casa de Bautista pero siguió de largo y dobló a la derecha en la siguiente esquina.
- ¿Qué hacés, Pache?.- le preguntó Rocío de buena forma.
Pero el joven no le contestó y se paró frente a la casa de su amigo. Rocío bufó, fastidiosa, y miró mal a Maca, quien enseguida le comentó que no sabía que iban a pasar a buscar a Lautaro.
- ¿Por qué no me avisaste?.- preguntó Maca a su novio.
- Vos no me avisaste que venía Rocío, yo no te avisé que venía Lautaro.- dijo Pache, tocando bocina para que su amigo salga de la casa.
Cuando Lauti subió al auto, el silencio se apoderó de la situación. Se saludaron entre todos pero las pocas cuadras hacia la casa de Bauti transcurrieron en silencio y con mala cara de todos. Cuando estaban por estacionar, Lautaro miró de reojo a Rocío, quien miraba por la ventana contraria en aquella noche calurosa, y cautelosamente, Lauti la agarró de la mano y la acarició con suavidad. La rubia automáticamente lo miro y le sonrió con pesar, dejando ver en sus ojos lo mucho que lo extrañaba, y a la vez lo  que le divertía este histeriqueo constante.

El momento en el que Pedro entró a la casa y vio todo decorado lleno de gente del barrio que conocía y lejos de los que le hacían mal, un sentimiento de amistad y amor muy profundos inundaron su corazón. Le agradeció a su hermano veinte veces por esta fiesta y se había alegrado muchísimo de que le hayan preparado algo así; no lo esperaba en absoluto. Cuando el joven entró y todos lo saludaron al son de: "¡Sorpresa!" encendiendo las luces de golpe, comenzó a saludar uno por uno a los invitados. A algunos no los conocía, a otros tan sólo de vista, y otros eran conocidos de toda la vida. Cuando llegó el momento de saludar a Macarena, Pedro fue muy amable con él y le dijo que cuidara a Pache que era un pibe de oro. Macarena le dedicó una sonrisa y le prometió que lo iba a proteger. Luego, saludó a Rocío.
El flechazo fue automático.
Ella nunca se hubiera imaginado lo lindo que era el hermano de Bautista, el famoso Pedro drogadicto, el ex cuñado de su mejor amiga, el que robaba plata para comprarse la droga. Ahora, recuperado, se le notaba que la sanidad le salía por los poros y que estaba mucho mejor. Bah, eso suponía ella, porque no lo conocía anteriormente, pero parecía un chico muy sano.
Él se sorprendió de aquellos ojos celeste cielo. Nunca la había visto en su vida, pero sentía que la conocía hace muchísimo. Era la rubia más linda que había visto en su vida, y la sonrisa que le dedicó al saludarlo, por más que no lo conociera, le dio la pauta de que había algo especial y esa química también la sentía ella.
Pedro y Rocío se pasaron toda la noche junto a Maca y Pache, charlando, tomando algo. Intentaban involucrar al gordo Ale en algunas conversaciones, pero él simplemente se limitó a pasar su música y no hablaba mucho con los demás. Todos estaban extrañados por su comportamiento, pero creyeron que era mal humor, total otra cosa al gordo no podía pasarle.
Maca y Pache se amigaron luego de un par de gotas de alcohol, y con la música, el frenesí de la noche y la fiesta que estaba divertidísima, olvidaron por qué habían peleado. Punto a favor para Macarena.
Vera intentaba buscar con la mirada a Nicolás, pero él ni siquiera la registraba. Bauti le ofreció un par de veces preguntarle a él si quería bailar con ella, pero su mejor amiga no se lo permitió.
- Voy a quedar como una boluda.- le había dicho la joven. Y Bauti entendió que estaba en lo cierto.
Nico pensaba al igual que todos que Vera era hermosa, y justamente por esta razón no iba a hablarle. La única vez que intercambiaron palabras fue en el club y la noche anterior en lo de Bauti, pero Nico ni se iba a gastar en insistir o pedirle su celular porque una chica así de linda seguramente era muy creída o no sólo eso, no le iba a dar bola a un gil como él que no hace nada de su vida.
Vera, un poco más desilusionada, subió a la habitación de Bauti y se sentó en el borde de la cama. Estaba un poco borracha, por lo que no quería pasar vergüenza y menos adelante de Nicolás, ¡a ver si pensaba que era un desastre!. Prefirió quedarse ahí un rato hasta calmarse y mejorar su humor, porque estaba bastante triste ya que él ni la registraba. Luego de estar quince minutos allí, mirando un punto fijo y pensando en todo esto, Maca dejó a su novio con los amigos y subió las escaleras porque se había dado cuenta que faltaba Vera entre toda la gente. Se arrodilló ante ella, acariciándole una rodilla y le preguntó que le pasó. Vera dudó en confesarlo, pero quería que ella sepa a ver si la podía ayudar.
- Me encanta Nicolás, boluda, no sé...
- ¿Eh? ¿Nico? ¿Nico, Nico?.- preguntó Maca para confirmarlo.
- Sí, Nico. Nico Minaglia.
- ¡Ay!.- gritó Macarena.- ¡Qué tierna!.
Vera, frustrada por la reacción de su amiga, le tapó la boca y le indicó que se calle.
- No digas nada, porfa, que la única que lo sabe sos vos y Bauti.
- Peró anda y hablale, sonsa.- le indicó Macarena sin comprender.
- No me registra, no me mira, no me nada.
- ¡Qué no te va a mirar! ¡Sos hermosa, amigui!.- dijo Maca.- Tenés que convencerte de eso y darte cuenta que sos divina.- en su interior, Macarena se daba cuenta que los consejos que daba no los aplicaba para su vida personal, pero la diferencia entre ella y Vera es que su amiga realmente era hermosa, y ella un desastre.- Creétela más, además Nico es divino, re buen pibe, todo.- Maca se sentía un poco mal por aconsejar a Vera sabiendo que a Rochi también le gustaba. Su justificación personal era: "Y bueno, pero Rocío también tiene a Santino y Lauti para elegir, Vera no".
Vera le agradeció a su amiga las lindas palabras, pero le dijo algo súper real y doloroso.
- Yo me doy cuenta cómo mira a tu amiga Rocío. Él y Lautaro están todo el tiempo mirando qué hace, siguiéndola con la vista. No la dejan de espiar un segundo, encima no lo hacen disimuladamente. No sabes cómo me duele.- estaba haciendo un esfuerzo enorme por no llorar, así que optó por cambiar de tema.- ¿No te queda grande esa camisa, Maca?.- le preguntó. Y rápidamente ella le dirigió una sonrisa nerviosa y le indicó que volvería con Pache. Vera la siguió, y mientras bajaba las escaleras se topó con Rocío y Pedro, hablándose cada vez más de cerca. "Zorra", pensó.

Bautista y Pache le llevaban comida al gordo Ale a cada rato, pero no aceptaba nada. Le preguntaban minuto por minuto qué le pasaba, si estaba bien, si necesitaba hablar, y Ale les decía que todo bien pero que nada más estaba de mal humor, así que ambos dejaron de insistir aún sabiendo que algo le pasaba, pero no era el momento adecuado para hablar, así que le propusieron juntarse a jugar a la play mañana en su casa.
- No hace falta. Si no les jode, ¿me dejan seguir con esto?.- les dijo, cambiando de tema. Lo único que le hacía bien y lo mantenía distraído era pasar música y ponerse en su rol de DJ.

Santino se la pasó toda la noche burlando a Nico y Lauti por cómo miraban a Rocío.
- Déjenla en paz, ya fue esa minita.- les dijo,
- No es una minita cualquiera, bobo.- acotó Lautaro, enojadísimo e histérico por ver cómo coqueteban Pedro y Rocío.
Santi comenzó a ponerse insistente, indicándole a Lauti y Nico que vayan a buscar otras mujeres, la casa estaba llena de gente y había muchas chicas lindas. Las compañeras de Malena estaban una más buena que la otra, pero ni Lauti ni Nico se fijaban en eso. Cuando por fin convenció a Lautaro de bailar con alguna pero solamente para divertirse, le faltaba Nicolás, pero no lo encontró por ningún lado, así que decidió acercarse él a Vera y hablarle, pero la joven lo que menos quería era que alguien intenta chamuyarla.
- Todo bien, Santi, me caés re bien, pero no tengo ganas de hablar, posta.- le dijo ella con educación y bondad. Y Santino, sin decir una palabra, se alejó en busca de otra mujer.

Mientras con Pedro bailaban y se reían juntos, conociéndose, Rocío miraba disimuladamente hacia Lautaro y Nicolás, quienes le habían clavado miradas fulminantes por estar tanto con Pedro. En un momento, la rubia vio que Lautaro bailaba con Maca, Pache y otra chica más pero que, a decir verdad, no era para nada linda, entonces no le dio ningún tipo de celos, y además se auto convencía que su ex lo estaba haciendo a propósito. Luego buscó a Santino, y cruzaron miradas, y se dedicaron una sonrisa. Se hablaban bastante en estos días, pero sin ningún tipo de indirecta o palo, solamente con buena onda y Rocío más que nada lo hacía por conveniencia del trabajo. Por último, buscaba a Nicolás, pero no lo veía por ningún lado. Tampoco veía a Vera. Ya le estaban dando celos anticipados. 
Rocío le dijo a Pedro que iría al baño y a decirle algo a una amiga y volvía, y él fue con algunos compañeros de la secundaria que fueron a ver su rehabilitación. 
Rocío buscó por todos lados a Nicolás, hasta que se asomó a la habitación de la abuela de Bauti, Haydeé, y de un costado salió Nico, asustándola y tomándola totalmente por sorpresa. Él la agarró fuerte de la cintura y cerró la puerta con el pie, dejando tras de sí el ruido de la música, el olor a alcohol y los gritos de la gente borracha. Le dio un abrazo muy tierno y sincero. Rocío estaba atónita y no sabía siquiera cómo reaccionar, pero le pareció tan dulce este gesto y tan inesperado que le devolvió el abrazo. Luego, ambos quedaron nariz con nariz, mirándose fijo, pero Rocío no soportaba mirarlo así, entonces bajaba la vista, y él le levantaba la cara con suavidad.
- Mirame.- le dijo.
- No puedo.- agregaba Rocío.- Además, no sé...Me incomoda que esté Lauti, que estén todos, estar acá, en la habitación de la abuela de Bautista, es...
Nicolás puso su dedo índice sobre la boca de la rubia, callándola.
- Vayamos arriba, al cuarto de Bauti, ahí no hay nadie.
- Pero, ¿cómo vamos a salir de acá? Nos van a ver todos subir.
- Subí vos primera, que en cinco minutos subo yo.
Rocío, sonriente y a la vez nerviosa, estaba feliz por esta adrenalina y por saber qué quería Nico. Era todo muy excitante. Salió de la habitación y subió las escaleras.

Vera quería fumar un cigarrillo, pero ya había terminado uno de sus paquetes, así que debía subir a la habitación para buscar su cartera, de paso fumaría allí, tranquila, mirando por la ventana, sin oír tanto el ruido de la música de la planta baja. Así que, luego de tomar un trago de cerveza, iría a buscar sus cigarrillos.

Intentó esperar cinco minutos, pero a los diez segundos que Rocío había subido, la intriga y la impaciencia obligaron a Nico a subir. Por suerte, nadie lo interrumpió en el camino y nadie lo vio, estaban todos completamente en la suya y bastante borrachos. Subió las escaleras y allí estaba Rocío, parada, mirando por la ventana. Cuando escuchó los pasos de Nicolás, se dio vuelta y lo miró tiernamente.
- Vení.-le dijo él, tomándola de la mano. Abrió la ventana que da a la parte trasera de la casa de Bauti y se metió adentro.
- ¿Qué hacés?.- le preguntó Rocío. Y Nicolás le respondió, pero del otro lado.
- Vení.- le repitió, y ella sin soltarle la mano lo siguió.
Ambos quedaron parados en el tejado de la casa, que daba al bello jardín y a la vuelta que tenía Bauti en la parte de atrás. A un costado, estaban las luces de la ciudad, y arriba, un cielo estrellado, con una luna llena brillante que iluminaba en la oscuridad de la noche aquel tejado.
- Es hermoso.- dijo Rocío.
Los dos jóvenes se sentaron en el techo y miraron las estrellas. Ella apoyó su cabeza en el pecho de él.
- Pensé que tenías que decirme algo.- dijo Rocío.
- No necesito hablar si te tengo acá, acostada conmigo, mirando las estrellas.

Vera subió las escaleras, revolvió en su cartera y se prendió un cigarrillo. Vio que una de las ventanas estaba abierta, así que optó por apoyarse allí para largar el humo, pero más inesperada y dolorosa fue la imagen que observó, que provocó que las lágrimas broten de su cara sin darse cuenta, y dejando caer su cigarrillo en la frazada de Bautista.

Rocío estaba tan feliz. Siempre había querido tener una situación romántica con Nico, y allí estaba, apoyada sobre él, mirando un cielo hermoso.
- Tus ojos son más lindos que el cielo.- le dijo ella a él, mientras se ponían de pie para abrazarse y mirarse fijo.
- Mis ojos son color pasto. Los tuyos sí son color cielo.- obvio que Nico lo dijo porque los propios eran verdes, y los de Rocío celestes.
Ambos se quedaron en silencio, mirándose. Un mechón de pelo molestaba en la cara de la rubia, y tiernamente Nicolás se lo corrió, agarrándola de la cara, y acercándose a ella para terminar de concretar sus sentimientos en un beso tan esperado, y que fue mucho más lindo, dulce y suave que lo que alguno de los dos hubiera imaginado alguna vez.


Continuará...

sábado, 29 de noviembre de 2014

Primer amor

¿Se puede amar dos veces con el mismo amor? ¿Nos podemos enamorar de la misma forma pero de personas distintas? Yo creo que el verdadero sentimiento de estar enamorados al punto de explotar de felicidad, ya sea recíproco el cariño actual o no, es con el primer amor...Lo que hacemos después es buscar en otras personas lo mismo que sentíamos por este primer amor...Pero nunca se va a volver a repetir.
Pueden pasar mil chicos, mil historias, mil anécdotas, pero esa sensación de nudo en el pecho que te generaba ver a tu primer amor, no te lo va a volver a producir ninguno en toda tu vida. Nunca nadie va a igualar esa emoción que te daba tan sólo verlo, donde sentías que el alma se caía al suelo, pero con una simple mirada de él, ya se volvía a poner en su lugar y a estar feliz un mes entero.
Por más que des oportunidades e intentes forzarte a superarlo porque es una historia que ya quedó cerrada, el primer amor no se olvida ni se supera. Por eso digo que nos enamoramos sólo una vez, el resto son todos intentos para volver a sentir lo mismo, pero nunca vuelve a ser igual. Inevitablemente, cuando empezás a conocer a otros chicos en busca de superación, o directamente para pasar un buen rato, no podés evitar compararlo con tu primer amor, pero siempre le vas a buscar (y encontrar), a este pobre pibe, más defectos que virtudes. Es casi imposible no comprarlo. Encima, después de la cita, en el momento de contarle todo a tus amigas, les decís: "ay, boluda, pero hizo esto y esto. Mi primer amor no lo hacía"...Lo peor es que te pensás que lo único que es correcto, real y normal es lo que hacía tu primer amor, pero con el paso del tiempo te vas dando cuenta que no, que él también era humano y se equivocaba y que, por más que vengas de esa relación que creías perfecta, no era tan sana como la analizabas en ese momento...Pero igual sigue siendo el primer golpe fuerte del amor, y eso es lo que hace que te sea difícil olvidarlo.
Las malas lenguas dicen que siempre se vuelve al primer amor, y eso genera que, a la hora de entablar una nueva relación con un chico nuevo que te gusta y lo querés, te da la duda de: "¿para qué pierdo tiempo con éste, si después seguro termino volviendo con el primero". Dejame decirte que el primer amor no es el primer chico que te gustó o que te movió el piso, tenemos que cambiar esa costumbre de creer que tu primer "platónico", por así decirlo, es tu primer amor.
Primer amor es el que amás y te ama de manera inigualable.
Primer amor es el que te da un beso y te hace sentir en las nubes.
Primer amor es el que te trata como una mujer y se comporta como un hombre con todas las letras.
Primer amor es el que nunca termina, porque si es amor de verdad, es eterno.
Cambiemos el término "primer amor" por "único amor".


@Incredulas - 29/11/14

jueves, 27 de noviembre de 2014

Micromundo para dos

Sí. Entiendo perfectamente que, hoy por hoy, el One Million sea una de mis grandes debilidades, que unos ojos azules le ganan a los marrones, pero que también una piel más oscura me agrada más que la blancura, que encontrar la fragilidad, la inocencia y el abrazo de algún muchacho sensible sea mi meta. Entiendo todo perfectamente.
Sin embargo, te quiero, y sos vos mi prioridad y el único que me interesa.
Te quiero vestido en una bata blanca, recién salido de ducharte, y mirarte mientras te vestís. Te quiero con el sol del atardecer alumbrándote el rostro. Te quiero jugando con nuestros hijos. Te quiero bicicleteando por las calles de Buenos Aires, encontrando a algún samaritano que se anime a probar tu alternativa vegana. Te quiero bailando desenfrenadamente, consciente de que lo hacés muy mal. Te quiero con tus ojos verdes que me acarician el alma. 
Te quiero, te quiero infinitamente.
Tu voz va a ser por siempre mi melodía favorita, la canción que nunca quiero dejar de escuchar, la alarma del despertador que nunca voy a odiar. 
Cada vez que reciba tu abrazo flaco y hermosísimo, voy a reconfirmar que estos brazos cobardes están aprendiendo por quincuagésima vez el arte de amar. Pero tengo fe que esta vez es en serio.
Voy a mirarte y todo va a estar bien. Nada podrá salir mal al lado tuyo. Nadie me va a hacer mal, nadie nos va a hacer mal, nadie podrá contra nosotros.
Te pienso, te leo, me redescubrís y me sonrojo. Qué bella sensación la de no sentirse una extraña para quien no conoce qué son los arquetipos. Cuán cómodo es construir un micromundo para dos, sin escalas, sin interrupciones y con buenas intenciones. 
Creo en tu sonrisa. Creo en tu respiración acompasada y en tu boca semiabierta al compás del tamboril mientrás dormís plácidamente y yo te observo. Creo en tu voz y en tu andar desinteresado. Creo en vos. Y quiero creer que creés en tus creaciones. 
Bajo tu influencia, por encima de todo, dejando atrás el sabor a ciudad y a fantasías animadas de ayer y hoy quiero decirte, con todas las letras, con todo lo que soy...Que te quiero, pibe. Y que me marcaste para siempre, porque así fue, así es y así será, hasta el día en que me destrocen el corazón por completo y no quiera creer más en esa pelotudes traicionera, caprichosa y paradójicamente abundante que todos llaman "amor".
Gracias por tanto y perdón por haber sido yo sin querer haberlo sido del todo.


@Incredulas - 27/11/14

martes, 25 de noviembre de 2014

Miedo a estar sola

Cuando éramos chiquitas, siempre soñamos con crecer, con atravesar la hermosa fiesta de quince con aquel vestido único, lleno de tules y flores, rodeada de la gente que más queremos. Después de eso, esperamos llegar al último año del colegio, ir a Bariloche con amigos y romperla, olvidándonos de todo lo que queda en la rutina por unos días. También soñamos con estudiar lo que nos gusta (la mayoría queríamos ser doctoras, veterinarias, y algunas valientes deseaban ser astronautas -o astronuatas, porque no nos salía decirlo-). Pero, si se ponen a pensar, cuando éramos así de pequeñas, nunca tuvimos en cuenta al amor de nuestra vida. Nunca pensamos en "el padre para nuestros hijos", en el compañero de ruta, en el hombre ideal para nosotras. Siempre que jugábamos a la mamá estábamos solas criando a dos muñecos indefensos, ¡y les faltaba un papá! Y a nosotras, un marido. Con este ejemplo dejamos en claro lo inocentes e ilusas que éramos en creer que un hombre no era necesario para nuestra existencia, y hoy que estamos más grandes, no sabríamos qué hacer sin ellos.
A medida que vamos creciendo, dejamos de sentir ese rechazo llamado "asco" hacia los hombres. Ya no nos molesta saludarlos con un beso en el cachete, mucho menos contarles un secreto. Es como que, mientras más pasa el tiempo y más crecés, más te das cuenta que esos boludos que veías corriendo en el patio jugando a los Power Rangers, hoy son por lo que sufrís, llorás y te desvelás noches enteras.
El peor miedo de las personas es no encontrar al amor de su vida, y eso es lo que nos pasa día a día. Sí, a mí también me pasa, y seguro vos me entendés.
Es horrible estar sola. Pero peor es el miedo a estar sola. Bah, en muchos casos es divertido estar soltera, salir a bolichear, conocer pibes, pasarla bomba con amigas y bailar toda la noche, pero llega un momento que ya queremos paz, queremos estancarnos en la tranquilidad de casa, mirando una película con la persona que tanto nos gusta y tanto queremos. Esto ocurre, sobre todo, cuando ya nos adentramos en el mundo de la facultad, en las obligaciones más serias, en un trabajo estable y en la necesidad de ir creciendo de manera independiente, sin el mantenimiento constante de nuestros viejos. ¡Ojo! A muchas chicas les llega de manera precoz esta necesidad de estar acompañadas...Así que, a todas ustedes, a nosotras, mejor dicho, a todas aquellas que vivimos con miedo a no encontrar el amor, a morirnos solas en una casa de tres ambientes llena de gatos mirando telenovelas mexicanas...Sí, a vos, a mí, ¡perdamos ese miedo! No creamos que por no haber estado nunca de novia vamos a morir solteras. No pensemos más que si el chico que te gusta no nos quiere, significa que vamos a estar toda nuestra vida como unas solteronas. No creamos que, si hasta los dieciocho años no encontramos un chico que nos ame, es porque nunca más lo vamos a encontrar. 
Día a día conocemos gente, día a día se nos presentan oportunidades, día a día vamos creciendo y muchos chicos van a aparecer en nuestro camino. La clave es no encerrarse sólo en uno y no devastarse si ese chico que ahora te mata de amor no te da bola...¡El que se la pierde es él! Y no sólo eso: por estar ocupada pensando en que vas a estar sola toda tu vida y que no vas a formar nunca una familia, se te pasa el tren...Subite a tiempo para disfrutar la adolescencia y la edad hermosa de la que somos parte. El amor aparece cuando dejamos de buscarlo a gritos y solamente dejamos fluir las cosas.


@Incredulas - 25/11/14

domingo, 23 de noviembre de 2014

Entrelazados - Capítulo 33

Tan inesperada y a la vez sabida fue la llegada de Bautista junto con Floyd, que Celeste no supo cómo reaccionar. Felipe, desde atrás y unos pasos más adelante que ella, la llamaba constantemente para que se apure, pero su novia estaba en otro mundo, mirando a todos lados, totalmente perdida y desorientada. Sin dudarlo más, se volteó a ver a Felipe y se encaminó hacia donde estaba él. Luego, lo miró fijo a los ojos y le dio los pasajes que tenía en la mano.
- Buen viaje.- le dijo.
Y sin darle tiempo a que pueda reaccionar, la morocha hizo un gesto de soldado poniéndo su mano derecha sobre la frente, dio media vuelta y salió corriendo, mientras sus familiares esperaban a que vaya a abrazarlos o decirles algo, pero lo que realmente hizo Celeste fue salir a donde estaba Bautista, e ignorando a la constante lluvia y logrando que suelte al perro, se subió koala a él y le dio el beso más largo, tierno y dulce que se hubieran dado jamás.

Luego de todo esto, abrió los ojos.

El avión ya estaba por aterrizar, y Felipe se encontraba tomándola de la mano y sonriéndole, mientras Celeste pensaba en muchas cosas. La realidad...Triste, emocionante y a la vez alegre realidad, era que ya estaba arribando a Estados Unidos, y su vida estaba a punto de cambiar. A su lado tenía al amor de su vida, al hombre que le había sacado las sonrisas más fuertes y las lágrimas más intensas, pero no sólo volvió para quedarse de nuevo en su corazón por siempre, sino que también se la llevó con él a un país lejano para comenzar una nueva vida juntos, un futuro lleno de expectativas...
Lo triste es que Bautista nunca apareció. Fue tal la ilusión de ella por esperar a ver a ese lindo rubio parado bajo la lluvia con el perro blanco, que lo vio reflejado en el vidrio de las puertas del aeropuerto, pero jamás había llegado. Esto le dio la pauta a Celeste de que pudo no haberse enterado, o que también se enojó tanto que optó por dejarla ir, o tranquilamente ya la había superado. Celeste sabía muy bien que si Bautista aparecía, ella dejaba todo y volvía con él, simplemente porque no soportaría verlo sufrir, además de amarlo, y porque si tanto quiso que él vaya a rescatarla era porque no lo había superado, aunque se haya convencido que sí, pero a la vez supuso que Bautista era consciente de su orgullo y no querría impedir que ella sea feliz, sino no la hubiera dejado aquella noche de sábado antes de la fiesta del club.
Ahora la situación era otra: Celeste debía olvidarse de Bautista y dejar de tenerle compasión, para así poder enfrentar su nueva vida en Estados Unidos junto a Felipe, a quien realmente nunca dejó de amar, y mucho menos superar.
Celeste siempre fue una persona de creer que el amor a primera vista no existía, pero con Bautista le pasó. Siempre consideró que no se vuelve al primer amor, pero con Felipe le pasó. Siempre le pareció que no se puede enamorar de dos personas a la vez, pero le pasó con los dos. No es fácil la vida de la mujer adolescente, ¿saben?.

Fue horrible para Bautista haber llegado al aeropuerto y ver que ya no había nadie: ni Rochi ni Maca estaban despidiendo a su amiga, ni vio a los padres de su ex novia llorar porque su hijita se iba de viaje, ni vio al hermano con su novia embarazada, ni vio a Felipe...Pero lo peor fue no ver a Celeste, no haberse podido despedir como debían, no haberse dado la chance de arreglar las cosas y de intentarlo una vez más, porque si había algo de lo que Bautista era consciente es que lo que sentía por Celeste era amor puro y real que nunca creería volver a sentir por otra chica. Pero ya era tarde.Al correr los días, Bauti estaba cada vez más triste. Se sentía muy solo, aunque los pibes iban a verlo a cada rato y no lo dejaban en paz un segundo, pero eso no impedía que en los baches de tiempo que se encontraba en soledad, llore y piense en ella. Había sido un año de muchas pérdidas para él, y ahora tener que afrontar la soledad no sólo familiar sino también en el amor, lo devastaba por completo.
No haber llegado al aeropuerto había cambiado el rumbo de la vida de los dos, y Bautista se va a quedar para siempre con la duda de qué hubiera pasado si asistía a tiempo.
Cada minuto que pasaba, se transformaba en horas. Es como que para Bauti nunca pasaba el tiempo, o al menos no con la velocidad que transcurrían mientras estaba con Celeste, que parecía que todo ocurría en un abrir y cerrar de ojos. No soportaba tener otra pérdida más en su vida, y eso lo transformaba en un fracasado y en odiarse a sí mismo. Para intentar sentirse mejor y no demostrarse tan débil, intentó con sus amigos ponerse una careta, pero lo conocían tanto que se dieron cuenta.
- ¿Poniéndote una careta en el corazón pretendés olvidar?.- le preguntó Santino una vez, y a partir de ahí se dio cuenta que no debía ocultarle a sus amigos los sentimientos que tenía en su interior, porque si no confiaba en ellos, ¿en quién sino? Antes lo podría haber hecho con su abuela Haydée porque le confiaba todo lo que pasaba y era su gran amiga fiel, pero ella tampoco estaba ya. La única persona de su familia que le quedaba era su hermano Pedro, y no lo veía nunca porque decidió internarse en un centro de rehabilitación.
Quizá esa fue una de las razones por las cuales Bauti siguió en pie y se permitía salir de su casa, sino quedaba encerrado días enteros, solamente iba a trabajar y volvía. Ya ni ganas de entrenar tenía, pero si no faltaba era por los pibes.
Una vez, fue a visitar a Pedro un sábado por la mañana, antes de ir a jugar al fútbol. Lo notó mucho mejor, sin ojeras y con una sonrisa, gesto raro en él. Al verse, ambos se alegraron mucho.
- ¿Hace cuánto que no te drogás?.- le cuestionó Bauti con un tono un tanto prejuicioso.
- Un mes.- contestó Pedro. Y ese era todo un logro para su hermano, porque simplemente se le notaba en la piel y saliendo de sus poros que era un chico a punto de ser dado de alta, que estaba reaccionando muy bien a todo y que hacía caso como ningún otro.- Apenas salga de acá me voy a vivir con vos, hermano.- le dijo aquella vez.
Bauti no estaba seguro de si esa noticia le alegraba o en realidad lo preocupaba, porque eso significaría no poder llorar en soledad, o tener que preparar una cena para dos personas dependiendo del gusto de cada uno, o quizá enojos repentinos por las visitas constantes de los chicos del club en su casa, o mañas recurrentes de cada persona. Pero por otro lado, era interesante tener otra fuente de ingreso adquisitivo, y además vivir juntos reforzaría su relación con Pedro, lo cuidaría más e intentaría lograr que no vuelva a caer en las drogas. Por más que Bautista sea menor que su hermano, cumpliría el rol de mayor simplemente por la debilidad en la forma de ser de Pedro para ayudarlo a no recaer.
Un día viernes, luego de haber pasado dos meses de la partida de Celeste, a Bautista le seguía doliendo pensar en ella como si tan sólo hubieran pasado un par de horas. Uno de los motivos que lo impulsaron a levantar su ánimo y autoestima, es organizar una fiesta al día siguiente por el retorno de Pedro y que le darían el alta a la tarde. La verdad era que su hermano ya no tenía amigos, porque todos continuaban drogándose, presos o muertos por estar en cosas raras. A Pedro no le interesaba mucho todo esto, ya que de verdad quería recuperarse y hacer su vida rodeado de gente buena. Bautista se pasó todo el viernes organizando una reunión sorpresa con sus amigos y también invitaría chicas, por supuesto, ya que Pedro era un gato por excelencia y mujeriego como pocos, así que le vendría bien un encuentro casual con una mujer luego de haber estado tanto tiempo internado.
Para organizar toda la fiesta de bienvenida a su hermano, quería pedirle ayuda a sus amigos, pero estaban todos muy ocupados como para darle una mano, excepto el gordo Ale que se pasó todo el viernes ayudándolo a decorar la casa. Otra gran ayuda fue la de Vera. Luego de aquella vez que se conocieron y tras los dos meses de que Celeste se vaya, el vínculo entre Vera y Bautista iba mejorando día a día. Él se había encargado de conseguir el celular de ella, y apenas lo obtuvo gracias a Macarena, le habló para invitarla a tomar algo. La verdad es que ambos consideraban al otro atractivo, ya que era imposible que no lo piensen con la belleza tanto física como interna de ambos, pero ninguno estaba dispuesto a enfrentar un amor de nuevo, y con el tiempo se fueron haciendo grandes amigos, de esos que se ven casi todos los días y se cuentan hasta los más mínimos detalles. Bautista nunca había tenido una mejor amiga mujer, entonces conocer ese nuevo tipo de relación le hacía bien y le reconfortaba, sobre todo, tener una persona al lado con la personalidad de Vera. Ella era muy comprensiva, y no tenía pelos en la lengua a la hora de decirle las cosas tal cual eran. Bauti era totalmente sincero con ella, ya que además podía hablar de cosas que con sus amigos no, como por ejemplo de su abuela. No quería seguir pudriéndolos con la historia esa de la familia trágica, se sentía re molesto haciéndolo, pero Vera le daba la tranquilidad de saber que podía descargar en ella todo lo que sentía. Hubo tardes enteras que Bautista no fue a trabajar por quedarse en su casa llorando, o faltaba a entrenar por ir a la puerta de la casa de Celeste simplemente a mirar la ventana de su cuarto, y para eso estaba Vera: para retarlo, para acompañarlo en su dolor y para hacerle dar cuenta que él era el nuevo Celeste, y que Celeste ocupaba el lugar de Felipe ahora mismo.
- Ahora te das cuenta de lo que se siente.- le dijo Vera una vez...y tenía razón. Nunca se había percatado de que la historia se estaba repitiendo, pero esta vez él era Celeste, el dejado, el abandonado, el que el amor de su vida lo plantó en Argentina para hacer su vida en Estados Unidos. A partir de ese día, las cosas fueron muy claras en la mente de Bauti, quien automáticamente se propuso a superarla, pero no lo haría acostándose con otras chicas o enganchando a cualquiera para pasar un buen rato, sino a su manera, con su duelo interno hasta lograr estar listo para un nuevo amor.

En estos dos meses que pasaron luego de la partida de Celeste, sus amigas Rocío y Macarena continuaban pensando en ella y extrañándola mucho. Maca se arrepentía muchísimo de las veces que había pensado cosas negativas de Celeste, aunque en realidad no eran con maldad, sino más bien por su baja autoestima. Ahora se encontraba encerrada en su baño como tantas otras tardes intentando vomitar por su propia cuenta, porque el hecho de extrañar y necesitar a una de sus mejores amigas estaba logrando que coma más de lo habitual, y eran recién las tres de la tarde y se había comido un combo de McDonald's...No podía permitirse eso, por lo que aprovechó estar sola en su casa y vomitó a propósito...¡Cómo extrañaba hacer eso! Realmente le reconfortaba saber que toda esa comida dañina estaba saliendo de su cuerpo de una vez por todas, y que además no engordaría un sólo gramo aunque se haya dado el placer de ingerir esa hamburguesa gigante junto a Vera después de salir de la facultad aquel viernes agotador.
En medio del progreso de su bulimia mientras continuaba abrazada al inodoro, oyó el timbre de su casa. No tenía idea quién podía ser ya que Rocío iba a su entrevista laboral y Pache lo mismo, y todo familiar que pueda llegar tenía llaves. Se limpió rápidamente la boca, bajó las escaleras, y al abrir la puerta vio a su novio allí parado, con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡Me contrataron!.- gritó Pache, y tomó a Macarena a upa, quien intentaba esquivar sus besos, pero llegó un momento que no pudo resistir y lo besó de todas formas.- ¡Empiezo a trabajar mañana! ¡Estoy feliz, mi amor!.- exclamaba el joven mientras continuaba besándola. Le había costado muchísimo a Pache conseguir un trabajo, pero finalmente gracias a su madrastra, pudo ingresar en la parte administrativa de una reconocida obra social. Mientras le iba explicando a Macarena cómo había sido todo, subieron las escaleras, pero ella no quería ir a su pieza e intentaba lograr que ambos se quedaran en el living.
- No, dale, amor, quiero subir. Me quiero acostar un toque, estoy cansado.- dijo Pache haciendo puchero.
- ¡No!.- gritó Macarena, interponiéndose en su camino.- ¡De verdad, no! Quedémonos acá abajo.
Pachetti estaba completamente extrañado por el comportamiento de Macarena y en su mente sacaba sus propias conclusiones, hasta que a darle un beso de prueba notó que su gusto y aliento no eran favorecedores. Se alejó unos centímetros de ella mirándola de mala manera, y salió corriendo en dirección a la habitación de Macarena, salteándose de a dos escalones en cada paso que daba al subir las escaleras. Al ingresar al cuarto, sintió el olor a vómito que había por todos lados, y sin dudarlo, entró al baño y vio el inodoro todo sucio. Sin decir nada y con Macarena agitada detrás de él, Pache dio media vuelta y la miró fijo.
- Te olvidaste de tirar la cadena.
Y sin decir más, se fue de la casa mientras Macarena lo corría explicándole lo que había sucedido, pero él no la escuchaba, no le interesaba en absoluto lo que tenía para decir.

Rocío se encontraba a las tres de la tarde en el lugar pautado. La entrevista en realidad era el día anterior, pero se la habían pasado para aquel viernes porque se había cortado la luz del sitio. El estudio jurídico era muy lindo y silencioso: estaba decorado de manera barroca, con muchos cuadros por doquier y el piso era de alfombra, por lo que en medio de la espera, Rocío comenzó a estornudar sin parar pues era alérgica a los ácaros. Luego de cinco minutos de demora, salió un joven de una puerta y sin mirarla, dijo su nombre leyendo un papel.
- Rocío Freidand.- mencionó el muchacho, luego miró hacia arriba para ver a la muchacha. 
Allí estaban ambos, Santino y Rocío, cara a cara.
- ¡¿Vos?!.- preguntaron los dos al unísono, mirándose mal.

Celeste la estaba pasando de lujo en Estados Unidos, conoció varios lugares y comenzó a tratar con los americanos. Poco a poco su inglés era cada vez más fluido. Llamaba a su familia y a sus amigas día por medio, o a veces dejaba pasar una semana porque estaba bastante ocupada y todavía no tenía línea en el celular de allá como para hablar tranquila el tiempo que desee, y el WhatsApp le funcionaba sólo con Wi-Fi, pero al estar todo el día paseando o viendo facultades, no estaba en muchos lugares tranquila como para ponerse a hablar con sus seres queridos.
La relación con Felipe estaba de lujo, y reencontrarse con sus suegros había sido un momento bellísimo, con una cena en la terraza de un edificio que mostraba la maravillosa vista nocturna de Nueva York.
Felipe estaba feliz de estar allí con Celeste, y aún no podía creer el giro que había dado sus vidas y cómo había sido todo tan fácil. "En realidad, no fue tan fácil, le tuve que insistir un montón de tiempo", pensó una vez el joven. Estaba perdidamente enamorado de ella y tenerla a su lado lo hacía feliz al máximo, pero por momentos notaba que ella estaba más distante, que no era como la novia anterior. Ya no se reían tanto juntos ni compartían los mismos gustos que antes. Felipe se intentaba convencer a sí mismo pensando que "el viaje todavía la tiene estresada" y que cuando se pueda despojar de Argentina, ahí van a disfrutar mucho más los dos porque a él le había costado lo mismo en su primer viaje. Superar a una persona no es fácil si la seguís extrañando...

Aún mirándose fijo y sin comprender ninguno de los dos qué hacía el otro allí, Santino se corrió a un costado y dejó pasar a Rocío a través de la puerta por la que él había salido a llamarla. Cuando entraron, el joven cerró la puerta detrás de sí y se sentó en la punta de una mesa y Rocío en la otra. Ninguno de los dos quería hablar en verdad, no sabían qué decirse ni entendían cómo las casualidades de la vida los hacía estar a los dos en el mismo lugar a la misma hora. La rubia, harta de no entender, decidió romper el hielo de mala manera.
- ¿Y vos qué carajo hacés acá?.- preguntó con la voz más chillona que le salía.
Santino ordenó unos papeles que tenía sobre la mesa, los apiló y los dejó a un costado. Una vez que terminó, luego de tomarse su tiempo en hacerlo, miró a Rocío y entrelazó sus dedos en señal de soberbia.
- Es el estudio jurídico de mis viejos, arranqué hace un tiempo a trabajar acá.
Rocío se tomó la cabeza.
- No te la puedo creer.- instantáneamente, se puso de pie, acomodó su ropa y su cartera sobre su hombro y se dirigió a la puerta.
- Pará.- dijo Santino, parándose.- ¿A dónde vas? Tenés una entrevista.
Rocío se rió irónicamente.
- ¿Se supone que me vas a hacer vos la entrevista?.
Santino asintió con la cabeza.
- No, gracias.
Él corrió hacia donde estaba la joven y la tomó suavemente del brazo.
- ¿Por qué me odiás tanto?.
Rocío observó cómo la agarraba y luego se concentró en aquellos ojos tristes. Parecía ser un joven que lo tenía todo pero a la vez no tenía nada, y eso lo expresaba simplemente su gesticulación facial y la mirada decaída que tenía.
- No te odio.- dijo Rocío, soltándose.
- ¿Entonces?.- preguntó Santino, mirándola tiernamente.- Si es por lo que pasó esa vez en el Álamo, te...
- Callate. No pasó nada después del Álamo.- exclamó Rocío de manera brusca.- Olvidate de esa noche. Borrala de tu mente, haceme el favor.
- Yo no me olvido de nada, iría en contra de mi memoria hacer que nada pasó.- si había algo que Santino no toleraba es que una chica no admita que estuvo con él.- Vos estabas en pedo, yo también lo estaba, no sé cómo pasó...Pero pasó. Listo. No hay más magia que eso.
Rocío respiró hondo y cerró los ojos. Luego los volvió a abrir y dubitativamente se sentó de nuevo en su silla.
- Yo no tengo nada que olvidarme o recordar porque simpemente no tengo idea de lo que pasó, ni siquiera sé cómo fue el...El...
Carajo, no sabía cómo decirlo ahora.
- ¿El sexo?.- dijo Santino dejando escapar una sonrisita pícara.
Rocío se ruborizó y miró al suelo. Al instante, volvió la vista hacia el muchacho que no dejaba un segundo de mirarla fijo.
- Yo no soy así como vos pensás. No soy una cualquiera que se anda garchando al primer pibe que se le cruza. Venía de estar bajoneada y...
- Y derrapaste.- completó él.
Ella le dijo que sí y luego comenzó a contarle lo que había sido esa noche para ella, cómo había llegado al Álamo y toda la repercusión que generó en el club. También le comentó quién era Lauti y Nico y...
- Pero pará, ya sé quiénes son. No sé si te acordás que a Nicolás lo conocí en la comisaría y que además ahora estoy jugando al fútbol con ellos.
- ¿Qué?.- Rocío no podía creer lo que escuchaba...¡Definitivamente el mundo era un pañuelo! Y le irritaba bastante saber que ahora Nico, Lauti y Santi estaban iniciando algún tipo de "amistad", la cual le parecía patética y súper falsa, pero la realidad es que los tres jóvenes se llevaban muy bien y se caían genial unos con otros. Casi ni hablaban de Rocío y si lo hacían era para contar un chisme o porque Lauti, que es el que más padecía estar sin ella, estaba mal o se había deprimido.- ¡Ah, bueno! ¡Es una cosa de locos!.
Santino se rió simpáticamente y se sentó al lado de ella.
- Espero que no me odies...
- No te odio te dije.- reiteró Rocío.- No odio a nadie.
- ¿A Malena tampoco?.- ¡pum! Había dado en el ángulo.
- Me parece un sentimiento muy feo el odio.
- Pero esa loca de mierda se lo merece.- dijo Santino.
- Lo que se merece es amor, todos merecemos amor, todos lo necesitamos. A ella siempre le faltó eso. Sus viejos que la mandaban a ochenta actividades después del colegio para no tener que aguantarla, los chicos que ama la quieren sólo para tener sexo, sus amigas lo son porque le tienen miedo...Si conociera lo que es el amor no se comportaría así.

Y Rocío estaba totalmente en lo cierto.
Malena siempre se mostraba fuerte ante los demás, tanto para su familia como para sus amoríos y también para sus supuestas amigas. Quizá parte de su carácter y su locura parten de la necesidad de sentir amor de verdad, para que algo así la enternezca y pueda entender que todo lo que hizo está muy mal y que obsesionarse con algo no es amor, porque el amor está en todo el cuerpo y la obsesión sólo la tenemos en la cabeza.
El viernes por la tarde, alrededor de las siete, Malena salió de entrenar un poco antes que sus compañeras porque le dolía bastante la cabeza, así que le pidió permiso al entrenador y se retiró media hora antes. Se dirigió al vestuario a cambiarse y mientras salía del club, se chocó sin querer con el gordo Ale.
- ¡Uh! Perdoná, flaquita.- dijo Ale con simpatía.
Malena lo miró con mala cara, pero cuando Ale le sonrió tanto, optó por devolver el gesto tierno.
- No pasa nada.
- ¿No sale de entrenar a las siete y media tu equipo?.- preguntó él con curiosidad.
- Sí, pero a mí me duele la cabeza así que me quiero ir a mi casa.
Sin decir más, Ale abrió su mochila y de allí sacó un Ibuprofeno. Malena tenía en su mano una botellita de agua a medio terminar, así que aceptó la pastilla, agradeciéndole a Ale el gesto.
- Espero que se te pase.- dijo él.
- Gracias.- repitió Malena. Nunca había prestado atención al gordo Ale. En realidad, mutuamente nunca se habían registrado. Sabían ambos quién era el otro pero nunca habían interrumpido en la vida del otro en absoluto.
La realidad era que hace tiempo que el gordo Ale moría de amor por Malena desde que tenían diez años y ella ocho, que fue justo cuando ambos empezaron a ir al club. Le encantaba ella totalmente. Era hermosa, femenina...La arruinaba por completo las locuras que hizo, pero Ale se había propuesto a sí mismo intentar cambiarla. El plan en su vida era lograr embellecer la personalidad de Malena hasta lograr que sea tan linda como ella exteriormente. Cuando se enteró que Nicolás se puso a salir con ella, Ale estuvo triste un montón de tiempo, pero por supuesto nunca le dijo nada a ninguno. De hecho, sus amigos no tienen idea de lo que le pasa al gordo con Malena, hasta creen que ni siquiera tiene sentimientos, mucho menos un corazón. Pero sí, Ale sentía, y sentía más que muchos otros que se la dan de fieles enamorados. Por cuestión de códigos, nunca hizo nada por estar con ella, y además se sentía gordo y horrible a su lado, por lo que nunca le daría bola. "Mirá si esa hermosura va a mirar a un gordo pelotudo como yo", pensaba Ale siempre. Amar en secreto no le resultaba fácil, pero ya estaba sucediendo hace tanto tiempo que no le afectaba demasiado, pero la seguía adorando cada día más. "Yo sé que puedo cambiarla. Los demás no la valoraron nunca como se merecía. Si tan sólo me diera la oportunidad...".
Y allí volvió Ale a la realidad, mirando a Malena alejarse del club mientras lo saludaba con la mano de manera alegre. El gordo se quedó parado mirando la nada misma alrededor de diez minutos. Toda la gente que pasaba a su lado lo miraba de manera rara porque parecía un loco...Y es cierto, estaba loco de amor. Cuando volvió a poner los pies sobre la tierra y bajar de su nube de ternura, Ale recordó que había ido al club a hacer algo, el problema es que ahora no recordaba qué, pero más importante aún era ver la cadenita que tenía puesta Malena, con un dije con la letra "M" tirada en el suelo...¡Bingo!.

La charla continuó fluyendo entre Santino y Rocío, quienes al final se pidieron disculpas por los malos tratos y los inconvenientes.
- No fue la mejor manera de conocernos.- dijo ella entre risas.
Luego de tomar un café, ambos realizaron la entrevista laboral que quedaba en manos de Santino, así que más o menos Rocío consideraba que ya tenía un cincuenta por ciento de su ingreso en el lugar, sobre todo porque Santi le haría el favor de involucrarla por conocerla y sabiendo que necesitaba trabajar.
El momento de la despedida fue muy simpático también. Ambos se agradecieron mutuamente.
- ¡¿Vas mañana a la fiesta de Bauti?!.- preguntó Santino gritando, mientras ella se alejaba a tomar el colectivo.
- ¡Sí! ¡¿Vos?!.
Él le levantó el dedo gordo asintiendo, se dedicaron una sonrisa y luego cada uno volvió a sus obligaciones.

Macarena estuvo todo el día llamando a Pache y rogándole que la perdone dejándole mensajes y todo...¡Hasta fue a su casa! Pero no quiso abrirle la puerta siquiera. Cuando ya agotada se estaba yendo de la casa de su novio, escuchó que le gritaba desde una ventana.
- ¡Por las buenas o por las malas vas a aprender!.
Y sin hacer ni decir nada, Macarena se alejo cabizbaja. Se arrepentía totalmente de lo que había hecho, pero no por su cuerpo sino por el enojo de Pache...¿Cómo iba a olvidarse de tirar la cadena? Era esencial.
Maca comprendía que si ella misma no notaba lo nocivo que era provocarse vómitos pero no sólo a su relación sino principalmente a su cuerpo y su cabeza, no podía salir nunca de eso. Pero ahora sus miedos aumentaban: tenía miedo de que Pache la deje, de que su mamá la descubra, de que la vuelvan a querer internar y cosas horribles que Macarena no tenía ganas de volver a vivir, además le había ganado terror a los hospitales...Pero más pánico le tenía a la balanza.
Finalmente, decidió limpiar su baño que quedó arruinado y hecho un asco, se dio una ducha ella, apagó el celular y se recostó a dormir una siesta, esperando que sus problemas de auto estima y de relación con su novio mejoren mágicamente, o al menos esté tranquila en sus sueños, por un rato.

En Nueva York ya era la madrugada cuando Celeste se dispuso a llamar a su casa. Habló con sus padres que estaban cenando, les contó algunas anécdotas y compras que había hecho. Luego, llamó a Macarena pero su celular se encontraba apagado, así que luego optó por Rochi. La rubia le contestó enseguida, totalmente emocionada y a los gritos.
- ¡Amiga! ¡Te extraño! ¡Te necesito! ¡Ya pasó mucho tiempo! ¡¿Cuándo venís de visita?!.- las preguntas de Rocío eran hechas una tras otra sin respirar y sin hacer pausas.
Celeste se rió y le dijo que se relaje, que cuando deje de nevar podría ir a clases y un montón de cosas más. Entre ellas se chusmearon cosas de la actualidad, cómo estaban sus situaciones amorosas, cómo andaban las familias, trabajo, estudios, ¡todo!. Debían aprovechar al máximo cada conversación que tenían. Una vez que cortó con ella, Celeste verificó que Felipe aún no haya salido de ducharse. Como vio que estaba sola y tranquila en aquella habitación, marcó el número que quería y llamó, esperando que del otro lado le atiendan...O quizá no quería que lo hagan.

Vera y Bautista, luego de decorar la casa, se dispusieron a esperar a que el gordo Ale vuelva del club con las guirnaldas de la fiesta pasada.
- No sé por qué tardará tanto.- dijo Bauti.- Siempre que le pedís un favor al gordo lo hace en un toque.
Después de haber pasado una hora y media, Bautista decidió llamarlo, y justo Ale tocó timbre en la casa de su amigo.
- ¡Tardaste una banda, gordo!.- exclamó Bauti, pero no retándolo, sino porque le llamó la atención en verdad lo mucho que se había demorado.
Ale le inventó la excusa más próxima que se le cruzó, que fue que se encontró en el camino con el cejón Martín y se quedaron hablando un buen rato, pero lo cierto era que se quedó caminando un buen rato mirando la cadenita de Malena. Quería a llevársela a su casa y ser su héroe, pero no se animaba, así que simplemente optó por guardar esa joyita en el bolsillo derecho de su pantalón y volver a lo de su amigo.
Ya llegada la noche, Bautista le ofreció a Vera y a Ale que se queden a comer, y le preguntó a la muchacha si no le incomodaba invitar a algunos amigos más. Ella aceptó la propuesta con gracia: le encantaba hacer sociales con los hombres, porque siempre se llevaba mejor con ellos que con las mujeres. Creía que todas las amistades femeninas llegaban un punto que eran falsas, en cambio el hombre nunca era competitivo y, lo más importante, nunca te iba a cagar a un chico.
Alrededor de las diez de la noche, estaban cenando en la casa de Bautista: el gordo Ale, Vera que cocinó pizzas para todos, Lauti que estaba armando junto con Santi las nuevas camisetas del club, Pache que se lo notaba tenso y distante por lo ocurrido con Macarena (hecho que por supuesto no iba a contar por respeto a su novia) y Nicolás, que comía desaforadamente.
- Están riquísimas estas pizzas, Vera.- le dijo a la joven.
- Muchas gracias.- comentó Vera sonrojándose.
El resto de la noche concurrió con total tranquilidad. Vera se sentía muy cómoda con los pibes y se divirtieron mucho diseñando las nuevas camisetas. También jugaron al truco, al verdad consecuencia y por un rato todos pudieron dejar sus problemas de lado para pasar un cálido momento con amigos.
En cada oportunidad que se le presentaba, Vera miraba fijo a Nico porque le parecía el más lindo de todos los presentes. Nico miraba Lauti porque se daba cuenta que seguro estaba pensando en Rocío. Lautaro observaba a Santino que estaba contando el encuentro con la rubia hoy en el estudio jurídico. Santino miraba a Pache que se encontraba silencioso y en calma. Pache registraba los movimientos de Ale que no eran normales y parecía estar en una nube. Ale miraba a Bauti mientras decía sus propuestas para la remera y Bauti chequeaba cómo Vera observaba a Nicolás y le brillaban los ojos. Así transcurrió la noche, divirtiéndose entre todos pero uno sabiendo de los demás que algo les estaba pasando, pero ninguno quería exteriorizar sus sentimientos.
En medio de los debates sobre qué equipo había ganado en el Chin Chón, el celular de Bautista sonó. Le llamó la atención quién podía ser, porque toda la gente que le interesaba y podía necesitarlo estaba con él. Vio que el número estaba en privado. No solía atender a los que no dejan ver su número, pero realmente tenía intriga, así que respondió.
- ¿Hola?.- atendió Bauti esperando del otro lado una respuesta.
Y del otro lado estaba Celeste, escuchando las reiteradas veces que Bautista decía "hola" pretendiendo que alguien le responda. Ella quería decirle cuánto lo extrañaba, cuánto lo había añorado estos dos meses y lo insoportable que le estaba resultando estar con Felipe. La convivencia no les ayudaba en absoluto, pero ese es otro tema al que Celeste no podía hondar en ese momento. Quería responderle y decirle que lo quería, saber cómo estaba y qué era de su vida. Pero simplemente dejó caer una lágrima mientras se mordía fuertes los labios, y cuando estuvo a punto de saludar y decirle que era ella, Bautista se cansó del silencio del otro lado.
- Bue, chau.
Cortó. Y todas las ganas de Celeste quedaron marcadas en ese teléfono.


Continuará...

sábado, 22 de noviembre de 2014

Dolor insoportable

A veces, el corazón es tan necio que inventa historias absurdas sobre situaciones que el cerebro sabe que son incorrectas, o que al final te van a herir y lastimar tanto que vas a sentir que, cada vez que inhalás aire, se te va la vida junto a un dolor insoportable, junto a una frustración anticipada...Pero sigue ahí, latiendo, trayendo en cada latido un recuerdo de un beso, de una mirada, de algún momento mágico, ilusamente mágico, que te hace querer retroceder el tiempo y darle pausa a ese momento que creíste era el mejor de tu vida.
Sin embargo, acá estás: derramando lágrimas, arrepintiéndote de haber amado, de haber soñado, de haber creído en el amor, de haber confiado en alguien que terminó fallándote. 
Por fin el amor se asomaba a tu vida, creyendo que serías especial para ese alguien, como él lo fue para vos...Pero, de una vez por todas, caíste en la realidad de que si se fue, se fue, y que si regresa es como un fantasma: desconocido, invisible, y ya no será lo mismo que antes...
Ya nada va a ser igual, pero aún así, conservás la esperanza de que vuelva, de que te haga creer que todo fue una pesadilla y que todo lo que vivieron en esa pelea fatal, fue un mal sueño.
De todas formas, sabés que no es así y que este dolor insoportable que sentís al respirar junto a esa sensación de opresión en el pecho del lado del corazón, es la muestra inequívoca y la prueba ferviente de que amaste sin medida, que te abriste a alguien que te hirió, que sos real y por esta razón vas a sentir dolor. Es absurdo pensarlo así, ¿no? Pero es lo que pasa verdaderamente.
Ya sólo te queda respirar, secar las lágrimas y continuar en un camino distinto al de esa persona. ¿Suena fácil? Sí. ¿Pero lo es? No. ¿Vas a poder hacerlo? ¡Claro que sí! ¿Va a tomar tiempo y dolerá? Indudablemente, pero pasará...


@Incredulas - 22/11/14

jueves, 20 de noviembre de 2014

El por qué de la lluvia

En días como este, de lluvia, de truenos, de sonidos de gotas cayendo sobre el suelo, se nos abre la cabeza a miles de cuestiones en la vida. El por qué de conocer a tales personas. El por qué de haber perdido a ciertas personas que antes eran muy unidas. El por qué de los amores inconfusos. El por qué de la infidelidad. El por qué de los miles de desamores en el mundo. El por qué de la vergüenza. El por qué de las peleas sin sentido. El por qué de la violencia entre personas desconocidas. El por qué de las personas sin una pedagogía decente. El por qué del mal vocabulario. El por qué de las drogas y el alcohol. El por qué elegí este tipo de vida. El por qué de el universo. El por qué de los planetas y las estrellas. El por qué le pasan las cosas malas a la gente buena.
Días como hoy dan ganas de acostarse, mirar el techo y pensar. Dan ganas de no querer levantarse nunca de la comodidad de la cama. Dan ganas de estar abrazado junto al ser amado. Días como hoy ameritan no salir y mirar películas hasta cansarse.
No sé el por qué de la lluvia, no sé si se origina como realmente nos enseñaron...Yo siento que la lluvia es bendición, y que si no hay paraguas, siempre va haber alguna remera o algún abrigo o mochila que nos ayude a taparnos.
Yo siento que la lluvia da paz, y que muchos quisieran tenerla. Yo siento que la lluvia transmite buena energía, que la lluvia alimenta a las plantas, las ayuda. La lluvia te da ese relajo que no podés darte en la semana. Yo siento que la lluvia no es un problema, sino un descanso en la rutina.
Miles de personas sufren por las sequías de sus pueblos, y cada vez que logra llover, es una bendición para ellos. Tendríamos que pensar igual que ellos y valorar lo que nos da la naturaleza, ya que no valoramos realmente lo que es, hasta que no lo tenemos.
Salgamos a bailar bajo la lluvia, salgamos a reír, salgamos a hacer locuras, que la vida es una y siempre hay que vivirla con alegría.
Porque después de todas las tormentas, sale el sol y las nubes grises también forman parte del paisaje.


@Incredulas - 20/11/14

martes, 18 de noviembre de 2014

Cuando el amor llega

Desanimada. Desorientada. Sola. Vacía. Alejada. Olvidada.
Seguramente todos estos adjetivos están definiendo tu presente, ¿no? Te conozco, ya sé. Estás en un momento de tu vida donde querés seguir de joda, salir con amigas, divertirte, estar con cuanto pibe se te cruce, pero...Sí, siempre hay un "pero". En todas las historias hay un "pero". Y tu "pero" es no olvidar a ese gil que te lastimó.
Todas tenemos un chico por el cual vamos a estar locas de amor toda nuestra vida. Puede ser que te haya dado bola, como también puede que no. Pero (uf, otra vez) el problema no es ese. El problema no es si en algún momento estuviste con él o no. El problema de verdad es que todavía no te lo podés sacar de la cabeza.
Sé que intentaste hacer de todo para superarlo: saliste con mil quinientos pibes, dejaste de stalkearlo, lo borraste de todos lados...¡ni siquiera hablás de él! Pero aún así, te lo cruzás cada tanto y el corazón se te vuelve a subir a la garganta y te da la sensación que estás a punto de escupirlo de los nervios que tenés. Seguro te estás riendo porque te pasa eso...Qué estupido suena, ¿no? Pero es la cruda realidad que estás enfrentando hoy en día.
Lo único que tengo para decirte es que hoy posiblemente creas que es imposible de olvidar, que nunca vas a sacártelo de la cabeza y que vas a morir soltera porque el pibe nunca te va a dar bola y vos tampoco vas a conocer a nadie nunca más por este chabón que da vueltas en tu cabeza una y otra vez, pero la realidad es que, cuando el amor llega, te demuestra que todo lo que sentiste anteriormente sólo fue un capricho
El amor duele, sí, ¡pero es tan lindo cuando es correspondido!. Permitite encontrar a tu amor de verdad. No te digo que lo esperes de brazos cruzados, sino que vivas la vida y disfrutes la edad que tenés. 
Sos una mujercita en pleno crecimiento, con amigas dispuestas a salir de joda siempre que lo necesites. Hacelo. Distraete. Disfrutá. Sonreí. Gozá. Es la clave para que te sientas mejor y para que puedas conocer buenas personas. 
¿Y el amor? Como te dije, el amor llega cuando menos lo imaginás, y a veces resulta ser la persona menos esperada, pero no permitas que, por culpa de alguien, las puertas se te cierren y no dejes entrar el cariño nunca más. 
Estate siempre atenta a nuevas oportunidades. Si vos ponés lo mejor, a ese gil que te lastima lo vas a superar enseguida...Pero tan sólo vos podés lograrlo.


@Incredulas - 18/11/14

domingo, 16 de noviembre de 2014

Entrelazados - Capítulo 32

Instantáneamente y sin pensarlo, Bautista se sentó de manera brusca, despertando a Vera. Ella estaba completamente vestida y toda transpirada, y se levantó exaltada por la fuerza repentina del joven. Bauti le pidió disculpas por despertarla, pero le había llamado poderosamente la atención haber terminado así. Corrió a buscar su remera y se la puso.
- ¿Qué pasó? ¡Qué calor hace acá!.- exclamó en voz baja para no despertar ni a Pache ni a Maca, quienes dormía plácidamente en la cama, completamente destapados y semi desnudos. 
Vera se puso de pie y caminó hacia la mesa de luz de Macarena, donde estaba ubicado el control del calefactor. Luego, se volvió a sentar en el colchón del piso.
- Se ve que te sacaste la remera en medio de la noche del calor que hacía...Encima estábamos tapados.- comentó ella entre risas.
- No pasó nada, ¿no?.
Vera negó con la cabeza.
- No, quedate tranquilo. Ni te conozco aparte.
Bautista suspiró más relajado. Miró su celular y eran las siete y media de la mañana.
- Uh, es re temprano.- comentó Bauti mientras pensaba qué hacer.-No importa igual, ya me desperté.
Vera sonreía simpáticamente.
- ¿Hablás solo?.- preguntó.
- No.- dijo Bauti dedicándole una sonrisa.- Te estaba hablando a vos.- comentó mientras se acercaba a la ventana.- Ya no llueve y tiene pinta de que va a ser un día hermoso.
- ¿Vivís por acá?.- preguntó Vera.
Bauti asintió y le respondió que vivía a quince cuadras aproximadamente.
- Uh, buenísimo, porque yo dejé mi auto estacionado cerca del club y no sé bien dónde es...- agregó la joven.- ¿Me dirías cómo ir? No soy de acá.
- Sí, obvio, ¿vamos ahora? Te acompaño.
- No hace falta, eh, posta.- dijo Vera.- Con que me expliques cómo ir ya me alcanza.
- Dale, Verónica, no hay drama.
Luego de haberle dicho "Verónica", la muchacha se rió bastante fuerte, provocando que Pache mire de reojo pero se vuelva a dormir, abrazando a su novia.
- Me llamo Vera...No Verónica.- le corrigió.
- ¿Vera es un nombre?.- preguntó Bauti en serio. Ella asintió.- ¡Pensé que era el apodo de Verónica! ¡Qué salame!.- ambos continuaron hablando entre risas. 
Al momento de irse, Bauti movió un poco a Pachetti para que se despierte, pero éste simplemente lo miró unos segundos.
- Amigo, nos vamos. Sigan durmiendo que no son ni las ocho todavía.
Pache levantó el dedo pulgar en señal de que lo había escuchado, se dio media vuelta y continuó durmiendo.
En el transcurso de la casa de Maca hasta el club, Bautista pasó por un kiosco veinticuatro horas y se compró puchos. Vera le pidió uno y ambos fueron caminando mientras se fumaban aquellos Marlboro.
- No son muy ricos, me gustan más los Philip Morris.- dijo la muchacha.
- No me gusta el nombre Philip.- comentó Bautista con mala cara.
Ella se rió, sin comprender, pero prefirió no preguntar. Era evidente que algo de eso lo perturbaba y la realidad era que sí: Philip en español significaba Felipe, por lo que fumar un cigarrillo le recordaba al hijo de puta de Felipe Van Dumont, y eso derivaría en pensar nuevamente en Celeste. Los pensamientos de Bauti estaban inmersos en su ex novia y ya estaba a punto de estrujarse su corazón, cuando Vera interrumpió su maquineo constante.
- Las mejores conversaciones siempre surgen de ofrecerle al otro ir a fumar un pucho, ¿sabías?.- dijo ella en tono simpático.
Bauti dio una larga pitada y miró a la joven de reojo, asintiendo.
- En realidad, no sabía, pero es un muy buen dato.- luego, miró el humo que salía de su nariz y observó detenidamente al cigarrillo que tenía en su mano.- Es un gran compañero.
- Sí, lástima que haga tanto mal.
- Todo lo que me gusta me hace mal, así que no me sorprende.
Otro dato más que llamaba poderosamente la atención de Vera, pero prefería no ingresar en temas complicados que, de hecho, tampoco le interesaban. El resto del recorrido fue bastante lento. Los jóvenes disminuían su paso cada vez más, así podían hablar y conocerse. Ambos se presentaron formalmente con nombre y apellido, contaron sus hobbies, si estudiaban o laburaban...Un poco más de lo mismo de siempre a la hora de conocer una persona. Vera era una joven muy curiosa, y moría de ganas por saber qué pensaba Bautista sobre los Philip Morris o saber por qué todo lo que le gusta le hace mal y qué significa que eso ya no le sorprenda, pero no correspondía hacer esas preguntas, amenos que él las responda de la nada, sin la pedida de explicaciones de ella.
Bautista, mientras tanto, seguía llamándole poderosamente la atención cómo una chica tan hermosa como Vera y de la posición social en la que se encontraba no la hacían ser una chica engreída y soberbia...Al contrario, Vera era muy dulce, cálida para hablar y no parecía tener la nariz tapada o una papa en la boca al pronunciar.
- Es que no nací en cuna de oro tampoco.- dijo ella entre sonrisas mutuas, en el momento que surgió el tema familiar. Bauti le hizo saber lo mucho que lo sorprendía su personalidad.- Mi papá nació en la villa, y yo de chica vivía en un barrio re marginal del conurbano. De grandes los dos, mi mamá y papá, se pusieron a estudiar y a laburar un montón. Hicieron trabajos re estresantes, se metieron en muchísimos préstamos y todo, pero fueron progresando día a día hasta tener todo lo que tienen hoy y poder darse las comodidades que quieran.
- Se lo merecen entonces.- comentó Bauti.
- Sí, obvio. Supongo que haber crecido sabiendo esto y mis viejos queriendo que yo no sea una malcriada, lograron que no me crea superior sólo por tener plata. No me parece lo más importante del mundo tampoco...
Mientras Vera seguía hablando, Bautista ya seguía en su mundo, pensando cómo viviría él si tuviera una mamá, un papá...Nuevamente fue interrumpido por las palabras de la muchacha, puesto que se estaban acercando al coche.
- Subí que te llevo hasta tu casa.
- No, no te hagas drama.- dijo Bauti yendo a abrirle la puerta para que se suba. Era todo un caballero, y este gesto a Vera le agradó.
- Dale, Bau, son un par de cuadras nada más. No me cuesta ni un poco de nafta.- comentó Vera sonriendo.
Bauti le devolvió el gesto amable y para no ser maleducado, subió al auto. Una vez llegados a la puerta de la casa de él, se saludaron con un beso en el cachete, se agradecieron mutuamente por los favores hechos esa mañana y acordaron verse prontamente en alguna fiesta del club o en algún cumpleaños próximo de un amigo en común.

A Celeste le costó unos pocos segundos dormirse, pero en medio de la madrugada, un molesto ladrido de perro la despertó. Dio un par de vueltas en la cama y volvió a acomodarse para continuar durmiendo, pero el ladrido se transformó en llanto, así que junto a su mamá María Sol, se levantaron de la cama y salieron a la calle. Allí, recostado en el umbral de la casa, había un perro que simulaba ser un labrador blanco, con una patita lastimada y la mirada triste y perdida. Sin dudarlo, madre e hija lo metieron en la casa, limpiándole con una manguera las patas llenas de barro. Buscaron algo de carne de las sobras de la cena y en un tarrón le pusieron agua. Celeste corrió a buscar el botiquín de primeros auxilios y allí tenía vendas para cubrir la patita lastimada del perro. Ya sabía perfectamente qué hacer con él.

Nicolás no pudo pegar un ojo en toda la noche. Se la pasó pensando en la noche del club, en las locuras de Malena, en la visita repentina de Santino, en las trompadas con él, en las miradas de Rocío a Lauti, en los ojos azulados y verdosos de Vera...Quería irse al parque a pensar mirando las estrellas, pero la lluvia lo había impedido y cuando salió el sol y cesó el goteo de agua, ya era de día, así que ahí decidió dormir.
Una vez que se levantó, alrededor de la una de la tarde, almorzó con su familia y luego tuvo un impulso. Marcó un número de teléfono y llamó.
- Hola...Em...¿nos podemos ver en un rato?.- preguntó, dudoso y temeroso. Para su suerte, la respuesta del otro lado fue positiva, accediendo al encuentro.

Estaban tan sorprendidos con la decisión de su hija, que lo único que hicieron María Sol y Mario, es abrazarla y contenerla, sobre todo ella.
- Es hermosa esta propuesta, Celes.- dijo su madre.- Estoy feliz por vos.- luego de decir esto, giró su vista a Felipe.- Yo sabía que tu regreso iba a traer cosas buenas.
Si bien tanto María Sol como Mario adoraban a Bauti, no pasaron tanto tiempo con él como con Felipe, ni había demostrado tanto interés en el futuro de Celeste como está haciendo su verdadero yerno.
- Es un poco fuerte este cambio.- dijo Mario, serio.
- Sí, ya sé, pá.- dijo la morocha, tomando de la mano a su padre.- Pero ustedes saben que siempre deseé esto...Y ahora se me presentó tan fácil, tan...
- ¿Y...? ¿Y el otro...?.- preguntó María Sol, dubitativa.
Felipe y Celeste se miraron. Ella no se animaba a responder, tampoco entendía cómo había pasado todo tan rápido, pero simplemente pasó. Aún quiere muchísimo a Bauti, y posiblemente si lo vea le diría muchísimas cosas, pero tenía razón en dejarla ir, en dejarla volar...Quizá en este presente no pueden estar juntos, pero un futuro nadie sabe. Felipe se antepuso y decidió responder.
- No fue nada. Fue algo pasajero, ¿no, Celes?.
La pregunta de Felipe la tomó completamente por sorpresa, pero simplemente se limitó a mirar un punto fijo y asintiendo con la cabeza, mientras pensaba en qué podría sucederle a Bauti en su mente cuando se enterase que en tres días estaría viajando a Estados Unidos...y con Felipe.
Una vez que quedaron solas charlando en el living, María Sol abrazó fuerte a Celeste.
- Estoy tan feliz por vos, hija. Te merecés todo.
La morocha se sonrojó...Los elogios de su madre eran totalmente exagerados.
Luego de una charla de alrededor de cuarenta minutos, mientras el perro, al que le pusieron el nombre Floyd, jugaba con un muñeco viejo de Celeste, ella le comentó a su madre lo que quería hacer con el perro, y la decisión fue bien aceptada por María Sol.

La noche de Santino había sido una real mierda, así que, por más que odie los almuerzos familiares, decidió ir a lo de sus padres así al menos se enojaba con ellos y no con él mismo por haber sido tan pelotudo de caer frente a esa loca de Malena...Encima Nicolás le había contado todo esa noche, y sabía que era la misma piba, para colmo el chabón le había caído muy bien, pero toda esa secuencia en la fiesta del club no había ayudado en absoluto a la integración de Santino al plantel.
Por otro lado, nunca imaginó que el destino iba a ser tan turro como para cruzar en la misma fiesta a Malena, Rocío, Nicolás y el ex de la rubia en el mismo lugar junto con él, y que terminarían moliéndolo a trompadas...¡Qué locura! ¡Qué mala manera de empezar a sociabilizar!.
A Malena optó por no hablarle más. De hecho, la bloqueó de todos lados y restringió sus llamadas para que no vuelva a tener más contacto con ella aunque si van al mismo club a entrenar, es un poco imprescindible cruzarse, pero eso no le afectaría a Santino en absoluto: la ignoraría y ya. 
Para terminar de solucionar todo, esperaría al día siguiente, el lunes, para ir a entrenar como si nada hubiera pasado y ver si tendría la oportunidad de arreglar las cosas con Nicolás y con el ex de la rubia...Ah...la rubia. Era infartante de verdad. Tan hermosa como histérica y gritona...¡Pero cogía como los dioses! Y además tenía un cuerpo maravilloso, lástima esa voz de pito y el quilombo del video, porque sino seguiría hablándole, no podía quedar todo sólo en una noche de borrachera.
Luego de almorzar con sus padres y de hablar para empezar a colaborar en la empresa familiar, Santino subió a su auto y volvió a su casa, pero como era un día tan lindo luego de tanta lluvia, optó por salir a correr por el parque más cercano a su departamento.

- La primera vez que salimos solos fue acá, ¿te acordás?.- preguntó Nico.
Rocío aún estaba tensa y no podía creer que la haya invitado a salir y a verse...Mucho menos a charlar. Nicolás le había dejado en claro apenas la llamó que no quería nada más que verla para relajarse y hablar, sobre todo luego de la noche fatal que ambos habían atravesado.
- Gracias por acompañarme anoche...Y perdón por exponerte tanto con todo.- dijo Rocío, apesadumbrada.- Nunca quise meterte en tantos quilombos.
Nicolás sonrió de costado y le acarició un hombro tiernamente.
- La que me mete en quilombos es Malena, no vos.
Casi sin darse cuenta, Rocío notó cómo las lágrimas caían de su cara. Nicolás no entendía el motivo, y creía que él había dicho algo desubicado o que la lastimó, pero la realidad era que la rubia estaba destrozada por dentro. La habían humillado públicamente con todos sus amigos y conocidos, perdió su dignidad estando con un chico que ni conocía, su carrera en la facultad que le salía todo mal y no le agradaba la institución, Lautaro y Nico que resignaban todo por estar junto a ella y no poder decidir a cuál quería más...Para empeorar las cosas, estaba confundida entre su novio de hace casi dos años y un pibe que conoció hace un par de meses de pura casualidad, con el que nunca se habían siquiera besado...Era tan loco todo. Rocío tenía muchas cosas en la cabeza, por lo que llorar parecía ser su única fuente de desahogo. El único problema es que se ponía a llorar en cualquier lado: el jueves anterior, mientras iba a la facultad y escuchaba una canción que le había dedicado Lauti, se puso a llorar en medio del colectivo y una anciana le tuvo que dar un pañuelito porque era terrible lo mucho que lloriqueaba. Retomando al parque, Nicolás intentaba consolarla, le corría el pelo de la cara y le acariciaba los cachetes, diciéndole que se tranquilice y que le diga qué le sucedía, pero Rocío ni siquiera sabía cómo explicarlo o qué decir, y sólo salían de su boca palabras sueltas e inentendibles que no tenían coherencia entre una y otra. Nico seguía insistiéndole para que le cuente lo que sucedía. Rocío respiró hondo, tiró su pelo para atrás, se secó los ojos con la mano y miró al joven mientras se sentaban en el pasto, frente a frente.
- Te quiero hacer una pregunta.
Nico frunció el ceño, otorgándole a sus cejas una forma arqueada. Luego asintió, dándole pie a Rocío para que haga la pregunta.
- ¿En qué va a terminar tu relación con Lautaro si yo te elijo a vos?.- a Nicolás lo sorprendió por completo la pregunta de Rocío. A decir verdad, nunca se habían detenido a pensar o a conversar entre ellos para saber qué pasaría en su amistad.- No te olvides que vos me conociste por ser la novia de él, entonces supongo que no te va a chocar tanto si nos seguís viendo juntos...En cambio él...
- ¿Qué me estás queriendo decir?.- interrumpió Nicolás.
- ¡No, no! ¡Nada! De verdad, es sólo una pregunta.- Rocío estaba exhaltada, y a la vez quería relajarse, entonces el combo entre estos sentimientos encontrados no ayudaba mucho.
- Lautaro te puede conocer más, pudo haberte besado, hecho el amor con vos, haberse ido de vacaciones juntos, pasar fiestas navideñas, cumpleaños, partidos, peleas, llantos, risas, todo...- comentó Nicolás, tranquilo y sereno.- Pero eso no quiere decir que te quiera más que yo, que no viví ni la cuarta parte de todo eso con vos y aún así estoy totalmente enamorado.
A Rocío se le puso la piel de gallina después de estas palabras, y le dio un abrazo largo a Nicolás. Era un chico tan frío y distante, que escuchar esas palabras de su boca era todo un acontecimiento importante e imposible de olvidar...

El teléfono de Bauti sonó mientras estaba preparando algo para merendar. Era Pache.
- Amigo, ¿todo bien?.- preguntó el rubio.
- Sí, sí...¿Estás en tu casa? Así vamos con los pibes.- dijo Pache. Maldita costumbre de auto invitarse cuando justo tenía ganas de estar más tranquilo que nunca.
- Sí, vengan, así jugamos unos FIFA. 
Sin decir nada más, Pache cortó el teléfono y Bauti fue a bañarse. Mientras estaba en la ducha, se le cruzó por su mente su abuela, pero para no derrumbarse y deprimirse decidió desviar sus pensamientos a otra cosa, y la siguiente persona que recordó es a Celeste...También le daba dolor pensar en ella, pero al menos es una cuenta pendiente en su vida. Moría de ganas por llamarla, por ir a su casa, por dormir con ella, por besarla, por escuchar su voz...¡Cuánto extrañaba su voz! Y eso que tan sólo habían pasado un par de horas, sin embargo para Bautista era una eternidad de la última vez que la vio, pero esta decisión era lo mejor para ambos: para que ella pueda volar y estar en paz al menos un tiempo, y para que él estabilice su vida, se reanime un poco más y esté dispuesto a no arruinar la felicidad ni la vida social de la gente que estaba a su alrededor. En medio de la ducha, escuchó una llamada entrante en su celular, pero lo tenía arriba así que no llegaría a salir y atender. Luego de varios intentos repetitivos, sonó el timbre de su casa. Rápidamente salió de la ducha y se puso un toallón en la parte inferior del cuerpo. Todo mojado e improvisadamente abrió la puerta y allí estaba ella, su ángel de paz, su guardiana, su reina...Celeste estaba parada frente a él, mirándolo fijamente con los ojos verdes de cristal que tantas veces le dijeron que lo querían...
- Hola.- se atrevió a decir ella, sin mover un músculo de su cara y con ninguna expresión aparente.
Bautista en su interior temblaba, y sentía cómo una gota de transpiración le caía por la cara. Para su fortuna, podía disimular los nervios por estar recién bañado y esa gota parecía de agua y no de tensión. Luego de observar a Celeste, vio como tenía agarrado de una correa a un perro blanco con algunos reflejos rubios. También notó que tenía la patita delantera izquierda lastimada y vendada. Como Bauti no decía nada, Celeste rompió el silencio.
- ¿Puedo pasar?.
Bautista asintió y abrió la puerta más ampliamente para que pueda pasar la morocha junto con el perro, quien se avalanzó sobre el joven y le lamió toda la cara, con emoción y desenfreno. Bauti sonrió y luego lo bajo sobre sí para sentarse en el sillón al lado de Celeste.
- Si querés andá a cambiarte, yo espero.
¡Cierto! Había olvidado por completo que estaba en toallón. Bautista corrió a su cuarto y se puso un boxer y arriba un pantalón de fútbol de Lion, para bajar rápidamente al encuentro con Celeste. Volvió a sentarse a su lado y la miró fijo.
- Perdón por haberte tratado mal el ot...
Celeste interrumpió porque lo que menos tenía ganas es de hablar de lo que había sucedido. Por más que le duela, intentaba dar por cerrada esta historia, y había ido allí para contarle de su viaje.
- No quiero hablar de eso. Yo...- dijo ella, dudosa, y automáticamente cambió de tema, recordando el motivo por el que había llevado al perro a la casa de su ex.- Te quiero regalar a Floyd.
- ¿A quién?.- preguntó Bauti sin comprender.
- A Floyd.- dijo Celeste, señalando al perro que estaba jugando con una pelota de fútbol que estaba tirada en el living.- Así se llama. Lo encontré ayer a la noche con mamá, lo cuidamos, le curamos la patita que la tenía lastimada y...Nada, te lo quiero regalar a vos.
A Bauti se le pusieron los ojos vidriosos...Hace mucho que quería tener un perro, y Celeste lo sabía, pero nunca se había dado la oportunidad de encontrar algún callejero o adoptar a uno.
- No...Eh...¿Por qué?.- preguntó el joven.
- Porque sé lo mucho que querías un perro, y Floyd es lo más dulce y bueno que hay...Y...
Bautista se avalanzó sobre Celeste, abrazándola muy fuerte.
- Gracias, hermosa. Gracias.
La morocha no quería abrazarlo, pero le pareció tan tierna toda la escena que no dudó en responder al gesto dulce de Bautista.
- Le puse ese nombre por Pink Floyd, claramente.- dijo Celeste riéndose.
- Me imaginé...Pensé que le pondrías Patricio...
Y así pasaron los jóvenes toda la tarde, jugando con el perro, enseñándole su lugar donde hacer sus necesidades, yendo a comprarle comida y muchas otras cosas más. En uno de los momentos, Bautista le dio a Celeste su celular para sacarle una foto a él con Floyd. 
En más de una oportunidad, Bautista quiso besarla, pero Celeste tomó distancia y se mostró prudente, por lo que él no volvió a insistir. Alrededor de las siete de la tarde, cuando la joven le informó que debía irse a su casa, Bautista la tomó de la mano y la miró fijo.
- ¿No me vas a perdonar?.
Al notarlo tan sensible por la emoción de tener al perro, y dispuesto a volver con ella, Celeste no se atrevió a decirle que se iba a ir para siempre a Estados Unidos, por lo que optó en no contestarle nada, pero justo en ese instante que quería comentarle las cosas que sentía y que su relación no daba para más, tocó el timbre y se escuchaban del otro lado las voces fuertes del gordo Ale, Pache y Lauti.

El lunes por la tarde había llegado el momento tan esperado: Santino comenzaría a entrenar en el Club Deportivo Lion, junto a los mismos jóvenes que lo odiaban y el chico que lo había agredido: Nicolás. Cuando llegó, se presentó con los que no lo conocían, pero la realidad es que todos sabían quién era porque habían visto su video con Rocío, por lo cual cuando saludaba o hacía algo, escuchaba risas delirantes de fondo. Eso no lo acomplejaba ni le molestaba, de hecho creía que todos lo envidiaban por haber estado con esa rubia fatal.
Finalmente, Nico llegó al club y cuando vio a Santino no lo pudo creer. Quedó con la boca abierta, paralizado, y mirándolo fijamente. Lautaro estaba a su lado y también quedó sorprendido, sobre todo cuando Santi se acercó a ellos y les tendió la mano como si nada hubiera pasado.
- Santino Volpe, mucho gusto. Soy su nuevo compañero.
Lautaro respondió al saludo, pero Nicolás miró la mano del joven millonario con asco y repugnancia. Santino se dio cuenta de este gesto, por lo que lo tomó al joven de un brazo despacio, apartándolo del grupo.
- ¿Puedo hablar con vos, Nicolás?.- preguntó bruscamente.
El muchacho continuaba mirándolo mal y con fastidio.
- No. Dejame ir con mis amigos.- dijo, haciéndose a un lado, hasta que Santino lo volvió a detener colocándose delante de sí.
- Por favor.- insistió.
Nicolás bufó y repitió su cara de enojo, pero prefirió acceder: de todas formas, era un compañero de equipo, y si él se había hecho amigo de Lauti para tener las cosas bien en el club, debía resignar lo mismo con Santino que, para colmo, no le había hecho nada en absoluto.
Los jóvenes caminaron unos pasos más atrás hasta salir de la cancha, quedando apoyados en un costado del buffet.
- No sé si disculparme porque la verdad no sé qué hice. Si hubiera sabido que estabas con esa rubia...
- Se llama Rocío.- interrumpió Nico.
- Bueno, ella.- continuó Santino.- Si hubiera sabido que estaban juntos yo no le tocaba un pelo, amigo, de verdad. Perdoname por lo que pasó...- el muchacho observó el labio lastimado de Nicolás.- Y por haberte pegado.
Nico dudó unos instantes, pero la verdad era que tenía que aceptar que fue muy prepotente y que actuó de mala manera, porque Santino no le había hecho absolutamente nada.
- No estoy con Rocío yo...Me gustaría...- dijo.- Disculpame vos por haber reaccionado mal, es que no sabés la bronca que me dio todo esto.
- Me imagino.- agregó Santi.- Esa Malena sí que está loca, eh, tenías razón.
- ¿Viste?.- rieron ambos.- ¿Estuviste con ella?.
Santino asintió.
- Es imposible no caer ante las dos...- agregó.- Son hermosas.
Y el resto de la tarde concurrió con normalidad y tranquilidad, hasta lograr que Santi se involucre más en el grupo y logre buena relación con los pibes, sobre todo luego de demostrar sus habilidades en el fútbol que les dio esperanza a todos de ganar el campeonato.

Las tres amigas se reunieron el martes por la noche a cenar en la casa de Celeste. No pararon de abrazarse un sólo segundo y de repetirse que serían amigas para siempre, pase lo que pase, sea lo que sea y aunque hayan miles de kilómetros de distancia.
- Estamos felices por vos, y a la vez tristes porque te vas.- dijo Maca entre lágrimas.
- Les prometo que las voy a llamar siempre y que va a seguir el contacto como si el tiempo no pasara.- aseguró Celeste, abrazándolas bien fuerte.
Rocío se tomó la cabeza y miró al suelo, mientras el helado del postre que se iba derritiendo en el envase la hacían dudar de si continuar comiendo o no.
- No puedo creer que te vayas, Celes.- dijo con mucho pesar y tristeza en su rostro.- Va a cambiar nuestras vidas por completo esto.
Celeste respiró hondo mientras cerró los ojos, luego los volvió a abrir y miró fijo a Rocío.
- Tengo que desligarme de toda esta mierda de una vez.- dijo.- Ustedes saben lo mucho que anhelé este viaje, no puedo desaprovecharlo. Además, Bauti me dejó, en la facultad no me va muy bien, y...Y a Felipe lo amo.
- Nunca lo dejaste de amar, ¿no?.- preguntó Maca.
Celeste negó con la cabeza.
- Pero eso no quiere decir que a Bauti no lo haya querido.- se auto corrigió la morocha.- Lo quise mucho, me hizo muy bien, me resucitó y logró que vuelva a sonreír, a enamorarme, a amar y confiar en alguien, pero...
- Pero Felipe es Felipe.- interrumpió Rocío, al mismo tiempo que Celeste le daba la razón.
- ¿Mañana van a venir al aeropuerto?.
- ¡¡Obvio!!.- dijeron Macarena y Ro al unísono, mientras volvían a abrazarse y comentando cosas sobre el viaje. En un momento, Maca hizo una pregunta fatal.
- ¿Y qué dijo Bauti cuando le contaste?.
Se hizo un silencio de entierro, aquel que Celeste tanto temía. Sí, había decidido irse a vivir a la otra parte del continente sin contarle nada a Bautista. Cuando les comentó a sus amigas su idea, se pusieron como locas a retarla y sermonearla.
- ¡Basta, malas!.- dijo Celes un poco riéndose y otro poco, preocupada y fastidiosa.- No me reten. Les juro que otra no me quedó.
- ¿Otra no te quedó?.- Rocío estaba exhaltadísima.- ¡Le fuiste a regalar al perro para decirle eso...y no lo hiciste! ¡No podés ser más boluda!.
- Además, Bauti se merece que le cantes la posta. Así no va, Celes.- dijo Macarena, más tranquila y apaciguando el ambiente.
Celeste se acomodó el pelo para atrás y se puso pensativa.
- Ya es tarde, chicas. Mañana a la noche viajo, prefiero que se entere cuando ya me subí al avión porque no soportaría verlo mal o que alguien me cuente cómo se puso...- pensó un poco y luego volvió a hablar.- O quizá ni siquiera se lo toma a mal y lo ve como algo bueno, porque de última fue él el que me dejó a mí.
- ¡Pero no te dejó porque no te ame!.- gritó la rubia.
- ¡Mal!.- saltó Macarena.- Te dejó para no lastimarte, para no atarte a él.
- ¿Me dejan de retar? Ya estoy grande para que me sigan cagando a pedos por todo. Si tomé esta decisión es por algo, yo sé lo que hago.
- A vos no te hubiera gustado que Felipe se vaya a la mierda sin avisarte nada.- dijo Rocío brutalmente, y ese fue el pie que le indicó a Celeste que era genial tener que irse a Estados Unidos.

Finalmente, llegó el miércoles. En estos días que habían pasado, las cosas se habían relajado mucho más: Rocío tomó la decisión de dejar la facultad porque medicina no le estaba atrayendo en absoluto, por lo que se puso a buscar trabajo intensamente, por lo que consiguió una entrevista como secretaria para un estudio jurídico el día jueves siguiente, y estaba muy emocionada por ello. Desde el domingo que salió a la tarde, no volvió a hablar con Nicolás, pero el que sí la llamaba todos los días era Lautaro, preguntándole qué había hecho en su día e insistiéndole para verse, pero la rubia se hacía la fuerte y siempre le ponía una excusa. No es que no lo quisiera ver, sino que es preferible tomarse un tiempo para aislarse de los dos y así ver a quién extrañaba y a quién quería en verdad.
Por otro lado, Maca y Pache seguían lo más bien, sin peleas en su relación ya que no tenían nada para celarle al otro y además los dos eran muy atentos mutuamente, entonces no había ningún reclamo aparente. Macarena cada vez estaba más cerca de Vera y se hacían más y más amigas, hecho que a Pache lo perturbaba un poco porque cada vez que la nombraba su novia a Vera o la veía, se derretía de amor al ver esos ojos claros intensos, pero luego se auto convencía de que Macarena era aún más hermosa y valorable en personalidad que esta chica nueva que ni conocía. La bailarina, por su parte, estaba muy feliz del nuevo grupo de amigos que estaba formando, y más aún le agradaba conocer gente nueva, por lo que estaba dispuesta a ir más seguido a las reuniones de amigos que tenía Macarena.
Luego estaba la loca de Malena, quien continuó entrenando todos los días sin parar y logró que le den el alta en el centro de rehabilitación psicológica (vaya uno a saber cómo). Con Santino no volvió a hablar, y de hecho eso tampoco la apenaba, simplemente la entristecía por la parte en que ya no tendría sexo a diario. Además, sabía que eso iba a suceder, y tampoco era tan tarada como para permitir que Santino la boludee, entonces prefirió hacer como que nada pasó y centrarse en el colegio y el entrenamiento en el club, ignorándolo totalmente cuando se lo cruzaba por las canchas o el buffet de Lion.
Bautista seguía pensando en Celeste cada día que pasaba: la extrañaba con locura, pero su orgullo y su pérdida de dignidad luego de haberle pedido perdón y que la morocha lo ignore, lograron que Bauti no quiera insistir más y dejarla hacer su vida...Pero no creyó que iba a ser tan difícil, sobre todo cuando el miércoles por la noche, mientras volvía a llover torrencialmente, los pibes se encontraban en la casa de Pache jugando a la play, como siempre, y comentaron, creyendo que sabía, que Celeste estaba a punto de subir a un avión para irse a vivir a Estados Unidos.
El joven comenzó a sentir que le faltaba el aire, que el pulso se le aceleraba y que ya no le corría sangre por las venas. Pache, Nico, Lauti, Santi y Ale se miraron unos a otros sin saber qué hacer, porque Bautista parecía estar inmerso en una neblina que no lo dejaba despertar o reaccionar de la noticia que le habían dado. Nico comenzó a darle cachetadas en la cara a Bauti mientras el gordo Ale apareció con un vaso de agua fría y se lo tiró en la cara, provocando que su amigo despierte y reaccione, pero a la vez que lo insulte por haberlo mojado todo. Una vez más relajado, Bautista se puso a pensar en todo.
- No puede ser que se vaya.
Pache se acercó y le palmeó la espalda a su amigo para que se relaje y no se ponga mal. Lauti se colocó de cuclillas delante de él para mirarlo fijo. Santino permanecía en un costado sin entender de qué hablaban, mientras Nico, por lo bajo, le explicaba quién era Celeste.
- ¿Qué vas a hacer, Bauti?.- preguntó Lautaro.
- No puedo permitir tener otra pérdida más en mi vida. No puedo ser tan gil de dejar ir todo, de rendirme ante las cosas.- dijo seriamente, mientras se ponía de pie.- ¡No entiendo cómo me lo ocultó! ¡Ya entiendo por qué me regaló a Floyd, por qué vino a casa, por qué se mostró tan distante!.- intentó contener las lágrimas con todas sus fuerzas, pero ya no le importaba llorar delante de sus amigos.- ¡Encima se va con Felipe, boludos! ¡No puedo creerlo!.
- No es momento de enojarte.- se sinceró Nico.- Sino de impedir que se vaya. Es el amor de tu vida, chabón. Enojate después si lográs que se quede.
Pache fue a la habitación donde estaba su padre y volvió con las llaves del auto.
- Vamos.
- ¿Eh?.- preguntó Bauti.
- Vamos a buscarla. Vamos a parar ese avión.
Todos se pusieron firmes e incentivaron a Bautista para que vayan juntos a impedir que Celeste se vaya, quien rápidamente aceptó la propuesta y subieron todos al auto de Pache, viajando apretados, uno encima del otro, pero no les importaba, porque lo realmente importante era que su amigo Bauti llegue a tiempo para impedir que se le escape el amor de su vida...

El llanto mezclado con la lluvia inundaban la entrada del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Felipe observaba un poco más alejado cómo Celeste abrazaba a sus amigas, se sacaban fotos y se decían muchas cosas lindas mientras luego se acercaron los padres de ella junto con su hermano y su familia, que se vino de Bahía Blanca a despedirla. Celeste en su interior tenía una mezcla de sentimientos enorme: quería irse para hacer su vida, para poder aprender muchísimo y, de paso, conocer otro país, mientras que su costado nostálgico le aseguraba que debía quedarse para no extrañar a toda la gente que tanto amaba. La morocha dejó escapar unas lágrimas por Bautista, ya que aunque quería irse y que él no sufra, pensó que quizá iba a ir a buscarla, o al menos despedirla...Pero seguramente ni siquiera se había enterado aún.

La realidad era que estaba atestada la autopista de autos, la lluvia además dificultaba muchísimo el tránsito y los trabajadores del peaje no levantaban la barrera por lo que se armaban largas colas de automovilistas nerviosos tocando bocina sin parar. Bautista no paraba de comerse las uñas, y sus amigos lo consolaba e intentaban distraer, pero le era imposible. Cada vez que podía expulsaba una lágrima. Pache intentó llamar a Maca para preguntarle si Celeste ya se había ido, pero no tenía señal. Nico y Lauti querían llamar a Rocío, pero no respondía. Probaron llamar al celular de Celeste pero estaba apagado...¡Tenían todas en contra!.
El gordo Ale, pensativo, ya había sacado su propia conclusión, y mientras comía un turrón que encontró tirado en un costado del auto de Pache, lo comentó.
- Para mí no se fue, porque sino Rocío respondería. Si no contesta es porque está ocupada despidiéndola.
Y la verdad resultó ser que esta vez, al menos esta única vez, Ale no se equivocaba.

La locutora oficial del aeropuerto habló por los parlantes, informándole a los pasajeros del vuelo 190813 con destino a Nueva York debían subir al avión.
Los últimos abrazos fueron intensos, con aún más lágrimas que antes, fotos, recordatorios, consejos y un montón de cosas más que hacían más difícil la despedida. Celeste finalmente estaba lista. Felipe colocó su mochila en la espalda y estiró el brazo para darle la mano a su novia, quien quedó paralizada mirándolo fijo y observando cómo la pantalla grande arriba de su cabeza informaba el tiempo que les quedaba para ir al avión. Luego, la joven desvió su mirada a los seres queridos que la habían ido a despedir. Primero, observó a sus amigas, las que tantas veces la bancaron llorando por la partida de Felipe, las que nunca le fallaron, las que quedaron después de tantas amistades falsas anteriores, las que conocen sus más íntimos secretos, ¡cuánto extrañaría las charlas eternas de sincericidio con ellas! Luego miró fijo a su hermano Emiliano, quien había ido junto a su mujer embarazada...Eran la pareja ideal, y se perdería el nacimiento de su primer sobrino, o sobrina...Finalmente, llegó a observar a su mamá que no paraba de llorar, mientras su padre la abrazaba y la consolaba. Justo cuando decidió no mirar más para darse vuelta e irse, allí estaba, parado afuera, detrás de la imagen de toda su familia que la había ido a despedir, llorando con los ojos totalmente rojos, mojado, sin inmutarse porque la lluvia incesante caía sobre su cuerpo, y sosteniendo la correa de Floyd que movía la cola mientras observaba la secuencia...Allí estaba él: Bautista...Y el corazón de Celeste dio un vuelco inesperado.


Continuará...