viernes, 31 de julio de 2015

Gaviotas

Ayer por ser inocente y pelotuda, me metieron en un puterío de una galería en pleno Microcentro y terminé rodeada de dos prostitutas que parecían estar obligadas y un transexual, que entre dimes y diretes, querían sacarme guita.
Hoy, en el Obelisco, un tipo que me cruzo todos los días, y para colmo ve que voy a comer ahí para hacer tiempo entre facultad y trabajo, me robó toda la plata que tenía y el celular...¿Y cómo empezó todo? Porque se me sentó al lado a sacarme charla y yo, como buena interlocutora que soy, se la seguí, obvio. Si todos somos un único e irrepetible libro abierto...¿cómo no voy a querer leerte? Y sin embargo, pim, me pusieron. Me pusieron y lo consiguieron. Consiguieron que hoy anduviera caminando por la calle con una gaviota en la frente, al igual que la mayoría de los transeúntes que deambulan, corren y transitan las calles del Centro porteño. ¡Con lo que detesto las gaviotas en la frente! Me fastidia estar a la expectativa de que me puedan robar o hacer algo malo en cualquier momento.
¿Saben qué? Estoy triste. Triste y podrida de la gente de mierda.
¿Saben otra cosa? Me entristezco más aún porque sé que es sólo el comienzo, el primer pantallazo del desfile de hijos e hijas de puta que voy a conocer en mi vida. Qué bajón que sea así.
Soy una chica ubicada en tiempo y espacio, pero hoy estoy en todo mi derecho de decirte a vos, zarpadito de ocasión, que ya me habías visto, habías conversado conmigo antes y hasta incluso me diste la mano dos veces: andate a la puta madre que te parió y ojalá que el karma te haga mierda.


@Incredulas - 31/07/15

jueves, 30 de julio de 2015

Hasta luego, cuidate y sé feliz

Te juro que a veces me encantaría poder sentir lo que mi cabeza quiere y no lo que realmente siento. 
Me gustaría poderte querer como vos me querés a mí. Me gustaría querer compartir con vos todas las cosas que vos querés compartir conmigo (y que muchas veces soñamos con compartirlas juntos). Muchas de esas cosas que nos gustaría compartir a ambos, ya las vivimos. Estuvimos mucho tiempo juntos y, gracias a Dios, vivimos muchas cosas porque estamos juntos desde muy chicos y, porque a pesar de todo, nos queremos. 
Me pongo a buscar y mirar fotos viejas nuestras y pienso lo felices que éramos en ese tiempo: nuestro primer beso, nuestra primera vez, la primera vez que viniste a mi casa y la primera vez que fui a la tuya, todos los asados familiares que compartimos y todas las noches de películas y chocolates que vivimos. De verdad, éramos muy felices...Éramos.
No sé qué me pasó a mí, no sé qué te paso a vos ni sé que le paso a nuestra relación, pero lo que sí sé, es que hoy no siento lo mismo que sentía hace unos meses atrás. Me duele mucho escribir esto, porque escribiéndolo estoy aceptando que ya no te quiero como antes y que nuestra relación que parecía tan real, pura y sincera se desgastó.
Sé que la que hoy no siente lo mismo que antes por vos soy yo, pero creo que si es así es porque los dos hicimos algo mal o no aportamos lo suficiente como para que nuestra relación siga intacta. El tiempo que nos tomamos me sirvió para darme cuenta que no estamos buscando lo mismo, lamentablemente es lo que me pasa y lo tengo que aceptar.
Hoy tengo que ser sincera conmigo y con vos, tengo que decirte la verdad por más dolorosa que sea para los dos. No te voy a decir adiós, porque creo que lo nuestro no tiene un punto final (al menos por ahora), te digo hasta luego y dejo unos puntos suspensivos, con la esperanza de que algún día tu alma y mi alma vuelvan a buscarse y reencontrarse.
Nos dimos miles oportunidades y no funcionó. No podemos forzarnos a nosotros mismos y convencernos de algo que no es.
Quizás lo que nos falta es madurar, darnos más tiempo solos para pensar y si por fin decidimos que lo mejor es estar juntos, luchar por el otro.
Te quiero mucho y siempre vas a ser muy importante en mi vida, eso ni lo dudes. Hasta luego, cuidate y sé feliz.


@Incredulas - 30/07/15

lunes, 27 de julio de 2015

Repartir los tiempos

Hay gente que se queja todo el tiempo. Sin parar. No frenan un segundo. Son intolerantes con todo, y cualquier cosa que les sucede es motivo suficiente para ponerse en negativos y tirar basura para todos lados. Ojo, no todos los quejosos son iguales.
Hoy en día, me toca vivir con alguna de mis amigas estos hechos de quejas constantes. Les voy a contar cómo es mi situación, después dirán qué opinan.
Siempre fui una chica que vive a mil por hora, que no para un segundo, ya sea con estudio, trabajo, obligaciones en mi casa y demás...Y siendo así, hay días que termino cansadísima y no veo la hora de tirarme en la cama y dormir hasta el otro día. Cuando ya me liberé de todo y siento cómo me bajan las revoluciones y empieza mi cuerpo a relajarse luego de un estresante día, me doy cuenta que no quiero desperdiciar mi tiempo durmiendo más de las horas indicadas cuando puedo aprovechar y ver a una amiga, a mi novio o algún familiar que quedó pendiente del fin de semana. Siempre reparto mis tiempos para todos, e intento hacerlo de la mejor manera posible porque, si bien no soy una persona muy allegada al sentimiento de extrañar, me gusta estar al día con la gente importante para mí. Por ejemplo, en vez de dormir una siesta, prefiero ir media hora a lo de mi mejor amiga a tomar unos mates, o ir a tomar un helado con mi novio para después seguir cada uno con sus responsabilidades.
Lo que me da bronca es cuando los demás no aplican el mismo método. Entiendo que no todos somos iguales, pero me es inevitable no pensar en las quejas ajenas por el cansancio.
En mi entorno, todos estudian, y sólo una amiga trabaja, pero pocas horas y no todos los días. Todos admiten que la más ocupada soy yo por los horarios que tengo entre trabajo y estudio, y sin embargo soy la que más presente está.
Me molesta ver que cada vez que se organiza una salida, alguien conteste que prefiere no salir porque son las once de la noche y llegó a las seis de la tarde a su casa y quiere descansar, y mañana es sábado encima, no trabaja ni hace nada, puede vaguear todo el día. Pero no. Ahí aparece la queja innecesaria. No te pido que vengas a bailar o que vayamos a un bar re lejos de casa. Si querés voy a la tuya, cenamos algo y me vuelvo. O vamos a tomar algo tranqui un rato. Pero no. Que estoy cansada, que no tengo ganas, que me quiero quedar durmiendo. Ok, genial, un fin de semana te lo entiendo, ¿pero siempre? ¿Siempre estás cansada y no podés salir? Aflojá, tengo una vida más agitada que la tuya y sin embargo me hago tiempo para vos siempre, entonces me jode cuando no me dedican el mismo tiempo para mí.
Qué se yo, tendría que entender un poco más al resto y que no todos tienen la misma energía que yo, pero no quita que me moleste mucho. De hecho no lo quiero plantear, ¿saben por qué? Porque no me van a entender y lo van a tomar como un reproche que no comprende al otro, cuando es todo lo contrario porque yo vivo lo mismo...
Agradezco mucho que me puedan decir cómo enfrentarlo, y si realmente soy yo la equivocada o no.
Buenas tardes.


@Incredulas - 27/07/15

domingo, 26 de julio de 2015

Apostar a más

Cruzo la puerta de salida y resulta que otra vez me equivoqué. 
Guerra contra mi sombra, contra un destino que no es.
No puedo contra mí.
Volví a caer.
Destilo bronca, y la oscuridad se enciende. Otra vez apunto la culpa a un blanco fácil: los demás, que ni siquiera se percatan de esta tempestad. No me salen las palabras y todo lo aprendido pasó a un segundo plano (no siempre es tan fácil aplicarlo).
Sigo naufragando la alegría, pero ya me estoy cansando. No quiero recorrer días anteriores ni volar sobre la nostalgia. ¿Y qué, si esta vez, quiero tirarme un rato a abrazar la soledad? Sonreír a veces duele, y no siempre la buena cara le gana al mal tiempo. Ya no tengo ganas de disfrazar el dolor de chiste para que duela menos.
El vaso no está lleno ni vacío, simplemente por la mitad, pero no sé si rellenarlo o vaciarlo porque ya me cansé de apostarle a una suerte en la que no creo, pero que siempre da vuelta la partida y me gana antes de que cante las treinta y tres. Falta envido, pero todavía no salimos de las malas.
Pedí inmensidad, pero a veces tanta abundancia no es tan fácil de agarrar. El "todo" asusta tanto como el vacío. Pedí un sentimiento profundo, imposible de explicar, pero se acercó y corrí de espanto. Es como pedir la lluvia, y asustarte apenas escuchás un trueno.
Lo bueno de haber perdido tanto es que al miedo lo conocemos y ya lo pasamos caminando. Me acostumbré a apostarle al perdedor, porque con huevos da vuelta el partido, y creo que al que vive de victorias, lo termina durmiendo la costumbre. Me gusta creer que las cartas no están marcadas y que mientras camino me marco el destino.
Al final soy yo la que decide si tirarme al suelo, despertar, llorar o salir a ganar. No puedo depender de que a las penas siempre las cure el tiempo, porque a veces lastima más. Quiero abrir la puerta de mi infierno más oscuro para poder destapar una risa sincera. Quizás sean las consecuencias de no vivir anestesiada.
Las pesadillas son necesarias para fortalecer la realidad, y volver a soñar. Hoy estreno esta tristeza, pero sé que mañana va a pasar de moda.


@Incredulas - 26/07/15

sábado, 25 de julio de 2015

Aprendiendo un poco

No critiques en su ausencia, frente a otros, a aquella persona que supo darte su amor de la mejor manera que pudo y fue bendecida con la totalidad o parte del tuyo. 
Los buenos momentos nunca pueden morir si sos lo suficientemente introspectiva y valiente para no dejar que la psicología mambótica te juegue una broma pesada y avasalle tu pecho. 
Aprendé a lidiar con el dolor, porque siempre te regala una nueva enseñanza. 
No abras las puertas del vicio y las malas intenciones para sanar tu corazón herido, porque a pesar de que haya tormentas que todo confundan, esas tormentas pasan. 
Las distorsiones en un duelo forzado estigmatizan personas sin otorgar su derecho a réplica. 
El destino es impredecible y el tiempo sabio y maravilloso. 
Ningún tercero debe opinar si no experimentó las vivencias propias que con dicha disfrutaste, si ningún otro llegó a conocer el alma de aquella persona que hoy difamás. 
Ningún ser humano tiene el derecho de ser juez y parte de otro y, mucho menos, sin haberse tomado el tiempo para observar dentro de los ojos de aquel otro ser humano que una vez amaste y hoy, con palabras hirientes y rápidos juicios improvisados, estás señalando solamente para que otros refuercen tu idea de que lo perdido no fue tanto.
¿Quién sabe lo que te deparará el destino? ¿Y quién sabe si la reciprocidad en el amor después de un reencuentro puede renacer y encarnarse nuevamente en esa misma persona, llenando de culpa un corazón injurioso que debería, solamente, ser humilde y estar listo para amar, abrirse a ser amado y poder crecer en un vínculo sano?.
No ennegrezcas el corazón para alimentar el ego. 
Abrí las puertas al amor y la dicha pronto iluminará tu vida.


@Incredulas - 25/07/15

viernes, 24 de julio de 2015

Desde dónde mirar

Sé que el hecho de cargar en mi mente y en mi alma unos ideales un tanto utópicos me lleva a ir caminando bastante seguido por la cornisa, siempre a punto de caer. Por eso, a veces, el temor se instala: ya plantó nido en mi cabeza. Pero no me preocupa, sino que aprendí a disfrutarlo: ese temor es mi motor, la droga que exalta mis sentidos y me obliga a superar mis límites llevándome a rumbos desconocidos. Encuentro nuevos caminos, y mi realidad de hoy no se asemeja a la de ayer.
Cuando encontré esta realidad, los esquemas se quebraron. Me vi parada en un mundo de injusticias, de bronca, de dolor, y de desigualdades que no nos dejan mirarnos a los ojos. Despotriqué contra eso, escupí mis verdades, me vi ajena a ese mundo y no pensé que sería posible transformarlo (o tal vez sí, pero no encontraba las herramientas) porque el entorno me señalaba ese deseo como un imposible y me invitaba a la costumbre y a la conformidad, a salvar mi pellejo y nada más. Pero no quise, no quiero, y nunca voy a querer. 
Y mirá lo increíble que es el bocho que, de alguna forma, inconscientemente, fue poniendo en el camino, justo por donde elegía caminar, a las personas y oportunidades que necesitaba, en el momento exacto, para encontrar las herramientas y empezar a cambiar. Me nutrí de sus consejos, de sus historias, y fueron mis motores, mi punto de arranque. Y otro mundo se hizo posible: elegí dejar de poner tanto el foco en lo negativo, y regocijarme en lo positivo, porque era la única forma de cambiar eso que no me gustaba, y caminar hacia lo que quería para mí. Choqué con vivencias totalmente diferentes. Encontré la grandeza en cosas que a simple vista parecían insignificantes. Entendí que el odio y la bronca los tenía que transformar en hechos más sanos, porque el deseo y las palabras no sirven de nada si no acompañan los hechos. Pude poner en práctica esa idea de revolución de amor que vagaba por mi cabeza, y empecé a identificarme con ella. Supe que la indignación y las lágrimas provocadas por la injusticia no las iba a poder evitar (al menos no en este mundo donde el criterio de "justicia" no está bien definido y es desconocido), pero cuando el dolor quiere plantarse y la risa se escapa, hay que salir a buscarla, porque es más fuerte que todo. Y si la injusticia no tiene límites, entonces yo tampoco voy a tenerlos
Supe que iba a llenarme de dudas y contradicciones, todo el tiempo, que mil veces me iba a ir, y mil más iba a volver. Entendí que tener convicciones es tan importante como dudar.
Y de repente el entorno fue cambiando y ampliando mi visión, y la realidad hoy ya no es algo tan malo. Entendí que el destino no es más que lo que nosotros queremos para nuestra vida, y que lo que vivimos es el camino que nos lleva hasta el trono, pero yo no me quiero quedar sentada en él. Porque a esta vida que amo y armo, la quiero vivir sin que me la cuenten, arriesgándome al error, porque es la única forma de ganar. Y esta vida llena de altibajos es el resultado de mi libertad, porque yo elijo vivir en esta montaña rusa de emociones, al borde del abismo, porque a veces necesito mirar desde arriba todo lo que voy logrando, para aferrarme a esa virtud cuando estoy en el fondo y no sé para dónde correr. Elijo mirar desde el costado, desde el medio, desde afuera y desde adentro. No perder la energía en palabras ajenas que buscan derrumbar, sino entenderlas como obstáculos y aprendizajes para afirmar mis creencias. Porque sé que me enfrento a la posibilidad de que estas ideas no cambien al mundo y pasen entre el montón, pero, aunque no triunfen, ellas sobreviven, no se matan, y quizás planten nidos en otras cabezas y transformen sus realidades, así como mejoraron la mía, cambiaron mi mundo, mis prioridades y mis reglas. Y sé que cambiar mi mundo es la forma de empezar a cambiar el mundo, aunque sea un poquito.


@Incredulas - 24/07/15

jueves, 23 de julio de 2015

Una mirada y una sonrisa

Su mano rodeaba la cintura de él.
Su sonrisa empañaba de alegría los ojos de ella.
Su erotismo enloquecía los pensamientos de él.
Su belleza enamoraba cada segundo más a ella.
Y justo en ese instante, ella comprendió que él nunca le había dado nada importante.
El destino quiso que se encuentre por casualidad, o tal vez por causalidad, ya que los dos sabían dónde iba cada uno. Ella creía que él no tenía ganas de encontrarla y mucho menos planeaba encuentros casuales, pero él aseguraba haberlo hecho sin querer.
De todas formas, para ambos fue lindo verse, y a la vez muy feo, después de tanto tiempo...
Ella estaba feliz, entera, sublime, en estado de éxtasis y emoción casi púber. Él seguía pensando como hombre, como a ella tanto le gustaba, mirándola fijo con esos ojos claros que eran oasis para la sed de la joven, esos ojos que no irradian amor, esos ojos que sólo emanan sentimientos afrodisíacos en noches de luna llena.
Finalmente, él no la vio. O fingió no verla para no tener que soportarla. O capaz lo hizo a propósito para demostrarle que nunca la necesitó y que ya tiene otra que lo satisface.
Ella creía que iba a derrumbarse, siempre le había tenido temor a ese día donde se volvieran a ver. Pero, a diferencia de lo que tanto temía...Sintió tranquilidad.
El cuento, al final, tuvo un final feliz para ella, aunque tanto tiempo le costó entenderlo. Ahora sabe que nunca más va a estar sola. Ya tiene un motivo por el cual vivir para siempre, y en muchas vidas distintas, a pesar del dolor que sufrió varios años atrás por un amor que no valía la pena ni el dolor.
Ya no sufría más cuando escuchaba un nombre como el de él. Ya no lloraba cuando se lo encontraba por causalidad. Ya no se lamentaba.
De golpe, a su nuevo amor, no lo vio más. Lo perdió de vista. Ese amor quedó en silencio, solo, desalmado, pretendiendo quedar en el pasado también. ¿Acaso otra vez más iba a sufrir por un hombre? Comprobó que no había sentido lo mismo que por su primer amor con este chico nuevo...
Caminando por los pasillos del mismo encuentro aquella primera vez, volvió a ver a aquel amor insuperable, al que intentó buscar en otras personas. Ella se ocultaba detrás de las columnas, pretendiendo que él no la reconozca ni la recuerde desnuda como esas noches apasionadas que vivían, perdiendo la virginidad.  
Pero el imán de los ojos pasados vuelve una y otra vez, y al girar su mirada, se vieron entre la gente. Ella pudo sólo sonreírle. Él, le dedicó una mirada iluminadamente hermosa. Ni un gesto. Ni un saludo. Solamente una mirada y una sonrisa. El lenguaje de los ojos de los dos, decía: "Somos felices. Separados somos felices. La experiencia del amor entre ambos nos sirvió. Somos felices."
Una mirada y una sonrisa que jamás volvieron a ver ninguno de los dos, una mirada y una sonrisa más sana que nunca, una mezcla de esperanza con sabiduría, y alejada infinitamente de todo rencor, odio o maldad. Él no pudo advertirlo, quizá porque no la conoció lo suficiente y nunca fue consciente de lo mucho que marcó la vida de ella. Siguió su camino, cortando las miradas, sin darse cuenta de todo lo que ella notó. Para él, no hubo mirada ni sonrisa sana. Para él, no hubo lenguaje de los ojos. Para él no hubo mirada iluminadamente hermosa. Para él fue un reencuentro con una chica más del pasado...¿Cuántas cosas más no habrá visto de ella en el pasado?. 
Ella bajó la mirada y salió del lugar. Él ya no estaba.
Ella caminó despacio hacia su casa, bajo la lluvia, pensando en lo que acaba de suceder. "Soy feliz", continuaba escuchando de la mirada de él. Llegó a su casa, se arrojó en la cama, y se dispuso a soñar con la vida perfecta, con una persona que de verdad le dedica sonrisas sanas y miradas luminosas. Finalmente, se durmió y olvidó la belleza de él, la sonrisa, la mirada...Cuando despertó al día siguiente, comprobó que ya lo había dejado ir...

@Incredulas - 23/07/15

lunes, 20 de julio de 2015

Pequeños grandes amigos

"Amigo" es una palabra que muy pocos le dan el valor que se merece. Muchos apenas conocen a alguien ya lo denominan "amigo" y lo mismo pasa con los "te amo".
Si bien a un amigo no se le dice siempre esa palabra llamada amor, sí se encuentra dentro de uno ese significado. 
Una amistad no depende de la cantidad de años o del tiempo relacionado mientras hablamos. 
Una amistad significa estar cuando yo estoy mal y alegrarte cuando yo estoy bien. 
Una amistad significa no hablar por días, y saber que si te hablo, me vas a contestar con una sonrisa. 
Una amistad es no verse por varias semanas, pero vernos y saber que todo sigue igual de hermoso. 
Una amistad es hacer locuras sin ningún tipo de prejuicio
Una amistad es bancarse en todo, y si algo anda mal, tratar de solucionarlo. 
Una amistad depende de las intenciones de cada uno y de cómo las manejes. Si el amor se incluye entre medio, sabrás vos sola qué hacer ante esa situación, si conservamos la amistad o si dejamos esto de lado y vamos por algo más.
Quiero decirles que la amistad es lo que nunca se va y lo que, lamentablemente, se renueva constantemente. Los amigos que tuvimos en la infancia no son los que tenemos ahora, y obviamente no van a ser los que tengamos dentro de diez años o más. Solamente uno o dos quedan para siempre por cuestiones de la vida, trabajos al exterior, distancias, nuevos rumbos, o demás. Pero eso no quiere decir que un amigo se vaya de la memoria de cada uno, sino que siempre permanece. Cada amistad te deja una enseñanza, ya sea positiva o negativa, pero deja experiencias. Y cada amistad que aparece es sinónimo de que la esperanza de la amistad nunca se va. Sea como sea, los amigos siempre están. Las familias se dividen, los amores se desintegran, pero los amistades están ahí, escondidas tras cada momento que pasaste en tu vida.
Detrás de cada piedra que se puso en tu camino, un amigo te ayudó a levantarla. Detrás de cada sonrisa que tuviste, un amigo te sacó el doble para que estés feliz...¿O acaso me vas a decir que el hombro de un amigo no es el más cómodo para llorar?.
¿Me vas a decir que el día de mañana, si tu pareja se va, tus amigos no van a estar? Por algo hay que mantenerlos, por cuestiones como esas que pueden llegar a pasar, no vaya a ser cosa que dejaste a las amistades por un amor repentino y que el día de mañana te quedes sin ninguna de las dos cosas.
Las amistades se guardan en un frasco para que nada les pase, y uno debe tomarse su tiempo para todo, sin dejar tirada una amistad.
La amistad forma risa, llantos, enojos, carcajadas, arrancones, y fiestas.
En mi opinión personal, no tengo amigos que se parezcan del todo a mí, y es por eso que tengo tantas amistades, porque los elijo por eso, porque no son iguales a mí y porque puedo aprender de cada uno algo diferente.
Rescato de las amistades femeninas los halagos, las aguantadas de parejas, los consejos femeninos, las ropas prestadas, los delirios nocturnos en noches de películas y chocolates, la calma para consolarme en mis momentos de lágrimas.
Rescato de las amistades varoniles su paz para abrazarme, sus habilidades para cuidarme, sus delicadezas ante temas que me duelen mucho, sus palabras las cuales te hacen abrir los ojos, su falta de censura ante mi persona que me hace reír tanto.
Y podría estar más tiempo rescatando cosas de cada uno, por eso es que los valoro tanto, porque todos me dan pequeños detalles que valoro un montón toda mi vida, y son mi sostén en esta etapa tan delicada y llena de cambios, son quieren me apoyan e incentivan a seguir adelante con mis proyectos, son quienes confían en que yo puedo dar lo mejor de mí, son quienes quieren salir todo el tiempo para pasar momentos felices juntos...Por eso a ellos les quiero desear un muy feliz día, aunque no es sólo hoy sino las veinticuatro horas y los trescientos sesenta y cinco días del año. Gracias por estar siempre y ser mi sostén. Los quiero con el alma.


@Incredulas - 20/07/15

domingo, 19 de julio de 2015

Amores complicados

A todos les preocupa no encontrar le amor, no poder amar o no ser amados. Ese miedo ronda en el inconsciente colectivo de todo el mundo.
"¿Y si me quedo sola?", "¿y si nadie me ama?", una y otra vez, revoloteando en tu cabeza como el mosquito que a la noche suena en tu oreja y no te deja dormir.
¿Pero nadie se preguntó qué pasa cuando encontrás el amor, cuando amás y al mismo tiempo te aman y sin embargo la vida no es color de rosa? ¿Qué pasa cuando la persona que más amás, y que a su vez más te ama, es la misma persona que te trae miles de problemas?¿Qué pasa cuando la persona que amás te hace ponerte a prueba una y mil veces a vos, a tus principios? ¿Cómo actúas en ese caso? ¿Cómo pensás o elegís pensar? ¿Qué hacés?. 
Creo que es más fácil aceptar un desamor que un amor difícil. El desamor es sólo soportar la pena de lo que pudo ser y no fue, el amor complicado es, en cambio, la ilusión de que todo puede estar bien, pero a su vez la desilusión de saber que muchas veces el costo es muy alto. 
En estos casos, para mí, lo mejor que uno puede hacer es confiar en el amor, confiar que si dos personas tienen que ser, van a ser. El amor es sabio y va de la mano con el destino. 
Muchas veces lo mejor que podés hacer, es no hacer nada.


@Incredulas - 19/07/15

sábado, 18 de julio de 2015

Libertad de elegir

Elegí sin miedos. Rompete la cara contra el piso mil veces, porque eso es vivir. De otro modo, estarías solamente sobreviviendo.
Lo más bello que tiene la vida es que cualquier tipo de afirmación, respuesta o premisa, puede variar dependiendo de la arista por la que se la mire. El poder elegir nos da libertad. La libertad, a su vez, nos permite seguir viviendo y ser felices. 
El problema que se nos presenta actualmente es que todos queremos ser libres pero muchos no sabemos qué hacer con la libertad. No sé siquiera si sabemos cuándo estamos siendo libres y cuándo no. Para mí el secreto está en las elecciones que hacemos. Cada segundo de nuestra vida nosotros estamos haciendo elecciones que pueden ser correctas o equívocas. Importantes o pelotudas. Cualquiera sea el caso, no importa. Bien o mal, siempre siguen siendo nuestras. Fijate la capacidad que tenemos y lo desapercibido que pasa en nuestras vidas...De todas formas, con lo anterior sigo por la línea de lo subjetivo, ya que soy de las que piensan que no hay decisiones incorrectas porque, indefectiblemente, el camino que tomemos va a llevarnos, de una manera u otra, exactamente al lugar donde tenemos que estar, justo en el momento en que tenemos que estarlo. Así que cuando te sientas mal porque pensás que sos una pelotuda compulsivo y que "nuevamente la cagaste", llorá, pataleá, encerrate, mirá películas, comé como un cerdo, empedate y tomate el tiempo que creas necesario para hacer el duelo, pero seguí para adelante, ¡seguí que vas bien! Y antes de bajar los brazos, entendé que eso es específicamente lo que tenías que hacer y exactamente lo que debía pasarte para crecer como persona y prepararte para recibir más fortalecido lo que se viene que, seguramente, es grande y maravilloso.


@Incredulas - 18/07/15

viernes, 17 de julio de 2015

Definiciones de amor

El amor enciende.
El amor confunde.
El ego sin querer lastima. 
El amor perdona y vuelve a encender el corazón.
El amor hace brillar el alma, da vida. 
El amor se equivoca, acierta, es cíclico, fluye inentendible, inexplicable, dicotómico, extremista. 
El amor es odio. El amor y el ego. El amor y la muerte. El amor y la vida. 
Sin odio no hay amor, sin amor no hay odio.
El amor es polémica, así como sin agua que lo apague, el fuego destruye. 
Sin hambre no hay saciedad, sin sol no hay luna y sin oscuridad no se apreciaría la luz. 
El amor es límite pero es ilimitado y eterno, siempre que se lo comprenda aunque sea incomprensible
El amor cicatriza, da fuerza y empuja a vivir. 
El amor es historia, es principio y fin, es camino, trayecto y cansancio. 
El amor es cambio radical, confusión y sentimiento.
El amor es impulso, es pensamiento, es instinto.
El amor es alguien, es algo, es todo.
El amor es único e irrepetible. 
El amor es locura, serenidad y coherencia, incoherencia, irresponsabilidad y éxtasis. 
El amor es constantemente ser, dejar de ser, cesión y capricho. 
¡El amor es locura!.
El amor es ser humano y estar vivo.
El amor es sentirse vivo.


@Incredulas - 17/07/15

jueves, 16 de julio de 2015

Búsqueda

Búsqueda constante de entender las respuestas de la vida.
Buscar, siempre.
Ser constantes en la búsqueda de aprendizaje, de conocimiento, de sabiduría. 
Ser curiosos. 
Esperar en la desesperación y encontrar en las ruinas, cuando ya no quede nada.
Creer, aún en tiempos de escepticismo. 
Defender los ideales y el arte que nos guía, nos impulsa y nos mueve. 
Explorar los universos de las verdades desconocidas, más profundas. 
Llenar los vacíos existenciales que nos dejan las preguntas, con respuestas que nos lleven a más preguntas. 
Viajar por lo oculto, por los puentes de la imaginación, por nuevas y viejas costumbres.
Encontrar. Encontrar amor, dolor; encontrar certezas y verdades; encontrar incertidumbre y dudas.
Regalarle sonrisas a la adversidad y a los adversarios, que padecen su soledad y sus resentimientos. 
Darle guerra a esta paz, ser guerreros y soldados de la realidad.
Liberarnos de la amargura y de las dolencias, abrazar nuestras virtudes y alegrías. 
Conservar la vocación, el humanismo, la empatía que volcamos en un abrazo, en una mirada, en una sonrisa o en un simple gesto de silencio que habla más que mil palabras.
Patear las veredas, las calles; gastar suelas en mundos nuevos. Abrir la cabeza hacia otras posturas, transformar así el alma en inmensidad.
Escuchar las melodías que nos acarician, que nos protegen, que nos devuelven años como cápsulas del tiempo y de la nostalgia dulce.
Comprender, entender, aceptar el pasado y todo lo que no pudimos, siendo conscientes de lo que somos, de lo que podemos ser. Emprender nuevos caminos que sugieran la locura, la cordura.
Reconocer los extremos: la lujuria y la sencillez; la necedad y la sensatez; el absolutismo y el relativismo.
Recuperar la sensibilidad y los sentidos, la honestidad. Permitirnos el llanto y permitirnos la risa; permitirnos el dolor y la superación. Pero no olvidar.
Romper las barreras y las estigmatizaciones.
Ser los dueños del reloj y de nuestras normas, de nuestra vida. Acabar con las estructuras, atravesando la rebeldía y con ella las angustias y satisfacciones que así logramos. 
Admitirnos. Admitir nuestras equivocaciones, nuestros defectos, nuestras desidias, así como también nuestro potencial y nuestras razones. 
Admitir la ignorancia y la sabiduría.
Lograr que las verdades y los pensamientos se traduzcan en hechos. 
Respirar en presente.
Festejar, salvar la risa y la alegría, nuestra integridad, nuestra capacidad de sentirnos vivos.
Burlar al destino y a la suerte, a la perfección de los dioses. 
Ser cómplices de nuestra memoria en los tiempos de olvido.
Soñar, a pesar de las pesadillas, a lo grande, por los abismos y saltando los muros de nuestra mente. 
Aprender de nuestra integridad: sanarnos, curarnos, reconstruirnos.
Dejar a un lado la resignación y la redención. 
Perseguir una idea y llevarla adelante, a pesar de todo.
Ser buscadores, encontrarnos en nuestra búsqueda. Y nunca dejar de buscar.


@Incredulas - 16/07/15

lunes, 13 de julio de 2015

Contemplándote

Tu andar despreocupado me invita indefectiblemente, sin quererlo, a admirar, con una sonrisa de oreja a oreja, cada acción que lo acompaña, que te vuelven una persona tan única, tan irrepetible e inigualable...Por lo menos para mí. Cada vez que tengo la oportunidad de contemplarte o escuchar salir de tu boca palabras que, dichas de otra forma o por otra persona no tendrían tal impacto en mí, lo hago con total admiración y agradecimiento, no sé si a la vida, o a quién sea que hizo que pueda tenerte cerca mío.
Tenés un brillo y una luz especial que te distinguen de la multitud que te rodea, tenés ese no-sé-qué que me genera algo muy difícil de poner en palabras. Palabras que, además, pueden ser fácilmente malinterpretadas, y no es la intención. Y creo que lo que te destaca aún más es que esto lo sabés, pero intentás, modestamente, no enfatizarlo de manera clara, siempre fiel a tus principios. Y lo más genial de eso es que lo lográs, pero sin perder esa espontaneidad que te caracteriza.
Y no es que la vida no te haya palizeado, pero enfrentás como nadie cada palo que ella te da, vivís a pleno cada momento y te agradezco por transmitirme tus ganas de vivir igual. Hoy, con una mano en el corazón, te puedo decir que sin vos no soy, aunque pueda sonar exagerado. Día a día me esfuerzo por acercarme un poco más a todo eso que generás adentro mío, por poner en práctica tus enseñanzas. Y, creeme, a veces no es tan fácil, pero siempre estás ahí, aunque no necesariamente estando presente, empujándome a seguir. Lográs que te lleve conmigo en cada paso, sin la necesidad de tenerte al lado.
Mal que te pese, tu espíritu te lleva a estar siempre un paso más adelante, y llevás esa tarea de manera inmejorable, contradictoriamente, mejorando día a día.
Si supieras cuánta luz que derrochás y cuánta paz me transmitís. Y, por favor, que no venga nadie a querer enseñarme conceptos trillados de la libertad, si ellos no pueden, como yo, admirar cómo volás en cada paso que das. Tu mirada me reviste de energía, y con sólo gestos o palabras me curás con tu locura y me rescatás de mis mambos, enseñándome a vivir a pleno la vida y no mis conceptos de ella. Con vos voy aprendiendo a usar mi cabeza como herramienta y no como un arma letal. a desconectar cada tanto y a disfrutar mucho más. A sentir, y nada más.
Gracias por ser una de las pocas -por no decir única- personas que me ve pero de verdad, más allá de lo que se dice o se ve. Por verme, pero no superficial. Por ver mi alma y dejarme mostrarla olvidando mis miedos, por dejarme sentir cerca la tuya.
Hoy puedo sentarme a admirar las cosas más simples y bellas de la vida y sonreír agradecida, y creeme que no miento cuando digo que tu enseñanza es causa y efecto de aquello. Al final del camino, son las pequeñas cosas las que quedan y valen, y doy fe de que este saber no hubiera sido del todo posible ni tendría el mismo valor de no haber sido por vos, y tu simpleza haciendo grande y puro hasta lo más mínimo que nos rodea.


@Incredulas - 13/07/15

domingo, 12 de julio de 2015

Ni blanco ni negro

Detesto los extremos, pero reconozco que muchas veces encontré la sabiduría a costa de ellos, porque parando en el medio la balanza no se inclina.
Entiendo esa necesidad de tocar fondo para empezar a subir, de transformar las ruinas en un castillo. Quizás sea parte del llamado proceso de maduración, la transición hacia una nueva etapa cargada de la responsabilidad que implica la tan preciada libertad: el tesoro de llevar el cuerpo y la mente hacia cualquier extremo, si es que volvemos al principio del relato. Pero la libertad no es sólo ese concepto trillado que nos sugiere al vuelo. Está cargada de decisiones y del riesgo de asumir las consecuencias, por eso muchas veces la tenemos ahí, cerca, la acariciamos pero sólo un rato, nos animamos a sacarla a pasear, hasta que nos trae algún disgusto, y ahí todas las leyendas que nos jactábamos de profesar caen en la triste hipocresía. Y yo ya me cansé de eso. Y admito que ya me cansé hace rato, que lo dije unas cuántas veces, y, al fin y al cabo, para simplificar la ecuación de mi cabeza, no me hice cargo.
Pero esta vez es distinto. 
Quiero creer es distinto, que no me estoy equivocando. 
Quiero creer que hay que sacar a relucir, si es que queda, el amor propio. Y estoy segura de que queda, para rato y para siempre
Las ideas no son simples palabras plasmadas, sino que se defienden a capa y espada, y cuentan con un gran punto a favor: no caen en la necedad, le escapan.
Esta vez la resaca duró un poco más que el día después al descontrol. Sentí algo dentro mío que pedía salir y que no estaba cómodo, una sensación de estar pero a la vez no, de estar desde otro lugar, de no pertenecer ni sentir ganas de hacerlo. Pero pude entender que la angustia y el reproche son necesarios para seguir mutando en nuevas formas. Entendí que a veces la única forma de encontrar, es dejando de buscar. Que a veces hasta en la mayor monotonía hay algo que no va a encajar. Que ser parte no significa ser igual.
Quizás encontré lo que buscaba y ni cuenta me di. Puede ser que nunca lo encuentre, o puede que nunca lo sepa. Pero sé que este despertar no es fugaz, y el camino me va mostrando el rumbo, mientras nacen nuevas emociones.
La libertad fue alejarme de ese mundo que yo misma creé. Y nunca fui tan libre como cuando cerré los ojos y el pánico no apareció para robarse los sueños y la tranquilidad, y no necesité más que una mente libre, para poder resurgir otra vez.
No me gustan los extremos porque no creo en absolutismos. Porque todo va cambiando de acuerdo a la mirada, y lo que hoy es real, mañana puede desaparecer. No creo en blancos ni en negros ni en grises. Por algo existe el arcoiris, que al final no es más que otra ilusión.
Despertar es algo más que abrir los ojos.


@Incredulas - 12/07/15

sábado, 11 de julio de 2015

Revolución es romper paradigmas

Alguna vez me dijeron que no es posible el cambio, me quisieron convencer de que es inútil intentarlo, de que la revolución es un imposible. Por suerte, por mis convicciones y porque creo firmemente en mis ideales y en que hay otros (aunque quizás no sean mayoría) que quieren lo mismo que yo, nunca hice caso a esos comentarios porque no estoy sola, porque prefiero intentarlo a quedarme sentada viendo cómo el mundo se va destruyendo, porque confío en que algún día, quién sabe cuándo, vamos a vivir en un mundo mejor, más justo, donde se respire igualdad, pero real, porque tengo las herramientas, y aunque no sean tantas, voy a usarlas, y no me voy a callar ante nada si todo lo manejan unos pocos que se dan el lujo de hablar de derechos o valores cuando podrían hacer mucho para mejorar las cosas y para que estos se respeten, y en vez de hacerlo sólo buscan tener más y más poder, poder que los vuelve ciegos. Y nadie va a venir a decirme que las cosas no se pueden cambiar, nadie va a sacarme las ganas de luchar, porque sé que probablemente no vea el final de esta película, pero me alcanza con saber que puedo ser parte, que puedo hacer mi comienzo y pelearla a mi manera.
Vivimos tanto tiempo quejándonos por cosas que no tenemos o por cosas mínimas cuando hay gente que vive mucho peor. Y no quiero decir que haya que minimizar los problemas, sino abrir la cabeza, mirar alrededor y ser más conscientes. No mirar para otro lado, no encerrarse en uno mismo, poder mirar más allá. Es inexplicable la impotencia que me genera ver gente viviendo tan indignamente, sin nada, y que encima está acostumbrada a esto porque es su realidad, porque fue siempre así, porque hay un sistema que los marginó y los margina cada vez más, y se jacta de hacer algo por ellos, cuando en realidad los que más pueden hacerlo, no hacen nada.
No es necesario hacer grandes cosas para generar un cambio. El gran cambio llega de las pequeñas acciones. Y si todos lo hiciéramos, llegaría mucho más rápido. No hace falta tener mucho para poder ayudar; alcanza con voluntad, con ganas, con la convicción de que se puede lograr algo mejor, y con amor y solidaridad con el otro. Se puede empezar desde dejar de mirar a un costado cuando vemos a alguien que vive en la calle hasta intentar abrir la cabeza a otros que no ven la realidad como es; se puede empezar con miles de acciones que, si todos los que se quejan de cómo están las cosas empezaran a hacer algo, esto que hoy vivimos se podría revertir mucho más rápido.
No nos acostumbremos a tanta injusticia como quieren que hagamos, no lo normalicemos como quieren imponerlo, rompamos ese paradigma.
Me preguntaron cuál es mi revolución, y yo creo que la revolución no es lo que muchos piensan o nos quieren hacer pensar. La revolución no es sangre, no es violencia, no es guerra. De ninguna forma se puede llegar a la paz mediante el uso de armas. El amor es la mejor forma de revolución. Las ganas de querer un mundo mejor son la revolución, y el hacer algo por ello.
Mi revolución empieza en mi cabeza, cuando logro ser consciente de la realidad y de que las injusticias que me rodean algún día pueden tener un fin. Empieza desde cosas tan simples como no tirar un papel en la calle hasta compartir tiempo y ayudar a personas que no tienen mis mismas posibilidades y hacerles saber que no están solos, que hay gente que quiere ayudarlos y motivarlos a salir adelante, a luchar por sus derechos, por su dignidad.
Mi revolución es intentar que otros la empiecen también, despertar consciencias y transmitir ganas, lograr que algún día seamos millones en todo el mundo.
Mi revolución es salir de lo impuesto, es lograr de a poco que la revolución sea un mismo grito.
Mi revolución es el arte, lo más puro que tenemos, la mejor forma de llegar hasta el alma de otros. El arte es la utopía que me impulsa a seguir caminando, luchando por lo imposible.
Y sé que es muy difícil, sé que es difícil terminar con la injusticia, con la pobreza, la desigualdad. Sé que quizás nunca pase, pero mientras exista una mínima posibilidad, una esperanza, no me voy a rendir. Podrán decirme que soy una soñadora, pero no soy la única. Somos miles, y cada vez somos más. Y no padezco esto, lo disfruto, porque sé que hay muchos al lado mío que quieren lo mismo, y sé que las risas y la alegría cambian al mundo, no el sufrimiento. Porque la revolución se gana con eso, se gana con amor, y transmitiéndolo a otros. Esa es la única manera de lograr un mundo mejor: terminando con las desigualdades y los prejuicios, abrazando con ganas y sin miedo, regalando sonrisas y motivando, ayudando, ser todos juntos un mismo cuerpo que lucha por la igualdad y la libertad, sintiendo las injusticias a otros y luchando por un mismo objetivo, juntos, de la mano.
Esa es la revolución: dar la vida por la vida que queremos vivir, es romper paradigmas.
Y algún día, mi estrella más que nunca va a brillar por haberlo logrado.


@Incredulas - 11/07/15

viernes, 10 de julio de 2015

El ritmo que le falta a mis canciones

A veces te extraño porque en verdad lo siento. A veces te extraño porque la soledad y el aburrimiento me llevan a eso. A veces te extraño por las dos cosas, porque lo siento y por aburrimiento, y para sentir que no soy tan insensible a la sensibilidad.
No sé bien cómo recordarte. No fuimos nada. La historia pintaba de esas de película, de esos dos que se gustan pero lo niegan y no avanzan, y todos alrededor se dan cuenta de eso, entonces insisten y los dejan todo el tiempo en jaque y en situaciones incómodas, pero igual, a pesar de los chistes, esos dos se siguen haciendo los boludos y aunque las ocasiones se dan, nunca pasa nada. Pero ella lo piensa todo el tiempo, y se miente a sí misma porque sabe lo que siente y lo que él siente, y aunque muchas veces se lleva el mundo por delante, no se anima a avanzar. Y él, tímido, callado, le regala sus sentimientos en canciones que le escribe pero nunca le va a mostrar (igual que ella, pero ella no las termina, sólo las escribe, porque flashea que algún día él les va a poner el ritmo).
Y cada tanto se acercan (pero cada tanto, cuando no es a propósito, cuando no se dan cuenta) y entre acordes comparten pasiones y virtudes, locuras y contradicciones, y se sienten más cerca que nunca (así, sin darse cuenta) por hacer lo que más les gusta juntos, y el alrededor desaparece. Desaparece, claro, hasta que levantan la vista y todos los están mirando. Y no pueden evitar las sonrisas nerviosas y las risas porque se dan cuenta de que son dos boludos, porque los dos la tienen servida y la dejan pasar y nunca pasa nada.
Hasta que pasa. 
"Y no sabés cómo esperé esto", le dice él. Y ella que se ríe y se muere de amor pero no le sale decírselo, y lo abraza, y le dice que son dos boludos, porque esa es su forma de demostrar amor, aunque tenga tantas cosas para decirle. Pero le gusta más escucharlo, porque él al fin habló. Y sabe que las palabras de él valen tanto como los abrazos silenciosos de ella.
"Soy lento y somos dos boludos. Y yo sabía que se iba a terminar dando, pero me gusta más la expectativa, el momento anterior, imaginarme cómo pueden darse las cosas y flashear (el amor antes del amor, piensa ella)...Estaba esperando el momento perfecto", ("tardaste un poco", piensa ella, y no sabe si sólo lo piensa o de tan torpe lo termina diciendo). "Pero se dio, eso es lo importante" (y eso no sabe quién lo dice). Y se abrazan, y ella le da un beso, mientras lo único que ilumina es la luna a través de la ventana. Y la noche se pasa entre charlas y sinceridad, confesiones y canciones, y besos, abrazos y risas, porque los une algo más que esa pasión. Y más tarde, el silencio se hace cómplice y contrasta con la luna, que en algún momento, sin saber cuándo, se apaga.
Podía ser la historia perfecta. Tenía todo para serlo. Pero quedamos ahí, en la puerta, en el punto cúlmine de la película, como en esas que el protagonista se da cuenta de todo antes que sea tarde y la va a buscar en el momento justo, y todos los problemas se resuelven en ese beso que todos esperábamos (porque a esa altura, la historia ya es de todos), y al final todo se vuelve más fácil. Pero no. Las películas podrán tener siempre finales felices, pero yo me quedo con la vida real, con las canciones que nunca se van a escribir, con los problemas sin resolver, con los besos que quedan sin dar (para aferrarme a esa esperanza de que alguna vez pueden pasar) y con los sentimientos a flor de piel...Aunque a veces me cuesten deslices en noches de sincericidio y soledad, aunque a veces las escenas perfectas y las lluvias me hagan confundir. Porque no, nosotros no. 
No tuvimos los huevos para animarnos al después, a ese momento que no es tan fácil como lo pintan. O capaz que sí, no sé, pero creo que retrasamos tanto el momento por ese miedo, por la comodidad de cuánto nos gustaban las risas nerviosas y la expectativa, y flashear historias sobre lo que podía pasar. Pero ahora nos quedamos sin nada...Sin las risas nerviosas y sin el después. Sin nada más que decir, porque ya nos dijimos todo y no alcanzó. O vos dijiste y yo llegué tarde. O dijimos de más y nos pasamos de compás.
A veces me gustaría saber qué hubiera pasado si ese beso se adelantaba o esperaba un poco más. Me imagino una historia en la que no me quedan tantas cosas por decir y vos no decís tanto de entrada, y no somos tan cagones. Pero creo que eso es lo que te hace especial: que nunca llegamos a ser, que todo resultó inconcluso (y confuso) y que de haber sido de otra forma, quizás hoy no te estaría regalando pensamientos y canciones que se roban mi imaginación.
Sos el ritmo que le falta a mis canciones(Hay recuerdos que se guardan tan latentes que al volver un poco la memoria no se reproducen sólo las escenas sino también los sentimientos, y las pieles erizándose otra vez).


@Incredulas - 10/07/15

jueves, 9 de julio de 2015

Independencia

La vida y los años van pasando y nosotros vamos haciéndonos grandes: aprendemos de nuestros errores, vivimos como queremos (o como podemos), aplicamos y ponemos en práctica valores y costumbres que tenemos de toda la vida, esos que nos deja nuestra familia cuando somos más chicos. Así vamos, con cosas buenas, malas, sentimientos encontrados, felices, tristes, enojados, alegres, de buen humor, de mal humor, en contra del mundo, a favor del mundo, etcétera. 
Vamos creciendo y vamos cambiando. Nos empezamos a hacer grandes y aprendemos a separar las cosas. Terminamos la secundaria, la etapa más dura de todas, plena adolescencia, primeros amores, una momento muy complicado, pero que cuando la terminás, la extrañás. Es hora de irnos a estudiar, para las personas de provincias como la mía, nos cuesta mucho el tema de irnos a vivir a otro lado, ¡es todo un desafío!.
Irnos a vivir solas a una ciudad tan grande como es Córdoba, San Luis, Rosario o Buenos Aires, entre otras, es un desafío que da miedo, realmente asusta. Nueva casa, nuevas obligaciones, nuevos amigos, empezar a cocinarnos nosotras todos los días, ir a pagar las cuentas, ir al supermercado...Son miles de responsabilidades. Tenemos que demostrar en nuestra casa que nosotras podemos cuidarnos solas, que nosotras podemos hacernos cargo de todo un departamento pero, sobre todo, demostramos que podemos ser libres.
Vivir solas es dejar de depender de nuestros papas para todos, vivir solas es sinónimo de independencia, es tener nuestra libertad, libertad de decidir, libertad de salir, de estudiar. ¡Libertad, libertad, libertad! Pero ojo, hay que saber administrar bien esa libertad y llevarla con mucha responsabilidad, acuerdénse que siempre los extremos son malos...


@Incredulas - 09/07/15

lunes, 6 de julio de 2015

Mambos

¿Por qué será que una y otra vez volvemos a lo mismo, sabiendo que está mal? ¿Por qué será que sabiendo por donde es el camino, volvemos a derrapar?.
Yo sé que el autoboicot no sirve de nada, que muchas veces los mambos que me hacen perder el norte y me llevan a la soledad son solamente fantasmas que me atormentan en mi cabeza. Sé que el miedo al miedo es mucho peor que el miedo
Tengo las respuestas y tengo los caminos. Los recorrí de norte a sur, de este a oeste, día y noche en busca de una salida que no me haga volver atrás, pero no puedo. Aunque la encuentre, no me sale, me sigo perdiendo. Aunque crea que ya no hay vuelta atrás, sigo cayendo. Y aunque ya no duela tanto, y hasta sepa un poco cómo caer, el miedo es a que dure más, a que no se vaya, a que esa voz que me hace tropezar nunca se calle. Siento que intenté todo, pero a la larga o a la corta siempre termino volviendo.
No es todo tan terrible. Pensando con claridad, la solución está en mí, pero, ¿qué hago cuando esa claridad se cubre de nubes? ¿De qué me sirve saber que todo pasa si no puedo controlar el mientras tanto? ¿De qué me sirven las palabras y los consejos que puedo dar si yo misma no los puedo aplicar? ¿Con qué se llena ese vacío que desaparece, pero siempre vuelve a resonar? Soy tan sólo preguntas...
Será que en esos momentos en los que creo estar más lejos de mí, es cuando en realidad más cerca estoy. Ese miedo, esa falta de valor de no poder seguir hablando cuando el nudo en la garganta crece. Esa puta frialdad que no me deja ser del todo, que es tan fuerte que me vuelve débil, vulnerable, por no poder mirar a los ojos y pedir ese abrazo que el vacío reclama a gritos. Una solución tan fácil, tan al alcance de la mano, que me cuesta tanto aplicar. Y más bronca por eso, por saber cuál es la solución, o por lo menos el calmante al dolor, y no hacerle caso. Y toda esa mierda, las debilidades que aparecen por todos lados, que se muestran en enojos, en peleas, en broncas y en el puto orgullo, porque yo ya sé que me equivoqué, pero si te miro así es porque ya me cansé, porque mi boca ya arruinó demasiado y las lágrimas no tienen el valor para noquear al orgullo, que siempre es más fuerte. ¿Por qué es tan fácil entender la pena del otro y tan difícil dejar salir la propia? Y después siempre el reproche, y la culpa (la auto culpa).
Alrededor y en lo superficial todo va a seguir igual. La careta de superación es firme y difícil de romper. Hay que saber leer la complejidad de los gestos y escuchar lo que las palabras no dicen. Pero no es cuestión de echar culpas y andar señalando. No somos todos iguales.
Igual, el sol ya salió. O nunca se escondió, aunque no lo pueda ver. Porque a veces perder el tiempo con preguntas sólo sirve para ganar en dudas. Y, a veces, las dudas nos tapan el sol...


@Incredulas - 06/07/15

domingo, 5 de julio de 2015

Madurar

Hay que mezclar las cartas y volver a repartir. Esta mano fue muy mala y solamente ayudó a perder.
Buscando. Buscando un rumbo, un refugio y un lugar. Comparando precios, buscando compañeros.
Ya no es lo mismo.
Creo que se llama madurar todo esto que estoy viviendo.
Hay que seguir buscando, yo sé que en algún lugar mi pequeña yo me está esperando, pero sin embargo acá me ves, pensando como si no existiera mi niña interior.
Madurar es permitir que él no te trate mal.
Madurar es entender que él no va a cambiar.
Madurar es saber que hay un lugar en el mundo que está hecho para vos y lo tenés que encontrar.
Madurar es saber que nunca vas a volver a tu domicilio, a tu lugar de estudio, a tu casa de niñez...
Madurar es irte a vivir solo, capaz...
Madurar es seguir buscando despacio, pero al fin buscar...


@Incredulas - 05/07/15

sábado, 4 de julio de 2015

Todas las hojas son del viento

El cambio es lo único eterno. Permanecer en la idea es fidelidad, pero también puede ser quietud.
Te perdiste en los túneles del pasado dejando pasar las oportunidades por esperar siempre algo mejor. Las modas amenazaron tu idea de revolución, y ese sueño lo atesoraste, lejos de la contaminación.
El tiempo pasó. Cerraste los ojos, y mientras te dejabas caer en las garras del olvido y en la nocividad del tiempo, el sueño te despertó. Es que es la memoria lo que resiste a cada contratiempo, lo que resiste a todo; porque "si no existe la memoria, todo lo nuestro es suicida", y apenas una grieta, un resquicio, un leve destello alcanzó para renacer, para volver a caminar hacia la utopía que te llevó a ponerla en palabras.
Y es ahí, en un simple momento, donde reconocés en lo conocido un mundo desconocido que se resignifica y cobra un sentido diferente, un universo con nuevas formas y lenguajes, lejos de la fragmentación de los medios que te sujeta a la resignación, a la decepción, a la costumbre que sólo logra acobardarnos y pregona el temor y la conformidad. Pero vos no escuches...Bailá. Bailá en la miseria, de la mano de viejas y nuevas melodías que reaviven o apacigüen el trayecto. Bailá, escapale al conformista, porque el que silencia es cómplice del sistema. Bailá al lado de corazones que bombean revoluciones, persiguiendo el deseo que te mantiene con vida, y así tu revolución reinará en mil sonrisas.
Porque nadie es insignificante al mundo, porque tu presencia es vital.
Gastemos suelas en veredas olvidadas, en calles del desconsuelo. La libertad está más cerca de lo que nos animamos a ver. Hay una magia que se vuelve casi tangible en lo cotidiano, en los atardeceres, en días de lluvia, cuando nos miramos a los ojos, cuando sonreímos en silencio. La eternidad está en esos momentos, cuando nos sentimos vivos.
Hay tragedias cotidianas, como aquel que camina atado a su destino, apurado sin saber a dónde va, como el que destruye al mundo, como el que se resigna a las normas de lo establecido. Es tan fácil caer ahí...
Desafiá a la imaginación, escapale a las fórmulas del éxito. Ese cambio que buscás está en la firmeza del ideal que le gana a todo, está en la rebeldía, en la lucha por buscar esa verdad, en la fe que asegura que algo mejor va a llegar.
Quizás sea una promesa entre tantas. Quizás mis ojos no lleguen a tiempo, pero alguien va a seguir esos pasos, y en esos ojos me voy a encontrar, que me miraron, que descubrieron, que aprendieron, que jugaban y me regalaban las sonrisas más sinceras y me obligaban a prometerles un mundo mejor.
Quizás nunca encuentre la respuesta, pero hay misterios que insisten en no ser develados, y yo sé que algún día esas hojas en el viento se volverán fuerzas de vida que anunciarán que el sueño se volvió realidad.


@Incredulas - 04/07/15

viernes, 3 de julio de 2015

Crónica de un holograma

Otra vez subí a esta montaña rusa que nunca frena...¿Cuándo podré bajar? ¿Cuándo va a terminar todo esto? Ya no me divierte...
A veces, sólo a veces, trato de encontrarme en el espejo, en el lugar conocido de mi niñez donde hacía caras raras y me reía de mí, pero ya no me encuentro ahí ni mirándome a los ojos...¿Dónde estoy? ¿Qué fue de mí? ¿Quién es esa chica con tan poca vida que aparece del otro lado? No me gustan sus ojeras...
Me preocupa el qué dirán, pero no lo que me dirá el espejo, sino lo que dirá el espejo de los demás.
Cambié. Modifiqué muchísimas cosas que eran esenciales en mi ser...Antes, cuando me observaba en el espejo y jugaba, ¿era realmente yo? ¿O era un holograma de lo que soy hoy? ¿Era lo que yo quería ser? ¿O soy ahora lo que nunca quise ser? ¿Y si era lo que él quería que sea?.
Ahora las cosas habían cambiado. Yo pensaba en él, no más en mí. Sólo me importaba protegerlo de mi mundo...Pero me perdí en mí misma, y ahora mi cuerpo se estaba perdiendo.
Mi familia y amigos empezaron a notar los cambios. Ya no era la misma, ya no tenía la sonrisa de antes, me desconocían...
En una noche fría de invierno, me di cuenta por pensar mirando el techo en mi cama, que cada mínimo detalle de mí me hacía única e irrepetible...Fui corriendo al espejo, me paré frente a él y me desnudé.
Me observé durante dos horas sin moverme un sólo segundo.
Noté mis ojeras. Noté mis clavículas marcadas notoriamente. Noté mis costillas saliéndose de su lugar. Noté que igual un rollo sobresalía por encima de la ropa interior. Noté una cicatriz de la operación de apendicitis. Noté las cicatrices de los cortes en mis brazos. Noté los cuarenta y cinco kilos que habían desaparecido, aquellos por los que tanto me esforcé. Noté el libro "Abzurdah" arriba de mi cama.
Después de esas dos horas eternas, me di cuenta que yo no quería cambiar más, que ya no era feliz, que me había transformado en lo que nunca quise ser: anoréxica, bulímica, depresiva y solitaria. Todo sucedió en ese instante, como si el viento hubiera traído a mis pensamientos la palabra "auto aceptación".
¿Qué veían los demás cuando me veían? Yo me estaba dando asco de mí misma y en lo que me había transformado. Me avergoncé de todo lo que hice. Me arrepentí en un segundo de haber preocupado tanto a todo mi entorno y haber sido tan ombliguista de fijarme sólo en mí, solamente por dejarme llevar por la mirada de los demás. Y esos "demás" no son ni mis viejos, ni mis hermanos ni mis mejores amigos. Esos "demás" son la gente tóxica de afuera, los que te obligan a tener una medida de 90-60-90 para triunfar. Pero me di cuenta que yo no tenía esas medidas y que con este peso y estos problemas yo no iba a llegar a ningún lado. De hecho, yo no quería llegar a ningún lado, solamente que mis seres queridos vuelvan a confiar en mí y darme cuenta de todo lo que soy capaz si tan sólo me quiero un poco más a mí misma.
A partir de ese día, las cosas cambiaron. Recuperé mi peso, volví a comer (aunque me costó mucho debido al cierre de mi apetito) y me alejé de aquel amor enfermizo que me había hecho tanto mal por culpa de mis propias obsesiones. Recién ahora puedo decir que soy feliz.


@Incredulas - 03/07/15

jueves, 2 de julio de 2015

Oportun-crisis

Siempre llego tarde a todos lados. A todo. Dejé pasar oportunidades por creerme dueña del reloj, por fallar en los cálculos. Me creí dueña del tiempo real, de esa burda invención del hombre que marca los segundos. Inútilmente, porque a ese tiempo no le podemos ganar. Va a seguir corriendo infinitamente, o quizás hasta una finitud muy alejada de nuestra proximidad. Da igual. También me creí dueña de mi propio tiempo, me sigo creyendo. Me perdoné las horas perdidas pero colgué demasiado en historias sin fin que me llevaron siempre a los mismos lugares, y por perderme ahí, dejé pasar otras oportunidades.
No reniego de las noches de locura aunque hayan costado mañanas de resaca, que a veces hasta se volvieron días. 
No reniego de tiempos de lujuria porque algo habré ganado, quizás en aprendizaje, que aunque no siempre pueda aplicarlo, en algún futuro va a ser mi motor. Y las derrotas obtenidas por no haber llegado a tiempo pesan, algunas duelen como espinas clavadas, pero no pudieron tapar las alegrías.
Podría decir que no me arrepiento de nada, porque todo fue un paso más, pero cuando el mismo error se repite una y otra vez, cuesta un poco adjudicarle un valor positivo, o restarle peso. Soy fiel a seguir las emociones, pero, aunque tardé, aprendí que la cabeza no siempre es enemiga, y que a veces hay que escucharla. No sirve echar culpas a terceros o a factores externos, pero tampoco sirve carcomerme la cabeza por las noches revolviendo los mismos asuntos esperando que así se alivie la culpa, porque logro exactamente lo contrario.
Basta. Ya no quiero más. Pero esta vez es en serio (una más y van...). No quiero que los errores pasados me frenen y me lleven a correr hacia la nada, porque a las apuradas tampoco se llega a ningún lado. No quiero desconfiar de miradas que dicen "te quiero" por el temor de estar mejor, y así salir corriendo, por mis miedos que ellos sí, ellos siempre llegan y hasta con anticipación. No quiero refugiarme en miradas perdidas por una simple cuestión de conformidad, que es una vulgaridad a la idea, a la verdad que es un grito en el viento cuando ya no puedo escuchar nada.
Ya me equivoqué. Ya me alejé de abrazos sinceros porque la desconfianza está siempre expectante, pero ya no hay tiempo para lamentos y rencores. Me tengo que despertar, o las oportunidades van a seguir pasando antes que yo, y ahí va a volver el miedo a enfrentarse a espejos que devuelvan imágenes vacías, llenas de nada, porque sí, lo arruinaste una vez más. No se puede volver el tiempo atrás. Pero aunque cueste, nunca es tarde para aprender algo nuevo y volver a empezar. Hay que avanzar. La canción sigue sonando. No cualquiera suma sin restar. Saber elegir cuesta, y sí, algo hay que perder. Pero por el miedo a ganar ya perdí bastante. Y este tiempo lo hago yo, porque está ahora y para siempre en mis manos.


 @Incredulas - 02/07/15