martes, 17 de diciembre de 2019

Cosas imposibles

Es más fácil que salga un CD nuevo de Gardel.
Es más fácil ganarle una final del mundial a Alemania.
Es más fácil que los Redondos se vuelvan a juntar.
Es más fácil averiguar quién mató a Nisman.
Es más fácil que se cumplan las leyes en Argentina.
Es más fácil atrapar una mosca con palitos chinos.
Es más fácil dejar de tener sueños al dormir.
Es más fácil ver un Santo en la cárcel.
Es más fácil tomar un avión e irse a Plutón.
Es más fácil robarle un beso a Ricky Martin.
Es más fácil saber dónde está Julio López.
Es más fácil caminar tranquilo por la calle a la madrugada.
Es más fácil derribar la Muralla China.
Es más fácil que exista un río de sangre.
Es más fácil comprobar si Dios existe.
Es más fácil que llueva en el Sahara.
Es más fácil que se sequen las Cataratas.
Es más fácil que se derrita el Glaciar.
Es más fácil que se caiga el patriarcado.
Es más fácil abrazar a un tiburón.
Es más fácil sacarse una foto con un dinosaurio.
Es más fácil estudiar medicina en la UBA.
Es más fácil ponerse una musculosa en la Antártida.
Es más fácil aprender a hablar mandarín.
Es más fácil que Michael Jackson vuelva a bailar.
Es más fácil entender código morse.
Es más fácil que vuelvan los visitantes en todos los partidos de fútbol.
Es más fácil saber dónde está María Cash.
Es más fácil terminar con el hambre en el mundo.
Es más fácil que no haya corrupción política.
Es más fácil separar a la Iglesia del Estado.
Es más fácil que el aborto sea legal, seguro y gratuito.
Todo eso es más fácil que olvidarte.

miércoles, 24 de julio de 2019

Me llenaste de vida

¿Viste cuando te reís mucho con alguien que querés? Cerrás los ojos, te agarrás la panza, empezás a llorar y no podés parar. Pero de repente parás y miras al otro recuperarse. Y se pueden mirar a los ojos, se pueden entender por qué se rieron tanto juntos que sus energías están conectadas. Y ahí, con ese amor en los ojos y el corazón revolucionado por no entender qué pasa, o por qué lo estamos dejando sentir tanto, sin restricciones, si este mundo no es así.
Bueno, justo ahí entendés que deseás que el otro sea así de feliz toda la vida. Y sí, ojalá sea juntos y ojalá puedan compartir esos momentos mucho más. Pero si no, si por alguna cuestión esos momentos mágicos no se reproducen, igual necesitás que la otra persona esté feliz durante toda su vida.
Porque ya está. 
Se rieron juntos, el sonido de la risa desató una mágica armonía que siempre va a quedar en tu corazón, sabiendo así que nunca quisieras algo malo para esa persona que en un instante te llenó de vida.

viernes, 31 de mayo de 2019

Embobada

Escribo.
Borro.
Vuelvo a escribir.
Vuelvo a borrar.
Te pienso.
Te pienso y no puedo parar.
Te pienso y no puedo parar de acordarme del último beso que nos dimos.
Tampoco puedo parar de acordarme del beso que me diste mientras a mí me corría por todo el cuerpo un escalofrío que me recordaba lo viva que estaba.
No puedo parar de pensar en vos, y lo que es mucho peor, no puedo parar de pensar en la felicidad que me causa verte.
Y te vuelvo a mirar
Y me vuelvo a reír.
Y vuelvo a sentir tus labios hermosos apoyados en los míos, queriendo armar una coreografía.
Y vuelvo a sentir que la timidez de nuestras acciones no deja que se opaque el brillo hermoso que largás cada vez que tu sonrisa ilumina tus ojos.
Y te miro embobada.
Me mirás.
Sabés que estoy ahí y que estoy totalmente abierta de alma para que vos elijas qué querés hacer con esta relación.
Y no te aprovechás de eso.
Y me cuidás.
Siento tu preocupación y, aún más, siento cómo te esmerás cada vez que sentís que me incomodo.
Me llena el cuerpo una sensación tan hermosa como real cuando te veo venir, y no me mirás porque te da vergüenza, y sin embargo yo sí me animo porque sé que nunca desperdiciaría la oportunidad de verte a vos acercarte a mí con esa boca que me invita a besarte cada vez que la posicionás frente a mí.
Todavía no creo el tiempo mental que me ocupás.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Encontrando mi ser

En el verano del 2017 fui a  Monte Hermoso por primera vez.
Ese verano fue un caos interno. Mis sensaciones, sentimientos e ideas subían y bajaban. Se chocaban, se gritaban, se peleaban y se amigaban dentro mío. 
El 2016 había sido un año lleno de logros personales, crecimiento y muchas (muchas) peleas conmigo para ser un poco lo que soy hoy.
Estábamos paseando en el centro de la ciudad con mi mamá y una señora nos dio un folleto que tenía una lista de conciertos y shows que se iban a dar durante esa semana. A mí no me importaba mucho nada, ya que las vacaciones familiares no estaban siendo las mejores y me quería volver. Mi mamá, en cambio, miraba el folleto con muchísimo entusiasmo: 
- Mirá, está Karina.- dijo en tono burlón, y yo no entendí la burla. En ese momento prefería estar viendo a Karina y no dando vueltas sin encontrar un lugar para comer. 
La miré y me enseñó el folleto. Abajo del show de Karina estaba un show de Stand Up, no me interesaba mucho pero observé quienes lo darían: “Rayuela” se llamaba, y una de las artistas era una piba que seguía en Instagram y me hacía reír bastante. Decidí ir.
Llegué al teatro y no había tanta gente, el show pasaba y yo me reía de a ratos, pensaba de a ratos, me angustiaba de a ratos. Al principio pensé que era porque tenía a mi mamá mirándome con cara de “por que me trajiste acá, con esta piba que hace chistes diciendo la palabra pija”. Después pensé que era un poco decepción, porque ella no era lo que esperaba. Pero al final me di cuenta que no, no era mi mama, no eran ellos. Era yo. 
Hacía mas de un año estaba en una relación de mierda, estructurada, dolorosa. No quería verlo, no quería sentirlo pero sí, estaba ahí. Tenía en mis ojos, en mi mente y en mi corazón, la tristeza de saber que todo eso se iba a terminar tarde o temprano. Y mejor que fuera temprano, porque si todo esto lo detectaba en un show de stand up, claramente había tocado fondo. 
Seguían pasando los chistes y yo no me reía, tampoco lloraba. Sólo miraba a los artistas y asentía con la cabeza, quería que pareciera que los estaba escuchando y en realidad no me podía escuchar ni a mí misma. En un momento hicieron un chiste sobre las personas que iban a ver stand up y estaban serias y perdidas. Me sentí tan identificada que empecé a sonreír, incluso cuando no tenía ni idea lo que estaban diciendo. 
Salimos de la función y decidí comprarle el libro a la piba de Instagram. Había leído un par de cosas de ella y me había gustado, así que hice la fila y lo compré. 
Mi mamá me decía que estaba loca, porque nunca una piba que usaba esas “palabrotas” en público iba a escribir algo interesante. Me reí porque se asombraba de las palabras, pero el otro artista (obvio, hombre) también las decía y ella no se quejó ni una sola vez. En ese momento no tenía las discusiones, sino le hubiera dicho que estaba consumida por “lo femenino” y “lo masculino”. 
Apenas salimos del lugar abrí el libro y tenía una dedicatoria: 
“Donde no puedas amar, no te demores.” - Frida Kahlo. Gracias”.
Por mi cabeza pasaron mil cosas. Imágenes, palabras, situaciones. Me quedé paralizada un rato y sonreí. Cerré el libro, me subí al auto, agarré el celular y escribí: “Tenemos que hablar”.
Pasaron dos años de ese momento y soy otra. 
Hoy ya no me callo ante ninguna injusticia, pero mucho menos si hablamos de una mujer. 
Tampoco me cuesta tanto disfrutar el tiempo en familia, debe ser que ya no me siento tan adolescente. 
Seguí cambiando, y creciendo. Pero esa frase me marcó y me cambió la vida.
Y, lo más importante, aprendí a tener otros vínculos. Ya no tengo vínculos frágiles, de esos que hay que cuidarlos en todo momento. No tengo amigos de esos que no me dejan hacer tal cosa o tal otra porque si lo hago se enojan. No creo en los celos, no me gustan, me generan rechazo. 
Aprendí a amar en libertad, sobre todo porque entendí que si a la otra persona le das la libertad de SER (como quiera y lo que quiera) y aún así se queda, es porque realmente ve en vos algo que le gusta. Y esas personas valen la pena, porque siendo nos permiten ser. 

viernes, 8 de febrero de 2019

¿De quién es esta culpa?


El sentimiento de culpa me ahoga, me ata, me atrapa.
El vacío recorre mi cuerpo desde mis dedos hasta la punta del pelo.
Mis ganas de salir corriendo de las situaciones se hacen cada vez más fuerte, pero ¿A dónde vamos cuando queremos escapar de nosotros?
Paro. Respiro. Pienso.
Me veo.
Me veo problematizada, con cara de pensar.
Miro mi interior, me reviso, me recorro.
Culpa por no hacer lo que siento.
Culpa por no sentir lo que hago.
Culpa por el arrepentirme de las cosas que hice. Culpa por no arrepentirme de lo que no hice nunca.
Cargo con cosa de lxs demás.
Cargo con sus culpas.
Me vuelvo a mirar.
Salgo de mí y me digo: "esa mochila no es tuya, no te pertenece".
Me río.
Vuelvo a ser yo.