miércoles, 25 de marzo de 2015

Dieciocho

Tengo un corazón, y tengo un alma. Creéme: los perdí a los dos.
Los perdí desde el día en que me enamoré, y desde ese día no tengo ni corazón ni alma porque te los regalé a vos y sos el nuevo dueño.
Hicimos una estrella, ya se trate de una falsa, lo sé...
Pero igualmente yo creí que era real y certera como nuestro amor. 
Cariño, no quiero sentirme sola.
Te pido por favor que no huyas nunca de mí ni se te cruce por la cabeza dejarme.
Así que me besaste cuando me acosté, mis manos presionando tus mejillas, un largo camino desde el patio del recreo.
Aquel patio inmenso donde te conocí, aquellas baldosas que fueron testigo de lo encuentros más inesperados.
Te he amado desde los dieciocho, mucho antes de que los dos pensáramos lo mismo.
Y finalmente conseguí que puedas observarme y registrar lo que siento por vos.
Ser amada para estar enamorada...
Porque a veces la inseguridad nos mata a las mujeres. 
Todo lo que puedo hacer es decir que estos brazos se hicieron para abrazarte.
Y yo estoy cien por cien hecha para amarte.
Quiero amar con el amor que me hiciste sentir cuando teníamos dieciocho.
No perdamos más esa esencia ni caigamos en la costumbre, por favor. 
Nos arriesgamos, Dios sabe que lo intentamos. Sin embargo, todo el tiempo supe que estaríamos bien.
Así que no necesitábamos pedirle nada a nadie, porque con amarnos ya nos bastaba y a mí siempre me alcanzó eso para sentirme segura.
Entonces servime una copa...Oh, cariño, vamos a dividir la noche de par en par y vamos a ver todo.
Vamos a hacer todo en menos de doce horas hasta que amanezca de una vez. 
Podemos vivir enamorados en cámara lenta...
Y fundirnos en un sueño eterno del que no quiero despertar nunca más.


@Incredulas - 25/03/15

No hay comentarios:

Publicar un comentario