viernes, 31 de mayo de 2019

Embobada

Escribo.
Borro.
Vuelvo a escribir.
Vuelvo a borrar.
Te pienso.
Te pienso y no puedo parar.
Te pienso y no puedo parar de acordarme del último beso que nos dimos.
Tampoco puedo parar de acordarme del beso que me diste mientras a mí me corría por todo el cuerpo un escalofrío que me recordaba lo viva que estaba.
No puedo parar de pensar en vos, y lo que es mucho peor, no puedo parar de pensar en la felicidad que me causa verte.
Y te vuelvo a mirar
Y me vuelvo a reír.
Y vuelvo a sentir tus labios hermosos apoyados en los míos, queriendo armar una coreografía.
Y vuelvo a sentir que la timidez de nuestras acciones no deja que se opaque el brillo hermoso que largás cada vez que tu sonrisa ilumina tus ojos.
Y te miro embobada.
Me mirás.
Sabés que estoy ahí y que estoy totalmente abierta de alma para que vos elijas qué querés hacer con esta relación.
Y no te aprovechás de eso.
Y me cuidás.
Siento tu preocupación y, aún más, siento cómo te esmerás cada vez que sentís que me incomodo.
Me llena el cuerpo una sensación tan hermosa como real cuando te veo venir, y no me mirás porque te da vergüenza, y sin embargo yo sí me animo porque sé que nunca desperdiciaría la oportunidad de verte a vos acercarte a mí con esa boca que me invita a besarte cada vez que la posicionás frente a mí.
Todavía no creo el tiempo mental que me ocupás.