domingo, 28 de enero de 2018

El mundo es de los que luchan

El mundo es de los que luchan” me dijeron una vez cuando era chica. Yo miraba a mi abuela extrañada mientras me hablaba del mundo y la importancia de luchar. Me lo dijo más de una vez y yo no le di importancia, o le di menos de la que debería haberle dado. En ese momento lo único que pensé es que me lo decía para que yo luchara por conseguir un lugar en la facu, mi casa, mi familia y un trabajo estable... Pero un tiempo después, entendí lo que me quiso decir. Dicen que todo llega a su tiempo ¿no? Y esta no es la excepción. 
Cuando empecé la facultad y me uní a militar para una agrupación, tuve problemas para que la gente entienda qué era lo que de verdad quería hacer, para que la gente entendiera cómo podía ser posible que cambiara del día a la maña. Y no los culpo, porque literalmente fue un cambio rotundo. 
Durante la secundaria no entendía lo que de verdad importaba que hiciéramos, no me interesaba el centro de estudiantes y mucho menos ser delegada del curso. Me creía viva siendo la que no estudiaba, vivía de joda y se llevaba mil materias a diciembre. Nunca pude ver más allá, nunca quise ver más allá
Sin embargo, ya en la facultad, me di cuenta que la vida era más que eso. Logré conocerme y ser yo más que nunca. Y no lo digo sólo porque está bueno estudiar algo que nos gusta y recibirnos para ejercerlo. La vida universitaria tiene algo más que lo académico, tiene un trasfondo lleno de ilusiones y sueños. Fue un gran momento de claridad donde pude ver todo con mis verdaderos ojos, esos ojos que nunca había tenido. Pude sacarme los ojos de una persona que siempre pensó que ya todo estaba hecho, que no había más sueños para realizar ni metas que cumplir. Una persona frustrada, gracias a esta sociedad que cada vez nos quiere menos sabios y con los ojos apretados, sin poder ver ni un poco de esa claridad que vi cuando entre a militar. Ese momento en el que abrí los ojos, y ya nunca los pude volver a cerrar, me di cuenta que por fin entendía la frase “el mundo es de los que luchan”. Y sí, hoy puedo decir que estoy luchando porque quiero que el mundo sea para todos otro lugar, bah... este lugar pero convertido, diría Callejeros. 
Le tengo que dar las gracias a mi abuela, que supo desde el principio que el mundo es de los que luchan, y sobre todo que pudo hacérmelo saber a mí. Yo hoy podría ser la misma del secundario, o ser una persona únicamente académica. Y sí, me recibiría antes, eso seguro. Sin embargo, prefiero luchar y tomar las riendas de mi vida. Ganarle a un sistema que quiere que crea que acá todo está hecho. Hoy logro pararme y gritar fuerte ACÁ ESTOY, Y DE ACÁ NO ME VOY MÁS, porque el mundo es de los que luchan.

miércoles, 24 de enero de 2018

Preguntame si me lastimaron

Hoy te extrañé. 
Hoy me volviste a doler.
Hoy no pude asimilar que mi vida ya no estaba al lado tuyo. 
Hoy después de tanto te lloré, a lágrima tendida, sin poder entender nada, buscándole la lógica a cosas que según pensaba ya había superado. Pero volviste a aparecer vos, con tus mensajes largos y tus chistes bobos, tus consejos al azar y tus enormes ganas de lastimar. 
A cada paso un nuevo puñal. Sabías que era así, sabías cuánto me dolía y sin embargo lo hiciste igual, y yo te dejé, te dejé que me volvieras a destrozar el alma y a romper la vida por tenerte un ratito más. Y así fue como hoy nuevamente volví a pensar que otro amor como vos no voy a encontrar, porque nunca sentí tanto mientras el otro no sentía nada, y puedo asegurar que me va a costar horrores volver a amar porque creé un caparazón irrompible, y no voy a confiar en nadie nunca más. Me cuesta tanto creer palabras lindas o que alguien pueda volver a quererme, o mejor dicho quererme por primera vez. Le tengo miedo al amor, me da terror no poder superar y me cuesta aún más soltar. No quiero volver a amar. Preguntame si me lastimaron, supongo que la respuesta ya la sabés.

jueves, 18 de enero de 2018

Jueves gris

Jueves. Jueves gris. Me acordé de vos. Quizás como hago cada jueves que llueve, o cada día que pasa, porque sería estúpido no reconocer que existen infinitos lugares en los que huelo tu perfume, siento tu presencia o recuerdo tus ojos mirándome con un amor que ni siquiera sé si era real, pero que a mí me llenaba el alma de ilusión. 
Era feliz verdaderamente porque me habías arrancado los ojos y me era imposible ver la realidad, pero en cierto modo no creo que exista sensación más placentera que entregarse ver a alguien como si fuese magia y viceversa.
Hoy, en este jueves gris, entendí que me sometí a más cosas de las permitidas, que esto no era normal, que era tóxico, porque vos eras tóxico. Entendí que después de cada tormenta sale el sol y con él un arco iris.
Salí de vos, me alejé, me permití por primera vez ver más allá de lo que eran tus ojos y comprendí que había una realidad de la que me habías alejado.
Hoy, jueves gris, dejé que la lluvia me pegue de lleno en la cara y me deje secar con el sol. Miré mi reflejo y por primera vez me reconocí, vi ese brillo que vos habías apagado, me vi hermosa, feliz, capaz de todo, capaz de soltarte y de no pensar nunca más en vos. Puedo conmigo, con vos, sin vos, puedo contra el mundo porque soy fuerte, porque volví a ser yo, la misma que era antes de vos pero con más batallas encima, batallas que gané, porque yo te gané y vos me perdiste a mí.
Hoy, jueves, fue el ultimo jueves que pensé en vos, tampoco voy a pensarte más. Los lunes agobiantes, los martes eternos, los miércoles de paja, los viernes felices, los sábados pasajeros y los domingos depresivos van a ser días normales en los cuales no vas a ser mi recurrente pensamiento, voy a dejar de familiarizar los olores con tu perfume, y de mirar esas esquinas en las cual dejamos millones de besos perdidos. 
Te amé y elegí durante mucho tiempo pero hoy, jueves, jueves gris, me elijo a mí, y por eso ya no es más un jueves gris, ahora es un jueves multicolor.

martes, 9 de enero de 2018

Una vez amé

Una vez amé.
Una vez amé y me hicieron mierda.
Una vez amé y no quise volver a amar nunca más.
Porque amar me dolió, amar me costó el corazón, el alma y mi luz.
Se cagaron en mí, en mi amor, en todo lo que había en juego. Di todo de mí, todo, y no sirvió, no alcanzó, no importó. 
Me entregué en cuerpo y alma para que te quedaras (para que quisieras que me quede) y no sirvió. Hicimos lo que teníamos que hacer y seguimos nuestros caminos como quien no ama, como quien sólo busca eso, y no me importó porque sabía que ibas a amarme como en algún momento lo hiciste y nunca pasó. 
Todo empeoró, vos te alejaste, me cambiaste, te fue indiferente y acá estoy yo, mil días después, encerrada en mí, negada a volver a amar, negada en volver a abrirme para que alguien me quiera y me conozca. 
Y no, no vivo con cara de orto porque sí, tampoco soy antipática ni desamorada. Tengo sentimientos, muchos solamente que cuando los mostré los arruinaron, por eso decidí que así están mejor, ocultos, sin que nadie sea capaz de tocarlos, escondidos de gente sin alma, capaz de destruir todo lo que toca.

viernes, 5 de enero de 2018

Cuando te piden perdón

Piden perdón. Otra vez, después de hacer lo que ya hicieron una vez. Y lo dejás pasar porque así te enseñaron, porque así sos, porque no sabés decir que no, porque no te sale no perdonar, porque te liberás de algo que obviamente te incomodaba más a vos que a la persona que te lastimó. Pero el dolor sigue ahí, porque te piden perdón una, dos, mil veces, pero después vuelven a cometer el mismo error, y todo sigue intacto, como una pared rota que cubrís con papel que parece que ya arreglaste, pero que si rasqueteás sigue igual de destrozada que antes, pero te empeñás en tapar el agujero y le ponés papel, uno sobre otro para que no se note, para que todos vean que la pared está intacta, que nadie la rasgó, que nadie la rompió, que es dura y no pueden con ella. Y ahí es cuando creás un caparazón que impide que la realidad quede a la vista. Pero no entendemos que para arreglar una pared hay que tomarse un tiempo, tener delicadeza y esperar, despacio, primero lijar y sacar lo malo, después construir poco a poco lo que se rompió para por fin pintarla y dejarla como antes.
Todo lo mismo que les conté antes pasa con nosotros. ¿De qué sirve aparentar que estamos bien y que nada nos duele cuando por dentro nos caemos a pedazos?
Lloremos, gritemos, pidamos ayuda, no nos hace más débiles, al contrario, para ser fuertes tenemos que caernos, tocar fondo, pelear por salir, y no fingir que somos invencibles. 
Eliminá lo tóxico de tu vida, quedate con la gente que te mire como si fueses magia, porque sos magia. Y la próxima vez que te pidan perdón, si no es con el corazón, si ya te lastimaron más de una vez, perdoná, pero que esa persona salga de tu vida porque así vas a estar mejor.