viernes, 30 de septiembre de 2016

Empezar de cero

Siempre existe ese optimista que pide empezar de cero en la relación después de haberla fracturado. Siempre existe ese que dice que el amor lo puede todo y que es ese amor el que los hará perdonarse en serio y volver a comenzar.
Lo cierto es que empezar de cero no existe en el amor. Cuando la confianza vuela ya no vuelve, siempre queda esa espinita de incertidumbre que termina por revalsar el vaso y hacer que se derrame toda el agua; esa espinita que taladra el cerebro para ponerte a la defensiva en cada ocasión en que te sientas en riesgo de perder otra vez, sea o no momento de defenderte.
Es justo acá en donde me doy cuenta que el verdadero problema no está en dañar deliberadamente a ese ser al que “amás”, el verdadero problema está en pedir empezar de cero, en tomar un manojo de mentiras y derrocharlas para intentar borrar las acciones que hicieron daño en un principio. 
La cosa es simple: un mismo amor no puede surgir dos veces, una vez roto junto con la confianza es algo que ya no vuelve, por mucho que lo intentes.
Es cierto que no es sano para nadie vivir preso del pasado, sin embargo el pasado pasa pero siempre deja algo, y es enseñanza. El pasado siembra semillas en el cerebro que se llaman experiencias, y son estas las que no nos dejan cometer los mismos errores muchas veces. Cuando el dolor es profundo, la traición se entierra profundo, por eso el recuerdo de un amor que nos rompió nos duele.
Empezar de cero en una pareja no existe. Si fracturaste la confianza de alguien a quien supuestamente ambas, es de sabios reconocer el error. Disculpate, tené dignidad y volá lejos de ese amor.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Manual para superar un gran amor

Si hay algo en este mundo que nos da total plenitud y felicidad, es el amor. Y cuando iniciamos una relación, es inevitable llenarnos de ilusiones, magia y fantasía. Todo lo vemos de color rosa y pensamos que la vida no puede ser más bella y perfecta. Incluso es tanta la felicidad que sentimos, que nadie puede empañarla. No pensamos ni por un momento en las dificultades, obstáculos y límites que se nos pueden presentar en el camino, mucho menos cómo vamos a enfrentarlos, porque ilusamente creemos que no se van a dar, que a un amor tan perfecto no le podría pasar algo doloroso o triste.
Pero el amor no siempre es eterno y con finales felices y cuando menos lo imaginamos, despertamos de ese hermoso y mágico sueño que creímos realidad. Caemos dolorosamente y sin piedad del pedestal más alto, mientras que la decepción hace su entrada triunfal. Y lo único cierto es que cuando una relación de un gran amor termina, a una de las partes le toca sufrir más, y es tanto el dolor que se aferran a ese amor fracasado con tal persistencia que, incluso, una vida entera no les alcanza para superarlo.
Amamos con tanta intensidad que nos entregamos plenamente sin límites ni condiciones. Por lo profundo de nuestros sentimientos, nos duele tanto el desamor como el adiós. Nos resulta muy difícil superarlo, dar vuelta a la página y comenzar un nuevo capítulo en nuestra vida porque nos duele que esa persona a la que entregamos nuestro corazón no nos haya sabido valorar como merecemos o se le haya terminado el amor. Enviudamos sin que se nos haya muerto nadie, y, con las heridas abiertas, recordamos día a día los detalles de ese amor, como si los sucesos hubiesen ocurrido ayer. Clavados en un duelo no resuelto, mantenemos un luto eterno que nos impide respirar aire fresco y despejar la nostalgia. Aferrados a una relación amorosa que hace rato ya murió, somos incapaces de dar vuelta la hoja para vivir el presente y el futuro. A pesar de nosotros mismos, nos quedamos pegados emocionalmente en el pasado.
Quizá simplemente sea nuestro ego obstinado que se niega a admitir una derrota. Nos cuesta tolerar que las cosas no salgan de acuerdo a lo planeado o quedamos atragantados con tantas palabras y sentimientos que nunca lograron ser expresados... 
Es difícil soportar que el otro viva feliz sin nosotros, y menos aún, aceptar que tal vez desaparecimos de su vida sin dejar rastro. También puede ser un exceso de lealtad a una historia vivida con intensidad o simple rebeldía frente a una pérdida lamentable, o una forma particular de hacerle un homenaje a quien se quedó con nuestras ilusiones. O quizás sean profundas añoranzas de los buenos momentos, o expectativas falsas a las cuales seguimos apegados, o un extraño sentimiento por todos los sueños que se nos desmoronaron, o un temor incontrolable a la incertidumbre.
Es cierto que la desilusión amorosa cada persona la vive a su manera, también lo es que manejar el dolor de una ruptura conlleva un proceso que hay que atravesar cuando se sufre la pérdida de alguien a quien amamos. Pero la verdad es que también en ese proceso una parte de nosotros muere, cambia totalmente y nunca volvemos a ser los mismos. Mueren tantos sueños, tantos planes e ilusiones, mueren tantas sonrisas que llegaron a ser tan cotidianas, muere el anhelo de vivir un amor que pensamos que iba a ser duradero, muere ese brillo que iluminaba nuestros ojos, muere esa parte de nosotros que gracias a ese amor nos hacía ser una mejor persona, mueren las ganas de volver a enamorarnos, y a veces, por un período de tiempo, tristemente pueden morir hasta nuestras ganas de vivir.
Nos sumimos en una profunda depresión de la cual al principio nos parece inalcanzable salir de ella...
Hasta que aparece el proceso de duelo...¡Sí, de duelo! Porque al final no sólo perdemos una relación y una persona amada, también dejamos atrás una parte de nosotros.
La primera etapa del duelo es la negación en donde no podemos o es muy difícil aceptar que la relación terminó e incluso alberga la esperanza de que todo vuelva a ser igual. Lo seguís esperando. Lo seguís pensando. Seguís leyendo conversaciones viejas...Pero una vez que aceptamos el hecho de que, lamentablemente,  nada va a ser igual, nos llega la ira, el resentimiento, el famoso "¿por qué a mí?", y es que parece todo tan injusto...Lloramos hasta que, sin darnos cuenta, entramos en esa etapa en que se nos da por negociar, hacemos mil promesas (normalmente mentales que pueden ser a un ser superior o a nosotros mismos) en donde la finalidad es tratar de salvar lo perdido. No lograda esa negociación, caemos en depresión, en donde todo es tan negativo, todo nos parece gris, no queremos ver a nadie, perdemos el apetito otra vez, perdemos las fuerzas de seguir adelante..Esta es la etapa más difícil de superar en el duelo. Cuando finalmente tocamos fondo, cuando vemos que no hay vuelta atrás, que ya no hay solución, entramos en la etapa de aceptación, que es la etapa final del proceso. En este momento es donde la lucha termina y una pequeña luz llega a nosotros. Llega con ella un poco de paz y comprensión que nos vuelve a la realidad de los hechos y nos impulsa a continuar con nuestra vida.
No siempre se viven todas las etapas, o incluso si se viven pueden no suceder en ese orden, y lo peor es que se puede volver a recaer en alguna de ellas.
Este proceso de duelo puede convertirse en un renacer y para eso tendrás que concederte tiempo, no reprimir las lágrimas, dejar estallar la ira y hacerte responsable, que no es lo mismo que culparse de la participación que tuviste en la ruptura. En primer lugar, hay que concederse tiempo. Con frecuencia, las personas cercanas aconsejan pasar página rápidamente. Sin embargo, una ruptura requiere una digestión lenta. Se perdió a la persona en la que se tenían puestos ideales, sueños, proyectos. Estamos obligados a una readaptación, ya que después de este proceso muchas cosas cambian en nuestra vida.
Cuando se ama y se es amado, se alimenta la autoestima. Cuando vivimos en pareja, nos abrimos al otro, damos y recibimos. La pareja y la relación ocupan un espacio que se derrumba con la ruptura, sobre todo para aquellas personas que sólo se veían en el espejo que el otro les proporcionaba. Después de una desilusión amorosa, no sólo cambia la forma en que vemos la pareja, sino también cómo nos apreciamos a nosotros mismos sin ella
Algo que conviene no reprimir son las lágrimas. Cuando se vive un terremoto interno, los afectos se desbordan y la pérdida del otro levanta olas de dolor. Es necesario expresar lo que se siente. Reprimir el dolor implica anestesiarse y no poder elaborar psicológicamente lo que nos está pasando.
Así que una vez desahogados los sentimientos, empezá por reconstruir tu autoestima nuevamente, porque es el ingrediente principal que se necesita para continuar. Necesitamos volver a creer, enamorarnos y valorarnos nosotros mismos, darnos cuenta que el mundo sigue girando, que la vida continúa, que allá afuera hay muchas personas que nos aman y nos necesitan. Necesitamos darnos cuenta que el sol sigue brillando cada día, que tal vez perdimos un amor, pero todavía tenemos la pasión de lo que nos gusta hacer, que todavía existe alguien que se puede enamorar de nuestra sonrisa y, mejor aún, conquistarnos con la suya.
Vas a volver a sentir miedo y es normal. Miedo de no volver a amar, pero también miedo de volver a hacerlo. Se teme lo peor y lo mejor. Pero no te preocupes, estos miedos sólo son una señal de que la historia anterior se está cerrando y que el futuro se abre.
Va a llegar el momento en que pienses en el pasado con nostalgia y te vas a dar cuenta que esa aventura, aunque fue muy bella, no implica tirar al bote de la basura lo que nos constituye: nuestras elecciones, sueños y deseos.
Sé que es muy difícil recoger pedazo por pedazo y volver a unir las piezas, porque alguna se puede perder y quizá no la encontremos nunca, pero quién dice que aún con nuestras grietas no podemos ser mejores, más fuertes y tener un futuro que brille.
Secá las lágrimas que aún quedan en tus ojos. Dejá de vivir agonizando. Sepultá las ilusiones sin destino. Despedite de ese amor ya marchito. Volvé a mirar hacia adelante. Enterrá ese amor y dejalo descansar en paz.
El amor es una guerra en donde nadie sale ileso, es por eso que amar es para valientes. Así que como buena valiente, sentite orgullosa de haber sobrevivido y seguir luchando cada día por ese bello sentimiento que también te llena de vida.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Reencuentro feliz

Creo que todos nos acordamos cosas de cuando somos chicos. Ya sean momentos, días o cosas que parecen insignificantes, pero que si los recordamos es porque para nosotros son muy importantes o nos marcaron mucho. Más o menos eso es lo que me pasó a mí...
Cuando tenía sólo cuatro años, conocí a alguien increíble. La verdad que no sé muy bien cómo ni porqué, pero me cambió la vida. A los nueve años, por cuestiones particulares, dejé de mantener una relación con ella y fue un golpe duro. Si bien las cosas conmigo y mi familia no terminaron para nada mal, claramente no todo estaba en condiciones y a medida que yo avanzaba, en edad y mentalidad, lo padecía más. Recuerdo varias noches pensando en qué había pasado, y si bien me daban las explicaciones en mi casa, no me eran suficientes. Suponía que todo no podía quedar así, pero con nueve años y en una época donde no había Facebook ni ninguna red social, mucho no se podía hacer. No era como ahora, que tengo diecinueve años, y puedo llegar a encontrar respuestas por mí misma. 
Mientras avanzaba el tiempo, yo quería hacer hasta lo imposible por contenerme y no buscarla, no hablarle y mucho menos molestarla. Pero hace poco me ganaron mis sentimientos y fue mucho más fuerte que yo. Lo pensé muchísimo, me daba miedo saber de ella ahora. No sabía si ella iba a querer saber de mí, porque después de diez años las cosas cambian muchísimo. Tampoco sabía si le iba a gustar que le hable, porque nunca me quedó bien claro cómo había terminado todo con mi familia, pero pensé que si seguía dudando nunca iba a saber que pasaría. No quería perder más años sin ella, y supuse que si pasaba alguna de las cosas que acabo de nombrar, también era hora de saberlo. Así que lo hice...la contacté y después de una extensa charla que me produjo muchos nervios, ansiedad y felicidad, supe que fue lo mejor que pude haber hecho. No habíamos perdido esa conexión que, justamente, frente a mis ojos, la hace única. 
Ahora que retomé contacto, sólo estoy segura de dos cosas: la necesito y quiero ser parte de su vida.
Mi vida está a medio camino, estoy en el momento pleno en el que las decisiones que tome a partir de ahora, van a ser definitivas en mi vida, y quiero que ella sea parte de esas decisiones. Y  también, quiero formar parte de su vida, porque ella es más grande que yo, y ya tomó esas decisiones que se me aproximan, ya tiene una vida más familiar que no me quiero perder. 
Considero que nos perdimos mucho una de la otra, pero me prometí a mí misma que no iba a volver a perderla y va a ser así. 
Ella legalmente no es nada mío. No es parte de mi familia ni llevo su sangre, pero nos une algo mucho más sólido que eso. Tenemos una conexión especial y eso hizo que yo la siga recordando a pesar de los años que pasaron. No creo que nuestra relación y lo que nos une se tenga que dejar sólo como algo que ya pasó y que sea nada más que momentos que queden en la memoria. Estoy segura que no sólo es alguien que me hizo bien en el pasado ni tampoco es alguien que solo me caía bien, sino que es una de las personas que necesito en mi vida para sentirme totalmente plena y feliz, más en un entorno como el mío que está hecho a base de amor y con mi familia que día a día se esfuerza por hacerme sentir contenida y que sepa que cuento con todos ellos.
Le guste a quien le guste, para mí ella sigue formando parte de la familia, y ahora que volvimos a hablar, mucho más. Lo bueno de esta segunda vez es que no lo tomo como algo que está impuesto, no es “la novia de”, sino que es mi tía. Y es así porque así lo quiero, así lo elijo y así lo siento, y creo que ella lo acepta de esa manera también. Para mi formación, como persona y como alguien a quien le falta madurar, ella es alguien que me va ayudar a completarme. Es alguien que se puede complementar perfectamente con mi familia y el resultado de eso sólo puede ser mi felicidad.
Nunca creí totalmente en las segundas oportunidades, pero creo que la vida me está demostrando que son posibles y que por ahí es necesaria la distancia, porque alejarte de eso que te importa te hace ver las cosas diferentes y, al mismo tiempo, al concretar un reencuentro con eso importante, te posiciona diferente. Quizá si la seguía viendo hoy ya no sentiría lo mismo o la vida nos hubiera destinado cosas diferentes, pero gracias a Dios se dio. 
Soy la persona más feliz del mundo y, sin dudas, mi corazón agradece a lo que sea que haya hecho que un alma tan sana, buena y amorosa se haya cruzado en mi camino...otra vez.
Hay que disfrutar la vida, porque es una sola y se pasa muy rápido. Hoy sé que si no hubiera arriesgado, no hubiera ganado. Por suerte soy una persona super intensa y voy a fondo con lo que me importa. Y ahora puedo decir que gracias a eso, estoy completa y muy feliz, porque me dejé llevar por mis sentimientos y salió algo realmente lindo lindo, y espero que muy duradero...

jueves, 22 de septiembre de 2016

Mi bebé

Te siento dentro de mí. Te siento en el hambre voraz que me invade y en el cansancio que me pega últimamente. Lamento no sentir la dicha que se supone deba sentir porque estás acá, creciendo en mi interior.
Desgraciadamente, tengo que despedirme de vos. Me entristece saber que nunca te voy a conocer. Tal vez, quién sabe, tendrías mis ojos, mi nariz o mi sonrisa. O tal vez tendrías los ojos de aquel hombre malvado que me forzó a estar con él. Sos muy chiquito para saber lo que pasó y no te lo quiero explicar ahora. 
Qué más hubiera querido, mi bebé, que hubieras sido feliz, que hubiera podido ofrecerte una familia, con un padre y una madre que te quisieran y te recibieran con los brazos abiertos cuando nacieras. Pero no es posible.
Quiero que comprendas que no puedo ser tu madre ahora. No estoy lista. Las circunstancias me obligaron a concebirte y las circunstancias me obligan hoy a decirte adiós. Estoy creciendo, desarrollándome como persona, aprendiendo de la vida, y no sería justo que una persona inexperta e inmadura como yo fuera tu mamá. Y, sobre todo, no sería justo que vinieras a este mundo a tener una madre acosada por el fantasma de una terrible tragedia como la que me sucedió.
Yo quiero que seas feliz, mi bebé. Te prometo que este no va a ser un adiós para siempre, porque le voy a pedir a Dios que guarde tu alma para la próxima vez, cuando ya esté lista, que me embarace, y la deposite en el bebé que tendré, así podremos vernos de nuevo y entonces sí te voy a poder tener y vas a poder llamarme "mamá".
Quiero que sepas que te amo mucho, mi bebé, pero vamos a tener que esperar para vernos nuevamente. Por ahora, lo mejor será que esperemos, porque definitivamente a ninguno de los dos nos conviene conocernos en estas circunstancias.
¡Hasta pronto, mi bebé!

lunes, 19 de septiembre de 2016

Lo que jamás te dije

Si jamás te dije lo que sentía, fue para no espantarte ni que creas que me estaba enamorando. Tal vez nunca te dije que tus besos eran lo único que me hacían feliz y seguramente tampoco te dije que soñaba formar una familia con vos.
Si nunca te dije estas cosas fue porque sabia que ibas a alejarte. No me equivoqué. Te alejaste de todas formas sin que yo dijera lo que jamás te dije.
Tampoco te conté sobre lo bien que me hacías sentir y lo lindo de acurrucarme en tus brazos. De hecho, no te dije cuánto te quería porque era imposible decirlo con palabras. 
Perdoname por no ser suficiente para vos.
Tal vez, si te hubiera dicho lo que jamás te dije, las cosas hoy serían de otra forma. Tal vez estaríamos paseando por Oroño, conociéndonos en un café, o simplemente estaríamos acostados en una cama, hablando de nuestras metas a futuro (deteniéndonos de vez en cuando para matarnos a besos).
De todas formas, no sirve de nada imaginar lo que nunca pasó ni va a pasar.
Lo que jamás te dije me lo tengo que guardar en mi interior, y espero (ojalá) en algún momento poder contarte todo lo que no me animé a decirte.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Como cuando dejás de creer en el amor

No creés más en el amor y pensás que todo es una fantasía...Todo porque aquella persona te traicionó, porque él te dejó desilusionada, porque él te tuvo como segunda oportunidad, porque él te dejó de escribir, porque él puede cambiar sus sentimientos de un día para el otro y vos no.
Él sale a bailar mientras vos dormís en tu casa. Él se ríe con amigos mientras vos llorás con las tuyas. Él fue felicitado por estar con tantas a la vez mientras vos sos un fracaso. Él se toma una cerveza mientras vos te tomás un té. Él presume que estuvo con dos minas hermosas al mismo tiempo mientras vos te sentís deprimida por haber sido la segunda opción de alguien que para vos era la primera. 
Él es la causa de todos tus llantos nocturnos. Él no te valoró. Él se aprovechó de tu confianza. Él trató de echarle la culpa al alcohol cuando le diste la oportunidad para dar sus razones. Él te mintió.
Tu felicidad esta dependiendo de él y ese es el peor error que podés cometer.
No te sientas tonta porque te preocupaste, porque lloraste ni nada. Perdiste salidas a fiestas con tus amigas, perdiste tu dignidad por él, dejaste tu orgullo por él. Él te cambió, pero los cambios son positivos y negativos, y él no te merece porque no te supo valorar, pero supiste amar de la mejor manera, y algún día encontrarás esa persona que sepa valorar lo que tiene. Sos fuerte y vas a poder salir adelante, pero nunca dejes de creer en el amor.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Un nuevo mundo sin vos

Si te vas no es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo.
Ya sé. Decidiste irte de mi vida. Pero no te detengo. Si vos pensás que eso es lo mejor para los dos, adelante, seguí con lo tuyo. Yo di todo lo que estaba a mi alcanza por nuestra relación, intenté salvarla de mil maneras, pero al parecer para vos no fue suficiente, simplemente no te bastó y hoy decidís abandonar el barco conmigo a bordo. 
No me voy a poner a llorar como una tonta esperando que mis lágrimas te conmuevan. No te voy a rogar que te quedes al lado mío ni que nos demos otra oportunidad. No te voy a pedir que rescatemos lo poco que queda de lo nuestro...¿Y sabés por qué? Porque hacer todo eso no es lo mío. No soy la clase de mujer a la que se le acaba el mundo cuando un amor termina. Ya aprendí. Si te vas, como te dije antes, no es el fin del mundo para mí, es el inicio de uno nuevo, uno mejor, sin vos, y con mil posibilidades para ser feliz.
Ahora me convencí de que voy a estar mejor sin vos, sin tus promesas vacías, sin tu cobardía, sin tu deslealtad, sin tus mentiras. Voy a estar mejor sin tus celos enfermizos, sin el orgullo que no te dejaba aceptar tus errores ni pedir perdón, sin la indiferencia.
¡Ahora soy libre! Libre para recorrer los caminos que yo quiera en este nuevo mundo sin dos. Libre para andar y hacer lo que quiera sin tener a nadie que me reclame por ello. Libre para disfrutar de mi soltería. Voy a tener tiempo para mí misma, para retomar mis proyectos que había abandonado por dedicarle mucho tiempo a nuestra relación.

Me duele haber terminado, no lo puedo negar, y eso pasa porque todavía siento algo por vos. Tanto tiempo compartido, tantas anécdotas e historias juntos deja huellas, por más que me hayas desilusionado. Incluso me atrevo a firmar que todavía te amo, pero ni este amor que te tengo es suficiente como para arrastrarme por vos y suplicarte que no me dejes...Para nada, porque si me pongo a pensar, son más las ventajas de que te vayas de las que tendría si te quedaras. Entonces, ¿para qué volver a la misma rutina odiosa? ¿Para qué retomar los mismos problemas? Y no estoy renunciando a luchar por lo nuestro, es que definitivamente ya estoy harta y creo que vale la pena dejarte ir sin hacer otro intento más por recuperarte. Me harté de insistir.
Ahora que te vas, un nuevo mundo sin vos se abre ante mis pies. Y, aunque me heriste y lastimaste muchísimo, salí más fuerte que nunca, dispuesta a enfrentar esta nueva etapa de la vida. Ya no habrá nadie que corte mis alas. Ya no habrá nadie que me calle la boca cuando tenga algo que decir. Ya no habrá nadie que arrugue mi alma con sus desprecios. Ahora soy libre, y creeme, me siento bastante motivada...Tanto, que estoy empezando a pensar que estás tardando mucho en desaparecer por completo de mi vida...Así que dejame ayudarte con eso, porque quiero que desaparezcas lo más pronto posible, porque no puedo esperar a estar libre para vos para vivir otra vez, para respirar de nuevo...

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Para un hombre, de una pendeja

Si supieras la cantidad de veces al día que te pienso, pensarías que soy una psicópata obsesionada por vos. Afirmo que no es así.
Los millones de kilómetros que nos separan no son ningún impedimento para poder estar juntos. La edad tampoco, mi amor.
Podremos llevarnos diez, doce o veinte años que lo que siento no va a cambiar. Seguramente pienses que soy una nena, pero puedo hacerte saber que soy una mujer también. Siento, pienso y hablo como tal. Ya me lo han dicho.
Pienso todos los días el momento en que vuelvas acá, a mi lado, que te animes a conocerme. Quiero besar cada centímetro de tu piel y acariciar cada parte de tu cuerpo. 
No voy a fallarte nunca, quiero ser tu compañera y que me confíes tus miedos y preocupaciones, así como también quiero compartir tus momentos de felicidad y yo ser la que de origen a alguno de ellos. 
Lo sé, sos un hombre y yo una nena. Vivimos en países distintos y convivimos con experiencias diferentes. Enseñame a ser mujer, entonces. Prometo hacer lo que sea para que me conozcas y sepas que realmente valgo la pena.

@Incredulas - 07/09/16

viernes, 2 de septiembre de 2016

El lado positivo

Uno despierta con la duda de "¿por qué me tuve que despertar, si en el sueño mi vida era perfecta?". Pero sí, abriste los ojos, te tuviste que levantar y repetir la rutina. Vas al colegio dormida como todos los días, esperando con ansias la hora de irte para que puedas ir a tu casa...¿Y para qué querés ir tanto a tu casa? Para dormir.
Porque dormir es el minuto en el que te sentís viva, donde realmente disfrutás la vida, y ya es de noche y te está llamando tu mamá para que vayas a poner la mesa para poder cenar. Lo mismo de siempre: "¿cómo fue tu día, hija?", "¿qué aprendiste?", "¿tenés tarea para mañana?", "¿cómo te fue en la prueba?" y todas esas cosas de madre preocupada por vos, que querés ser independiente y lo único que estás pensando es en tu pieza para luego acostarte y poder soñar, pero antes, muchas noches, te pasa que te largas a llorar. 
Llorás por lo malo que fue tu día, lo infeliz que estás, lo cobarde que te sentís por no entender por qué todo te está pasando a vos. Llorás hasta quedarte dormida, para despertar y repetir el día.
Mi consejo es simple: sonreí. La vida te va a dar obstáculos y quizás este mal rato no sea nada comparado con lo que se te viene en el futuro. Llorá, desahogate, disfruta la vida como se debe, pero valorá lo que tenés. Valora que tu mamá te despierte a las siete a ir al cole. Valorá a esas personas que te preguntan cómo estás. Valorá esos abrazos que te dan esas personas que para vos no son nadie porque simplemente no te entienden y no saben por lo que estás pasando. Gritá, girá, cantá, saltá...Todo tiene su lado positivo, tratá de buscárselo a tus problemas.
La vida es una sola y no vale la pena estar sufriendo. Yo también soy una persona que pasó por momentos horrendos, estuve en un pozo donde creía que no tenía salida, pero sí lo tiene, y todo depende de vos. Así que vos, que estás leyendo esto, si te sentiste identificada, levantate y agradecé, porque de esto no te vas a arrepentir.

Camila Delise ♀ 02/09/16