Leyes de la conversación fluída

Estás muy tranquila en Facebook, jodiendo con las chicas, poniendo boludeces en el grupo, cambiando la foto de perfil y de portada. Sabés que está conectado pero pensás que la posibilidad de que te hable es de un 0,001%. Le preguntás a las chicas si podés hablarle vos y te dicen: "¡No! ¿Estás loca? Te tiene que hablar él", así que te resignás y decidís no hablarle, por más que te cueste horrores.
Mirando Twitter, escuchás el ruidito del chat de Facebook, y cuando ves arriba a la izquierda, en la barra posterior, te aparece un inesperado y rotundo: "Él te ha enviado un mensaje". 
Te habló. 
Te parás. 
Gritás. 
Abrazás a tu mamá, a tu papá y a tu perro si hace falta. 
Te sentás, agarrás el celular y en el grupo privado de WhatsApp o BBM empezás a mandar letras sueltas avisándole a las chicas que tu amor te habló...Ese, tu platónico, el que hace que te quedes conectada hasta la madrugada esperando a que te hable, el que cada vez que te pone me gusta hace que te retuerzas en el asiento. El que...Bueno, te habló.
Respirás hondo y leés lo que te puso y ahí empieza la aventura. Ahí empieza lo difícil. Ahí empezás a luchar para que la conversación fluya y puedan llegar a algo bueno, pero hay ciertas leyes que nunca debés fallar.

Ley N°1: No contestarle más después de un "jaja".

Ley N°2: No hablarle de nuevo si te clavó visto.

Ley N°3: No nombrarle a alguna amiga tuya que le cae mal o algún amigo que no se banca.

Ley N°4: No contestarle rápido para no quedar como desesperada y tampoco tardar un siglo. Aunque pienses que no, ellos se fijan en eso.

Ley N°5: Fijarte atentamente en no copiar la conversación y pegársela de nuevo a él...puede ser lo último que hagas.

Ley N°6: No le hablés vos todos los días, a veces sí, obvio, a ellos también les gusta que seamos las primeras en hablarles.

Ley N°7: Si te pregunta algo, no lo evites, no seas tonta, seguile la conversación.

Estas leyes, claramente, quedan a criterio de cada una y vos sabrás qué conviene contestarle o no. Pensá que te habló, que te contestó, que te lee, que le interesa hablar con vos, pensá en eso. 
Lo amás. Lo amás. Es el amor de tu vida. Sabés que le importás, que piensa que sos linda y que te quiere hasta que aparece el temido y nunca esperado "visto".
Convulsionás.
Te tirás en el piso a girar.
Te pegás la cabeza contra la pared.
Empezás a putearlo con las chicas en todos los idiomas. 
Lo querés eliminar, le cambiás el nombre en los contactos del celular, lo dejás de seguir en Twitter (si tiene) y cancelás su suscripción en el Facebook mientras decís en voz alta: "ya está, no le voy a contestar más, es un pelotudo, no sé ni por qué me gusta, estoy loca, ya está, no me interesa", hasta que mañana te va a volver a hablar poniéndote "linda" o diciéndote ese apodo que tanto te puede y listo, ya está, lo volvés a seguir, le ponés me gusta en su estado y te dan hasta ganas de hablarle vos. Es así, así somos las mujeres, bipolares por excelencia, hacemos lo que sentimos y decimos lo que nos conviene.