Es esta época cuando empezamos a analizar nuestra forma de actuar y a juzgar nuestras decisiones, porque al fin y al cabo fueron ellas quienes hicieron que hoy estemos como estemos, pudieron haber sido decisiones positivas o decisiones negativas. En ambos casos debería ser algo bueno. Si fue positivo, nos da momentos de felicidad. Si es negativo, nos da aprendizaje y experiencia.
Haciendo un balance también te das cuenta cómo en tan sólo un año pueden cambiar innumerables cosas: amigos que ya no lo son, personas que te desilusionan o, en mi caso, perder a alguien a quien en su momento no me imaginaba la vida sin él.
Es raro recordar, es como ver a través de un cristal todo lo que pasó: ese amigo que ya no lo es, esa persona que te desilusionó o ese chico que te rompió el corazón. Y cuando ves a través de ese cristal y ves todo lo que pasaste con esa persona, todos los “te quiero” que te decía, todas las risas que compartieron, todas esas miradas con esos ojos tan profundos, cómo penetraban en los tuyos y sentías que todo el mundo estaba demás, que sólo eran él y vos, es cuando te ponés a pensar "¿Cuándo fue que cambió todo eso? ¿Cuándo fue que dejamos ir todas esas cosas? ¿Qué falló? ¿Yo fallé? ¿El falló?".
Después de tanto pensar es cuando me di cuenta que si bien duele, está bien que pase eso. Estamos en una edad en donde conocemos gente, pasan por nuestras vidas, nos dan muchos momentos de felicidad y se borran, hasta que llega el indicado, el que es para siempre.
Lo importante, es que cuando hagas este balance no te arrepientas de nada de lo que hiciste porque, te guste o no, en ese momento pensabas que era lo correcto.
Incredulas †
18/12/2012
Idola..
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