sábado, 25 de mayo de 2013

Tiempo al tiempo, mi amor

Dicen que el tiempo es un enemigo del hombre, pero yo no sé hasta qué punto es así. 
Hay veces que pienso al tiempo como un espectador silencioso que pasa desapercibido pero que ve todo. Es testigo omnisciente de cada uno de nuestros actos y saca sus conclusiones para sí mismo, pero no dice nada. Es un observador muy inteligente al que no se le escapa nada. No te da su punto de vista rápidamente, sino que prefiere esperar. Prefiere esperar a ver qué pasa... 
Cuando ve que su conclusión es correcta, te pasa la factura y arreglate. Le gusta sentir tu incertidumbre y tu sufrimiento sólo para que el golpe de la realidad que nunca quisiste ver, impacte lo más fuertemente posible en tu rostro para que te des cuenta de una vez por todas. 
Tampoco sé si es el enemigo del hombre en general. Si hablamos de enemistad, me parece que el tiempo es solamente enemigo del indeciso, del que espera, espera y se la pasa esperando. Y vaya uno a saber por qué es que espera tanto. El tiempo se le vuelve en contra y no hay marcha atrás. Las horas, los minutos y los segundos no regresan jamás
Para el resto de los hombres, el tiempo es simplemente un frío observador. Ese algo que observa y saca sus propias conclusiones, que pueden ser las más acertadas o las más equivocadas. Pero correctas o incorrectas, esas conclusiones siempre te toman de sorpresa, para bien o para mal, porque cuando sos consciente de ello decís: "yo sabía, no estaba equivocada" o "¡la puta que lo parió! ¡No lo puedo creer!", y ambas causan sorpresa en mayor o menor medida.
El tiempo hace que aparezcan personas en tu ruta que jamás pensaste que iban a aparecer, que ganes la total confianza del otro después de muchos momentos compartidos (y que esa confianza se pierda en tan sólo un instante), que experimentes y aprendas verdaderas lecciones de vida (o hace que no aprendas nada y abstenete a las consecuencias), que te des cuenta que hay circunstancias irrepetibles que son para vivirlas con todo el fervor del mundo y que no las tenés que dejar ir jamás de adentro tuyo, que hay decisiones que tomás que pueden no modificar tu entorno o pueden cambiarlo radicalmente, que sepas que uno es dueño de lo que dice y esclavo de lo que calla...El tiempo te construye. Su existencia te construye y sus opiniones también. 
El tiempo, en realidad, es esencial para uno. Sin él dejaríamos pasar tantas cosas por al lado nuestro que nuestra existencia sería en vano. Por eso no hay que estar en contra de él, hay que aceptarlo y agradecerle de que exista. No sólo funciona como el idealizador del plano de nuestra arquitectura, sino que acompaña en nuestra evolución también, para bien o para mal. Y a veces puede ser el más inescrupuloso, canalla, egoísta e hiriente con nosotros, pero a veces nos hace abrir tanto los ojos que más de una vez el tiempo merece nuestro agradecimiento. 
Es para pensarlo...


@Incredulas - 25/05/13

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