jueves, 2 de julio de 2015

Oportun-crisis

Siempre llego tarde a todos lados. A todo. Dejé pasar oportunidades por creerme dueña del reloj, por fallar en los cálculos. Me creí dueña del tiempo real, de esa burda invención del hombre que marca los segundos. Inútilmente, porque a ese tiempo no le podemos ganar. Va a seguir corriendo infinitamente, o quizás hasta una finitud muy alejada de nuestra proximidad. Da igual. También me creí dueña de mi propio tiempo, me sigo creyendo. Me perdoné las horas perdidas pero colgué demasiado en historias sin fin que me llevaron siempre a los mismos lugares, y por perderme ahí, dejé pasar otras oportunidades.
No reniego de las noches de locura aunque hayan costado mañanas de resaca, que a veces hasta se volvieron días. 
No reniego de tiempos de lujuria porque algo habré ganado, quizás en aprendizaje, que aunque no siempre pueda aplicarlo, en algún futuro va a ser mi motor. Y las derrotas obtenidas por no haber llegado a tiempo pesan, algunas duelen como espinas clavadas, pero no pudieron tapar las alegrías.
Podría decir que no me arrepiento de nada, porque todo fue un paso más, pero cuando el mismo error se repite una y otra vez, cuesta un poco adjudicarle un valor positivo, o restarle peso. Soy fiel a seguir las emociones, pero, aunque tardé, aprendí que la cabeza no siempre es enemiga, y que a veces hay que escucharla. No sirve echar culpas a terceros o a factores externos, pero tampoco sirve carcomerme la cabeza por las noches revolviendo los mismos asuntos esperando que así se alivie la culpa, porque logro exactamente lo contrario.
Basta. Ya no quiero más. Pero esta vez es en serio (una más y van...). No quiero que los errores pasados me frenen y me lleven a correr hacia la nada, porque a las apuradas tampoco se llega a ningún lado. No quiero desconfiar de miradas que dicen "te quiero" por el temor de estar mejor, y así salir corriendo, por mis miedos que ellos sí, ellos siempre llegan y hasta con anticipación. No quiero refugiarme en miradas perdidas por una simple cuestión de conformidad, que es una vulgaridad a la idea, a la verdad que es un grito en el viento cuando ya no puedo escuchar nada.
Ya me equivoqué. Ya me alejé de abrazos sinceros porque la desconfianza está siempre expectante, pero ya no hay tiempo para lamentos y rencores. Me tengo que despertar, o las oportunidades van a seguir pasando antes que yo, y ahí va a volver el miedo a enfrentarse a espejos que devuelvan imágenes vacías, llenas de nada, porque sí, lo arruinaste una vez más. No se puede volver el tiempo atrás. Pero aunque cueste, nunca es tarde para aprender algo nuevo y volver a empezar. Hay que avanzar. La canción sigue sonando. No cualquiera suma sin restar. Saber elegir cuesta, y sí, algo hay que perder. Pero por el miedo a ganar ya perdí bastante. Y este tiempo lo hago yo, porque está ahora y para siempre en mis manos.


 @Incredulas - 02/07/15

No hay comentarios:

Publicar un comentario