lunes, 6 de julio de 2015

Mambos

¿Por qué será que una y otra vez volvemos a lo mismo, sabiendo que está mal? ¿Por qué será que sabiendo por donde es el camino, volvemos a derrapar?.
Yo sé que el autoboicot no sirve de nada, que muchas veces los mambos que me hacen perder el norte y me llevan a la soledad son solamente fantasmas que me atormentan en mi cabeza. Sé que el miedo al miedo es mucho peor que el miedo
Tengo las respuestas y tengo los caminos. Los recorrí de norte a sur, de este a oeste, día y noche en busca de una salida que no me haga volver atrás, pero no puedo. Aunque la encuentre, no me sale, me sigo perdiendo. Aunque crea que ya no hay vuelta atrás, sigo cayendo. Y aunque ya no duela tanto, y hasta sepa un poco cómo caer, el miedo es a que dure más, a que no se vaya, a que esa voz que me hace tropezar nunca se calle. Siento que intenté todo, pero a la larga o a la corta siempre termino volviendo.
No es todo tan terrible. Pensando con claridad, la solución está en mí, pero, ¿qué hago cuando esa claridad se cubre de nubes? ¿De qué me sirve saber que todo pasa si no puedo controlar el mientras tanto? ¿De qué me sirven las palabras y los consejos que puedo dar si yo misma no los puedo aplicar? ¿Con qué se llena ese vacío que desaparece, pero siempre vuelve a resonar? Soy tan sólo preguntas...
Será que en esos momentos en los que creo estar más lejos de mí, es cuando en realidad más cerca estoy. Ese miedo, esa falta de valor de no poder seguir hablando cuando el nudo en la garganta crece. Esa puta frialdad que no me deja ser del todo, que es tan fuerte que me vuelve débil, vulnerable, por no poder mirar a los ojos y pedir ese abrazo que el vacío reclama a gritos. Una solución tan fácil, tan al alcance de la mano, que me cuesta tanto aplicar. Y más bronca por eso, por saber cuál es la solución, o por lo menos el calmante al dolor, y no hacerle caso. Y toda esa mierda, las debilidades que aparecen por todos lados, que se muestran en enojos, en peleas, en broncas y en el puto orgullo, porque yo ya sé que me equivoqué, pero si te miro así es porque ya me cansé, porque mi boca ya arruinó demasiado y las lágrimas no tienen el valor para noquear al orgullo, que siempre es más fuerte. ¿Por qué es tan fácil entender la pena del otro y tan difícil dejar salir la propia? Y después siempre el reproche, y la culpa (la auto culpa).
Alrededor y en lo superficial todo va a seguir igual. La careta de superación es firme y difícil de romper. Hay que saber leer la complejidad de los gestos y escuchar lo que las palabras no dicen. Pero no es cuestión de echar culpas y andar señalando. No somos todos iguales.
Igual, el sol ya salió. O nunca se escondió, aunque no lo pueda ver. Porque a veces perder el tiempo con preguntas sólo sirve para ganar en dudas. Y, a veces, las dudas nos tapan el sol...


@Incredulas - 06/07/15

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