viernes, 3 de julio de 2015

Crónica de un holograma

Otra vez subí a esta montaña rusa que nunca frena...¿Cuándo podré bajar? ¿Cuándo va a terminar todo esto? Ya no me divierte...
A veces, sólo a veces, trato de encontrarme en el espejo, en el lugar conocido de mi niñez donde hacía caras raras y me reía de mí, pero ya no me encuentro ahí ni mirándome a los ojos...¿Dónde estoy? ¿Qué fue de mí? ¿Quién es esa chica con tan poca vida que aparece del otro lado? No me gustan sus ojeras...
Me preocupa el qué dirán, pero no lo que me dirá el espejo, sino lo que dirá el espejo de los demás.
Cambié. Modifiqué muchísimas cosas que eran esenciales en mi ser...Antes, cuando me observaba en el espejo y jugaba, ¿era realmente yo? ¿O era un holograma de lo que soy hoy? ¿Era lo que yo quería ser? ¿O soy ahora lo que nunca quise ser? ¿Y si era lo que él quería que sea?.
Ahora las cosas habían cambiado. Yo pensaba en él, no más en mí. Sólo me importaba protegerlo de mi mundo...Pero me perdí en mí misma, y ahora mi cuerpo se estaba perdiendo.
Mi familia y amigos empezaron a notar los cambios. Ya no era la misma, ya no tenía la sonrisa de antes, me desconocían...
En una noche fría de invierno, me di cuenta por pensar mirando el techo en mi cama, que cada mínimo detalle de mí me hacía única e irrepetible...Fui corriendo al espejo, me paré frente a él y me desnudé.
Me observé durante dos horas sin moverme un sólo segundo.
Noté mis ojeras. Noté mis clavículas marcadas notoriamente. Noté mis costillas saliéndose de su lugar. Noté que igual un rollo sobresalía por encima de la ropa interior. Noté una cicatriz de la operación de apendicitis. Noté las cicatrices de los cortes en mis brazos. Noté los cuarenta y cinco kilos que habían desaparecido, aquellos por los que tanto me esforcé. Noté el libro "Abzurdah" arriba de mi cama.
Después de esas dos horas eternas, me di cuenta que yo no quería cambiar más, que ya no era feliz, que me había transformado en lo que nunca quise ser: anoréxica, bulímica, depresiva y solitaria. Todo sucedió en ese instante, como si el viento hubiera traído a mis pensamientos la palabra "auto aceptación".
¿Qué veían los demás cuando me veían? Yo me estaba dando asco de mí misma y en lo que me había transformado. Me avergoncé de todo lo que hice. Me arrepentí en un segundo de haber preocupado tanto a todo mi entorno y haber sido tan ombliguista de fijarme sólo en mí, solamente por dejarme llevar por la mirada de los demás. Y esos "demás" no son ni mis viejos, ni mis hermanos ni mis mejores amigos. Esos "demás" son la gente tóxica de afuera, los que te obligan a tener una medida de 90-60-90 para triunfar. Pero me di cuenta que yo no tenía esas medidas y que con este peso y estos problemas yo no iba a llegar a ningún lado. De hecho, yo no quería llegar a ningún lado, solamente que mis seres queridos vuelvan a confiar en mí y darme cuenta de todo lo que soy capaz si tan sólo me quiero un poco más a mí misma.
A partir de ese día, las cosas cambiaron. Recuperé mi peso, volví a comer (aunque me costó mucho debido al cierre de mi apetito) y me alejé de aquel amor enfermizo que me había hecho tanto mal por culpa de mis propias obsesiones. Recién ahora puedo decir que soy feliz.


@Incredulas - 03/07/15

No hay comentarios:

Publicar un comentario