domingo, 12 de julio de 2015

Ni blanco ni negro

Detesto los extremos, pero reconozco que muchas veces encontré la sabiduría a costa de ellos, porque parando en el medio la balanza no se inclina.
Entiendo esa necesidad de tocar fondo para empezar a subir, de transformar las ruinas en un castillo. Quizás sea parte del llamado proceso de maduración, la transición hacia una nueva etapa cargada de la responsabilidad que implica la tan preciada libertad: el tesoro de llevar el cuerpo y la mente hacia cualquier extremo, si es que volvemos al principio del relato. Pero la libertad no es sólo ese concepto trillado que nos sugiere al vuelo. Está cargada de decisiones y del riesgo de asumir las consecuencias, por eso muchas veces la tenemos ahí, cerca, la acariciamos pero sólo un rato, nos animamos a sacarla a pasear, hasta que nos trae algún disgusto, y ahí todas las leyendas que nos jactábamos de profesar caen en la triste hipocresía. Y yo ya me cansé de eso. Y admito que ya me cansé hace rato, que lo dije unas cuántas veces, y, al fin y al cabo, para simplificar la ecuación de mi cabeza, no me hice cargo.
Pero esta vez es distinto. 
Quiero creer es distinto, que no me estoy equivocando. 
Quiero creer que hay que sacar a relucir, si es que queda, el amor propio. Y estoy segura de que queda, para rato y para siempre
Las ideas no son simples palabras plasmadas, sino que se defienden a capa y espada, y cuentan con un gran punto a favor: no caen en la necedad, le escapan.
Esta vez la resaca duró un poco más que el día después al descontrol. Sentí algo dentro mío que pedía salir y que no estaba cómodo, una sensación de estar pero a la vez no, de estar desde otro lugar, de no pertenecer ni sentir ganas de hacerlo. Pero pude entender que la angustia y el reproche son necesarios para seguir mutando en nuevas formas. Entendí que a veces la única forma de encontrar, es dejando de buscar. Que a veces hasta en la mayor monotonía hay algo que no va a encajar. Que ser parte no significa ser igual.
Quizás encontré lo que buscaba y ni cuenta me di. Puede ser que nunca lo encuentre, o puede que nunca lo sepa. Pero sé que este despertar no es fugaz, y el camino me va mostrando el rumbo, mientras nacen nuevas emociones.
La libertad fue alejarme de ese mundo que yo misma creé. Y nunca fui tan libre como cuando cerré los ojos y el pánico no apareció para robarse los sueños y la tranquilidad, y no necesité más que una mente libre, para poder resurgir otra vez.
No me gustan los extremos porque no creo en absolutismos. Porque todo va cambiando de acuerdo a la mirada, y lo que hoy es real, mañana puede desaparecer. No creo en blancos ni en negros ni en grises. Por algo existe el arcoiris, que al final no es más que otra ilusión.
Despertar es algo más que abrir los ojos.


@Incredulas - 12/07/15

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