viernes, 10 de julio de 2015

El ritmo que le falta a mis canciones

A veces te extraño porque en verdad lo siento. A veces te extraño porque la soledad y el aburrimiento me llevan a eso. A veces te extraño por las dos cosas, porque lo siento y por aburrimiento, y para sentir que no soy tan insensible a la sensibilidad.
No sé bien cómo recordarte. No fuimos nada. La historia pintaba de esas de película, de esos dos que se gustan pero lo niegan y no avanzan, y todos alrededor se dan cuenta de eso, entonces insisten y los dejan todo el tiempo en jaque y en situaciones incómodas, pero igual, a pesar de los chistes, esos dos se siguen haciendo los boludos y aunque las ocasiones se dan, nunca pasa nada. Pero ella lo piensa todo el tiempo, y se miente a sí misma porque sabe lo que siente y lo que él siente, y aunque muchas veces se lleva el mundo por delante, no se anima a avanzar. Y él, tímido, callado, le regala sus sentimientos en canciones que le escribe pero nunca le va a mostrar (igual que ella, pero ella no las termina, sólo las escribe, porque flashea que algún día él les va a poner el ritmo).
Y cada tanto se acercan (pero cada tanto, cuando no es a propósito, cuando no se dan cuenta) y entre acordes comparten pasiones y virtudes, locuras y contradicciones, y se sienten más cerca que nunca (así, sin darse cuenta) por hacer lo que más les gusta juntos, y el alrededor desaparece. Desaparece, claro, hasta que levantan la vista y todos los están mirando. Y no pueden evitar las sonrisas nerviosas y las risas porque se dan cuenta de que son dos boludos, porque los dos la tienen servida y la dejan pasar y nunca pasa nada.
Hasta que pasa. 
"Y no sabés cómo esperé esto", le dice él. Y ella que se ríe y se muere de amor pero no le sale decírselo, y lo abraza, y le dice que son dos boludos, porque esa es su forma de demostrar amor, aunque tenga tantas cosas para decirle. Pero le gusta más escucharlo, porque él al fin habló. Y sabe que las palabras de él valen tanto como los abrazos silenciosos de ella.
"Soy lento y somos dos boludos. Y yo sabía que se iba a terminar dando, pero me gusta más la expectativa, el momento anterior, imaginarme cómo pueden darse las cosas y flashear (el amor antes del amor, piensa ella)...Estaba esperando el momento perfecto", ("tardaste un poco", piensa ella, y no sabe si sólo lo piensa o de tan torpe lo termina diciendo). "Pero se dio, eso es lo importante" (y eso no sabe quién lo dice). Y se abrazan, y ella le da un beso, mientras lo único que ilumina es la luna a través de la ventana. Y la noche se pasa entre charlas y sinceridad, confesiones y canciones, y besos, abrazos y risas, porque los une algo más que esa pasión. Y más tarde, el silencio se hace cómplice y contrasta con la luna, que en algún momento, sin saber cuándo, se apaga.
Podía ser la historia perfecta. Tenía todo para serlo. Pero quedamos ahí, en la puerta, en el punto cúlmine de la película, como en esas que el protagonista se da cuenta de todo antes que sea tarde y la va a buscar en el momento justo, y todos los problemas se resuelven en ese beso que todos esperábamos (porque a esa altura, la historia ya es de todos), y al final todo se vuelve más fácil. Pero no. Las películas podrán tener siempre finales felices, pero yo me quedo con la vida real, con las canciones que nunca se van a escribir, con los problemas sin resolver, con los besos que quedan sin dar (para aferrarme a esa esperanza de que alguna vez pueden pasar) y con los sentimientos a flor de piel...Aunque a veces me cuesten deslices en noches de sincericidio y soledad, aunque a veces las escenas perfectas y las lluvias me hagan confundir. Porque no, nosotros no. 
No tuvimos los huevos para animarnos al después, a ese momento que no es tan fácil como lo pintan. O capaz que sí, no sé, pero creo que retrasamos tanto el momento por ese miedo, por la comodidad de cuánto nos gustaban las risas nerviosas y la expectativa, y flashear historias sobre lo que podía pasar. Pero ahora nos quedamos sin nada...Sin las risas nerviosas y sin el después. Sin nada más que decir, porque ya nos dijimos todo y no alcanzó. O vos dijiste y yo llegué tarde. O dijimos de más y nos pasamos de compás.
A veces me gustaría saber qué hubiera pasado si ese beso se adelantaba o esperaba un poco más. Me imagino una historia en la que no me quedan tantas cosas por decir y vos no decís tanto de entrada, y no somos tan cagones. Pero creo que eso es lo que te hace especial: que nunca llegamos a ser, que todo resultó inconcluso (y confuso) y que de haber sido de otra forma, quizás hoy no te estaría regalando pensamientos y canciones que se roban mi imaginación.
Sos el ritmo que le falta a mis canciones(Hay recuerdos que se guardan tan latentes que al volver un poco la memoria no se reproducen sólo las escenas sino también los sentimientos, y las pieles erizándose otra vez).


@Incredulas - 10/07/15

2 comentarios:

  1. Tiene las palabras justas para todo, que genias sonnnn. Mas identificada imposible!

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