lunes, 30 de noviembre de 2015

Luchadora

Cuando el sueño está por estallar después de tanto contratiempo, no queda más que la recompensa por llegar al final, aunque la sonrisa de satisfacción vaya acompañada de un dulce y sutil dolor, tan fácil de sentir y difícil de describir. Es que cuando las expectativas llegaron a ser realidad en una magnitud mayor, aunque contrarias a la imaginación, lo que se pueda decir resulta, quizás, puro palabrerío. Hay tanto por decir y tanta frase hecha al respecto que nada parece estar a la altura, y creo que no queda más que seguir entregando el alma y el corazón al momento de vivir y agradecer el hecho de poder sentir que los sueños se cumplen, y tardan, pero llegan...No de la forma esperada, tal vez, y hasta con unos cuántos golpes que casi confluyen en una cruel resignación y en unas cuántas lágrimas de desesperanza...Pero seguir, y comprender que siempre se trató de eso, se trata de eso: de bancar los golpes y seguir dando pelea en este ring donde el rival se agranda cada vez un poco más. Pero si hay algo que sabemos es que no importa cuántos sean los de en frente ni nosotros, porque un simple número no refleja el alma como sí la forma de luchar.
Y hoy estamos acá. Llegamos, o casi, porque siempre queda algún round de revancha. Queda un poco de este trayecto que desemboca en el final y en un comienzo nuevo. Hoy estamos acá, en el sueño vuelto realidad cuando parece que hasta hace pocos días, años, era un simple boceto de la imaginación. Mirá atrás, cómo contabas los años que hoy se vuelven días. Y mañana van a ser horas, minutos, hasta volverse presente, si es que ya no se volvió. 
Y lo supe siempre. Este era mi año. Superó las expectativas, pero no llegó en forma de fantasía, hoy lo siento en mi tacto y con todos mis sentidos, pero no alcanzan las palabras. Y es buen augurio que sea así.


@Incredulas - 30/11/15

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