martes, 21 de enero de 2014

De cómo una roca conoció el amor

Mirá qué escurridizos pueden ser los recuerdos a veces que cuanto más son, más rápido se esconden. Tengo varios álbumes de fotos en donde siempre aparece el mismo chico en diferentes maneras. El mismo chico. Mi chico.
Todos los días de mi vida me creo incapaz de amar completamente. Mirá qué miedosa seré que elijo amar por cuotas, por temporadas, por medidas de longitud o por estaciones del año...Pero sin haberme dado cuenta, veo que a él lo amo constantemente, sin interrupciones.
Lo amo mientras estudio. 
Lo amo mientras juego con mis hermanos.
Lo amo mientras escribo esto.
Lo amo mientras miro por la ventana de mi pieza, fumando un cigarrillo y pensando "¿qué va a ser de mí?".
Lo amo mientras lloro.
Lo amo mientras espero el bondi.
Lo amo mientras miro la tele.
Lo amo mientras hablo con gente que no me interesa.
Lo amo mientras me indigno por las calamidades del mundo.
Lo amo mientras me tomo un mate.
Lo amo mientras me baño.
Lo amo mientras actúo, canto, escucho música o miro películas.
Lo amo mientras me río.
Lo amo mientras me despido de mis amigos hasta el próximo encuentro.
Lo amo mientras camino por las calles de mi barrio marginal a la noche en una total y plena soledad.
Lo amo mientras juego a la play.
Lo amo mientras estoy en la cancha alentando al club de mis amores.
"¡¿Qué carajo hacés?! Pasásela al otro?!"...y mientras tanto lo amo. 
Mientras, mientras, mientras.
Sin embargo, el pacto quedó sellado aquella noche en donde mi mundo se caía...Se caía en las manos de alguien que me iba a abrazar como ninguno.
En plena madrugada, tras unas gotas de alcohol en mi sangre y por qué no en mi cabeza, fui corriendo a su amor, llorando, con la respiración entrecortada, agitada, preguntándole sin consuelo "¿por qué no lo intentamos?" y jurándole jamás fallarle. 
Me abrió las puertas de su corazón y una vez más sus palabras y compañía fueron mi medicina. Un gran y esperadísimo alivio. Y después de eso terminamos saliendo del lugar agarrados de la mano, en un nuevo camino que teníamos por delante para atravesar, pero juntos.
Me pregunto cómo pude haber sido capaz de haberte descuidado en algunos momentos en donde yo sabía que estabas mal. Y mal por mí. Porque aunque no lo aceptaba, lo sabía. Y vos pretendías que no se notara. 
Sos tan hijo de tus viejos que aunque te estés desmoronando por dentro vos seguís caminando como si nada. Me dejé llevar por las circunstancias, ¿sabés? Lleva tiempo aprender a priorizar. Pero a pesar de las idas y venidas, de los baches que haya habido en el camino, de los nuevos estímulos que recibí y me corrieron de mi eje, vos siempre estuviste y yo siempre lo supe. Siempre supe de qué madera estás hecho, pibe. Y no hay nada que me enorgullezca más. 
Con vos aprendí que al amor no le interesan los formalismos. Que el amor no sabe nada acerca de las orientaciones sexuales. Que el amor prefiere mantenerse alejado de los prejuicios, afectan tanto su reputación...
Sos el único hombre que siempre me hace llorar. Sos efectivo en eso, nunca fallás. Pura manifestación del alma. Y no sabés qué bien que le hace eso a esta roca que te escribe y te piensa siempre. Porque cuando abrazás a la roca, la roca conoce la verdad. Su verdad. La verdad de un cariño eterno y que va a llevar consigo siempre vaya a donde vaya. Una verdad que se titula "de cómo una roca conoció el amor".
Gracias.


@Incredulas - 21/01/14

6 comentarios:

  1. Uno de los mejores post lejos, sos una genia colis

    ResponderEliminar
  2. En serio cuanta perfección en sus palabras chicas, sigan creciendo cada dia màs, gracias por ayudarnos siempre, un abrazo!

    ResponderEliminar
  3. Me identifique una banda, las amo, son unas genias

    ResponderEliminar
  4. No hay forma de escribir así. Totalmente genias!

    ResponderEliminar
  5. Me describe a la perfeccion! Este post soy yo en palabras

    ResponderEliminar
  6. Me encanta este posttttttttttt!!! lo amo

    ResponderEliminar