sábado, 12 de diciembre de 2015

Nuevos colores

Se levantó con una sonrisa, pero sincera, espontánea, de esas que la habían abandonado hacía ya un tiempo, de esas que traen ganas de vivir. 
Los rayitos de sol colándose por las aberturas de la persiana la obligaron a abrir los ojos y sonreír aún más, y usar ese impulso como su motor en este día (y cada día). Se miró al espejo, y se examinó durante un largo rato. Quizás no era lo que había imaginado pero por primera vez se sintió conforme, feliz. "Al fin y al cabo, las cosas nunca suceden tal cual las imaginamos", pensó. Mejor avanzar hacia el objetivo y dejar que la vida sorprenda.
Se sintió plena, llena de energía, y recordó hacía cuánto no se sentía así. Logró detenerse, sin esquivarlos, en esos momentos en que las piedras del camino la habían hecho caer al punto de no querer levantarse. Pero siempre había algo, o alguien, o ambos, que la rescataban de su dolor y la volvían a poner de pie, cada vez con más fuerzas, una y otra vez, incansablemente. Lograba, de a poco, dejar escapar esos pesos que le impedían el paso del aire normalmente. Respiró. Dejó ir. Sonrió. Siempre encontraba alguna razón para seguir.
Se detuvo un momento, y sólo un momento, también, en sus miedos. En la muerte que de vez en cuando se le reía en la cara, que casi quería apagarla en vida, pero entendió la necesidad de esos momentos. Y pensó en esos miedos que muchas veces fueron su motor, su impulso, en esas tantas veces donde se sentía vencer y ya no había más opción que salir y enfrentar, resurgir desde los escombros.
¿Cuántas veces había logrado sentirse feliz, en plenitud, sintiendo que ese estado no volvería a irse nunca más, y al final esa felicidad se escapaba en un instante entre sus manos? Incontables fueron las veces, pero entendió que la felicidad se construía de esos momentos, que la iba construyendo a prueba y error, y que la iba a acompañar durante más tiempo cuando lograra restar más importancia a esos obstáculos que se empecinaban en hacerla tropezar, cuando pudiera hacer un balance entre lo bueno y lo malo de su vida, haciendo mayor fuerza sobre lo bueno, sabiendo que esos momentos serían los que quedarían por siempre en su memoria, y los malos, simplemente pasaban, y dependían de la importancia, el tiempo y el lugar que les diera. Sonrió una vez más y abrió la puerta hacia un viejo mundo que hoy iba a transformar, hacia un mundo que iba a pintar con nuevos colores. "La actitud es el pincel con el que la mente colorea nuestra vida" recordó leer por algún lugar. Y salió decidida a inventar nuevos colores, a ver más de los que se ven a simple vista, a empezar todo de nuevo, a salvar el mundo, su mundo. Y supo inclinar la balanza hacia su lado. 
Después de todo, sabe que "la vida es dura pero la amargura no es la solución".


@Incredulas - 12/12/15

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