Capaz el error sea mío por muchas veces perder el tiempo deteniéndome en actitudes que no deberían acontecerme ni tendría que esforzarme en intentar entenderlas, por el simple hecho de que hay cosas que van más allá de mis posibilidades, y quizás eso haya sido lo más difícil de aceptar: lo que no se puede cambiar. Y eso me frena: el hecho de preguntarme si en algún lugar encontraré eso que tanto busco entre la cotidianeidad, si en algún lugar habrá consuelo para mi locura.
Por momentos siento la necesidad de una respuesta, de saber si todo es en vano o si en verdad tendrá algún valor, de no sentir que todo el tiempo estoy en busca de algo que quizás nunca llegue. Me cuesta poder olvidar y seguir, omitir ciertas piedras en el camino que para otros no tienen el mismo peso. La incomprensión. Lo que me lleva a sentirme vacía, perdida, hasta casi desprotegida en cierto punto. El verme rodeada de un mundo de cristal, encontrarme en medio de la multitud y aún así, a veces no encontrar de dónde agarrarme. No poder, en esos momentos, evitar el efímero deseo de caer en la mediocridad, de ser una más. Aunque capaz lo sea. Pero vuelvo a la conclusión de que no puedo ir en contra de mí misma.
Igual, caigo en la cuenta de que este es un estado más, inevitable, pero no es el que me define ni me acompaña siempre. Sé que hay mucho más y con mucha más importancia para detenerme, que todavía queda paisaje sin contaminar. Y si puedo sentir, es porque a algún lugar quizás esté logrando llegar; o por lo menos eso prefiero creer. Pero tampoco puedo dejar de sentir así, y eso es lo que hoy toma mayor dimensión, aunque quizás mañana no. Y por eso tengo la necesidad de encontrar algo, alguien, lo que sea de dónde agarrarme ni tampoco puedo dejar de descargarlo entre lápiz y papel, de encontrarme en un espacio que no sabe ni de tiempos, ni de prejuicios ni de nada. Porque otra vez lo digo: hay cosas que no se pueden cambiar.
@Incredulas - 10/12/15
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