sábado, 6 de septiembre de 2014

Rehén en mi propio país

Hasta donde yo tengo entendido, cualquier persona que habite suelo argentino se atiene a las normativas que rigen en la Constitución Nacional. Todo derecho, obligación, ley, decreto o cualquier documento existente, está por encima de cualquier individuo. ¿Cómo puede ser posible, entonces, que una horda de hombres, mujeres y niños de mentalidad maquiavélica se atrevan a ocupar espacios públicos? ¿Acaso eso no es un delito? ¿Y "el monopolio legítimo de la fuerza" del Estado dónde carajo se metió? Para eso cualquiera agarra y dice: "¡Familia querida! Hoy nos hacemos una excursión al Parque Roca y nos loteamos un pedazo de tierra ahí, ¿les parece bien?". Quisiera ver qué pasa si mi familia y yo decidimos lotear un pedazo de tierra del Parque Roca o cualquier parque que sea: en menos de cinco minutos ya estoy en la patrulla yendo a la comisaría, y eso me da por las pelotas.
Cuán impotente me siento en este momento. Después de ver lo que tuve que ver siento que no soy nada, siento que soy una rehén en mi propio país. No puedo evitar sentir las ganas irrefrenables de hacerme la Rambo, Terminator o uno de esos y matar a todos los que están ahí...Pero después reflexiono mejor y me tranquilizo. Y es que yo no puedo ser xenófobo. Lo intenté, pero no puedo pensar cómo otros que prefieren el "gatillo fácil", y chau indocumentado. El problema radica en otro lugar y está por encima de cualquier ciudadano.
Desde mi punto de vista, sin inmigración no hay país. Por lo menos acá funciona así. Además, con el tema ese de los predios ocupados que ahora quedó en la nada misma, pero sigue pasando todos los días, tengo que escuchar una sarta de pelotudeces que la verdad me sacan bastante de quicio. Una de ellas es: "Boluda, ¡clavaron la bandera paraguaya/boliviana en el pasto!". Pero después pensé más detenidamente y dije: "Qué caradura que soy". Me quejo de la banderita del orto clavada en la tierra y, desde que nací, tengo la bandera de la Unión Europea clavada en mi cerebro manifestándose a través de mis deseos consumistas, y de vez en cuando me pongo (simbólica e irónicamente hablando) la camiseta argentina hipócrita, como tantos otros "argentinos" lo hacen.
Ahora todos se la dan de nacionalistas cuando ven que la pobreza decide hacer una llamada de atención. Y es que la cosa funciona así. Nadie se acuerda de los pobres hasta que se rebelan. Por más intereses que haya de fondo y demás, la realidad es esa. 
Cuando el pobre tipo, cansado, harto y re podrido de que le pasen por encima, decide quejarse de la manera más accesible a su alcance (y que su coeficiente intelectual le permite), todos enseguida saltamos y nos hacemos los defensores de la patria celeste y blanca. Y no quiero que nadie se sienta zarpado, es simplemente mi manera de ver las cosas.
Para hablar de problemas humanos y sociales no hay que ser subjetivo. Hay mucha cosa turbia que no se ve bien, que no sabemos y no vamos a saber nunca. Con casa, ropa, auto, trabajo y algunos lujos o sin casa, viviendo en una villa, alquilándole a un forro que se aprovecha de otro que con suerte llega a fin de mes, todos somos víctimas de la corrupción y de la blandeza del Estado. Pareciera como si ahora los gobernantes dijeran: "Y bueno, que hagan lo que quieran", y a otra cosa mariposa. Ya está, ya no hay límites. Los límites no existen, y si están necesitan una buena mano de pintura para que nosotros los veamos.
Para los poderosos, los límites no existen, la zona Sur no existe, los pobres no existen, la inflación no existe, el valor de la vida no existe...Pero el hartazgo y el hambre de cambio sí existe, y están en estado de reposo. El día que se despierte...¡agarrate!

@Incredulas - 06/09/14

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