martes, 23 de septiembre de 2014

Las ex's dan más miedo que los monstruos

Voy a contar una historia como si no fuese mía, como si no me hiciese llorar noche por medio, y como si ésta no fuese una de esas noches.
Había una vez una chica llamada Luna, que tenía una vida muy normal: una familia que la quería, buenas notas en el colegio, algunas amigas (nunca acostumbró a tener muchas), gustaba de chicos y a veces ellos también gustaban de ella. Disfrutaba de ver series en internet y le gustaba mucho dibujar. Pero Luna aún no se sentía del todo feliz así. Lo que ella anhelaba era encontrar de una vez por todas a su príncipe azul, que la salvaría de la monotonía y la rutina y le alegraría las mañanas, las tardes y las noches.
Ese año estuvo lleno de cambios para Luna, que no sólo se sentía muy grande y capaz de hacer cosas de su edad, sino que también se lo permitían. Conoció a dos chicas, la morocha se llamaba Isabel, y la colorada, Candela. Con ellas forjó un vínculo de amistad muy fuerte y sincero, donde eran ellas tres y el mundo. Y a partir de allí empezó todo.
Todas las noches, sin falta, las tres amigas se quedaban hasta tarde hablando y riéndose por Skype, pero Candela tenía que viajar unos días a Corrientes con su familia, y no tuvo mejor idea que dejar un reemplazo de su voz: un amigo de ella llamado Federico. Entonces esa primer noche sin Cande, Federico, Isabel y Luna se quedaron charlando, conociéndose y dándose cuenta que se divertían mucho juntos.
Para cuando Cande volvió, Luna ya estaba completamente enamorada de Fede. Sabía que él acababa de salir de una relación de varios años, pero eso no la detuvo: se sintió lo suficientemente buena como para hacer que la olvidara definitivamente, y así continuó enganchándose más y más con él.
Al poco tiempo, las noches de Skype pasaron a ser exclusivas entre ellos dos, y fue por ahí por donde Fede le propuso estar juntos. La relación crecía a pasos agigantados, él iba todos los días a su casa a almorzar, y ella lo acompañaba a donde sea que fuera. Al pasar un mes, ya se decían "te amo". Y Luna estaba tan tapada de amor que no pudo ver lo obvio. No se estaba dando cuenta que en este tiempo, Fede había estado reconciliándose con su ex. 
"Me contó mi hermana, que le contó un amigo, que le mandó un WhatsApp Fulanito contándole que anoche la ex de Fede, Marina, se quedó a dormir en su casa, boluda, ¿vos estás al tanto de esto?". De esta manera tan humillante, triste e hiriente tuvo que enterarse. Lo primero que Luna hizo fue correr a preguntarle a su amado si esto era cierto, y él, para sorpresa de todos, no se lo negó. Cuando ella se volteó para escapar lo más rápido posible, antes de empezar a llorar, él la agarró del brazo, la besó y le dijo: "Pero vos me gustás más, pendeja". Luna era una estúpida (cabe aclararlo) y, a pesar de que sabía que no era la única en su corazón, prefirió ser un poquito, antes que no ser nada.
Los meses pasaron, el verano se fue para darle paso al otoño, y la competencia silenciosa pero dolorosamente evidente entre Marina y Luna continuaba. Él siempre amó a su ex. Quizás Luna era sólo un juego, una diversión, o quizás la quiso, pero no tuvo el valor de arriesgar nada, ni siquiera un poquito de su estructurada vida por ella, pero eso es algo que nunca sabremos. Lo que sí sé es que Luna lo amó con locura, e intentó dar todo de sí con tal de ganarse su amor, tanto que hasta le regaló su primera vez. Pero nada fue suficiente, nada alcanzó para ganar el reinado de una tierra que ya tenía reina, le pertenecía a Marina, y hasta me atrevería a asegurar que esto sigue siendo así hoy en día.
Finalmente la historia terminó, y como todo en el universo, pasó. Pero las secuelas en el corazón de Luna nunca se borraron, nunca sanaron, y nunca se olvidaron, sólo fueron tapadas con una sabanita, para poder hacer como si nada hubiera pasado y seguir viviendo a partir de allí.
Tiempo después, Luna conoció a la persona que le curó el corazón del todo, y por si con eso no alcanzaba, le regaló el suyo. Era un hombre valiente y caballero, que aunque fuese el más dulce, cariñoso y frágil con ella, no era ni un poco cobarde cuando de defenderla se trataba. Tenía un corazón gigante y de oro, pero todo relleno de miel. Priorizaba los valores que no cualquiera lograba priorizar, ya que no cualquiera podía ser tan honorable. En fin, él era su príncipe azul. Su nombre era Nahuel.
Cuando Nahuel le pidió a Luna que sea su novia, ella aceptó sin dudarlo ni un segundo, ya que nunca había conocido a alguien tan maravilloso, pero como en toda historia, siempre aparece un conflicto, y ésta no sería la excepción. Nahuel tenía una ex. Y las incógnitas empezaron a surgir en el cerebro de Luna, quien de vez en cuando levantaba la sabanita de su corazón para ver cómo estaba todo allí dentro, y salía preguntándose: "¿Y si me vuelve a pasar lo mismo? ¿Y si las ex's son criaturas incorrompibles? ¿Qué pasa si nunca me llega a amar a mí más de lo que la amó a ella? O peor aún, ¿y si la sigue amando?". Todos estas dudas, que eran en realidad sus más grandes miedos, le torturaban el alma y la acosaban como monstruos abajo de la cama, sin dejarla disfrutar su historia de amor en paz.
Y aunque él hiciera hasta lo imposible para demostrarle que no existen tales monstruos y que su amor es sincero y leal, ella no logra sacarlos de su cabeza, y quizás sea por eso que está ahora buscando desahogarse, contando su historia como si no fuese suya, y llorando un poco, como cada noche por medio.


@Incredulas - 23/09/14

4 comentarios:

  1. "a pesar de que sabía que no era la única en su corazón, prefirió ser un poquito, antes que no ser nada." me viene pasando hace bastante y no sabía cómo expresarlo. palabras justas como siempre. increíble. fuerte. las quiero para siempre

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  2. Me siento tan pero tan Luna. La Luna de la que hablas hasta antes de conocer a Nahuel.

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  3. Nada mejor me describe.

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  4. Siempre que estoy mal leo este post y me pongo a llorar, textaso

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