domingo, 16 de octubre de 2016

Carta a mi vieja

Ella no es mi mamá. Hace mucho que superó esa palabra. No creo que exista una definición concreta y precisa de lo que es ella para mí. es la creadora de mis días. si soy lo que soy es por su causa. Ella, con su fortaleza de seguir día a día, me dio la seguridad que me caracteriza. Ella es la que dando la cara y el alma me sacó adelante y jamás dijo "estoy cansada de esto" o "ya no puedo más". Ella es lo primero que conocí como "amor".
Desde el primer día que la vi, reflejé en ella mi completa admiración. No recuerdo ese momento, pero cada vez que veo su cara, con cansancio por su esfuerzo diario, no creo que haya sido diferente a la vez que me dio a luz. Con ella a mi lado es como me mantengo en pie y esperando de frente lo que venga. Sólo Dios sabe qué sería de mí sin su presencia.
Dedicó su vida a guiar la mía y lo hizo bien. Llena de orgullo me veo en el espejo y su reflejo me respalda, genéticamente no seremos idénticas, pero mi carácter y mi esencia son idénticos a los de ella, y me encanta.
Cuando mi día es pésimo, sólo ella es la que me reconforta con una sonrisa y me promete que todo va a estar bien. No sé que magia tenga de su lado pero nunca miente, tarde o temprano, el sol vuelve a salir en mi tempestad, y tal como lo dijo, "todo va a estar bien".
A veces por cosas del destino y jugadas de la vida estuvimos lejos, y eso me hizo valorar aún más su presencia, porque tiene el poder de hacer de cualquier problema, por más grande que sea, en algo insignificante.
Ya no soy una nena, pero me encantaría ser la bebé que ella jura que siempre seré. El tiempo no se detiene, aunque juegue todas mis cartas para poder dejarte al lado mío para siempre, eso no sucederá, y sé que mi vida se detendrá cuando la tuya decida no seguir a mi lado y cruzar el plano hacia la paz.
La veo cansada, ya agotada de tantos años de hacer todo por mí y yo tengo miedo, porque ella es la belleza de mi mundo, un mundo que jamás se vuelve a repetir.
No me queda más que disfrutar el acá y el ahora, la tengo a mi lado...y ahora quiero ser yo su fortaleza, quiero demostrarle que hizo bien su trabajo de enseñarme lo bueno y lo malo de la vida, y darme las armas para alejarme de lo que lastima y luchar siempre por lo que quiero y lo que merezco. Puso en mis manos las armas para comerme el mundo. Sin ella no hubiera llegado a ningún lado.
En esta carta trato de expresar lo que es mi mamá para mí. Es extraordinariamente única. Me enseñó el valor de la amistad, porque hasta el día de hoy es y siempre será mi mejor amiga, mi confidente, mi consejera, mi todo. No puedo ni se cómo agradecer a la vida por ponerla como mi mamá.
No existe palabra justa para agradecerle, sin embargo en esta carta, con el corazón en la mano, le digo que voy a dar mi vida si es preciso para poder pagar un poco de lo que ella dio por mí.
Esto es para ella, en su día y todos los días, aunque no sé cómo llamarla. Ella no es mi mamá, porque hace mucho que superó esa palabra.
Feliz día, vieja. Siempre te voy a amar.

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