viernes, 12 de febrero de 2016

Falsos espejos

¿Cuantás veces al día pasás frente al espejo para ver cómo estás? ¿Cuánto tiempo invertís pensando en lo que te vas a poner, en comprar ropa de marca? ¿Cuánto tiempo pasas revisando la moda de las demás personas, estereotipando, juzgando, echado tu vida por la borda, y evitando que los demás la vivan? ¿Cuántas veces usás el término "me enamoré" para un par de zapatos? ¿No podías pasar otra noche de viernes más sin publicar en tus redes sociales que estuviste en el lugar más sofisticado, caro y de elite? ¿No podías esperar más en subir esa foto comiendo en un restaurante? ¿No podías esperar para subir la foto con tu ropa nueva de Kosiuko? ¿Esa selfie con todos los filtros de Instagram te hace más feliz? Bien, los miles de seguidores y "amigos" de Facebook ya te envidian, admiran, adoran quieren ser como vos y obtenés miles de likes en menos de una hora. Pero de esos miles, ¿cuántos están para vos en la vida real?
Esa es mi historia. Era una superflua y materialista chica que sólo vivía de elogios. Me encantaban los aplausos de propios y extraños, total, para eso se mataban trabajando mis viejos, ¿no? Y aunque no siempre estuvieran a mi alcance, siempre podía pedir un préstamo en algún lugar para hacer saber al mundo que lo que quería lo tenía...Aunque debiera más de la mitad.
Pero entonces, un día de repente pasó. Un día mientras iba manejando rumbo a la facultad, un tipo en el carril de al lado, quizá con la misma hambre de reconocimiento que yo, iba mandando mensajes mientras conducía, y no recuerdo qué fue lo que pasó, pero días después desperté en un hospital con tubos por todos lados, conectada a una máquina que registraba mi pulso cardíaco.
Lo primero que vi al abrir mis hinchados ojos fue a mi mamá llorando. Me dijo que había unos amigos en la sala de espera, y que mi padre aún estaba como loco buscando los donadores que me salvaran la vida.
Fue ahí cuando descubrí que los amigos se cuentan con la palma de la mano y te sobran dedos, que como decía mi abuela, en la cama y en la cárcel se conocen a los verdaderos amigos. Ninguno de mis miles de seguidores fueron buenos para preguntar por mí.
La vida, es un regalo y es un enorme gusto el saber vivirla y poder compartirla de manera recíproca con las personas que de verdad te aman, las que te abrazan, las que te hablan, las que de te elogian de verdad, las que te tienden una mano real, y no un gesto de dedos para arriba en una publicación en la red social.
Recordá que vivir feliz es cuestión de actitud y causa gratitud. Las personas que te quieren por lo que eres y no por cómo te ves son las que de verdad te valoran, y las que regresan felicidad y amor a tu alma.
No desperdicies la vida en falsos espejos que sólo alimentan el ego y desnutren el alma. La vida es un regalo.


@Incredulas - 12/02/16

2 comentarios:

  1. Vi que nadie comentó, pero esto se merecería mil aplausos para vos. Creo que muy pocas veces (casi nunca) escuche decir a la gente lo que vos escribiste. Esto es lo que todo el mundo tendria que tener en cuenta cuando apenas se despierta. Te felicito por lo que escribiste, mil y un aplausos para vos.

    ResponderEliminar
  2. Me encantaa todo lo que escriben enserio,por mas que no comente en todo me leo todo ah ����

    ResponderEliminar