viernes, 24 de marzo de 2017

El sol y la luna

"Él no va a cambiar, está casado con la noche, y vos, Sol, vos sos la luz del día". Supongo que éramos opuestos que se atrajeron y crearon un eclipse fugaz, catastrófico, adictivo. ¿Cómo una persona puede decirte que sos el amor de su vida durante el día y que cuando llegue la noche, con un par de copas encima, siga buscando amor en otras personas? ¿Acaso yo no fui suficiente? ¿O vos buscabas tener amor demás? 
Lo nuestro no era amor. Era adicción. Era vicio. Eran las palabras que él mismo me decía, era la manera en que me tocaba, era él y no era yo, era yo con él y él sin mí. Una larga espera nos unía, la fantasía de estar juntos y entregarnos uno al otro nos fascinaba.
"A Sol le gustaba salir de noche, pero su luz se perdía entre tantas estrellas. De día ella era única para él, pero de noche sólo era un astro más alrededor de tantos", por eso un día me dijeron que aprendiera a valorar mi brillo, que no dejara que nadie me dijera que era una más del montón y, menos que menos, que me hicera sentir así. Me dijeron que me quiera a mí misma porque tenía a todos los planetas girando a mi alrededor, y elegía a quien no podía tener y a quien no le importaba tenerme. Me centré en quien sólo me dio por sentada, y que cuando decidí irme, su vida se convirtió en una noche oscura y helada. Él ya no tenía más un sol que lo protegiera del frío.

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