martes, 10 de enero de 2017

El deseo de ser feliz

Hace un tiempito estaba reunida con unos amigos y, entre risas y charla, me preguntaron qué creía que necesitaba una persona para ser feliz. A decir verdad, en ese momento me quedé dura, porque hay tantas maneras de responder esa pregunta, que no sabía qué opción usar. Pensé un ratito y le contesté: "para mí lo que necesita una persona para ser feliz es ser sencilla, poder andar libre y liviana por la vida". Todos me miraron, y mi amigo, el que me hizo la pregunta, me dijo que para él la felicidad era mucho más que eso.
Se armó un revuelo importante y terminamos debatiendo a partir de la siguiente hipótesis: si a una persona le cumplís todos los deseos que pida, en el instante en que los pida y sea lo que sea...¿podría ser feliz toda su vida? Obviamente nunca nos pudimos poner de acuerdo, porque se decía de todo un poco. 
Más o menos lo que pasó fue que, de todos los que éramos, sólo hablábamos cuatro. Romi y yo sosteníamos la postura de que no se podía lograr la felicidad toda una vida. Eber y Juan sostenían a muerte que, si te pueden dar cualquier cosa, siempre vas a ser feliz.
La charla terminó cuando les hicimos entender que por más de que se pueda pedir lo que sea y cuando sea, una persona nunca va a ser feliz toda su vida, porque todos somos muy rebuscados y lo que tenemos hoy, cuando ya lo tenemos como parte nuestra, nos aburre y queremos otra cosa...Y así sucesivamente. 
En un momento, uno de los chicos nos dijo que si un deseo fuera la felicidad, lo lograríamos. Para nosotras obviamente no era así en lo más mínimo. Le dijimos que siendo demasiado feliz iba a querer dejar de serlo o se iba a sentir mal sabiendo que eso lo logró por un deseo, y lo mismo pasaría con el amor. 
Bueno, esa fue una charla bastante de locos, porque estábamos debatiendo sobre algo que no va a pasar nunca, ¿no? Pero a lo que quería llegar con esto es a lo poco conformistas que somos todos.
¿Por qué no podemos disfrutar un rato de ser felices? ¿Por qué no vivimos el presente a pleno y nos dejamos de atormentar por el pasado o de pensar en el futuro? ¿Por qué nos cuesta tanto creer que de verdad nos pueden pasar cosas buenas si nos dejamos llevar? ¿Por qué dudamos de nosotros? ¿Por qué nos peleamos a muerte con alguien, sabiendo que todos somos humanos y nos equivocamos? ¿Por qué no aceptamos las diferencias que tenemos con los demás y siempre vivimos comparándonos? 
De verdad que toda esa conversación me movilizó muchísimo, pero además hizo que me dieran ganas. Ganas de vivir, ganas de disfrutar, ganas de ser yo, ganas de ser libre, ganas de caminar a pleno todo lo nuevo y bueno que me está pasando, ganas de tomar las cosas de pasado como experiencias para moverme en el presente, pero sobre todo, ganas de que la felicidad en mi vida no sea sólo un chubasco. 
No quiero que mi felicidad dure un rato y mucho menos quiero ser poco conformista. Quiero poder gritar lo que siento y, sobre todo, quiero saber escuchar lo que sienten los demás. Quiero respetar y que me respeten. Quiero disfrutar a mi familia, a mis amigas y a mi novio sin pensar en lo que puede pasar mañana. Quiero cambiar mi actitud a un ciento por ciento y sé que lo voy a lograr. ¿Vos no tenés ganas de disfrutar más la felicidad y olvidarte del sufrimiento?
Pensá cuánto más feliz serías todos los días si vivieras el presente sin enrroscarte tanto con problemas.

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