viernes, 23 de septiembre de 2016

Reencuentro feliz

Creo que todos nos acordamos cosas de cuando somos chicos. Ya sean momentos, días o cosas que parecen insignificantes, pero que si los recordamos es porque para nosotros son muy importantes o nos marcaron mucho. Más o menos eso es lo que me pasó a mí...
Cuando tenía sólo cuatro años, conocí a alguien increíble. La verdad que no sé muy bien cómo ni porqué, pero me cambió la vida. A los nueve años, por cuestiones particulares, dejé de mantener una relación con ella y fue un golpe duro. Si bien las cosas conmigo y mi familia no terminaron para nada mal, claramente no todo estaba en condiciones y a medida que yo avanzaba, en edad y mentalidad, lo padecía más. Recuerdo varias noches pensando en qué había pasado, y si bien me daban las explicaciones en mi casa, no me eran suficientes. Suponía que todo no podía quedar así, pero con nueve años y en una época donde no había Facebook ni ninguna red social, mucho no se podía hacer. No era como ahora, que tengo diecinueve años, y puedo llegar a encontrar respuestas por mí misma. 
Mientras avanzaba el tiempo, yo quería hacer hasta lo imposible por contenerme y no buscarla, no hablarle y mucho menos molestarla. Pero hace poco me ganaron mis sentimientos y fue mucho más fuerte que yo. Lo pensé muchísimo, me daba miedo saber de ella ahora. No sabía si ella iba a querer saber de mí, porque después de diez años las cosas cambian muchísimo. Tampoco sabía si le iba a gustar que le hable, porque nunca me quedó bien claro cómo había terminado todo con mi familia, pero pensé que si seguía dudando nunca iba a saber que pasaría. No quería perder más años sin ella, y supuse que si pasaba alguna de las cosas que acabo de nombrar, también era hora de saberlo. Así que lo hice...la contacté y después de una extensa charla que me produjo muchos nervios, ansiedad y felicidad, supe que fue lo mejor que pude haber hecho. No habíamos perdido esa conexión que, justamente, frente a mis ojos, la hace única. 
Ahora que retomé contacto, sólo estoy segura de dos cosas: la necesito y quiero ser parte de su vida.
Mi vida está a medio camino, estoy en el momento pleno en el que las decisiones que tome a partir de ahora, van a ser definitivas en mi vida, y quiero que ella sea parte de esas decisiones. Y  también, quiero formar parte de su vida, porque ella es más grande que yo, y ya tomó esas decisiones que se me aproximan, ya tiene una vida más familiar que no me quiero perder. 
Considero que nos perdimos mucho una de la otra, pero me prometí a mí misma que no iba a volver a perderla y va a ser así. 
Ella legalmente no es nada mío. No es parte de mi familia ni llevo su sangre, pero nos une algo mucho más sólido que eso. Tenemos una conexión especial y eso hizo que yo la siga recordando a pesar de los años que pasaron. No creo que nuestra relación y lo que nos une se tenga que dejar sólo como algo que ya pasó y que sea nada más que momentos que queden en la memoria. Estoy segura que no sólo es alguien que me hizo bien en el pasado ni tampoco es alguien que solo me caía bien, sino que es una de las personas que necesito en mi vida para sentirme totalmente plena y feliz, más en un entorno como el mío que está hecho a base de amor y con mi familia que día a día se esfuerza por hacerme sentir contenida y que sepa que cuento con todos ellos.
Le guste a quien le guste, para mí ella sigue formando parte de la familia, y ahora que volvimos a hablar, mucho más. Lo bueno de esta segunda vez es que no lo tomo como algo que está impuesto, no es “la novia de”, sino que es mi tía. Y es así porque así lo quiero, así lo elijo y así lo siento, y creo que ella lo acepta de esa manera también. Para mi formación, como persona y como alguien a quien le falta madurar, ella es alguien que me va ayudar a completarme. Es alguien que se puede complementar perfectamente con mi familia y el resultado de eso sólo puede ser mi felicidad.
Nunca creí totalmente en las segundas oportunidades, pero creo que la vida me está demostrando que son posibles y que por ahí es necesaria la distancia, porque alejarte de eso que te importa te hace ver las cosas diferentes y, al mismo tiempo, al concretar un reencuentro con eso importante, te posiciona diferente. Quizá si la seguía viendo hoy ya no sentiría lo mismo o la vida nos hubiera destinado cosas diferentes, pero gracias a Dios se dio. 
Soy la persona más feliz del mundo y, sin dudas, mi corazón agradece a lo que sea que haya hecho que un alma tan sana, buena y amorosa se haya cruzado en mi camino...otra vez.
Hay que disfrutar la vida, porque es una sola y se pasa muy rápido. Hoy sé que si no hubiera arriesgado, no hubiera ganado. Por suerte soy una persona super intensa y voy a fondo con lo que me importa. Y ahora puedo decir que gracias a eso, estoy completa y muy feliz, porque me dejé llevar por mis sentimientos y salió algo realmente lindo lindo, y espero que muy duradero...

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