domingo, 11 de junio de 2017

Entrelazados 3ºT - Capítulo 8

- ¿Y la pasaste bien el finde con los chicos?- preguntó ella.
- Sí, como siempre. Tranqui.
- Seguramente el gordo Ale atajó re mal, viste que está en cualquiera...
Los dos rieron. Luego ella se acercó a él y le dio un abrazo.
- Me alegra que estemos bien como antes. Perdoname por desconfiar de vos, soy una tarada.
Nicolás no sabía cómo mirar a los ojos a Vera. Ya habían pasado dos meses de aquella noche en el Álamo donde volvió a estar con Rocío... sólo que ahora eran amantes fijos.
Siempre que podía, Nicolás se escapaba del trabajo para ir a verla un rato. Se besaban, charlaban, tenían sexo, y después cada uno seguía su rumbo. Rocío sabía que tenía prohibido hablarle a Nico por si Vera sospechaba o veía algo, así que era él quien iniciaba siempre las conversaciones, y la rubia jamás le iba a decir que no.
Así que esa era la realidad de Nico hoy. Cumplía sus deberes como novio con Vera todos los días, pero también era amante de Rocío a escondidas de todo el mundo.

Celeste estaba realmente cansada de que Bautista viva pendiente de Vera y sus problemas. Si no era por Nicolás, era por trabajo. Si no era por trabajo, era por pelearse con su familia, y así con cada cosa que le pasaba. Celeste era una chica que no creía demasiado en la amistad entre el hombre y la mujer, entonces le chocaba ver tan buena relación entre su novio y Vera...y eso que los quería a los dos un montón, pero no podía evitar sentir celos.
Cada vez que intentaba hablar con Bautista del tema, él le decía que no se preocupara. Pero Celeste sí se preocupaba. Y mucho.
Una tarde, tomando mates con Macarena en el parque, mientras Thiago corría a las palomas muy entretenido, Celeste le contó esta incomodidad. La respuesta de Macarena fue la misma que le había dado su mamá y su hermano.
- Bautista es un amor, Celes. Y te ama un montón. ¡No podría enamorarse de otra persona que no seas vos!
Celeste revoleó los ojos, fastidiosa.
- Era obvio que me ibas a decir eso.
- Yo estoy para decirte la verdad, y a mí desde afuera me da esa sensación. Y mirá que lo conozco muchísimo a Bauti.- Macarena tomó de las manos a su amiga.- Posta, tranquilizate. Él es buen amigo con todo el mundo, y con Vera son super unidos.
Por más palabras que le pudieran decir, había una sensación extraña en Celeste que no iba a calmar.

Ese jueves por la tarde, volviendo del trabajo, a Lautaro se le cruzó por la cabeza Paz. Y sin saber cómo, sonrió. Pero con una sonrisa copada, linda, que no tenía hace mucho. ¿Tenía que hablarle o no? ¿Y si ella ni se acordaba de él? ¿Y si a la chica no le interesaba? Porque, en definitiva, no había pasado nada entre ellos más que charlar...pero es que Paz parecía tan interesante que le daba intriga. Pero no, no podía ser tan goma. No le iba a hablar por el momento, aguantaría las ganas. Pero no se resistió ni diez minutos.  

La clase de Biología había sido hartante. Tres horas cátedra llenas de información, sin un sólo recreo, habían dejado la cabeza de Paz completamente agotada. Ahora, en su casa, se predispuso a darse un baño de inmersión para relajarse. Sus padres se habían ido a lo de sus abuelos, así que estaría sola por un rato.
Acostada en la bañera, con el pelo hecho un rodete y los ojos cerrados, completamente relajada, cuando recibió un WhatsApp. Dudó si agarrarlo o no, pero la intriga le carcomía la cabeza. Era un mensaje de Lautaro, el chico que había conocido el finde anterior en el Álamo.
- Hola, ojitos. ¿Cómo estás?
La morocha de ojos verdes sonrió al ver el mensaje. Le pareció muy tierno el apodo que Lautaro había usado. Decidió esperar unos minutos para contestarle para no parecer desesperada. Luego de un rato, respondió:
- Bien, ¿vos?
"Qué cortante que soné", pensó Paz.
"Qué cortante...", pensó Lautaro. Y él comenzó a remar la conversación para ir entablándola con total normalidad y naturalidad. Estuvieron toda la noche hablando, tanto que Paz fue sin dormir a la facultad, y Lautaro al trabajo sin haber pegado un ojo. Lo extraño es que en ningún momento de la conversación hubo un sólo palo.

- Dale, Ni...
- ¿Otra vez con este reclamo, Ro?- preguntó Nicolás.- Me vas a terminar volviendo loco.
Rocío envolvió su cuerpo desnudo con las sábanas del hotel y se sentó en un sillón. Nicolás se puso su ropa interior y se acercó a la joven.
- Ya te dije, no es tan fácil todo.
- Estoy podrida de tener que ocultarnos. Yo te quiero en serio, estamos para algo mejor, encima...
El teléfono de Nicolás empezó a sonar. El morocho se puso de pie, se acercó a la mesa de luz y vio que era Vera. Le hizo gesto a Rocío para que no haga sonido, y respondió.
- Amor...
Rocío revoleó los ojos con fastidio. Odiaba que las llamadas telefónicas de Vera los interrumpan, sobre todo si estaban hablando de algo serio.
- Hola, gordi. ¿Dónde andás?- preguntó Vera.- Yo ya salí del laburo y estoy yendo a ver a Thiago un rato que estaba solo con Bauti.
- Em...- Nico hasta el momento no había pensado ninguna excusa.- Yo estoy yendo a lo de Pache para que arreglemos algún partido.
- Ah bueno, dale. Venite a lo de Bauti después así nos vamos juntos que vine con el auto.
- Dale, amor. Nos vemos.
Nico cortó el teléfono y volvió hacia donde estaba Rocío.
- Mentís bien cuando querés, eh.- dijo la rubia.
Nicolás echó una sonrisa de costado y la miró.
- Por vos siempre quiero mentir.
- ¿Ya nos vamos?
El joven miró el reloj que estaba en la pared.
- Nos quedan veinte minutos... Así que ya sabés.
Y comenzaron a besarse para tener sexo una vez más ese día.

El gordo Ale estaba yendo caminando a la casa de Lautaro esa tarde para poder cobrar los quinientos pesos que le debía de la apuesta. La noche del Álamo, quedaron con su amigo que el primero en tener sexo ganaba, y el otro le debía pagar, así que, como Alejandro consiguió una chica esa noche y Lautaro perdió por haber charlado con Paz sin concretar nada, este último le debía la plata.
Los amigos se juntaron y, después de pagar la apuesta, decidieron ir a tomar unas cervezas al club. Como siempre, allí estaba Pache dirigiendo cosas para la cuarta categoría del club.
- ¿Qué onda? ¿Todo bien?- preguntó.
- Sí, tranqui.- dijo Lauti.- Un día a full en el laburo, así que queríamos pasar para descomprimir un rato.
Ale se sentó frente a ellos dos en una mesa del buffet.
- ¿Cómo anda todo con tu jermu?- preguntó el gordo.
Pache revoleó los ojos.
- No tengo ni ganas de ir a casa. Paso un montón de tiempo acá, porque es llegar y que ni me hable o discutir por cualquier cosa.
- No entiendo todavía por qué está tan enojada.- dijo Lautaro.
Por supuesto, Pache no podía contarle a los pibes que su primera vez había sido con Malena, porque se los había ocultado todo este tiempo, y también dañaría a Alejandro que estuvo enamorado y en pareja con ella mucho tiempo. Ya era tarde para decir la verdad.
- No sé.- dijo Pache dándole un sorbo a su cerveza.- Mambos de minita, ¿viste?
En ese momento, llegó Nico. Estaba vestido con su traje habitual para trabajar en la concesionaria de autos, pero se lo notaba algo transpirado, despeinado y desalineado. Se sentó al lado de Ale después de saludarlos a todos chocando los puños.
- Te fui a buscar a tu casa y no me atendió nadie.- dijo Nico.- Me imaginé que estabas acá.
- Vivo acá prácticamente.- respondió Pache con un poco de simpatía.
Alejandro lo observó a Nico de arriba a abajo.
- Estás hecho verga, ¿qué te pasó?
No quería demostrar atención ni nada, así que Nico se limitó a responder lo primero que se le cruzó.
- Mucho laburo.
- Pero, ¿qué onda?- continuó Ale.- ¿Trabajás en Siria? Es un desastre como estás.
- No jodas con eso, gordo.- acotó Lauti.- Pero sí, estás hecho mierda. Te van a echar por sucio. 
Todos se rieron, incluido Nico, quien decidió no contestar. Continuaron el resto de la tarde hablando de banalidades hasta que oscureció.

Celeste, con el dinero ahorrado durante todo el tiempo que trabajó, tenía muchas ganas de abrir un estudio de fotografía, que fue su pasión desde siempre. Ahora tenía la posibilidad de hacerlo, y por suerte contaba con el apoyo de todos sus allegados.
Esa tarde, tras haber renunciado a su trabajo, iría con Macarena a señar la oficina que eligió donde montar el estudio fotográfico. Como Macarena estaba recibida de arquitecta, la ayudaría a remodelar todo y cambiar algunas cosas para que quede un estudio ideal para trabajar.
- Cuando terminemos, voy a dar una fiesta de inauguración, así también le damos popularidad y podemos empezar a tener clientes.- sugirió Celeste, quien instantáneamente tuvo la aprobación de Macarena.
En ese momento, sonó su celular.
- Bauti, ¿todo bien?- contestó Celes.
- Sí, quería saber cuánto te faltaba. Ya se está haciendo de noche, ¿querés que pida una pizza?
- Sí, dale. ¿Thiagui?
- Bien, está acá, jugando con Verola.
La voz y la expresión de Celeste ya habían cambiado por completo. Se sentía incómoda y no sabía bien qué contestar, pero a la vez no quería demostrar el sentimiento que se le había generado.
- Ah... Bueno. Mandá saludos. En una hora estoy por allá, me lleva Maca.
- Dale, amor. Besote.
- Chau.
Al cortar el teléfono, Celeste miró a Macarena.
- ¿Está con Vera?
Celeste asintió, desganada, y se sentó en el piso a hablar con su amiga para quitar ese malestar.

Él tenía un carácter muy particular desde siempre. Sí, Santino no permitía que nada lo afecte lo suficiente e intentaba ser lo más feliz posible constantemente. Pero la separación con Rocío le había dolido, y sólo se daba cuenta de eso cada mañana que se encontraban en el estudio jurídico para trabajar.
Cada día la veía más linda, más mujer, y recordaba cada uno de los viajes que habían hecho juntos. Se sentía realmente mal de haberla perdido, pero jamás lo iba a demostrar y tampoco se le notaba. De hecho, los pibes más de una vez le preguntaban cómo estaba y qué sentía al respecto, y él se mostraba lo más feliz y campante. Cuando se la cruzaba a Rocío en el trabajo, en alguna reunión o en alguna salida, él la saludaba con naturalidad y ella respondía de la misma forma. No había ni odio ni rencor entre ellos. Era una relación de ex novios que cualquiera quisiera tener: se respetaban, no se metían en la vida del otro ni se molestaban. Pero la realidad es que Santino sentía mucho dolor por dentro.
Ese día, se dio cuenta que ya no lo toleraría más. La tenía que ver en el club cuando se juntaba con los pibes, porque siempre aparecía. La tenía que ver en el trabajo. La tenía que ver comprando en el supermercado porque claro, vivían ahora a una cuadra uno del otro. ¡Quería superarla en paz! Pero verla todos los días no ayudaba en absoluto.
Santino empezó a pensar todas las opciones. Cruzarse en el supermercado lo podía evitar, así que ahora iba a uno que le quedaba más lejos o sino compraba online para que le traigan todo directamente a su casa. Solucionado. 
Al tener el mismo grupo de amigos, esa parte no la podía arreglar y seguro se iban a cruzar en muchos cumpleaños, festejos, eventos, fiestas y demás que puedan surgir. 
Y el otro problema era el trabajo. Santino era el gerente del sector en el que trabajaba junto a Rocío que estaba un escalón por debajo de él en el rango del estudio, entonces estaban en constante contaco. En algunas reuniones importantes, Santino se distraía mientras hablaba por mirarla a Rocío con el celular, o por mirar las piernas divinas que tenía con la pollera corta que había usado. Se distraía constantemente y eso le trajo problemas más de una vez, como clientes disconformes o empleados que finalmente no entendían lo que tenían que hacer, así que Santino ya había tomado una decisión.
Porota, su secretaria ya mayor, le pactó a Santino una entrevista de trabajo.

- Así que por suerte estamos re bien.
- Bueno, bárbaro entonces.
- Papá, ¿puedo jugar con tu celular?- pidió Thiago.
- Sí. Está arriba, en mi mesita de luz. Quedate ahí. No andes bajando y subiendo las escaleras otra vez, eh.
Thiago abrazó a Bauti y subió para jugar a sus jueguito favorito del celular de su papá: Angry Birds.
Los dos amigos quedaron solos y se prendieron un cigarrillo cada uno. Después de conversar de cosas sin importancia, salió el tema de la vez que se conocieron. Vera comenzó a reírse fuerte cuando Bauti recordó una escena genial.
- ¡Y te dije Verónica pensando que Vera era un apodo!
- ¡Me muero!- dijo Vera estallada de risa.- Re goma el chabón.
- Sí, un salame. Ni conocía ese nombre, qué tarado.
- ¿Y te acordás cuando casi te prendo fuego el acolchado?
- ¡Nooooooo! ¡Me había olvidado de eso!
Los dos se la pasaron riéndose un largo rato, y casi terminando el cigarrillo, Vera entrelazó su brazo con el de Bauti y le dieron una pitada cada uno al cigarrillo del otro, diciendo al unísono:
- Las mejores conversaciones siempre surgen de ofrecerle al otro ir a fumar un pucho.
Esas palabras las había dicho Vera la primera vez que habló con Bauti. Y quedaron para siempre como una frase de ellos dos.

A la semana siguiente de haber analizado todo, Santino se encontraba en su oficina dando vueltas en su silla. De golpe, tocaron la puerta. 
- Pase.
Era Rocío.
- ¿Querías hablar conmigo? Me lo dijo Porota.
- Sí, sí. Pasá. Sentate.
Rocío se sentó del otro lado del escritorio, cruzó las piernas y miró a Santino, pensando que era como cualquier otra conversación meramente laboral que ya habían tenido.
- Rocío... Creo que ya no estás rindiendo como antes en el trabajo, y te vamos a cambiar de puesto y de sector. Vas a ser secretaria. No vas a estar más acá en la oficina de Uriburu. Ahora vas a pasar a la oficina de Malcolm. Y de él vas a ser la secretaria.
- ¿La del gordo baboso ese? ¿Me estás jodiendo? ¿Cómo pueden pasarme de gerente junior a secretaria?
- Te pasamos porque creemos que te va a ir mejor en ese puesto.  Y no hables así de Malcolm. Es amigo de mi familia de toda la vida.
- ¡Pero no quita que sea un gordo baboso!
Rocío ya estaba histérica y completamente sacada.
- Aparte, ¿qué puesto me van a dar? ¿Por qué hacés esto, Santino?
- Yo tengo que buscar lo que es mejor para mi estudio.
- No es tu estudio, es de tus viejos.
- Pero lo dirijo yo ahora. Y va a ser mío también cuando no estén.
Rocío tenía los ojos llorosos, pero no quería quedar como una tonta ni rogarle. Se puso de pie para irse, pero se volteó a mirar a Santino una vez más.
- ¿Por qué hacés esto? ¿Es por lo que pasó entre nosotros? ¿Tanto te afecta que yo ya no quiera estar con vos y haga mi vida? Sos un resentido.
- Rocío, no tiene nada que ver con nosotros esto. Protejo mi trabajo. Y protejo el tuyo, aparte ya tenemos tu reemplazante.
- Ah, ¿sí? ¿Y quién va a tener mi puesto ahora?
- Vera.


Continuará...


¡Vuelve #Entrelazados! A partir de julio, el primer domingo de cada mes vamos a subir un nuevo capítulo.

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