domingo, 12 de agosto de 2018

Querida abuela

La lluvia no para, hace más de doce horas que empezó y aún sigue. 
Me encanta la lluvia. Me tranquiliza, me relaja, me inspira. Pero también me hace pensar. Y hoy, esta lluvia potente, me hizo pensar en vos, abuela. 
Los días como hoy, nublados y fríos, me gustaba pasarlos en tu casa, deleitando tus tortas fritas o tus pastas. Me gustaba estar en tu casa, calentita y llena de amor.
Nunca te cansabas de dármelo. Ni a mí ni a ninguno de tus siete nietos restantes. Era asegurado que al ir a tu casa había algo que jamás iba a faltar: cariño. Apenas entraba por la puerta principal, me esperabas vos con una sonrisa de oreja a oreja, feliz de que te visitara y de que estuviera ahí de nuevo, compartiendo galletitas y un mate de por medio (yo chocolatada, siempre).
El 22 de enero se cumplió un año de que ya eso no pasa. De que en tu casa solo quedó tu fragancia, la que tanto me gusta; tus fotos, fotos de tus nietos, fotos con el abuelo, fotos con tus hijos, fotos, fotos y más fotos. Y en todas aparecés vos, tan linda y espontánea como siempre lo fuiste.
En tu casa sólo quedó tu recuerdo, pero te siento en todos lados: en la cocina haciendo milanesas, en la pieza chiquita pidiéndome que te explicara cómo usar Facebook, en tu habitación mirando novelas turcas, en el living preguntándome mil cosas sobre la escuela, mis amigas y los amores. Y en el patio, ¡cómo olvidarme del patio! Donde no sólo te encantaba amasar tortas fritas sino que también eras fanática de las plantas y la naturaleza en general. Las cuidabas como si valieran oro, y así hiciste siempre conmigo.
Jamás me faltaste, siempre estuviste en los momentos más lindos de mi vida y también en los más complicados. Tus consejos eran los más sabios y sinceros, y tus abrazos los más llenadores. Cuando yo estaba sensible, recuerdo abrazarte y hundirme ahí con vos, sin pensar en nada más. Me sanabas si estabas conmigo.
Hoy, en los sillones de tu casa con "masitas" de por medio, quisiera compartir millones de cosas con vos, contarte muchos cambios que tuve, y decirte "abu, ¿cuándo me vas a ir a visitar a Córdoba?". Siempre hablábamos de eso, de cuando yo me fuera a estudiar y de lo mucho que me extrañarías.
Hoy es al revés, vos te fuiste y yo te extraño.
Pero, abuela, sé que brillás en alguna estrella y desde ahí me acompañás en cada paso que doy. Me abrazás a la distancia, pase lo que pase.
Y yo te abrazo a vos. Todos los días, porque todos los días te necesito. 
A pesar del tiempo y la distancia, juntas para siempre, porque así nos quiero.

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