miércoles, 31 de diciembre de 2014

El balance que nunca falta

Bueno, hoy es 31 y a las doce es el último día del año 2014, otro año que se me escapa de las manos. 
Ante todo, quiero decir que no hay nada que me parezca más carente de sentido que hacer el balance del año de manera pública ya que uno se dedica a vivir y ya (a quién le importa si te bajoneaste o no, si garchaste por primera vez o te mudaste a Sri Lanka), pero el aburrimiento me incitó, la tos que me aqueja me dijo que busque algo más interesante que hacer porque dormir no me va a dejar, y el calor mete púa también porque encima está lloviendo. Todas a favor para escribir. 
Por alguna extraña razón deseo que ya sea 2015. El hecho de envejecer y, además, el saber que tengo que empezar a planificar tantas cosas que tengo pensadas, tener decidido más o menos que carrera me gustaría seguir y ponerme firme en optar por ir a comprar droga por mis propios medios o no (¡Já! Fue chiste, fue chiste) no me atrae demasiado, pero con todo el fervor del mundo quiero decir: "Dos mil catorce, ¡hasta nunca!".
Okey, tampoco veamos todo de manera catastrófica, apocalíptica, infernal. Simplemente creo yo que este año me dejó lindos momentos, como todos los años, pero los malos momentos fueron menos con la característica de que duraron mucho más. Los sentí más de lo que los tuve que haber sentido, y acá no le echo la culpa a nadie, si realmente quería estar bien debería haber tenido más fuerza de voluntad. Pero no sé, no pude. Me agarró el SABII (Síndrome Adolescente de Bajoneo Instantáneo e Inoperante/Insólito) que, por alguna extraña razón, ¡me hizo bastante mal! ¿Qué carajo me habrá pasado? No sé, pero el diablo mete la mano siempre que puede.
De todas maneras, a pesar de lo dicho anteriormente, este año tuvo también esos "instantes de revelación" en donde me cayó la ficha y me ayudó a mandar más de una vez tal o cual cosa al carajo. Y me hizo bien. Hablo de revelaciones en el sentido de relaciones personales, crecimiento a nivel psicológico, emocional e intelectual...y nada, eso. De eso no me puedo quejar.
Pero ya pasó. Hay que seguir mirando para adelante. A todos aquellos que me acompañan día a día desde hace muchísimo tiempo les digo "gracias" una vez más, y a ustedes, las Incredulitas. Mi amor y cariño hacia ustedes es desmedido y siempre que puedo se los recuerdo a mi manera. 
Aquel que todavía no sabe qué hacer con su vida, ahora, en este momento, yo le digo que resuelva sus problemas de la mejor manera posible pero no me pidas más consejos si no los vas a poner en práctica, che. Me hacés hablar y preocuparme al pedo.
Y, obviamente, estan aquellos que nunca faltan. Cómo olvidarme de ellos, ¿no? Esa especie humana que nos degrada, es un obstáculo para nosotros, estorba, estorba y no deja de estorbar y hace que de nuestra boca salga la frase: "Qué piba boluda". A esos les digo que prosigan con sus vidas miserables que se mantienen en equilibrio colgadas de broches o alfileres lejos de mi persona. En lo posible, traten el año que viene de no cagarla la vida más a nadie.
Desde ya, muchas gracias y un muy feliz año nuevo para todos. De corazón.


@Incredulas - 31/12/14

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