Hoy, en el Obelisco, un tipo que me cruzo todos los días, y para colmo ve que voy a comer ahí para hacer tiempo entre facultad y trabajo, me robó toda la plata que tenía y el celular...¿Y cómo empezó todo? Porque se me sentó al lado a sacarme charla y yo, como buena interlocutora que soy, se la seguí, obvio. Si todos somos un único e irrepetible libro abierto...¿cómo no voy a querer leerte? Y sin embargo, pim, me pusieron. Me pusieron y lo consiguieron. Consiguieron que hoy anduviera caminando por la calle con una gaviota en la frente, al igual que la mayoría de los transeúntes que deambulan, corren y transitan las calles del Centro porteño. ¡Con lo que detesto las gaviotas en la frente! Me fastidia estar a la expectativa de que me puedan robar o hacer algo malo en cualquier momento.
¿Saben qué? Estoy triste. Triste y podrida de la gente de mierda.
¿Saben otra cosa? Me entristezco más aún porque sé que es sólo el comienzo, el primer pantallazo del desfile de hijos e hijas de puta que voy a conocer en mi vida. Qué bajón que sea así.
Soy una chica ubicada en tiempo y espacio, pero hoy estoy en todo mi derecho de decirte a vos, zarpadito de ocasión, que ya me habías visto, habías conversado conmigo antes y hasta incluso me diste la mano dos veces: andate a la puta madre que te parió y ojalá que el karma te haga mierda.
@Incredulas - 31/07/15
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