miércoles, 31 de diciembre de 2014

El balance que nunca falta

Bueno, hoy es 31 y a las doce es el último día del año 2014, otro año que se me escapa de las manos. 
Ante todo, quiero decir que no hay nada que me parezca más carente de sentido que hacer el balance del año de manera pública ya que uno se dedica a vivir y ya (a quién le importa si te bajoneaste o no, si garchaste por primera vez o te mudaste a Sri Lanka), pero el aburrimiento me incitó, la tos que me aqueja me dijo que busque algo más interesante que hacer porque dormir no me va a dejar, y el calor mete púa también porque encima está lloviendo. Todas a favor para escribir. 
Por alguna extraña razón deseo que ya sea 2015. El hecho de envejecer y, además, el saber que tengo que empezar a planificar tantas cosas que tengo pensadas, tener decidido más o menos que carrera me gustaría seguir y ponerme firme en optar por ir a comprar droga por mis propios medios o no (¡Já! Fue chiste, fue chiste) no me atrae demasiado, pero con todo el fervor del mundo quiero decir: "Dos mil catorce, ¡hasta nunca!".
Okey, tampoco veamos todo de manera catastrófica, apocalíptica, infernal. Simplemente creo yo que este año me dejó lindos momentos, como todos los años, pero los malos momentos fueron menos con la característica de que duraron mucho más. Los sentí más de lo que los tuve que haber sentido, y acá no le echo la culpa a nadie, si realmente quería estar bien debería haber tenido más fuerza de voluntad. Pero no sé, no pude. Me agarró el SABII (Síndrome Adolescente de Bajoneo Instantáneo e Inoperante/Insólito) que, por alguna extraña razón, ¡me hizo bastante mal! ¿Qué carajo me habrá pasado? No sé, pero el diablo mete la mano siempre que puede.
De todas maneras, a pesar de lo dicho anteriormente, este año tuvo también esos "instantes de revelación" en donde me cayó la ficha y me ayudó a mandar más de una vez tal o cual cosa al carajo. Y me hizo bien. Hablo de revelaciones en el sentido de relaciones personales, crecimiento a nivel psicológico, emocional e intelectual...y nada, eso. De eso no me puedo quejar.
Pero ya pasó. Hay que seguir mirando para adelante. A todos aquellos que me acompañan día a día desde hace muchísimo tiempo les digo "gracias" una vez más, y a ustedes, las Incredulitas. Mi amor y cariño hacia ustedes es desmedido y siempre que puedo se los recuerdo a mi manera. 
Aquel que todavía no sabe qué hacer con su vida, ahora, en este momento, yo le digo que resuelva sus problemas de la mejor manera posible pero no me pidas más consejos si no los vas a poner en práctica, che. Me hacés hablar y preocuparme al pedo.
Y, obviamente, estan aquellos que nunca faltan. Cómo olvidarme de ellos, ¿no? Esa especie humana que nos degrada, es un obstáculo para nosotros, estorba, estorba y no deja de estorbar y hace que de nuestra boca salga la frase: "Qué piba boluda". A esos les digo que prosigan con sus vidas miserables que se mantienen en equilibrio colgadas de broches o alfileres lejos de mi persona. En lo posible, traten el año que viene de no cagarla la vida más a nadie.
Desde ya, muchas gracias y un muy feliz año nuevo para todos. De corazón.


@Incredulas - 31/12/14

martes, 30 de diciembre de 2014

Mil problemas, una solución

En algún momento pasado de mi vida, fui una persona bardera. No bardera por las drogas y el alcohol, o por estar con muchos hombres y ni saber el nombre. Era bardera porque me encantaba meterme en quilombos. No había nada más divertido para mí que vivir con adrenalina, con ese miedo interno a que de golpe explote todo y las cosas me estallen en la cara. No sé por qué, pero me atraía. 
"La vida sin problemas es matar el tiempo a lo bobo"...Esa frase la llevaba pegada en mí como un estandarte, como algo que vociferaba a los cuatro vientos lo mucho que me gustaba meterme en quilombos, muchas veces sin sentido, e incluso sin motivo. Por este tema, siempre me ligaron con ser una persona embrollera o falsa, pero la realidad es que me pasaba todo lo contrario. Siempre fui de frente con todo y sin miedo a lo que piensen los demás, por eso más de una vez me estrolé la cabeza contra la pared. Mis sincericidios eran fatales, y lo siguen siendo. Dicen que si sos honesto, la gente se te enamora, pero la verdad es que te empiezan a ver como una forra simplemente por el hecho de dar tu opinión sin filtros. Si les decís que algo te gusta, sos una careta. Si les decís que esa misma cosa no te gustó, entonces sos una garca...¿En qué quedamos, gente? Este tema fue el karma de toda mi adolescencia, pero no por eso iba a cambiar mi forma de ser, porque de última, al que le gusta bien, y al que no, ¡buena vida!.
¡Cómo me divertía levantarme a la mañana pensando en los problemas que tenía que solucionar! Creo que ya lo tenía como un hobbie. "Que este me dijo que vos le dijiste que ayer te dijeron que yo dije algo que no es cierto"...y así todos los días, todo el tiempo, a cada rato. 
Me encantaba discutir y pelearme con la gente, primero para ignorarlas y después para que, con el paso del tiempo, se den cuenta que yo tenía razón, porque obvio que yo discutía con la gente cuando sabía que tenía razón, sino ni me gastaba. A veces me sigue pasando y hay problemas de hace años atrás que siguen a la expectativa de darse vuelta para que comprueben que yo estaba en lo cierto.
Siempre fui de frente, de no callarme las cosas porque no puedo, y además mis impulsos siempre me llevaron a actuar de la manera que mi corazón lo indica, sin escuchar a la cabeza...¡Más de un problema me habría ahorrado si escuchaba lo que el cerebro tenía para decirme! Pero no, la testaruda obvio que tenía que dejarse llevar por las corazonadas.
De todas formas, y a pesar de haber sido una fanática del conflicto, todas esas peleas con la gente de mi entorno (dejando de lado a familia y amigos) me sirvieron para darme cuenta de cómo son los demás, porque de mí no dudo nunca. Sé cómo soy, cómo pienso y cómo veo la vida. Si me hubieran importado los comentarios ajenos, nunca hubiera podido ser feliz, y sin embargo, acá estoy.
Al ser una persona tan especial y con un carácter tan rebuscado, la gente que te quiere lo hace de verdad. A mí se me ama o se me odia, no hay término medio. Y por eso también le doy a mi gente la tranquilidad de que conmigo pueden irse a dormir en paz, sabiendo que cuentan con una persona llena de códigos y de cariño para dar. Porque seré dura, fría, a veces me confunden con ser soberbia, pero cuando quiero, quiero. Y quiero con todo el corazón. Y aprendí mi lección: los problemas sólo sirven para hacerte perder el tiempo. Y descubrí en mil problemas, una solución: el amor.


@Incredulas - 30/12/14

domingo, 28 de diciembre de 2014

Entrelazados - Capítulo 38

A Pachetti se le caían las lágrimas en la cara, pero ya no eran de tristeza. 
Sonia ya no estaba enojada con Celeste, sino que agradecida.
Nadie entendía lo que había pasado, fue todo tan raro...Pero lo importante era que Macarena había despertado, y que encontrarse con la imagen de su mejor amiga que volvió de Estados Unidos para verla, fue una de las escenas más increíbles que ambas tuvieron en su amistad.
Ahora Maca ya no estaba en terapia intensiva, sino que al otro día la pasarían a sala común, donde podría recuperarse con la visita de sus amigos y sería todo mucho más fácil. Ya estaba haciendo caso a los médicos y además la comida que ingresaba en su cuerpo mediante los catéteres era totalmente aceptada por su organismo sin complicaciones.
Todos estaban felices con la vuelta de Celeste, y más aún ahora con lo que había logrado con Macarena. Nadie sabía cómo, incluso ellas dos no lo entendían, pero una tarde, mientras estaban charlando en el hall, Celeste dijo que lo que había hecho despertar a Macarena, era la fuerza del amor.

Vera estaba feliz. Nunca pensó que Nico le iba a hablar, mucho menos tirarle onda. Y además, a toda esta alegría interminable, se sumaba que Macarena había despertado. Bautista la había llamado por teléfono para contarle, pero no le explicó cómo había pasado, así que Vera ni siquiera se imaginaba lo que sucedió.
Cuando llegó al hospital con su auto, miró para adentro y no vio a nadie conocido, así que optó por llamar a Bautista y preguntarle dónde estaba. Él le contestó que estaba en el trabajo y en media hora salía e iría directamente al hospital, así que quedaron en encontrarse ahí. Vera accedió, pero primero iría a visitar a su amiga a la habitación. Cuando ingresó, allí estaban Pache y Rocío. Situación más incómoda no existía para Vera. Ella entró, tímida, y Pache la recibió de la mejor manera. Macarena también sonrió con las pocas fuerzas que tenía y Vera corrió a abrazarla.
- Me asusté mucho, amiga. Estoy feliz de que te hayas despertado.- le dijo a Maca.
- Gracias.- contestó.- Me contó Mariano que viniste siempre. Sos de oro.
Dedicándole una sonrisa, Vera miró a Rocío y la saludó con un gesto con la cabeza, pero la rubia no respondió y se puso de pie, yendo hacia afuera.
Vera decidió omitir esa actitud ya que lo único que le importaba era ver a Maca bien, y de paso contarle todo lo que le estaba pasando y las notas que había en la facultad. Pero, antes que eso, Pache le pidió si por favor podía ir a buscar a Lautaro a la puerta, que siempre se perdía. Vera sonrió y le dijo que no habría problema.
Una vez que salió de la habitación, vio llegar de la mano a Bautista junto a Celeste y, en medio de la caminata, se dieron un beso apasionante.

Rocío ya se había puesto de mal humor con la sola presencia de Vera en el hospital, así que decidió entrar cuando ella salió para saludar a Maca y Pache.
- Perdón, amiga, pero me voy. No tengo ganas de ver ciertas caras.- le dijo a Macarena.
- ¿No podés dejar de pensar en vos ni un segundo y quedarte con tu amiga que está bien después de estar a punto de morirse?.- dijo Pache estando fuera de sí.
Rocío le dedicó una mirada fulminante.
- Vos cerrá el orto.- le contestó.
- ¿Qué te pasa, gila? ¿Te vino?.- ¡Dios! ¡Cómo odiamos las mujeres esa pregunta! Nos pone el doble de mal humor, así que imaginen cómo estaba Rocío.
La rubia sentía que le salía fuego de las orejas, y estaba por responderle un diccionario de malas palabras, hasta que Maca interrumpió.
- Che, basta.
Sólo esas dos palabras bastaron para que la discusión se disipe y Rocío pueda irse en paz.

Aquella tarde como cualquier otra, Malena y sus amigas se habían juntado para jugar al voley ya que no había práctica ese día. 
Yamila, una de sus amigas, notó que Malena tenía el dije colgando de su cuello junto a su inicial, por lo que le preguntó qué había pasado con aquella cita.
A decir verdad, Malena no quería mentirles a sus amigas, de hecho nunca lo hacía. Le mentía a todo el mundo menos a ellas, así que esta vez no sería diferente.
Comenzó a relatarles lo que había sucedido, y todo el grupo comenzó a estallarse de risa, burlándose de lo que había hecho Ale. A Malena le caía muy bien el gordo, y valoró demasiado la actitud de la carta y de entregarle su cadenita, otro pibe ni la hubiera levantado del suelo. La realidad era que sí, que esperaba que sea otro pibe, pero no le había fastidiado que sea Alejandro.
Cuando todas sus amigas se burlaban de él, Malena no sabe cómo, sacó de adentro suyo un sentimiento raro que nunca había percibido. Notó que lo estaba defendiendo.
- No se rían tanto que el chabón se re portó, un dulce total. Ya quisieran ustedes que les hagan lo mismo.- y colocándose su mochila, se retiró del club.

Sintió un dolor en el pecho inmenso, de esos que no tienen explicación. Las piernas comenzaron a temblarle y no sentía el pulso de su corazón al ritmo adecuado. Notaba que este órgano lloraba por dentro, mientras que su cabeza sonreía y se ponía alegre por ver a su mejor amigo feliz. ¿Qué era este intercambio de sentimientos? ¿Qué significaban? Vera optó por hacer caso omiso a lo que le estaba pasando, y se acercó a saludar a Bauti con un abrazo.
Celeste la miró, y por dentro moría de celos. Si bien Bautista ya la había actualizado sobre su amistad fuerte con Vera, Celeste no estaba preparada para eso. Como la joven le caía bien, la morocha la saludó con cordialidad.
- ¿Cómo la pasaste allá? ¡Bienvenida de nuevo!.- dijo Vera, emocionada. Una parte de ella estaba siendo falsa porque no le interesaba ni un poco, pero por otro lado quería hacerla sentir cómoda y no generarle problemas a Bauti.
- Ahí anduvo la cosa, bastante difícil acostumbrarse a una nueva vida.- respondió sonriente Celeste.- ¡Ahí está Lauti!.
El joven se acercaba a ellos con cara de perdido. No había una vez que no se confunda de piso o de sala. La última vez había entrado al cuarto de una mujer a la que acababan de hacer los senos, y la imagen al ingresar no había sido para nada agradable. Lautaro saludó a todos con buena onda y los cuatro se predispusieron a ir a la habitación de Macarena para pasar un rato con ella y permitir que Pache pueda irse a su casa a bañarse y a afeitarse, porque tenía una barba parecida a la de Dumbledore de Harry Potter.

Enojada con la vida, Rocío se dirigió a su casa. Una vez que entró, se quedo un rato tomando mate y conversando con su madre, quien le preguntó por la salud de Macarena. Luego, la rubia fue a bañarse, se depiló, aunque no sabía para qué ni para quién.
De repente, recibió un inesperado mensaje de Pedro: "¿Nos vemos?", preguntó él. Ella, sinceramente, no tenía muchas ganas porque ya se había acomodado para quedarse en su casa, pero de todas formas dudaba, así que recurrió a su mamá.
- Y andá, ¿qué perdés? Si es para pasar un rato nada más.- le dijo Laura, alentándola a salir.
- Lo que pasa es que me da culpa...
- ¿Culpa? ¿Todavía pensás en los dos boludos esos?.- comentó su madre entre risas. Siempre había escuchado la versión de Rocío, así que creía que los equivocados eran Lautaro y Nicolás.- Además al parecer este chico quiere pasar bien un rato. El día está lindo para ir al parque aparte...
- ¿Te parece, má?.
Ella asintió.
- Buen, ya fue, entonces voy. Total podemos ser amigos, no es que necesariamente tiene que pasar algo.
Qué ilusa que era Rocío...

Santino estaba feliz de trabajar junto a Rocío, quien ese día se había pedido licencia de estudio, aunque Santi sabía perfectamente que la rubia había dejado la facultad. Pero no le importaba, cedió a colaborar con ella y no mandarla al frente con sus padres que eran los verdaderos jefes de ambos.
Al ser un chico muy pensante, en cada rato que tenía libre, Santino recordaba una y otra vez todos los sucesos de su vida en este año que había conocido a Rocío. Todo empezó por esa noche en la calle donde estaba muy tranquilo fumando marihuana, y lo llevaron a una comisará a pasar la noche, donde su tía tuvo que ir a retirarlo. Allí conoció a Nicolás, quien le comentó que había terminado ahí por haber sido acusado de pegarle a su ex novia. Esta chica, Malena, terminó enganchándose con Santino uno no sabe cómo, y derivó en que la misma noche que salen juntos, él conozca a Rocío y tengan sexo en el auto del joven. Luego, terminó sucediendo que Santino iría a entrenar para jugar en el torneo del equipo Lion, exactamente el mismo al que concurrían Malena, Nicolás y todos amigos e incluso el ex novio de Rocío. ¿Podía ser tan chico el mundo? ¡Era increíble todo lo que había sucedido! Pero de todas formas, estaba agradecido de haber ido a la comisaría aquella noche, y por más hambre que haya pasado, junto al olor a pis de gato sumado a los vagabundos sucios tirados a un costado, valió la pena estar ahí si todo iba a derivar en conocer a Rocío.
No. Paren todo.
Santino moría de culpa por pensar en Rocío. En realidad no le gustaba, pero le caía muy bien, y nunca había tenido una amiga mujer, entonces le llamaba poderosamente la atención los sentimientos que despertaban en él. No quería engancharse con ella o flashear otra cosa que no sea amistad, primero por códigos con Nico y Lauti que ahora eran sus amigos, y en segundo lugar porque no quería que Rocío se la crea más de lo subida al caballo que estaba. Ella se pensaba y se daba cuenta que todos le tenían ganas y le andaban atrás, entonces Santi no quería pertenecer al mismo grupo. Él marcaría la diferencia, y si bien la apreciaba mucho, más quería a sus amigos, y más quería verla sufrir a ella y enamorarse de un pibe que no le daba bola, simplemente por el daño que había causado a su alrededor.

Mientras Lautaro, Bauti, Celeste y Macarena conversaban en la habitación esperando a los médicos que estaban hablando con sus padres para darle el alta, Vera estaba apartada, parada en un costado con el celular en las manos. Intentaba disimular su cara de felicidad, pero le costaba muchísimo. Recibió nuevamente un mensaje de Nico preguntándole en qué andaba, qué hacía.
Un poco más alejado de donde estaba Vera, Bautista la miraba continuamente. Quería saber por qué su mejor amiga le sonreía tanto al celular, o por qué directamente ni se acercaba a conversar con ellos.
- Ey, viciosa.- dijo Lauti como si estuviera leyendo los pensamientos de Bautista. Vera lo escuchó y levantó la vista.- Largá el celu y vení acá.
- Sí, che.- agregó Maca.- La estrella del día soy yo.- risas.
Vera guardó su celular en el bolsillo justo cuando Nico le había preguntado si quería salir a tomar algo, pero ella ni lo vio y prefirió tardar en contestarle a propósito, incluso sin saber siquiera lo que había puesto.
Los cinco jóvenes se quedaron allí, charlando, chusmeando un poco de todo.

Sentado en la computadora, Pedro mira su celular cada cinco minutos. Duda si hablarle o no, no sabe qué hacer...Se decide finalmente por jugársela y le habla..
-Hola Ro, ¿todo bien? ¡Tengo ganas de verte! ¿Te parece encontrarnos hoy?.- después de mandar esto, cerró la conversación y se quedó impaciente por saber la respuesta, con su celular en la mano. Pasados quince minutos, vibra el celular, lo mira y era un mensaje de respuesta de Rocío. 
-Bueno, dale, nos vemos a las cinco en el parque. 
Contento con la respuesta, se fue a bañar y prepararse para el encuentro. No sabía muy bien por qué le gustaba Rocío, pero había algo de ella que le llamaba la atención. Si bien sabía que no tenía "buena fama" en su entorno, eso la hacía más interesante. Estaba realmente dispuesto a tratar de conquistar a la rubia...

Ale, después de la escena con Malena donde a ella no le causó nada el hecho de que sea él quien le devuelva la cadenita, se sentía tan mal que mucho no quería hablar. Sin embargo en el camino a su casa se encontró con Lauti, que recién salía del hospital, y le preguntó que había pasado con Malena y le insistió tanto que le tuvo que contar.
- Nada, boludo, tengo menos suerte que vos con las minas. Yo sabía que no me iba a dar bola.- dijo Ale con pesimismo y poca energía.- No sé para qué hice tanto por devolverle esa cadenita si a ella no le produjo nada. Me agradeció como si fuéramos amigos y se fue a encontrar con el cejón.- lo angustiaba mucho saber que el amor de su vida estaba con Martín, sobre todo después de tantos años de haber compartido amistades, fiestas, cumpleaños, partidos.
- Qué bajón, gordo, pero vos sabías que eso podía llegar a pasar. Esa mina está loca, vos tenés que buscarte a alguien mejor, que te valore.- le dijo Lauti intentando reconfortarlo.
- ¿Vos me lo decís? Vos andás atrás de Rocío, que es una puta que está con todos y se cree el centro del mundo. No tenés derecho a decirme semejante huevada. Yo estoy enamorado de Malena, al menos ella me trata como amigo sin saber lo que siento por ella, a vos Rocío te trata como quiere porque sabe que estás atrás de ella.
- Tenés razón, gordo. Nunca pensé que te iba a dar yo la razón a vos...- dijo seriamente Lautaro. 
- Obvio que tengo razón, Lauti, y hablando del tema...¿Qué onda Rocío? ¿Te hablo o algo?.
-¡No, ni ahí!.- respondió Lauti.- Y mejor porque a esa piba la quiero lo más lejos posible de mi vida. 
Lauti por dentro sabía que no era cierto lo que decía, pero estaba tan dolido con lo que le había hecho Rocío que quería demostrar desinterés total.

Al ver a su amiga muy colgada con su celular, Bauti se le acercó a hablarle y a preguntarle por qué estaba sonriéndole tanto a la pantalla. Entonces la rubia le contó lo sucedido...
- No sabés, amigo, ¡me habló Nico! Me dijo de vernos, yo lo vi tarde y le conteste que sí, pero nos vemos mañana...¡Estoy feliz!.
- ¡Ah! ¿Sí? ¿Posta?.- dijo Bauti.- Qué raro, te felicito...
- ¿Qué raro? Bauti, ponele más onda, te estoy contando algo.- le dijo Vera medio enojada.
-Es que no sé si está tan bueno. Yo conozco a Nico y no te conviene meterte con él en este momento. 
Desde lejos, Celeste prestaba atención a la conversación mientras charlaba con Macarena y con Pache.
- ¿Por qué no, Bau? Yo lo noté con ganas.- insistió Vera.
- Porque no, Ve, él está muy enganchado con Rocio todavía, no sé si de un día para el otro se va a olvidar de ella.- comentó Bautista con seguridad.
- Qué mala onda sos, boludo, capaz que le parecí linda y quiere probar.
- Sí, no lo dudo eso, Vera, pero te lo digo por tu bien. Para mí te tenés que alejar.
Bauti se sentía raro al ver que Vera y Nico podrían tener algo, pero no se quería comer la cabeza porque a él no le pasaba nada con Vera, eran sólo amigos, así que no debería pasarle eso al saber que iba a estar con Nicolás. No quería pensar que eran celos, sino que quería sentir que cuidaba a su amiga. Además, era cierto que Nicolás todavía estaba pensando en Rocío, y eso Bauti lo sabía, por eso no quería que Vera se viera con él. Lo que menos deseaba era que su mejor amiga sufra, y menos por culpa de un amigo de él.

Eran las cinco menos cinco y Pedro ya estaba sentado en un banco de la plaza fumando un cigarrillo. Al ver la escena de lejos, Rocío pensó: "¿Qué hago acá? ¿Estará bien encontrarme con este pibe?", pero de todos modos se acercó y saludó a Pedro.
- Hola.- apenas le dio un beso en el cachete, Rocío agarró el cigarrillo que Pedro tenía en la mano y lo tiró al suelo, pisándolo. Él quedó anonadado, pero después sonrió y le pareció muy dulce el gesto.
- Hola, Ro, te estaba esperando.
Ambos jóvenes comenzaron a caminar por el parque. Luego de un rato de hablar y conocer cada uno su vida, Pedro decidió tomar la iniciativa y decirle lo que le parecía.
- Estás linda, guacha, eh.- le dijo con buena onda.
- Gracias.- le contestó ella con vergüenza.
Dedicándole una sonrisa dulce, Pedro sacó de su bolsillo una cajita. La abrió, y allí dentro tenía varios porros armados. El olor a marihuana brotó y enseguida lo sintió Rocío en su nariz, por lo que tosió y optó por mirar a otro lado para que no la siga afectando. Pedro se puso un cigarrillo de marihuana en la boca y lo prendió. Cuando dio la primera pitada, lanzó su cabeza hacia atrás en gesto de relajación.
- ¡Ah, qué rico!.- exclamó el joven.
Rocío estaba completamente tensa, le daba vergüenza que alguien los vea, ¡o peor! ¡Mirá si aparecía la policía y se los llevaban a ambos!. Empezó a analizar tanto las cosas y de manera exagerada en su cabeza, que sin pensar en decirlo, le gritó a Pedro:
- ¡No quiero vivir mi adolescencia en una cárcel!.
Él la miró y echó a reír. 

En el camino hacia su casa, Malena se encontró con el gordo Ale. 
Al verlo, se cruzó a saludarlo. Él se puso contento y la abrazó como si no la hubiera visto durante meses. Malena le agradeció de nuevo por devolver su cadenita.
- Gracias, Aleji, en serio. Te la re jugaste con lo de la cadenita. Si fueras otro ni la levantabas, pero vos lo hiciste y me la devolviste. Más tierno...
- De nada, Male, no me costó nada.- Alejandro ya notaba cómo se le sonrojaban los cachetes. Estaba seguro de que parecía un completo idiota, pero no podía evitarlo. 
- Bueno, me voy, amigo. Tengo que ir a comprar unas cosas para mamá, así que estoy media apurada.
Malena se fue y Ale pensó en lo que le había dicho. Malena usó la palabra "amigo" de nuevo. Eso a el le rompió el corazón, se dio cuenta que no tendría chances para nada con ella.
Por su lado, Malena se fue pensando en que usó la palabra amigo a propósito, sólo para que a él le quede claro que son amigos y nada más. Pero sin embargo, no podía dejar de pensar ni un segundo en lo tierno que fue al hacerle esa carta para devolverle su cadenita. Sin querer estaba pensando todo el tiempo en ese hecho...

No sabían ninguno de los dos cómo había pasado, pero de un segundo para otro, Rocío y Pedro se encontraban en la casa de él fumando un segundo porro. 
- Menos mal que eras anti drogas, eh.- dijo él entre risas.
- ¡¡No puedo creerlo!!.- exclamó Rocío.- ¡Es increíble esto!.
A decir verdad, los dos estaban bastante estúpidos y se reían de cualquier cosa. Entre varios chistes y charlas sobre la marihuana, Pedro optó por sincerarse. Se sentó frente a Rocío mientras le acariciaba una rodilla y con la otra mano seguía fumando.
- Mirá, Ro, yo no te voy a andar con vueltas, si te traje acá fue por algo...Me re cabe tu onda. No sé por qué, porque la verdad sos una rubia careta.- ambos rieron con este comentario.- Pero me re copa estar con vos, sos re divertida, y...
- Pará, pará, pará, Pedro. Pará.- dijo Rocío marcando distancia y sacándole suavemente la mano de su rodilla.- Está todo bien, pero tengo un montón de quilombos con Nico y Laut...
- No me importa tu pasado.- interrumpió él.- Yo quiero llegar a tener algo con vos, al menos amistad, y sin ocultamientos ni nada.- dijo Pedro muy decidido, aunque ni siquiera sabía si la palabra "ocultamientos" estaba bien dicha.
Ella no sabía dónde meterse. No sabía si contestarle bien o irse. Pedro le parecía muy lindo, pero el hecho de que se drogue y Bauti no lo sepa era algo que le desagradaba totalmente. Siempre dijo que nunca iba a estar con un pibe que se drogara, iba en contra de sus principios, pero ahora lo había probado y le encantaba, y aún así, se prometió no hacerlo nunca más. Después de pensar unos minutos, le dijo:
- Mirá, nosotros nos conocemos hace poco y no sabemos mucho de la vida del otro.- afirmó con certeza.- Yo en este momento no estoy como para empezar nada con nadie, ya sabés por qué, y además vos te drogás y a mí no me van esa clase de pibes.
- Te acabás de fumar un porro conmigo, boluda, ¿qué me estás diciendo?.- dijo Pedro riéndose.
- Pero ya está, fue un desliz. No me gusta eso ni ahí, gordo, posta. No me gusta que te drogues y le digas a todo el mundo que te recuperaste cuando no es así. Bauti está muy ilusionado...
Si había algo que era Rocío, era sincera al punto de que no le importaba decir nada, sólo largaba todo lo que pensaba.
Él no sabía qué contestarle porque tenía razón en que no estaba como para empezar una relación, recién había salido de dos complicadas pero con lo de "drogón" exageró un poco, pero eso no hacía que a Pedro le impidiera redoblar la apuesta.
- Con tal de estar con vos yo dejo de fumar, no me importa. Prometeme que lo vas a pensar, por favor, porque en serio tengo muchas ganas de estar con vos, pero entiendo y respeto tus tiempos. Me conformo con saber que lo pensás.
- Bueno, te prometo que lo voy a pensar.- dijo Rocío.

Cuando se fueron del hospital, Bauti y Celes pasaron por McDonald's, comieron algo y luego fueron a lo de la morocha. Ella aprovechó para bañarse mientras él miraba una película con su suegro.
Cuando Celeste terminó de bañarse, se vistió, agarró ropa adicional y la guardó en su mochila, preparó todo y bajó en busca de su novio. Se iban a dormir a su casa.
Durante todo el camino, fueron hablando sobre todo lo que ella había hecho en su viaje, lo que él hizo cuando estuvo acá, Maca, Rocío, sus amigos y todo lo que pasó durante la ausencia de Celeste...
Llegaron y se encontraron con Pedro, el hermano de Bauti, sentado en la computadora mientras comía una pizza y Rocío al lado con mala cara. Ni Bautista ni Celeste entendían qué hacía ella ahí.
- Em, ¿hola?.- dijo Bauti para romper el silencio.
Pedro salió de su nube y saludó a todos. Quedó sorprendido por la vuelta de su cuñada y le hizo unas preguntas sobre el viaje.
Celeste agradeció el interés y después, entre señas mientras Bauti y Pedro hablaban de las obligaciones del día siguiente, le preguntaba a Rocío qué carajo hacía ahí. La rubia le hizo un gesto de que se calle porque la reventaba, y que al otro día hablarían. Aprovechó ese momento para cortar con la tensión y saludó a todos para irse finalmente a su casa.
Todo el camino pensó en esa propuesta de Pedro. ¿Qué iba a hacer? Él realmente le interesaba, era divertido, así que lo primero que iba a hacer era hablar con su mamá y sus amigas para que la guiaran hacia una respuesta.

Bauti y Celes subieron a la habitación del morocho mientras conversaban sobre la presencia de Rocío en su casa. Entre risas y besos, terminaron teniendo sexo, el mejor que habían tenido en su vida. Se extrañaban demasiado y fue la mejor manera de demostrárselo uno al otro. 

Desde su celular, Nicolás le mandaba mensajes a Vera, primero sin insinuar nada, pero después ya chamuyándola, tratando de que ella viera que había onda entre ellos. Finalmente se decidió invitarla salir esa tarde..
-Che, ¿qué haces hoy?.- le puso, pero ella no le contestaba, ni lo veía. Nico estaba impaciente porque si bien todo lo que hacía era para olvidarse de Rocío, no le gustaba que tarden en contestarle. 
- Uh, recién lo leo. Estaba en el hospital. ¿Por qué querías saber?.- contestó Vera a las dos horas.
- Quería saber si querías ir conmigo a tomar algo, pero bueno, lo dejamos para mañana.- dijo Nico.
- Bueno, dale. ¿A las siente en el club?.
- Genial, nos vemos ahí, linda.
En realidad, a Nico no le afecto en nada tener que dejarlo para otro día porque sinceramente todo lo que le decía a Vera no lo sentía ni un poco, sólo le parecía linda, pero nada más. Mientras se vieran y lo haga olvidar de Rocío al menos un rato, estaba bien el día que sea.

Aquella noche, todos los chicos fueron a entrenar, incluso Pachetti, ya que Maca estaba mucho mejor. Luego del partido de entrenamiento, se juntaron todos en el kiosco de Cacha (era el buffetero del club) y se compraron varias Coca-Cola mientras chusmeaban un poco de todo. Primero le tocó el turno a Lauti.
- Nada, yo básicamente no hago nada más que ir a la facultad, a ver a Maca al hospital y después entrenar. Un embole mi vida.
- La mía está igual.- dijo Nico.
- No te hagas.- comentó Bauti con mala gana.
- ¿Qué?.
- Contá, contá.- dijo Pache incitándolo a que comente lo que ocultaba.
- Nada, boludos, no hago nada, posta.- insistió.- Me chamuyo a Vera nada más.
- ¡Na!.- gritó Pache.- ¿Y te da bola?.
- Se.
- ¡Mamita querida! ¡Genio!.- dijo chocándole los cinco.
- Era obvio, si Vera está muerta con vos.- comentó Santi.
Luego le tocó el turno a Bauti.
- Con Celes estabamos re bien, hablamos un montón, decidimos empezar de nuevo...
- ¿No va a volver ese idiota yankee, no?.- preguntó Lauti.
- No.- dijo Bauti riéndose.- Que se vaya a cagar ese bobo. Se quiere matar.
- ¿Y vos, Ale?.- preguntó Santi.- Estás re callado.
La realidad era que el gordo seguía dolido, ni siquiera había tenido ganas de ir a entrenar, pero lo hizo para no levantar sospechas entre sus amigos. Justo en ese momento, pasó Malena con su grupo de amigas frente a ellos, y la joven se detuvo para saludar a Ale. Luego, siguió de largo.
Todos los pibes quedaron mudos, totalmente en silencio, esperando una respuesta del gordo o que, al menos, cuente qué significaba ese saludo.
- No es nada, tarados. Nos llevamos bien nada más.
- ¡Dale, no te hagas el misterioso!.- exclamó Pache.
- ¡No pasa nada estoy diciendo!.
- Dejá de mentir, gordo gil.- dijo Nicolás.- Algo ocultás...
- Mal, nunca nos contás nada.- reprochó Bauti.
- ¡Uh, loco! ¡Son unos pelotudos!.- empujando la mesa enojadísimo, Ale se puso de pie y se alejó. Lauti también se paró y miró a los pibes.
- No saben cuándo parar y dejar de joder, eh.
Y como entendía todo lo que le pasaba a Alejandro, lo persiguió hasta alcanzarlo para que ambos puedan hablar y el gordo se desquite en paz con alguien que sepa por lo que estaba atravesando.

Vera estaba tan feliz por lo que estaba sucediéndole con Nico, que quería mostrarle a Maca. Le habló a su celular y ella contestó enseguida. Vera comenzó a sacar foto a la pantalla de toda la conversación con Nicolás así Macarena la podía ver. Ambas estaban muy alteradas y sobre todo Vera, que no podía creer lo que le estaba pasando. Justo cuando está enviando las fotos y le están por llegar a su contacto, se da cuenta que sin querer no se la envió a Macarena, sino a Nicolás...Y justo él en ese momento estaba leyendo lo que ella le mandaba, que eran las capturas de pantallas con un "Ay, boluda, lo amoooo".


Continuará...

sábado, 27 de diciembre de 2014

Un mundo mejor

Por momentos me gustaría estar en otro lado, no estar más en este mundo que se está arruinando, que lo estamos arruinando.
Me gustaría estar en un lugar lleno de paz y alegría, donde sea sólo yo y lo que me gusta. Sólo yo y mi música.
Quiero estar en un mundo donde no haya guerras, donde no estén todos contra todos, donde no haya animales encerrados, donde todos seamos libres y no haya gente que robe y que mate porque sí. 
Un mundo donde todos seamos iguales.
En realidad, no quiero otro mundo, quiero que este mundo sea más lindo, un mundo mejor.
Si todos pusiéramos nuestra parte para mejorar las cosas, sería un mundo mejor. No habría tantos problemas, tanta inseguridad, no estaríamos todos estresados, ni habría personas que se mueren de hambre.
Esta semana aprendí que la revolución no es guerras, no es muerte, no es armas. Se puede hacer una revolución desde nuestro lugar y sin lastimar a nadie.
Para hacer una revolución tenemos que empezar a cambiar nosotros mismos, cambiar cosas de nuestro entorno social, y así se va haciendo cada vez más grande el cambio. Pero una revolución se puede hacer a través de la paz, con una guitarra, hablando, relacionándose con los demás.
Gracias a todo esto que aprendí, me di cuenta que si queremos cambiar algo, debemos empezar por nosotros primero y que si todos aportamos lo nuestro es mucho mas fácil. La esperanza es lo último que se pierde.
Todos juntos podemos hacer un mundo mejor.
¿Por qué tenemos que vivir en un mundo lleno de sufrimiento? Si no nos cuesta tanto vivir en paz...
"Poder jugar en otro juego es lo que imagino (quiero que sea este lugar pero convertido)".


@Incredulas - 27/12/14

jueves, 25 de diciembre de 2014

Borde

A veces nos pasa eso de prestarle más atención a la cornisa. No se sabe bien por qué, pero es encantadora. 
Recuerdo haber pasado días y noches sentada en el borde, jugueteando con los pies como una niña curiosa que está aprendiendo e investigando cosas, redescubriéndose a cada momento. Recuerdo, sobre todo, la atracción y los escalofríos templados en la piel. Acercaba la cara al vacío, al centro, a ese punto en particular infinitamente pequeño y lejano pero lleno de qué, que a la vez es nada, y los ojos se me estiraban, se me hacían de goma, la nariz se me agrandaba inconmensurablemente y la boca...La boca no. La boca quieta en un rictus inusual. Raro en mí. Una cuestión inversamente proporcional. Cuánto más grandes los ojos, más pequeñas mis comisuras. Y volvía a tirarme para atrás, jugando, balanceándome y siempre tratando de no olvidarme del equilibrio. A veces me paraba y caminaba en línea recta por el borde, de un lado al otro, un pie adelante del otro y cantando cancioncitas pegadizas que me acompañaran en el peligro...En algún momento me detuve. La atracción del centro, de ese maldito centro, había amainado porque al caminar estirando la mano ésta ya no se sintió atraída y seducida como siempre. De hecho, del puntito corrió una brisa fría. Y aquella vez, el acostumbrado escalofrío y el familiar estremecimiento no fue el mismo. Todo empezaba a cambiar.
A continuación, sentí un temblor que vino del otro lado, por fuera del borde, oriundo de la periferia. Casi me caigo. El borde se estaba haciendo arena y el sostén ya no era el mismo. Y me desesperé. No quise, no quiero, por favor, ¡ayúdenme!. Ya no recuerdo el esfuerzo que hice pero sí recuerdo lo que me ayudó a pisar tierra firme otra vez. Me agarré de las esquinitas de las voces pero duraban poco tiempo, y recuerdo tener que haber pisado unos puñales que estaban clavados en el agujero del lado de adentro para poder hacer pie y balancearme de unas manos colgantes que provenían de no sé dónde. Una por una las fui agarrando todas y la última ya era más flexible gracias a la adrenalina que había estado conteniendo en esa atozada y al hecho de haberle agarrado la mano al tema de agarrar las manos. El gran salto final fue el que más me costó y en el que más aterrada me sentí. Sólo recuerdo haber saltado con los ojos cerrados, estirándome a más no poder y pensando: "que sea lo que la vida quiera". 
Mirá vos lo que será el instinto de supervivencia y la fijación que éste genera, que en ese momento no me percaté de que mientras mi cuerpo volaba, justo por debajo mío habían otras vibraciones y golpes, esta vez más macizos, que sonaban rítmicamente con un compás color rojo y me acercaban más al borde. Si los hubiera sentido en ese momento me hubiera relajado muchísimo más y la trayectoria de mi cuerpo hubiera sido el Arco del Triunfo. Su aparición fue crucial, sin ellos no hubiera podido lograrlo. Una vez que caí despatarrada en tierra firme, me incorporé agitada y observé el agujero ya desde otra perspectiva mucho más precavida. Los ojos abiertísimos, como siempre, pero, ¡uf! Y ahí comprendí. Comprendí que el agujero está y va a estar siempre, que siempre estamos caminando sobre el borde, pero ese agujero negro ocupa un lugar infame y sin importancia en comparación al vasto terreno en el que se encuentra. El agujero, ese agujero sí que es un insulto a la geometría y al plano. Más que nada a este plano que ocupo yo, que ocupás vos, que ocupamos todos. Plano con leyes y características propias que coexiste con otros que aún no conocemos pero que hay miles, plano como una hoja en blanco, como una tábula posando y esperando a que venga la desfachatez de la experiencia y quiera penetrarla por todos lados. Esas penetraciones, esas marcas en el plano son los que valen la pena y merecen nuestra contemplación, nuestro jugueteo, nuestra entrega y valor. Porque son obra nuestra, de puño y letra, de cincel y piedra, de abrazos y agradecimientos. El otro está porque lamentablemente tiene que estar y porque injustamente ese otro agujero ya tiene su propio espacio reservado desde el inicio de todo, por derecho divino y culposo. Cada uno tiene su propio agujero donde puede caer en cualquier momento, la clave es ir por el borde siempre. Pero al carajo con lo estandarizado y lo que se nos impone así de antemano. Yo quiero seguir caminando los bordes, pretendo seguir estirando la mano y acercando los ojos y la nariz, cerrando la boca y aguzando el oído y sólo para prestarle atención a esos centros particulares que nunca alcanzan la negrura completa sino que poseen matices interesantísimos. Esos son los centros que prefiero, esos son los que quiero cabecear para poder gritar el gol y dedicárselo a la hinchada de la desdicha, a los tribuneros de la culpa, al plateísta del desarraigo y a los hombres, mujeres y niños que alientan esperanzados y gritan el gol conmigo.


@Incredulas - 25/12/14

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Noche buena

¿Deseos que intentás cumplir? ¿Metas que querés alcanzar? Sí, todavía faltan ocho días para el comienzo de un nuevo año, pero aún así aprovechamos la Noche buena para empezar a festejar desde ahora y pedirle deseos a vaya uno saber qué (o quién). De ser así, hoy es el día en que la familia se reúne con comida riquísima, donde todos se llevan bien e intentan dejar las diferencias de lado, donde a las doce de la noche levantan una copa y ni siquiera se tiene bien en claro qué se festeja. Porque hoy es Noche buena y mañana Navidad, porque estamos celebrando supuestamente el nacimiento de Jesús, aunque poca gente hace caso a eso. 
Nosotras, por nuestra parte, les queremos desear a todas ustedes una feliz Noche buena y Navidad, que esta noche esté colmada de amor y paz en el interior de cada uno de los que están junto a ustedes. Esta noche es única e ideal en general, queremos que el espíritu navideño entre en sus corazones y perciban la felicidad que nos produce a los humanos ser generosos compartiendo con todos nuestros seres más queridos preciosos momentos de la vida.
Cuando llega la Navidad siempre nos vienen los recuerdos de la infancia, cuando al ser tan chiquitos y llenos de ilusión esperando la medianoche para recibir un regalo de Papá Noel...Ahora tenemos que tener la sensación que la vida nos regaló el obsequio más maravilloso de todos, que tengamos amigos y una hermosa familia al lado nuestro acompañándonos en cada paso que damos.
La Navidad es espectacular por múltiples motivos, el mejor de todos ellos es que nos da la oportunidad a todos de manifestar nuestro amor a los que tenemos alrededor, a personas bondadosas como todas ustedes que están día a día acompañándonos.
Por la Navidad las personas nos ponemos con más sensibilidad y en nuestra alma hay bastante paz para ser felices, deseamos que a todas ustedes les pase lo mismo.
Hoy hace mucho tiempo atrás, exactamente 2014 años, nació aquel hombre que salvó al mundo por amor y ese es el motivo por el cual por lo menos hoy todos debemos darnos amor como si fuéramos hermanos, aunque muchas veces nos cueste entender esto y dejemos a la religión de lado olvidando el verdadero motivo de festejo.
Todavía tenemos tanto nosotras como ustedes infinidad de cosas para realizar y todo está en nuestras cabezas y corazones. La manera más bella de festejar la Navidad es junto a la familia en el compartir y en reunión con todas las amistades, regalando amor a todo aquel que nos entrega su amor. 
¡Feliz Noche buena y Navidad para todos!


@Incredulas - 24/12/14

martes, 23 de diciembre de 2014

Arsenal de garcas

Hasta el día de hoy en lo que va de mi corta vida, aprendí que, a lo largo de los años, por un lado vos tenés a la gente que te quiere por lo que sos, que te valora, que te dice con sinceridad sus críticas constructivas para que crezcas como persona y te vean progresar. Pero también está el otro lado, el de la vereda de en frente, donde está el arsenal de garcas que para quererte y considerarte femenina necesitan que te vistas de una manera en particular, por ejemplo con vinchitas de flores en primavera o usando carteras Louis Vuitton (se notará mi falta de conocimiento del tema, tanto que ni sé cómo se escribe). Este arsenal de garcas todo el tiempo quieren que seas como la sociedad lo impone y como los estereotipos indican que es lo correcto, porque eso fue lo que les enseñaron y porque no son capaces de ver otra cosa. 
Entonces, sabiendo estas dos veredas, te propongo a vos, que sos una mujercita en desarrollo y creciendo día a día, odiándote a la mañana y amándote a la noche según las cosas que van pasando: si alguien quiere corregir tus actitudes, tu peso, tu manera de vestir o tu forma de hablar para considerarte "una mina como Dios manda", sabé que esa persona hace una proyección en vos, que se debe a una fuerte inseguridad y un gran miedo al qué dirán los otros y están atados a la opinión ajena. Esa persona no es libre. Vos sí. Así que, a todos los que, para quererte, te pidan que encajes en el estereotipo social que les fue inculcado y del cual no pueden liberarse, dedicales una linda sonrisa y con respeto indicales que vos sos vos y te querés así, vas a ver cómo el arsenal de garcas se va pasando a la vereda contraria y te empiezan a valorar tal cual sos y no por lo que tenés que aparentar.


@Incredulas - 23/12/14

domingo, 21 de diciembre de 2014

Entrelazados - Capítulo 37

Allí estaba Celeste, parada frente a Bautista, mojándose por completo y despeinada. Aún así de desprolija, estaba radiante y más hermosa que ninguna..."Pero siempre tan lejos", pensó Bautista en su interior. Las dos palabras que salieron de la boca de la joven, movieron el mundo de los dos.
Bauti se vio débil, incapaz de decir una sola palabra. Quedó mudo y totalmente tenso ante la situación. Moría de ganas de correr hacia ella y darle un abrazo que dure toda la vida, pero debía conformarse con hacerse el fuerte por la desilusión que le había dado la partida de Celeste.
Mientras tanto, ella en su interior estaba dispuesto a todo por recuperar su vida. Comprobó que su sueño no era estar allá con Felipe estudiando inglés. Su sueño era ser feliz acá, en su Argentina natal, en Buenos Aires: al lado de la panza embarazada de su cuñada en la espera de su primer sobrino, viviendo a pocas cuadras de las casas de sus mejores amigas para juntarse cuando sea, a la hora que se les ocurra. Y lo que más quería Celeste era recuperar al amor de su vida. Porque si bien Felipe fue su primer amor, el amor de su vida era Bautista. Y no se comparaba una cosa con la otra. El primer amor era Feli porque fue el primer hombre del que se enamoró y este cariño fue recíproco, pero el amor de su vida era Bautista porque era la persona con la que quería pasar el resto de su eternidad y con quien formar una familia. A Felipe no lo veía como su marido, a Bautista sí.
Celeste, un tiempo atrás, antes de conocer a Bauti, se había cerrado totalmente al amor. Creyó que nunca se iba a poder enamorar otra vez, que no iba a superar jamás a Felipe y mucho menos intentar una relación amorosa con otro chico. Hasta que apareció Bautista y todo cambió. Y Celeste pensaba: si él logró que olvide a Felipe que parecía una meta tan inalcanzable de superar, era porque realmente valía la pena y ella lo quería lo suficiente como para resignar todo e intentarlo de nuevo. Los problemas en una relación a veces son necesarios, ni hablar de la distancia.
Luego de pensar tanto, rápidamente los dos jóvenes volvieron a la realidad. Celeste sintió que ambos estaban en el aeropuerto y Bautista a punto de rescatarla. Se continuaron mirando fijo, y luego de su "Te amo" fatal, esperaba alguna reacción de Bautista que le indique cómo seguir. Lo que sucedió fue que él le dedicó la sonrisa más llena de amor que ella haya visto, y esto provocó que se arroje a sus brazos, saltando sobre él como un koala, abrazándolo con los brazos e incluso con las piernas, sellando el reencuentro con un mágico beso bajo la lluvia, igual que como había sido aquella primera vez que sus labios se chocaron como si el tiempo no hubiera pasado para ninguno de los dos...

Ya era las cinco menos cinco del martes. Ale, en su casa con Lautaro, lo escuchó mientras contaba todo lo que había pasado el domingo anterior entre él, Nico, Rocío y Vera. 
Ale siempre fue un amigo de escuchar a los demás, pero esta vez...¡Estaba muy nervioso! Le dijo a Lautaro un par de palabras alentadoras, ya que realmente se alegraba de que Rocío se aleje de la vida de ambos. El gordo no se la bancaba demasiado.
Un rato después, llegó el momento de partir hacia el parque. Alejandro se había preparado: ¡se bañó con ganas! Así que eso era todo un suceso para resaltar, porque si había algo que el gordo detestaba era bañarse, aunque lo hacía todos los días, pero le fastidiaba demasiado. Lo que sucedió esta vez, es que disfrutó la ducha como nunca antes.
Cuanto más se acercaba al lugar de encuentro con Malena, más fuerte y rápido le latía el corazón, y más se le aceleraba el pulso. Nunca había sentido tantos nervios en su vida. Bah, en realidad sí, en todos los clásicos del club contra el rival Nueva Estrella sentía el corazón de esa manera, pero nunca por amor, así que era un sentimiento nuevo para el gordo.
Se quedó sentado en un banco. La cadenita de Malena permanecía en su bolsillo, resguardada de cualquier situación peligrosa.
Cinco en punto de la tarde. En cualquier momento estaba por llegar. Ale se comió todas las uñas de las manos, así que dentro de pocos minutos recurriría a las de los pies porque no aguantaba la tensión.

Nicolás, luego de haber ayudado a sus padres con unos mandados, se sentía un poco resfriado debido a que estaba desabrigado y la lluvia cayó sobre él. Llegó a su casa, se tomó un té preparado por su mamá y se recostó en la cama, con la computadora portátil sobre sus piernas, chusmeando las redes sociales.
Entró a Facebook y comprobó que tenía una solicitud de amistad. Vera D'Agostino. Sin dudarlo, Nico la aceptó. Le caía bien esa chica, así que no tenía problema en agregarla y que vea sus fotos.

Desde su casa en Pilar, Vera terminaba una maqueta para entregar al día siguiente. Necesitaba la ayuda de Macarena para estas cosas...¡La extrañaba muchísimo! Nada deseaba más que se mejore y seguir todo como antes sin ningún tipo de impedimento. Se sentía un poco tonta por nunca haber notado que estaba bajando de peso repentinamente, pero la realidad era que también Macarena lo ocultaba bastante bien.
Mientras dibujaba unos planos para continuar su proyecto, sonó su celular. Era una notificación de Facebook avisándole que Nicolás Minaglia había aceptado su solicitud de amistad. Ni siquiera recordaba haberlo hecho, seguro había sido Bautista, pero eso ya no importaba porque...¡La aceptó! Vera comenzó a gritar desesperadamente, a abrazar a sus dos perros, tiró la maqueta el piso y rodó por toda la casa de felicidad.
Una vez que se calmó tras respirar hondo varias veces, pensaba en si debía hablarle o no.

La vio llegar, moviendo el cuello con destreza en busca de aquel hombre misterioso que le entregaría su cadenita. Malena, de repente, clavó su mirada en Ale, quien le sonreía a lo lejos, tímidamente. Ella lo saludó con la mano y siguió esperando. Se negaba a aceptar que el tierno de la carta que se guardó todos estos días su cadenita había sido Alejandro. No, no podía ser. Imaginaba que era algún chico más potro al menos...
Ale le silbó de repente, procurando llamar su atención. Malena se volteó y lo observó caminar hacia ella.
- Hola.- dijo Ale nerviosísimo.
- Hola, Alejandro, ¿qué hacés por acá?.- preguntó ella.
- Yo...Em...- "Dale, Ale, no te pongas en pelotudo", pensaba el joven para sí.- Vine a traerte esto.
Cuando Malena vio su cadenita en las manos de Alejandro, sus esperanzas del príncipe azul cayeron al cielo. Igual no le molestaba tanto que sea Ale, porque era un chico muy simpático que le caía bien, y la verdad que para caerle bien a Malena había que ser especial...
- Uy, sos un genio, ¡gracias!.- dijo ella dándole un abrazo sutil.
Alejandro recibió ese gesto como si hubiera sido lo más lindo de su vida, como si ese segundo se parara en los dos, como si...
- ¿Dónde la encontraste?.- preguntó ella.
Pero Ale estaba concentrado pensando en un montón de cosas. Por ejemplo, notaba que en los ojos de Malena había una mujer distinta, que ya no era la misma chica caprichosa de unos meses atrás donde lastimaba a todos los hombres y le hacía la vida imposible a Rocío. No parecía mala ni loca como todos decían. La realidad era que tenía una belleza encantadora y hacía que todo el mundo caiga a sus pies apenas la conocían. Era realmente debilitante su forma de ser. A Alejandro le dolía pensar que ese cambio en ella no lo logró él, sino que parecía ser gracias a Martín, el cejón, el nuevo chico de Malena. ¡Claro, ahí está! ¡Ale debía aprovechar y sacar ese tema a la luz!.
- El otro día cuando nos cruzamos en el club se te cayó.- Ale dudó cómo seguir la conversación, más aún porque Malena se puso a usar su celular.- Después quise alcanzártelo a tu casa, pero no estabas, y te crucé en la esquina con Martín.
Cuando escuchó este nombre, la joven levantó la vista y se detuvo escuchando a Ale atentamente, pero él ya no tenía más nada para decir. El joven notaba como Malena se iba sonrojando de a poco.
- ¿Estás con él?.- preguntó Ale.
- ¡Qué chusma, che!.- dijo ella riéndose.- Bueno, Alejito, mil gracias por lo de la cadenita. Sos un genio.- Male lo abrazó nuevamente y se dio media vuelta para irse.- Chau, nos vemos por el club.
Y allí quedo Alejandro: desplazado, solo, siendo rechazado como un pedazo de basura inservible.

- No lo puedo creer, mi amor. No lo puedo creer.- le decía Bauti mientras le corría a Celeste el pelo mojado de su cara.- No puedo creer que hayas vuelto.
- No puedo creer que me haya ido, que te haya dejado tan fácil. Perdón. Perdón por todo.
Y luego de reiteradas palabras de disculpas, ambos fueron a tomar un café a la confitería del hospital. Celeste le comentó todo lo que había pasado en Estados Unidos con Felipe y cómo se había equivocado en considerar que él era el amor de su vida. También le dijo que vino por Maca, para verla, y no le avisó a nadie más que sus padres que volvería. Luego, le dijo que nunca imaginó que entre ellos se iba a solucionar todo tan simplemente, menos después de haber sido tan distante en las llamadas telefónicas.
- Me puse así de cortado para no ponerme mal, para no sufrir. Esperé este momento tantos meses...Sigo sin poder creer que seas vos y que estés acá.- los abrazos y besos eran reiterados y muy tiernos. En un momento, la charla se puso más seria, luego de que Bauti cuente todo lo que le había pasado a él: desde que se arrepintió de dejarla, hasta que se hizo amigo de Vera, hasta ahora que Pedro se recuperó y Maca quedó internada. A Celeste le dieron un poco de celos las palabras con las cuales describía y se refería a Vera, pero prefirió dejar eso de lado.
Luego, surgió el tema del aeropuerto. Celeste, entre risas y un poco melancólica, le comentó a Bauti lo mucho que deseaba que él aparezca ahí pidiéndole que no se vaya. En una de las conversaciones telefónicas, Bautista, por hacerse el difícil, no le admitió que él había ido con su perro Floyd a buscarla, pero decidió que éste era el momento para contarle. Tomó de las manos a Celeste y la miró fijamente.
- Fui a buscarte, corrí abajo de la lluvia con Floyd para encontrarte. Y cuando me dijeron que te habías ido, que ya era tarde, ahí me desmoroné y me di cuenta de todo.
- ¿Qué?.- preguntó Celeste sin comprender.- ¿No era que no habías ido?.
- ¿Cómo no voy a ir?.- comentó Bautista con una sonrisa tierna.
- Yo sabía que mi vida era con vos acá. Lo sabía.- dijo Celeste firme y segura.- Pero después todos, desde mis viejos hasta las chicas, me empezaron a decir que tenía que hacerlo, que no había otra oportunidad así...
- Es cierto. Desaprovechaste una re chance.
- Pero yo quería irme con vos. No con otro. Felipe no significa nada para mí.- dijo Celeste.

Rocío estaba sentada en el suelo del pasillo del hospital con su mejor mala cara. A su lado, estaba Santino conversando con Pache y Matías, el hermano de Maca, intentando levantarles el ánimo, aunque todo lo que hacía era en vano porque nada los haría sentir mejor.
Un poco fastidiosa, más aún que de costumbre, Rocío se puso de pie, se acomodó la ropa y le dijo a Santino que ya era hora de volver al estudio a trabajar.
- ¿Trabajar? ¿Ahora?. Me quiero quedar acá con Pache.- dijo el joven.
Rocío le indicó que, al menos, la acompañara a ella afuera. Santino supuso que la rubia debía decirle algo, así que les pidió permiso a Pache y a Matías y comenzaron a caminar para salir del hospital.

Si había algo que afianzó muchísimo más la amistad de Lautaro y Nicolás, era el simple hecho de que ambos estaban intentando superar a la misma mujer. Ya sentían asco por Rocío más que amor, pero era inevitable que no soñaran con ella o no la pensara. Pero también, ambos se daban cuenta que no valía la pena sufrir así por quien no lo vale.
Lautaro, por su parte, decidió enfocarse en la facultad y buscarse un trabajo, con la idea de estar más ocupado que libre, y así poder pensar menos. Sabía que el cuerpo no le resistiría tanto desgaste, porque aparte de todo, él entrenaba siempre. Pero igual se puso a buscar por doquier, en busca de alguna distracción que haga que supere a Rocío.
Nicolás tomó las cosas de manera distinta. La quería a Rocío, sí, de hecho todavía la quiere...Pero más se quiere a él, y esto es lo que le permite superar a las personas con total facilidad. También considera que para olvidar a una persona lo mejor es estar con otra, lo que pasa es que no tenía otra como par...Vera. ¿Y Vera? Vera.
- Vera...- dijo pensativo, en voz alta.
Recordó que hacía unas horas la había aceptado en facebook, así que no dudó en hablarle al chat.

Cuando ella recibió aquel mensaje inesperado, ya el corazón no le resistía más las ganas de salirse de lugar. Gritaba desaforadamente, total vivía sola y no molestaba a nadie. Una vez que se relajó y se miró al espejo, estaba toda despeinada y con los cachetes sonrojados. Pensó a sí misma que era patética, y que no podía desesperarse así porque Nicolás le había hablado...¡¡Eso!! ¡Le había hablado! Aunque le puso un sumiso y seco: "Holas".
¿"Holas"? ¿Qué significa eso? ¿Se le patinó una letra "S" o lo hizo a propósito para hacer más simpático el saludo? ¿Para qué le hablaba? O sea, ¿qué se le dio por hablarle?. Todas estas preguntas pasaban por la cabeza de Vera mientras que Nicolás ni se preocupaba en lo que había puesto, simplemente le habló totalmente relajado y despreocupado.

Pache estaba devastado. Ya no sabía cómo salir adelante después de todo lo que estaba sucediendo. En el trabajo seguro lo echarían porque ya se excedió de la licencia, al club no iba a entrenar hace muchísimo y es más, ya le habían buscado reemplazo, y después, y lo peor de todo: la salud de su novia. Se sentía tan culpable por todo, que eso lograba que no quiera tampoco moverse un segundo del hospital y estar presente en cada palabra de los médicos cuando salían de la habitación donde estaba Macarena...

Ale estaba pesaroso, triste, sin fuerzas ni para llamar a Lauti y contarle todo. Habían salido las cosas mal: nada de lo que él imaginaba sucedió. No hubo abrazo tierno que termine en beso, no hubo una cita, no hubo una caminata por el parque...No hubo nada. Simplemente hubo un agradecimiento como quien le devolviera cualquier pavada. ¡Era su cadenita! Otro pibe ni ahí hacía lo que hizo él...Y Malena no lo sabía ver.
Decidió volver a su casa, rendido ya, y sin ganas de hablar con absolutamente nadie. En el camino, se cruzó nuevamente a Martín con Male, muy acaramelados, abrazados y dándose besos.
Finalmente, el corazón de Ale terminó por romperse al cien por cien.

La charla entre Vera y Nicolás fue fluída y divertida. Si él tardaba cinco minutos en contestar, ella tardaba siete. La diferencia es que él no lo hacía a propósito y ella sí, para no parecer una desesperada ni como que estaba pendiente de que él le conteste. Pero la realidad era que sí.
Ese martes, Vera había decidido no asistir al hospital porque tenía que terminar una maqueta y quiso también hacer la de Macarena para impedir que se atrase, pero se rompieron por completo cuando festejó que Nico la aceptó en Facebook, así que tuvo que empezar de cero con todo, y eso la ayudaba a uqe pase el tiempo y no le tenga que contestar tan rápido a él.
En un momento, la charla se puso más interesante.
Nicolás: Disculpá por el garrón que te comiste el domingo. Bah, todos nos comimos un garrón.
Vera: Todo bien. Me alegra que a Rocío se le haya caído la careta.
Nicolás: No es mala mina igual. Patinó nada más.
Vera: No sé, no la conozco como para opinar.
Nicolás: ¿Te puedo hacer una pregunta?
Vera: Decime.
Nicolás: No, nada, dejá. Una boludez. Te dejo que me voy a bañar y acostar que mañana voy a pasarme todo el día en el club. Beso.
Vera: ¡Pará!.
Nicolás: Jaja, ¿qué pasa?.
Vera: No me dejes con esta intriga.
Nicolás: Me re cabe dejar a la gente con intriga. Chau, linda.
¡¡Linda!! ¡Le había dicho que era linda! Vera no podía creer lo que sus ojos estaban leyendo. Era el sueño de la piba, que su chico, su platónico, el que más le guste, le hable. Y Nicolás no sólo había cumplido con eso, sino que también le había dicho que era linda. Por más que le haya costado horrores, Vera decidió clavarle visto para no ser pesada, y esperaba que al día siguiente, Nico le hable de nuevo.

Como Bautista casi nunca estaba en casa y ya había analizado bastante sus horarios, Pedro, siempre que podía, se prendía un cigarrillo de marihuana. A veces le daban ganas de aspirar otra sustancia extraña, pero prefería no hacerlo, ya que con el porro se conformaba un poco.
Mientras estaba sentado en la computadora enviando su currículum a ciertos trabajos para hacer algo de su vida, comprobó que su celular no había sonado en todo el día. Eso significaba que Rocío no le había contestado jamás el mensaje de buenos días. "Puta", pensó, y siguió haciendo la suya.

- ¿Para qué querés salir afuera? Qué hinchapelota.- le dijo Santino a Rocío, un poco irritado.- Estaba intentando consolar a...
- Estabas hinchando los huevos, Santi.- exclamó Rocío de mala gana.- Tengo ganas de salir porque tengo ganas de salir, ¿está mal? Odio los hospitales.
Pero cuando estaba terminando de decir eso, vio sentados en el buffet del hospital a Bautista y Celeste, tomados de la mano. Y mágicamente para Rocío, el hospital se convirtió en un increíble e insólito lugar de reencuentro.
- ¡¡Amiga!!.- gritó fuertemente, alarmando a todas las personas a su alrededor. Pero no le importaba en absoluto, simplemente quería correr hacia donde estaba Celeste y abrazarla con locura y no soltarla jamás, y eso exactamente hizo.
Las dos amigas se sumergieron en un océano de gomosidad y ternura entre ellas, mientras se elogiaban mutuamente por lo linda que estaba la otra y se querían contar todo en menos de dos segundos. Bautista se paró y fue hacia donde estaban ellas, junto con Santino. Celeste no entendía bien qué hacía ese joven ahí, pero Rocío le aclaró que tenían mucho para hablar y después entendería todo.
- Pará, ahora que lo pienso...- dijo Rocío, mirando a Bauti y luego a Celeste.- ¿Qué hacen ustedes dos así, como si nada?.
La morocha revoleó los ojos en señal de complicidad con Bauti y luego le dedicó una sonrisa pícara a Rocío.
- Yo también tengo mis cosas para contar, querida.- dijo, abrazando a su amiga de nuevo.- Pero paren, necesito ver a Maca urgentemente.
- Imposible.- comentó Rocío con pesar.- Está en la parte de terapia intensiva, sólo pueden entrar familiares.
- ¡Me estás jodiendo!.- otra vez, la gente se volteaba a observar lo que pasaba. Bautista moría de vergüenza cada vez que las dos muchachas gritaban porque alarmaban a todo el mundo. No debían olvidarse que estaban en un hospital.
- Bajen la voz, che.- las retó.- Es un hospital.
- Es el buffet, por lo tanto acá se puede hablar normal.- dijo Rocío un tanto sacada de quicio porque detestaba que la callen.
Mientras iniciaba una tonta discusión algo graciosa entre Rocío y Bautista, Celeste salió corriendo.
- ¡Eu, Celeste!.- gritó Bautista.
- ¡¡Celes!!.
Pero no escuchaba a ninguno. Lo único que quería era buscar la habitación de Maca y verla. Era lo que más le importaba en este momento una vez que supo cuál era.
Llegó a la puerta y se encontró con Pache, Matías y Sonia, los tres sentados mirando al suelo, ya vencidos por el sueño, la presión, el miedo y la preocupación. La joven los observó, y con sus pasos, Pache levantó la cabeza y la vio. Se paró enseguida y la abrazó fuerte.
- No puedo creer que estés acá. Maca estaría feliz.- dijo él, aguantando las ganas de no llorar.
- No hables de ella como si estuviera muerta, por favor te lo pido.- resongó Celeste. Luego, saludó a Sonia y a Mati, preguntándoles bien qué fue lo que había pasado. Mientras ellos les contaban, un centenar de camillas y médicos corriendo pasaban delante de ellos. Celeste aprovechó un instante de calma, donde irrumpió en la habitación de Maca mientras Sonia de atrás gritaba que no entre y se detenga: pero era tarde. Celeste cerró la puerta con llave tras de sí, y se sentó nerviosamente al lado de su amiga, tomándola de la mano.
Estaba fría, muy fría. Y también tenía una expresión de angustia en su carita dormida. Celeste le dio un beso en la mano, y luego miró hacia la puerta, donde escuchaba golpes constantes y Sonia llorando del otro lado. Escuchaba a Rocío intentando no gritar, pero aún así haciéndolo, exclamándole a Celeste que salga de ahí, que la iban a matar.
Pero a la morocha no le importaba. Sólo quería acompañar a su amiga, el principal motivo por el que volvió de Estados Unidos. Inevitablemente, las lágrimas cayeron de su rostro, mientras la acariciaba a Macarena suavemente y le decía unas lindas palabras. 
- Vamos, hermosa. Despertate. Despertate y sé. Tenés que vivir libre o nada, no podés estar acá. No es tu lugar. Tu lugar está allá afuera, con los que te aman, los que estamos siempre con vos. Sos hermosa, sos más hermosa que ninguna y a tu manera. Si tan sólo pudieras aceptarte...
Y Celeste notó como Macarena le agarraba más fuerte de la mano. La estaba escuchando...Se estaba despertando...


Continuará...

sábado, 20 de diciembre de 2014

No somos todos iguales

La nueva moda de los padres es enseñarle a sus hijos a no hacer bullying. ¿Cómo le explicas a un pibe en su etapa infantil o adolescente lo que eso significa? Es imposible que entiendan que ese “insulto” para ellos gracioso, es algo que de verdad lastima. Cuando sos pibe y le decís "gorda", o "idiota", o "pelotudo" a un compañero, de verdad no medís lo que estás haciendo, salvo que seas un tipo de más de veinte, pero ahí ya pasás a ser un imbécil, aunque no es noticia que de estos últimos abundan y encima están perfectamente distribuidos para que te cruces uno por día aproximadamente.
Dejen de usar términos como "bullying". Decile que no bardee, que no insulte al otro ni se burle, pero no le digas que no haga bullying. Esos términos de mierda que le ponen a todo para intentar ser "un poco más"...¿Un poco más de qué?. Bien de sociedad pelotuda que a todo le tiene que poner nombres marketineros para que crezca como movimiento: "Movimiento Anti Bullying", "Marcha en contra del bullying". El bullying, el famoso bullying, es discriminación, loco, pero diciendo esa palabrita yankee lo hacen parecer como menor, minimizado el problema.
A mí me pelotudearon toda la primaria porque era gordita y no tenía tetas, así como yo pequé de pendeja y también me cargué unos cuantos, en señal de venganza, pero creo que no lo hice con maldad. Lo hacés porque estás en la edad del pavo y porque sos un tarado que no entiende nada de la vida. Entonces bajo este contexto hay que sentar a un nene o a un adolescente que se cree el más vivo de todos y hablarle desde el corazón y con palabras y situaciones que él entienda. 
El problema es que les decimos a los chicos que somos todos iguales, cuando realmente no es así. No somos todos iguales, bajo ningún punto de vista. Si todos fuéramos iguales sería muy aburrida y monótona la vida, ¿no? Opinaríamos todos igual, nos vestiríamos idénticamente parecidos, etcétera. Todos vivimos historias diferentes, tenemos crianzas diferentes, rasgos físicos distintos. Algunos somos de una forma y otros simplemente son de otras. Me parece que si querés que un chiquito no defenestre para siempre a otro chico, tenés que sentarlo y hablarle de forma madura, dentro de las posibilidades de entendimiento que este pibe tiene. No los subestimemos a los niños.
No somos todos iguales. Somos semejantes. Si vos al chico le decís: “sos exactamente igual a este otro” le estás mintiendo. Vos no podés desplegar una cátedra de derechos humanos a un pibe de tres años, tenés que irle con su idioma porque cuando el pibe tenga conocimiento de sí mismo, se mire al espejo y empiece a reconocerse, se va a dar cuenta que Pepito no es igual, que quizás tiene la piel un poco más morena, o que Susanita no tiene pito, o que Menganito tiene el pelo colorado, que Marianita es de contextura más grande que Alejandro, y así con todo en la vida...Y ahí es donde empiezan los problemas. 
Sería copado enseñarle a los chiquitos que, si bien todos seres humanos y compartimos rasgos físicos similares, no todos somos exactamente iguales, que tenemos diferencias, pero que ser diferentes no nos hace unos idiotas a todos, simplemente nos hace distintos y que todos, pero absolutamente todos, tenemos que aceptar esas diferencias ya que todas están bien, ninguna está mal. Si sos rellenita está bien, si sos muy flaquita está bien también. Si sos rubia, sos rubia, y no por eso sos hueca. Si sos colorada está genial, y no por eso sos mufa. Y si sos morocha está buenísimo y no por eso tenés menos clase que los demás. 
En lugar de enseñarles a los más chicos que somos todos iguales (con el concepto de igualdad que puede tener un nene, por supuesto) enseñemos que la diveridad es lo que hace a la convivencia. Mostremos la diversidad como algo copado, como lo que realmente es. Démosle valores a los nenes, como por ejemplo el respeto. No los alimentemos con violencia. Hay que dar el ejemplo. El resto después es más fácil.


@Incredulas - 20/12/14

jueves, 18 de diciembre de 2014

Películas de amor

Soy adicta a las películas de amor, aunque me avergüence admitirlo simplemente por hacerme la fuerte y la que no deseo un romance como el que demuestran ahí. Soy total y plenamente adicta a la basura comercial que quieren meterme a empujones hasta perforarme el cerebro y también, por qué no, el corazón. Lo peor de todo es que encima lo logran. Tengo el cráneo lleno de porquerías sin sentido que me hacen creer que el príncipe tiene que ser de color azul...¿No puede ser violeta? ¿Verde? ¿Rojo?
No debería ser nada malo ser adicta a este tipo de cine, lo sé. El problema no radica en mirar compulsivamente historias ficticias de personas perfectas que se enamoran de otras personas perfectas, que después de un sinnúmero de batallas perdidas en el afán de conquistar al otro, de separaciones forzadas por padres, o cualquiera que sea el motivo por el cual en la primera hora de la trama los protagonistas no pueden estar juntos, terminan felices, juntos y contentos comiendo cupcakes en San Valentín. No, chicas, el verdadero problema está en que esa onda hollywoodense que consumo de manera enferma, provoca en mi cerebro un daño irreparable. Sí, eh, posta. Después de todas esas historias mitad bizarras mitad perfectas, una no puede distinguir la realidad de la ficción y espera de la vida siempre algo más de lo que la vida misma puede proporcionarle.
¿En qué película el tipo se va a convivir con su amor y a los seis meses le pide a gritos una birra y un cenicero mientras se agarra la entrepierna de forma inconsciente sin ningún tipo de pudor o vergüenza? ¿En cuál? ¿En qué trama medianamente taquillera, alguno de los dos tortolitos se abre un perfil de facebook para likear fotos provocativas de otras personas porque la monogamia lo aburre, o para chatear de forma candente con cualquier chica que lo salude, sin que todo se vaya al carajo? Explíquenme, por favor...¿En qué película de amor la protagonista se fuma a una suegra sin escrúpulos que pretende manejar los tiempos de su sistema reproductivo, que asegura frente a todos sus parientes que dos años y medio de relación no son suficientes para formar una familia, o casarse, o que osa contestar por su nuera cada pregunta que incluya a su hijo mimado? Y tengo miles de situaciones reales más, pero si empiezo a enumerarlas termino en el año tres mil y no es la idea...Porque claramente en ninguna de esas películas de amor estas situaciones pueden derivar en un final feliz. Además, dicen que si una historia de amor es real, entonces no tiene final, así que la temática del famoso "final feliz" también es errada. 
El sexo en una película de este tipo es raro también, es perfecto y asombroso. La música que ambienta es terriblemente acorde al momento y hay luces de velas que jamás se derriten. El acolchado siempre combina y nunca está roto, las sábanas están completamente limpias, igual que todo el resto de la casa. Los dos se miran, se desvisten despacio, no encuentran ningún tipo de problema u obstáculo...¡Hasta transpiran y siguen viéndose bien igual! Y después se despiertan felices, peinados, maquillados y con aliento a menta. En la realidad, lo más factible es que la primera vez ambos estén nerviosos o, en su defecto, completamente ebrios para no tener que pasar por el momento incómodo de conocerse en pelotas, dentro de un contexto social que presiona para que todos tengamos un cuerpo escultural y perfecto como requisito principal para generar excitación en el otro. Siempre los jeans se atoran en los tobillos y cuando todo parece indicar que llega el momento, este es interrumpido para que la mina vaya al baño a sacarse el protector diario, mientras el flaco escucha atentamente todo lo que ella está haciendo y sabe, fehacientemente, que esa noche la pone. Y nosotras las minas, sabemos lo que el tipo sabe y nos ponemos nerviosas y se nos llena la cabeza de veinte mil preguntas que nadie nos va a responder nunca en la vida.
Particularmente, mi película de amor favorita es "The notebook" o castellanizada como "Diario de una pasión". Hay una parte donde ella, empapada por la lluvia en un muelle, le grita histérica llorando a él después de un paseo en bote: “¿Por qué no me escribiste? ¿Por qué?”, entonces él, en lugar de sacarla cagando por haber desaparecido mágicamente, se acomoda el jopo con un movimiento de cabeza y la mira sin emitir una palabra. Ahí ella contraataca: “Te esperé por siete años”...¡y él ahí le comenta que sí, que le escribió! Le mandó trescientas sesenta y cinco cartas, una por día durante un año. Entonces la minita se quiere matar y él aprovecha y le da un beso, y de ahí directamente al sexo, por supuesto. A lo que quiero llegar con esto es a que si eso me pasara a mí, si no recibo una puta carta, sea cual fuere la situación que provocó eso, no solamente no saldría con el tipo, pensaría que es un forro total y eliminado de mi vida para siempre. En la vida real, nadie vuelve a salir con alguien después de siete años de no haber tenido noticias, de fumarse un duelo y haber sufrido tanto, sobre todo aún teniendo la presión de la opinión familiar.
Otro clarísimo ejemplo de la mentira marketinera que yo consumo es “Cómo perder a un hombre en diez días”. Yo hice, sobre todo estos últimos meses, cosas más sutiles y en menor cantidad que lo que la minita le hizo a este tipo y no llegué ni en pedo a que me aguante diez días. De hecho, la cagué en la primera salida con uno que jamás me volvió a llamar...¡Recién en la primera salida! Pero claro, en esta película hay un galán que está con todas y que nunca se enamoró, hasta que se enamora justo de la flaca que le viene quemando la cabeza, porque se da cuenta que es el amor de su vida cuando la lleva a conocer a su madre y juegan un juego de cartas con su familia. Terminan haciendo el amor en la ducha de la casa de sus padres (s-a-c-r-i-l-e-g-i-o) y ahí, como por arte de magia, el amor nació para no irse jamás.
Que se vayan a cagar las películas de amor.


@Incredulas - 18/12/14

martes, 16 de diciembre de 2014

Buenudos

¿Por qué será que cuando vemos que alguien es demasiado bueno tiene a darnos lástima? Como si ser bueno fuera algo triste, como padecer una enfermedad, o tener un problema grave...Cuando en realidad lo que debería generarnos es admiración, respeto por esa persona que está obrando correctamente y que es solidaria con los demás.
Lástima deberían darnos las personas malas, ya que el vacío que tienen en el corazón sí es algo triste. Pero no, siempre tendemos a pensar que la gente buena, honesta y que se demuestra transparente, es boluda. Llegamos hasta inventarles nombres para definirlos, como por ejemplo "buenudos": una mezcla de ser bueno con ser boludo. ¿Por qué asociamos ser buena persona con ser un poco tontos? Al contrario, creo que los que son grandes seres tienden a ser más inteligentes que los que obran de mala manera, porque ellos se dieron cuenta que la manera de ser feliz es dando cosas buenas y agradables de uno mismo, porque si uno es malo, le vuelve de la misma manera con el karma y así no terminás disfrutando de tu vida. Además de todo esto, ¿qué tiene de "copada" o "grosa" una persona que lastima a los demás, que miente, engaña y traiciona? No son más vivos o más pillos por saber inventar cosas o mentir bien, eh, al contrario, creo que habla muy mal de ellos la manera que tienen en embaucar a todos en sus problemas y de hacernos creer que son inteligentes simplemente por tener el don de saber mentir, pero recordemos que la mentira tiene patas cortas, y llega un momento que te deja paralítico.
Todos conocemos algunos buenudos y por esta razón creemos que siempre vamos a poder pasarlos por arriba, "total es re boludo, no te dice nada", pero seguramente por dentro esa persona te está puteando en todos los idiomas...Y además, ¿te digo una cosa? Hay que tenerle más miedo a un buenudo enojado que a un enemigo malo.


@Incredulas - 16/12/14

domingo, 14 de diciembre de 2014

Entrelazados - Capítulo 36

La situación no fue para nada cómoda. Tanto Rocío como Lautaro se pusieron de pie y miraron a Nicolás, quien clavaba una mirada fulminante en la rubia. Ninguno se atrevía a hablar, pero a la vez tenían muchas cosas para decir. Lautaro, que no comprendía, decidió romper el silencio.
- Me imagino que no te vas a enojar, Nico, vos sabías que esto podía pasar.
Rocío quería que la tierra la trague. No sabía qué hacer para zafar de esta, y comprendía que si Nicolás abría la boca y le contaba a Lautaro todo lo que había pasado la noche anterior, ella debía predisponerse a olvidarse de ambos. 
Nicolás decidió no abrir la boca ni mirar a Lauti, sólo esperaba a que Rocío reaccione y diga algo. Cuando lo hizo, no fue lo mejor que pudo decir.
- ¿No era que tenías un almuerzo familiar?.
Nico puso sus manos atrás de su espalda, y comenzó a caminar alrededor de Lauti y Rocío.
- Desde que empezó todo supe que en vos no podía confiar, Rocío...Y no, no tuve ningún almuerzo familiar. Fue todo chamuyo para seguirte a vos y ver qué hacías. Pensé que me iba a encontrar con vos y Pedro, pero resulta que me encuentro que estás con Lautaro dándole el mismo discurso que me diste a mí ayer a la noche.
Acto seguido, Lautaro miró mal a Rocío.
- ¿De qué está hablando?.- le pregunto, en busca de una respuesta solucionadora que ella no podía darle.
- ¿Sabés lo que pasa, amigo?.- mencionó Nico mientras tomaba a Lauti del hombro.- Esta mina ayer me dijo que quería tener algo conmigo pero en secreto para no lastimar a nadie...
- Pará.- interrumpió Lauti.- A mí me estaba diciendo lo mismo.
Las lágrimas en los ojos de Rocío comenzaron a brotar, y cuando amagó a salir corriendo, apareció Vera en un costado, impidiéndole pasar.
- ¿Y a mí qué tenés para decirme? ¿Que no diga nada que anoche te vi chapando con Nicolás en el techo de lo de Bautista?.
La situación se estaba yendo completamente por la borda y Rocío no sabía cómo manejar esta cuestión. Había tres personas frente a ella, atacándola y culpándola por algo que evidentemente estaba mal. Ella no lo había hecho con maldad, simplemente cuando te enamorás de dos personas a la vez, las cosas se te escapan de las manos.

Nunca pensó que su vida se iba a transformar en este calvario en el cual Felipe sería el enemigo, y su única solución para descargarse era escucharse a ella misma mientras se duchaba o antes de dormir.

Antes de cenar, Celeste se pasó cremas por sus piernas como hacía cada noche luego de bañarse. En ese momento, entró Felipe a la habitación sin pedir permiso. La joven lo ignoró por completo y continuó haciendo lo suyo. Él se sentó a su lado y se limitó a observarla continuar con las cremas.
- ¿Podemos hablar bien?.- preguntó con temor mientras Celeste levantaba la vista para mirarlo.
- Me parece al pedo. No vamos a poder no pelear.- dijo ella.
- Dale, Celes, yo estoy viniendo dispuesto a hablar bien, sin peleas.- Felipe no se iba a rendir hasta aclarar las cosas. Luego, miró a un costado de la habitación y vio las valijas abiertas.- ¿Te vas a ir?.
Ella lo miró y notó aquellos ojos empañados, con profundo dolor y tristeza. Optó por no contestarle nada, simplemente se puso a jugar con su celular para tener algo que hacer y no verse obligada a responder su pregunta.
- ¿Querés que nos volvamos a Buenos Aires?.- propuso Felipe.
- No.
La respuesta lo había alegrado bastante, por más que haya sido corta y distante.
- No "volvemos" a Buenos Aires.- dijo Celeste haciendo el gesto de comillas.- Yo me vuelvo sola.

Santino, Bauti y Ale fueron los primeros en enterarse de lo que le pasó a Maca, porque cuando Pache avisó en el grupo, lo leyeron sólo ellos tres, ya que Nico y Lauti estaban en ese encuentro con Rocío, quien tampoco vio las llamadas de Sonia, la mamá de Macarena.

Los tres muchachos se juntaron en el hall del edificio a abrazar a Pache y alentarlo. No lloraba, pero se lo notaba muy triste y acongojado. Les contó lo que dijo el médico y lo que había pasado ese mediodía en la casa de su novia.
- Fue horrible, chabones. Nunca tuve tanto miedo, les juro.
Mientras Pachetti contaba todo, Santino recordaba cómo le había salvado la vida aquella tarde. Sintió que era una gran anécdota, así que esperaría a que Pache se alejara para contarsela a los otros dos y reírse un rato de cómo había terminado todo. Santino era el típico pibe que descomprimía situaciones tristes o incómodas contando alguna anécdota graciosa, generando un clima menos tenso.
Cuando Pachetti se alejó junto con Sonia para ir a comprar algo para comer ya que no tenían nada en el estómago, Santino contó lo que había pasado con Malena esa tarde luego de la comisaría. Bauti y él se reían, pero Ale estaba bastante serio. No sabía que Malena tuviera problemas de ataques de pánico. "Pobre...Me muero por ayudarla", pensaba en su interior.
- Che.- dijo Bauti interrupiendo sus pensamientos.- ¿Qué onda con Lauti y Nico que no responden?.- ya los habían llamado tres veces a cada uno y ninguno respondió.
- Re giles, deberían estar acá acompañando a Pache.- cuestionó Santi.- Debe ser más importante estar atrás del culo de Rocío.
Bauti se moría de ganas por contar lo que había pasado entre Nico y Rocío la noche anterior, pero optó por callarse, más que nada porque se lo había prometido a Vera.
Los tres muchachos se quedaron allí, esperando algún médico que informe algo, mientras Pache comía con su suegra.
En un momento, el celular de Bauti comenzó a sonar. Llamada privada de nuevo. El corazón se le paralizó, pero a la vez le latía más fuerte que de costumbre, así que ni siquiera entendía lo que pasaba en su interior. Salió afuera del hospital y atendió.
- Hola.
Otra vez el silencio del otro lado del teléfono.
- ¿Celeste? ¿Hola? ¿Sos vos?.- pero nadie respondía...

- Dale, Rocío, decí algo.- Nicolás cada vez estaba más enojado, mientras que Vera estaba intrigada y Lautaro dolido. La reacción de cada uno en ese momento dejaba expuestos sus sentimientos: Nico que se había defraudado por haberle creído. Lautaro, loco de amor como desde el primer día, triste como nunca por lo que le había hecho Rocío. Y Vera, que ni siquiera sabían los demás qué hacía ahí, estaba con mucha intriga por ver cómo continuaban las cosas.

- Paren.- dijo ella calmando la situación.- ¿Por qué no hablamos como gente civilizada en vez de pelear a los gritos en la calle? Es una vergüenza.
Entre todos se miraron, pensando algún lugar para hablar tranquilos.
- Tengo mi auto ahí.- señaló Vera hacia donde estaba su vehículo.- Subamos y hablemos los cuatro.
- Pará, pará, pará.- interrumpió Rocío mientras calmaba su llanto.- Con vos ya está, no tengo nada para hablar.
- ¿Para qué me hiciste venir desde Pilar hasta acá? ¿Al pedo?.
- ¡Si ya sabés lo que quería! ¡¿Para qué me seguís jodiendo?! ¡Cómo te gusta que me esté peleando con los dos! ¡Envidiosa de cuarta!.- y sin saber cómo hizo, Rocío se avalanzó sobre Vera y le tiró del pelo bruscamente, también rasguñándola.
Las dos jóvenes comenzaron a forcejear como dos monos que pelean por una banana. Era horrible situación.
Nicolás tomó a Vera de la cintura, tirándola para atrás, impidiendo que se acerque más a Rocío, mientras que Lautaro agarró a la rubia de los brazos para que no la siga lastimando a Vera con sus uñas.
Una vez separadas y ya más relajadas, las dos se miraron mutuamente: estaban despeinadas, totalmente desalineadas. Los dos chicos estaban asombrados...¡Nunca habían visto una situación así! Y verlo en aquellas dos mujeres hermosas era aún más deplorable.
- Dan asco.- dijo Lauti, agitado. Luego miró a Rocío.- No. Vos sos la que da asco.- sin titubear, optó por decir todo de una vez y poder irse de ese lugar.- Nunca pensé que me podía hacer algo así a mí, que te banqué en todas, que fui re atento con vos siempre y...
- ¿Atento? ¿Te olvidás que cada vez que cumplíamos meses te daba paja salir y ni nos veíamos?.- Rocío no pensaba callarse nada. Vera y Nico permanecían en un costado escuchando todo, mientras ella se arreglaba el pelo y él la ayudaba.
- ¡Qué pelotudez! No puedo creer que seas tan histérica. Vos no sos la Rocío de la que yo me enamoré.- Lauti la miró de arriba abajo con cara de asco.- Nunca podría enamorarme de lo que sos ahora. Ojalá algún día te enamores de verdad y sepas lo que es el amor.
- No va a poder.- agregó Nicolás, acercándose a la situación.- Ya conoció el amor de varias maneras, y ninguna supo aprovechar. Ya fue.
Rocío lloraba en silencio mirando a los dos.
- Chicos, por f...
- Callate.- dijo Lautaro, interrumpiéndola.- No quiero escucharte más.
- No queremos escucharte más.- corrigió Nicolás.- Siempre armando bardo. Todo el quilombo del club entre nosotros siempre fue por tu culpa, de histeriquear a uno, decirle cosas al otro. No sé cómo pudimos caer.
- ¡Basta!.- Rocío no quería escuchar más acusaciones, estaba totalmente herida y no paraban de brotar lágrimas de sus ojos.
- No valés la pena.- dijo Lauti.- Fui feliz con vos, pero más aún fui infeliz. Que te vaya bien...
- Y buena vida.- terminó Nicolás la oración, y los dos amigos se fueron caminando en la misma dirección donde estaba el auto de Vera. Las dos muchachas se miraron fijo, y varios segundos no se dirigieron la palabra. En un momento, a Vera le daba lástima Rocío, pero por otro lado no podía meterse. Ni siquiera la conocía bien como para intentar ayudarla, y digamos que mucho no se lo merecía. Además, se había chapado a su amor platónico y pretendía pedirle que oculte todo...¡No era justo!. Vera bajó la vista, luego volvió a mirar a Rocío, le hizo "fuck you" con el dedo, y corrió hacia donde estaban los chicos, ofreciéndoles llevarlos a sus casas.

Cuando Malena abrió su casillero esa tarde de domingo, que fue al club para jugar un partido amistoso con sus amigas, se encontró con aquella carta misteriosa. "¿De quién será?", se preguntó. Una vez que la leyó, la intriga empeoró aún más. Moría de ganas por saber quién tenía su cadenita...¡Además estaba tan feliz de que alguien la tenía! Era su dije con la inicial que sus padres le regalaron de chiquita, y desde ese momento nunca se lo había quitado.

Automáticamente, le mostró a sus amigas la carta, y todas gritaron de la emoción.
- ¡Ay, boluda! ¡Tenés un admirador secreto!.- dijo su amiga Lara, que era hermosa, rubia y de pelo lacio. Tenía los colmillitos de los dientes un poco torcidos, pero a ella le quedaban genial y le daban un toque especial a su cara.
- No sé, me da miedo, mirá si es...No sé, un pedófilo.- comentó Malena en serio. Podía ser una joda, o directamente alguien acosándola. Con la inseguridad que había en el país, le daba un poco de miedo y dudas.
- Evidentemente es alguien del club, sino no sabrían dónde dejarlo y eso.- acotó Camila. Era la líder del grupo y la que tomaba las riendas en caso de una pelea, haciendo que las dos partes se reconcilien, siendo la mediadora. Tenía un carácter muy impulsivo y una forma de ser tan particular, que también hacían que esto se distinga por su cabellera colorada que le daba un plus a esa personalidad tan atrayente.- Yo que vos me re mando.
- Ay, mirá si es alguno de los chicos de la categoría '90.- dijo con emoción Irina, la mejor jugadora del equipo. Era muy soñadora y dulce, pero a la vez se enojaba un poco fácil. Todas acudían a ella ante sus problemas porque era muy buena consejera y compañera. Y lo que estaba diciendo era cierto: los chicos que jugaban al fútbol en esa categoría, los cuales tienen veinticuatro años, eran uno más lindo que el otro.
- ¡¡Me muero!! ¡Mirá si es Tomás!.- gritó Malena con emoción.- ¡Ay, sería genial!.- Tomás era el chico más lindo del club, aunque para Malena, Nicolás era muchísimo más lindo.
- Qué Tomás ni Tomás, mirá si es el gordo Alejandro de la '95.- todas rieron luego de este comentario de Yamila. Ella era muy graciosa, todas se reían de sus chistes. Era rubia teñida, aunque un rubio muy oscuro porque su tes era negra. Yamila era despampanante: se vestía muy bien aún para ir a entrenar, tenía un estilo muy particular y además le encantaba divertir a sus amigas.
- ¡No! ¡Espero que no se coma mi cadenita!.- dijo Malena, y todas estallaron en risas.- Ese pibe no es tan inteligente para hacer esto, así que descartémoslo. 
Yamila, Lara, Irina, Camila y Malena se quedaron hablando en el vestuario antes del partido, investigando sobre quién podía ser el chico que dejó esa carta.

Rocío estaba devastada. Se fue caminando a su casa, y todos los desconocidos que se cruzaba en la calle se volteaban para verla, e incluso alguna que otra anciana la detuvo para darle un pañuelito y preguntarle si necesitaba ayuda. Nunca había sentido tanta tristeza. Estaba tan sola, casi que ni tenía amigos. Sí, en realidad sí. Pero Macarena estaba de novia ya en la suya y Celeste en el otro extremo del continente.

Quería entrar a su casa, pero vio que estaba estacionado el auto de su tío y no quería que él y todos sus primos la vean así. Optó por seguir pasando vergüenza en la calle y dar vueltas. Tomó su celular, vio que tenía varias llamadas perdidas, pero cuando quiso fijarse de quién eran, se apagó porque se quedó sin batería. "Mierda", pensó, "no pego una".
En un momento, dudó si ir a caminar al parque, pero finalmente pensó que sería una buena idea. Comenzó a caminar de espaldas para respirar mejor, cerrando los ojos y dejándose llevar, total casi ni había gente, o por lo menos nadie que le interese y pueda pensar que era una tarada.
Continuó caminando de espaldas, hasta que se chocó con alguien, quien vertió algo líquido sobre el hombro y el brazo izquierdo de Rocío.
- ¡La re puta madre!.- gritó ella, volteándose. Cuando lo hizo, vio a Pedro parado con una botella de cerveza en la mano, en cuero ya que hacía calor, y con un montón de amigos cerca que Rocío no conocía.
¿Otra vez la misma secuencia por la cual había conocido a Nicolás y a Santino? ¿Qué pasaba cada vez que le tiraban alcohol encima? ¿Siempre se tenía que chocar con alguien de esa manera?.

Enterarse de eso la había terminado de convencer de la decisión a tomar. Era el momento de hacerlo, sino nunca se animaría. Tenía que hacerlo ahora, por el bien de su amiga...


En el auto de Vera, Nicolás y Lautaro vieron sus celulares y comprobaron los mensajes de los chicos avisándoles el estado de salud de Macarena. Instantáneamente se pusieron como locos los tres, preocupados por la salud de la novia de su amigo y Vera por su amiga. 

Vera estaba preocupadísima, pero a la vez feliz de tener a Nicolás sentado a su lado, aunque después de la escena que pasó, no estaba muy alegre para conversar, pero Vera estaba contenta solamente de tener su presencia al lado. Se puso a pensar y se acordó que esta era la cuarta vez que tenía contacto con él, que hablaban, y que era la vez número nueve que se veían o que se encontraban en algún lugar. "Dos veces me bastaron para enamorarme", pensaba ella, "que se callen los que creen que el amor a primera vista no existe".
Una vez que llegaron al hospital, se abrazaron fuerte entre todos y le preguntaron a Pache si había algún diagnóstico nuevo, y justo cuando les va a decir que no, sale el médico de la sala y les avisa en voz alta a ellos y a los padres de Macarena que el cuadro estaba empeorando y que se encontraba con ataques epilépticos.

- Uh, perdoná, no te vi.- dijo Pedro, y le pidió a uno de sus amigos alguna servilleta de papel, devolviéndole el cigarrillo de marihuana que estaba fumando. Cuando le dio las ervilleta, Rocío se secó, pero aún quedaba un poco pegajosa.- Perdoná, posta.

- No pasa nada.- dijo ella, tirando la servilleta en un canasto de basura y alejándose.- Nos vemos.
Los amigos de Pedro le decían que la siga, que no la deje ir, y también le indicaban con gestos lo linda que era "esa rubia".
Pedro la corrió unos metros, hasta alcanzarla, y se puso delante de ella, caminando de espaldas, mientras la joven miraba al piso cruzada de brazos.
- Correte, dale, no me jodas.- le decía ella para que Pedro se vaya de su camino.
- Dale, ¿estás bien?.- preguntó el, insistente.
- No, y no quiero que nadie me moleste. Y menos un drogón.- dijo violentamente.
- Eh, ¿qué onda? No soy ningún drogón, loquita.- saltó Pedro a la defensiva.
- ¿Ah, no? Te estabas fumando un churro, encima acá a la tarde, en el parque, con un montón de gente alrededor, nenes, abuelos...¿No era que estabas curado? ¿Y la fiesta de anoche para quién fue? ¿Para el vecino? Igual me chupa tres huevos, simplemente no me gusta hablar con drogadictos.- Rocío lo empujó a un costado pero no bruscamente, sino para que se corra y pueda caminar libremente.- Así que ya te dije, no me jodas y andá a drogarte con los boludos de tus amigos.
Pedro no se enojó. De hecho, comenzó a reírse, y tomó a Rocío de un brazo. Sacó un cigarrillo y lo prendió. Luego, le tendió la caja de Philip Morris a la rubia. Ella dudó. Odiaba las drogas y los cigarrillos, pero estaba tan nerviosa y extenuada que necesitaba fumar algo para relajarse, y como marihuana no iba a aceptar porque le parecía una atrocidad, optó por un cigarrillo. Aquel narcótico generó que los dos terminen sentados en la punta de un árbol, hablando de la vida. Ella llorando mientras le contaba lo sucedido, mientras él la escuchaba con paciencia y también le comentaba sobre su triste historia de vida.

Pasaron dos días, y aquel martes lluvioso le dio la pauta a Pache de que no iba a pasar nada bueno. Hacía dos días que Macarena se encontraba dormida, ni siquiera movía apenas un dedo, casi que ni dejaban que la vea. No se movió del hospital ni un segundo, se pidió licencia en su trabajo incluso, pero tampoco le importaba perderlo, lo único que quería era que su novia esté mejor. No era una persona muy creyente, pero aún así se encontraba rezando todos los días en la capillita del hospital, rogándole a no sabe siquiera qué Virgen para lograr que Maca esté mejor. "Por favor, virgencita, ella no se lo merece. Que me pase algo malo a mí, pero no a ella", decía en voz baja antes de rezar. Además del miedo a perderla o a que le pase algo fatal, también sentía culpa, y le comentaba esto a Sonia cada vez que podía.

- Fue mi culpa, ¿entiende? No me di cuenta de nada. Soy un tarado.
Y su suegra lo abrazaba, mientras lloraba, indicándole que no era culpable de nada y que tampoco ella lo había notado.
Lo bueno de Pache es que tenía a sus amigos siempre fieles. Se turnaron entre todos para hacerle compañía. Durante la noche y la madrugada iba Bautista, para ir de corrido al trabajo a la mañana. Cuando amanecía, aparecía Ale hasta las tres o cuatro de la tarde, horario en el que llegaba Lauti cuando volvía de la facultad hasta las seis o siete. Después se turnaban entre Nico y Santi porque este último trabajaba, así que a veces iba en el horario que podía.
El campeonato esta por comenzar aquel sábado que venía, pero como Pache no estaba entrenando, ya tenía su suplente: era un petiso orejudo amigo del gordo Ale del colegio que se llamaba Manuel y, por cierto, era malísimo, parecía que tenía los pies redondos.

El lunes anterior, Rocío recién en se momento se enteró de lo que le había pasado a Macarena. Fue citada para hacerse el preocupacional del estudio jurídico de los Volpe y luego estuvo todo el día en el hospital llorando. Lloraba por el feo momento que estaba pasando ella como persona y también por la salud de su amiga...¡Necesitaba tanto a Celeste!. Cuando veía llegar a Nicolás, Vera o Lautaro, se levantaba y se iba. Todos lo notaron pero nadie quería preguntar qué había pasado ya que no era el momento y el lugar indicado para ponerse a hablar de amor y otras pavadas mientras una de sus amigas estaba en grave estado.

Finalmente, el martes la llamaron para empezar el trabajo. Se levantó a las siete de la mañana, se bañó, desayunó, se preparó, y con las pocas fuerzas que tenía, fue a trabajar. Cuando estaba en camino, recibió un mensaje de Pedro que decía: "Que tengas un lindo día" y Rocío fue un poco mejor predispuesta a su primer día. Estaba muy nerviosa y tensa, pero por lo menos sabía que estaba Santino para descomprimir un poco la situación. Antes de llegar, llamó desde afuera a Sonia para preguntar cómo seguía todo, pero no había novedades aparentes, así que decidió entrar al estudio.
Allí se encontró con Santino, que estaba abriendo el lugar y ambos se saludaron cordialmente. Le indicó a Rocío cuál era su escritorio y ya le dio tareas para realizar. Lo primero era pasar unos datos a la computadora y enviar unos mail's.
En el horario del almuerzo, alrededor de la una de la tarde, Santino le dijo si quería ir al Subway de al lado del estudio. Ella accedió y ambos fueron a comer juntos. Mientras hablaban de Maca, del club, de Manuel el nuevo y muchas cosas más, salió el tema de Nicolás y Lautaro.
- ¿Puedo preguntar qué pasó?.- dijo Santino con cautela.
- No, no podés.- agregó ella a modo de chiste.- Nada, qué se yo. Mi indecisión me terminó dejando sola, sin el pan y sin la torta.
Santino le dio un mordisco al sándwich, y luego acotó:
- Ya fue. El pan y la torta engordan. Ahora buscate algo que te haga bien a la salud al menos.
Esas palabras le quedaron grabadas a Rocío.

Llegó el momento en el cual Ale debía encontrarse con Malena. Se juntó en su casa con Lautaro, que era el único que sabía su plan, para prepararse.

- No me des consejos como si tu vida fuera un ejemplo.- le dijo a Lauti quien le daba tips para caerle mejor a Malena.
Lautaro se rió, pero luego se entristeció un poco porque fue muy real el comentario. Alejandro notó esa cara, así que decidió preguntarle qué le pasaba, y Lauti comenzó con su historia eterna sobre lo que había pasado el domingo anterior entre él, Vera, Rocío y Nicolás.

En el hospital, en la sala de espera, se encontraban Bautista, Santino, Pache y Rocío. Los padres y el hermano de Maca se habían ido a ducharse y descansar un poco ya que hace día nos dormían. Le ofrecieron lo mismo a Pache pero él decidió quedarse, aunque estaba sentado en el asiento cabeceando ya que se iba quedando dormido. Los otros tres jóvenes charlaban de cosas tranquilas, y en un momento Bautista no resistió las ganas de fumar, así que se puso de pie y salió a la puerta del hospital. Se puso bajo un techo y se prendió un cigarrillo.

Miró los autos pasar, el semáforo cambiar de color, la gente llorando por las malas noticias y otras sonriendo por las buenas, la lluvia que caía incesante sobre la vereda, la ambulancia entrando y saliendo con su música ensordecedora, taxis parados por la gente en la esquina, el kiosco de enfrente lleno de personas, el asilo de ancianos ubicado enfrente, la casa de color verde musco al lado del hospital, el patrullero estacionando al lado de él. No pensaba en nada más que la situación que observaba. Le llamaba la atención cómo iba vestida cierta gente, o comentarios porteños que escuchaba al pasar. Frente al hospital, recostado en el porche de una casa, había un perro parecido a Floyd, esperando a que sus dueños le hablan la puerta. Por suerte en esa parte no lloviznaba así que no se estaba mojando gracias al techito ubicado sobre él. ¡Extrañaba a Floyd! Si bien no lo veía desde la mañana, ya lo extrañaba. Le encantaba pasar tiempo con su perro porque era la persona que le hacía recordar a Celeste de buena manera. 
Interrumpiendo sus pensamientos, un auto Renault Fluence blanco con vidrios polarizados se paró delante de él, pero no miró, sino que Bautista se dio vuelta a tirar el cigarrillo, y justo cuando volteó, allí la vio, parada frente a él y mojándose por la lluvia, con lágrimas en los ojos y unos labios que dejaron decir un simple pero a la vez tan profundo.
- Te amo.


Continuará...